Apoderado – Carcaj.cl
12 de diciembre 2024

Apoderado

Había demasiada calma en el ambiente. El Profesor se sentía nauseabundo, intranquilo y con la sensación que algo malo ocurriría pronto. 

Había querido comprar cigarros para bajar un poco su ansiedad, pero solo encontró doscientos pesos en el bolsillo descosido de su abrigo. Aún faltaban semanas para acabar el mes y recibir su salario. 

El Profesor dio un largo suspiro con resignación antes de ingresar a otra tediosa jornada de trabajo.

El Director lo interceptó sorpresivamente y le dijo que había un Apoderado buscándolo y que debía atenderlo. El Profesor le comentó que no tenía reuniones agendadas para ese día, a lo que el Director respondió nervioso “nada que hacer: debemos mantener contentos a nuestros apoderados”, mientras se pasaba un pañuelo por la sien para secarse el sudor. 

El Profesor fingió una sonrisa torcida y se dirigió a la sala donde el Apoderado lo esperaba. El Apoderado pareció no darle importancia a la llegada del Profesor cuando éste ingresó a la sala. Siguió tomando su café y mirando al horizonte. El Profesor, en cambio, se acercó y le extendió la mano a modo de saludo. El Apoderado no le devolvió el gesto y le clavó la mirada.

-Quisiera hablar algunas cosas con usted -declaró seriamente. -Tengo varios hijos en este colegio, soy Apoderado hace muchos años, todos me conocen y saben cómo soy, y me entero recientemente que usted le ha dado un libro de lectura a mi hijo mayor que no es de su agrado- sentenció. 

-Lamento que no le haya gustado el libro… 

-No he terminado- interrumpió abruptamente el Apoderado. -Mi segundo hijo reclama que sus clases no son lo suficientemente entretenidas y que no les permite usar sus celulares en la sala, ¿qué clase de metodología es esa? 

El Apoderado se había puesto de pie, deambulando por la sala mientras reclamaba, sin dar espacio a algún tipo de defensa o respuesta por parte del Profesor, haciendo de su perorata un real suplicio. 

El Profesor hacía algunos intentos por hablar, pero se veía interrumpido constantemente con preguntas y acusaciones del tipo “¿usted dónde estudió?”, “usted no tiene mucha pedagogía”. El Profesor quiso corregirlo calmadamente; sin embargo, vio los ojos del Apoderado inyectados en sangre y se retractó del intento inmediatamente. 

En eso, el cuerpo del Apoderado comenzó a adquirir más volumen. La cabeza se le hinchó, los ojos comenzaron a tornarse amarillos y saltones, y su ropa se rompió: Se había transformado en un monstruo. 

El Profesor no podía creer lo que presenciaba. El Apoderado era realmente un monstruo; tenía tentáculos, y mientras circulaba por la sala, iba dejando a su paso una baba viscosa color púrpura. 

-Nadie se mete con mis hijos. Ustedes son nada -dijo agarrando al Profesor por la cintura con uno de sus tentáculos. -Los haré desaparecer a todos ustedes, nadie lo sabrá, y cuando lo haga desaparecer a usted, nadie lo extrañará. 

El Profesor perdió sus anteojos cuando quiso librarse del Monstruo, lo que sin embargo le fue imposible, y sintió cómo sus fuerzas se iban debilitando poco a poco. “Este es mi fin”, pensó. 

-No tiene escapatoria, Profesor -sentenció el Apoderado. -Ustedes jamás vencerán porque a nadie le importan. El Gremio de Apoderados siempre triunfará.

Luego de esto, el Apoderado estrujó con fuerza al Profesor con dos de sus múltiples tentáculos, llenándolo de su líquido morado letal hasta que éste dejó de respirar.

Al día siguiente, el Apoderado con su disfraz humanoide, maletín y traje formal, hacía ingreso al colegio con todos sus hijos. 

Afortunadamente para él y su gremio, el colegio ya contaba con un nuevo reemplazo docente.  

Catalina Villalobos Díaz

Licenciada en educación, profesora de inglés, magíster en literatura comparada y diplomada en literatura infantil y juvenil.

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