"Amebas en la pared de la pieza", dibujo realizado por una niña de 4 años. Fotografía del autor

08 de junio 2019

De muros en muros. La vida de las amebas

Luis Raúl Crisóstomo

“Me tomó 4 años pintar como Raphael,
pero toda una vida pintar como un niño”
Picasso

De sentidos ocultos, no alterados por la consciencia adulta, la infancia los recorre de rincón a rincón, hacia todos lados, líneas misteriosas que conjuntamente adoptan escenas, eternas amebas de rostros anaranjados y lilas cuyas cabezas y brazos rectos son parte de un cuerpo movedizo de vida eterna, de mente luminosa y pulcra, que viven en el mundo fantasioso de todos ellos, hasta el límite adulto que le otorga el otro sentido, el choque de la naturaleza frente al de la norma, la omisión concreta de algo abstracto que, ante una sensibilidad alterada, pierde la esencia que la niñez le ha atribuido.

“La niñez se mide a través de sonidos, olores y suspiros, antes de que aparezca la sombra obscura de la razón”. (Betjeman, J.)

Trazos sin control sobre un fondo de color único, la tierra se torna de color verde y el cielo violeta, flores gigantes se suman al paisaje, diálogos indescifrables fuente de comunicación, esferas rellenas construidas bajo agiles pulsos que se han ido ensayando, un sol violeta en el centro y una flor del mismo color, montañas puntiagudas de menor estatura que la flora del lugar.

En este espacio nacen y libran sus primeras batallas. Generalmente ganadas aprenden a dar uso a cada delimitación, medida engañosa que lo único que hace es otorgarle a lo prohibido más grados de deseo. Claro, es su naturaleza, cada una de ellas tiene por esencia romper la norma, apropiarse de lo que les pertenece, bloque libre dispuesto para ser absorbido por un incierto recorrido.

“Dejarlo garabatear y en ningún momento interrumpir esta actividad tan placentera para él, que le servirá como punto de partida en el desarrollo de capacidades que conservará hasta la edad adulta”. (Lowenfeld. 1980)

Fuera de su universo de origen, las amebas recorren la ciudad, cuyos nuevos planetas se erigen desde otras dimensiones. Generosos de exposiciones, guardan un amplio rincón de materia protestante, de contenido poético, de asombrosa comunicación, telares de concreto, de madera y metal que dividen, que se ofrecen, que se exponen a su uso, que se levantan, que caen, que se redefinen, que se reinventan, que nacen y renacen, que mueren.

Ciudad empapelada, ciudad maquillada, las amebas ya son literales, claras, y han salido de sus cuartos exclusivos, olvidadas mas no enterradas, cubiertas por nuevos baños de pintura barata que, aunque no quisieran, baratizan su efecto. Las amebas se han trasladado a espacios infinitos, madurando su expresión, caminantes incansables que vociferan lo que sienten, lo que creen.

¡Millones en elecciones y miseria en las poblaciones!, ¡Si el hombre pariera el aborto sería legal!, ¡Educación gratuita para todos!, ¡Moriremos luchando, ahogados ni cagando!, ¡Evite fármacos, use cannabis!, ¡Si el voto cambiara algo sería ilegal!, ¡El secreto es vivir sin respuestas!, ¡Algún día encontrarás un amor que te convenga!, ¡Aconcagua feminista!, ¡Vivir luchando, sumisas ni cagando!, ¡Matías Catrileo presente!, ¡Amor y rebeldía fuego a la policía!, ¡Mi Color preferido es verte!, ¡Podrán cortar los árboles pero nunca detener la primavera!, ¡Entre Platón y Marx!, ¡Traidor es aquel que dispara su arma contra su propio pueblo!, ¡Virgen María hazte feminista!, ¡Roba al supermercado coludido!, ¡Estudiantes en la lucha, las urnas a la chucha!, ¡El agua es vida, Codelco la contamina!

Qué dicen sus vestigios, que transitaron por cavernas como fuentes puras de enseñanza y delataron en Pompeya a los mismos que hoy vuelven a ser delatados. Las amebas, nutridas de la técnica propia del arte mesoamericano, no sucumbieron ni a los dieciocho cañones que protegían la bastilla ni a los mensajes u órdenes de sentencia levantados en Berlín, por el contrario, adictas al sonido de su presión y estimuladas por la inseguridad de su creación, desarrollaron calma y valoraron el tiempo que ello generaba.

El sonido que genera, que pareciera no existir, la marca superficial de la inseguridad, la doble de tranquilidad encomillada que avisa que hay tiempo, que no hay moros en la costa. La primera palabra terminada. La frase completa.  Ya es seguro. Ráyala. Dibuja .

En pos de lo que venía, el carácter divisorio y limítrofe del concreto erguido se desvanece ante la majestuosidad que nace de las amebas, creaciones infantes para la creación de futuras expresiones universales. Sí, las barreras separadoras se convierten en cuadros expositivos, y su sentido alterado vuelve a lo suyo, a lo que ha sido.


[1] Proyecto “El lenguaje de las paredes. Rayados con spray en Los Andes”.

[2] Ibid.

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