Foto: @nicolasslachevsky (intervenida)
El dolor de crecer: La literatura de formación en Una novelita lumpen de Roberto Bolaño
«Las novelas de formación me parecen bien encaminadas cuando está claro que nadie acabará formado», dice Elena Ferrante en su libro de ensayos En los márgenes. Cuando pienso en una novela de formación, pienso rápidamente en el joven protagonista de El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, Holden Caulfield, un adolescente que es expulsado del colegio y decide vagar por un nevado Nueva York. Un chico que pasa dos días solo, acompañado de vez en cuando por un profesor que intenta abusar de él y una prostituta. Cuando pienso en una novela de formación, pienso en la angustia de ser adolescente, en los problemas familiares, en crecer con los amigos en los barrios, en los primeros amores, en los primeros pololeos, en los primeros trabajos, en la pérdida de la infancia y la inocencia.
Cuando pienso en una novela de formación, pienso en Arturo Bandini, el protagonista de las novelas de John Fante, y en la mejor novela, para mí de él, que es Pregúntale al polvo, donde él se enamora perdidamente de una joven camarera de Los Ángeles. Bandini, que solo come naranjas porque se robó una caja de ellas y no tiene para más, tiene un trabajo miserable, busca editor para publicar su novela, pero nadie lo quiere publicar. Es alcohólico, y la vida en la ciudad es violenta para los jóvenes pobres.
Cuando pienso en una novela de formación, pienso, de cierta manera, en el dolor de crecer y, de alguna forma, en la misantropía que se siente al hacerlo, como en este fragmento en que Holden quiere detener el mundo y evitar la responsabilidad de madurar:
No me importaba la clase de trabajo que fuera con tal de que nadie me conociera y yo no conociera a nadie. Lo que haría sería hacerme pasar por uno de esos sordomudos. Así no tendría que hablar con nadie. Si quisieran decirme algo, tendrían que escribirlo en un papel y ponérmelo delante de las narices. Con el tiempo se hartarían de hacer eso y ya no tendría que hablar con nadie el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre diablo sordomudo y me dejarían en paz. Me dejarían llenar los depósitos de sus estúpidos coches con aceite y gasolina, me pagarían un sueldo y todo, y con la pasta me construiría una cabaña en algún sitio y viviría allí el resto de mi vida. La levantaría cerca del bosque, pero no en el bosque, porque quería tener sol todo el tiempo. Me haría la comida yo mismo, y luego, si quería casarme o algo así, conocería a una chica guapísima que sería también sordomuda y nos casaríamos. Vendría a vivir a la cabaña conmigo y si quería decirme algo tendría que escribirlo en un puñetero papel como todo el mundo. Si teníamos hijos, los esconderíamos en alguna parte. Les compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y a escribir nosotros mismos.
En El guardián entre el centeno, el proceso de formación está marcado más por la resistencia que por el progreso, y por eso queremos tanto a Holden Caulfield. Para Horst Nitschack, la novela de formación «se trata de la primera confrontación consciente del adolescente con el mundo, o se trata de la toma de conciencia de la confrontación del joven con un mundo desconocido, nuevo, fuera del ámbito familiar. En el caso de Holden, su deseo de pasar desapercibido y vivir solo muestra cómo trata de evitar la complejidad del mundo y las relaciones que le resultan difíciles de manejar.
Al leer Una novelita lumpen de Bolaño, recuerdo la primera vez que tuve un libro de él. Tenía 14 o 15 años y había días en los que ya no sabía de qué hablar con Paulina, la chica que me gustaba, así que me ponía a inventar historias largas. Le pedía consejo al papá de mi amigo Pedro; él siempre me ayudaba y me prestaba libros. «Si vas a escribir poemas, asegúrate de que el último verso sea el mejor», me dijo una vez. «Y si escribes un cuento, procura que el final sea sorprendente, algo que nadie se imagine. Yo gané un concurso literario porque el asesino era el hijo menor de la protagonista, un niño de doce años. Nadie lo vio venir», añadió orgulloso.
Una tarde llegó a su casa con una moto.
—Mejor cómprate el ataúd de una vez —le dijo su esposa.
—No me va a pasar nada —respondió él—, si en este pueblo ni autos hay. —Súbete —me dijo entonces el papá de Pedro.
Me subí a su moto y pasamos a dejar una caja de huevos en una casa, porque en ese tiempo él se dedicaba a vender huevos. Levantó el asiento trasero y le entregó la caja a una señora mayor. «Vamos a la librería», me dijo después. Pasamos por la única librería de San Felipe, y me regaló Los detectives salvajes de Bolaño. «Te va a gustar —me aseguró—, es un poco largo, pero vale la pena».
Desde ese momento pensé que Los detectives salvajes era la mejor novela de Bolaño, pero me encontré con una sorpresa al leer Una novelita lumpen. Todo lo que podamos imaginar está en ella. Esta novela cuenta la historia de dos hermanos que quedan huérfanos después de que un accidente de automóvil mata a sus padres. Ellos quedan solos, sin dinero, y tienen que trabajar en lo primero que encuentran: él en un gimnasio y ella, Bianca, la narradora, en una peluquería. Él está dispuesto a comer incluso solo una vez al día.
Mi hermano dijo que podía renunciar a tres comidas diarias. Lo miré y no supe si hablaba en serio o en broma.
—¿Cuántas veces comes al día?
— Tres. Cuatro.
— ¿Y cuántas veces dices que estás dispuesto a comer en el futuro?
— Una.
Una novelita lumpen es una historia sobre la infelicidad, las barreras de la vida, el dolor de crecer y la pérdida de la inocencia. El hermano de la protagonista se hace adicto a ver pornografía. Y cuando ella le pregunta por qué ve tantos videos pornográficos, él solo le responde: «Para aprender cómo se hace el amor», y Bianca, su hermana, le dice que «viendo películas cochinas no se aprende nada». Horst Nitschack se pregunta cuáles son los peligros para los adolescentes en las novelas de formación, y establece que:
En la novela de adolescencia el joven vive sus experiencias más importantes; a la búsqueda de sus propios límites, se acerca lo más posible a lo absoluto. Es en esta etapa de su vida cuando las relaciones humanas van a tener una intensidad e inmediatez que no tenían en la infancia y que tampoco tendrán más tarde, cuando el adolescente sea adulto.
Se oponen en las novelas de adolescencia la inmadurez a la madurez; la abundancia de tiempo, espacio y energías a la escasez; la partida del mundo paterno y materno, así como la transgresión de la ley, a la conservación y aceptación de la misma.
Los protagonistas de la novela de Bolaño son jóvenes que pasan su tiempo viendo televisión y participando en programas de concursos desde su casa. Sin embargo, como no asisten a clases, no se educan, y no tienen apoyo de algún adulto, y dado que el Estado en la novela parece no existir para ayudarlos, solo se limitan a participar en estos programas sin siquiera acertar en las respuestas:
Paulatinamente fuimos dejando de lado los estudios. A veces yo no iba al instituto por la mañana (la luz incesante se me hacía insoportable), otras veces era mi hermano el que no iba. A medida que fueron pasando los días ambos nos quedábamos en casa por las mañanas, añorando la escuela, pero incapaces de salir a la calle, tomar el autobús, entrar a nuestras respectivas aulas y abrir los libros y cuadernos en donde nada íbamos a aprender.
Matábamos el tiempo viendo la tele, primero las entrevistas, después los dibujos animados, finalmente los programas matinales con entrevistas y conversaciones y noticias de los famosos.
Los protagonistas están constantemente luchando por sobrevivir. Una novelita lumpen es una novela sobre la marginalidad social. El hermano de Bianca pierde su empleo, y luego tiene una discusión con su hermana:
—Pero esos jóvenes no son huérfanos como nosotros —le grité—, esos jóvenes tienen padres y pueden permitirse el lujo de pasar una temporada en el paro.
Mi hermano dijo que cuando empezaban a despedir a la gente de sus puestos de trabajo poco importaba que fueran huérfanos o no.
Conforme nos acercamos al final de Una novelita lumpen, la historia se vuelve aún más dura, mostrándonos de frente la desesperación que envuelve a los personajes. El hermano de Bianca pierde su empleo, y eso provoca que las tensiones entre ambos crezcan, mientras intentan sobrevivir en un entorno donde apenas logran mantenerse a flote. En medio de esa desesperanza, ambos planean robarle la caja fuerte a Maciste, un exfisicoculturista ciego a quien Bianca conoce. Sin embargo, después de tener una relación íntima con él, Bianca no solo empieza a cuestionarse sus acciones, sino que, para su sorpresa, nunca logra encontrar la dichosa caja fuerte:
A las ocho de la mañana, cuando ya no era necesaria la linterna, tuve la certeza de que no existía ninguna caja fuerte. El dinero de Maciste, si es que aún tenía dinero, estaba en el banco y no en su casa. Ahí acabó todo para mí.
Bolaño explora el doloroso proceso de maduración y la inevitable pérdida de la inocencia y la frustración de tener que delinquir y torturar a alguien cuando ya no queda nada más que perder salvo la vida.
En conclusión, Una novelita lumpen de Bolaño nos muestra el dolor y las complicaciones del crecimiento. A través de sus personajes, entendemos cómo la falta de guía y el vacío emocional pueden llevar a una vida llena de desilusión. Bianca intenta escapar de las responsabilidades y de un mundo complicado, pero eso la lleva a delinquir. Esta novela muestra el difícil viaje hacia conocerse a uno mismo y aceptarse en un mundo que a menudo parece frío e indiferente.