Foto: Gordon Matta-Clarck
La memoria del espacio en la obra de Gordon Matta-Clark
Nos interesa ahondar en el trabajo de Gordon Matta-Clark[1] ya que permite un punto de encuentro y de desencuentro entre el arte y la arquitectura: “Es la rígida mentalidad que consiste en que los arquitectos instalan las paredes y los artistas las decoran lo que ofende mi sentido de ambas profesiones” (Matta-Clark, 2006). El espacio arquitectónico configura el campo de realidad que delimita nuestros desplazamientos diarios, nuestras relaciones, nuestra manera de habitar; es el dispositivo que ampara nuestra vida, donde transcurre nuestro tiempo. Pero es un espacio que generalmente como habitantes no cuestionamos, vale decir son muy pocos los habitantes (no arquitectos) conscientes del vacío geométrico que permite que la vida se desarrolle en su cotidiano. Y con esto no pretendo desacreditar al sujeto, quien comprende las características materiales y constructivas de la obra (materialidad, dimensiones y costos) pero no las posibilidades de modificar los vacíos que constituyen su habitar. Cuando nos cambiamos de casa, la pintamos, cambiamos varias veces la disposición de los muebles, la ampliamos, pero no cuestionamos su estructura, su configuración, principalmente porque el sujeto-habitante no ha sido incorporado a la comprensión del espacio, del habitar. Por lo tanto configuramos nuestra privacidad, nos desplazamos y habitamos un cuerpo estático, que nos termina reconfigurando.
La obra de Matta-Clark transgrede las ideas preconcebidas del espacio, modificando nuestras concepciones sagradas y herméticas de la vivienda, del dispositivo habitacional del individuo en el mundo, modifica nuestra percepción de la arquitectura, del espacio y la gravedad. Nos expone, entre la excitación y el vértigo, al terror de caer al vacío de sus recortes, nos hace perder la estabilidad, y fractura la concepción del hogar en una realidad física: “Al deshacer un edificio, hay varios aspectos de las condiciones sociales contra los que estoy actuando: el primer gesto consiste en abrir un estado de encierro que había estado pre condicionado no sólo por una necesidad física, sino también por una industria que prodiga cajas urbanas y suburbanas para crear un contexto que asegure un consumidor pasivo y aislado: un público casi cautivo” (Matta-Clark, 2009). Es interesante leer también el dispositivo en el que Gordon opera, ya que todo su trabajo de cortes lo realiza en edificaciones que tienen fecha de demolición, hábitat que fueron desechados y que van a desaparecer, a eso se debe que su trabajo no haya durado más que días o meses. Trabaja con las ruinas de un pasado, que va a ser borrado, desnuda ausencias que se transformarán en pérdidas, las inunda de luz, creando un acto de resistencia al fin. “La casa es conservadora y el arte es revolucionario. La obra de arte señala a la humanidad, nuevos caminos y tiende al futuro. La casa se afirma en el presente” (Loos, 1972). Gordon libera el pasado que el dispositivo custodia, para ponerlo en cuestión y buscar un futuro distinto, generando una resistencia al curso histórico de su destrucción, de su olvido, poniendo de manifiesto su pasado y su presente, liberando su hermetismo. Para Román Cuartango “para que pueda recaer un futuro sobre la humanidad, es necesario romper ese continuo de determinaciones que pasa por ser el curso histórico, es necesario pegar un tajo, producir una detención, resistirse a ser llevado” (Cuartango, 2002), y es precisamente lo que el artista hace en los edificios; produce tajos, se resiste a que estos sean llevados, abriendo una dimensión en el tiempo para volcarse sobre lo acontecido y poder reescribirlo, resignificarlo.
Las obras de Gordon permiten abrir llagas del pasado al futuro, le dan sentido al presente y permiten otra historia; “el futuro no es un lugar, es la libertad humana, la posibilidad de ser” (Cuartango, 2002). El artista penetra bajo la carne de los contenedores del cotidiano, des-construyendo la inmovilidad y el hermetismo de su pasado, permitiendo una libertad impensada, transformando la muerte de estos espacios en vida radiante y conmovedora, haciendo extraordinario lo ordinario. Le da protagonismo a los espacios desechados por el sistema, a lo improductivo, lo “inútil”, y cuestiona las bases de nuestras construcciones espaciales, sistémicas y mentales, cuestionando y poniendo en evidencia nuestras peceras.
Las intervenciones de Matta-Clark son violentas, transgresoras, des-configuran el mundo pre-establecido a través de una experiencia desequilibrante, vertiginosa, pero es una violencia que permite visibilizar un abandono, que abre nuevas perspectivas del espacio privado desechado, olvidado, exponiéndolo a un espacio público. Con estas incisiones el artista deja ver memorias; el “conjunto de recuerdos que pueden ser individuales o colectivos, es una representación del pasado que se construye en el espacio público.” (Traverso, 2016)-. Liberando un espacio donde acontecieron biografías, visibilizando los escombros de varias vida, desenmascarando capas ocultas con significado arquitectónicos y antropológicos; “La memoria es eso (…) ruinas que flotan en el tiempo [citando la novela Ruido de Álvaro Bisama]” (Rojas, Profunda superficie: Memoria de lo cotidiano en la literatura chilena, 2015). Matta-Clark le imprime un significado a las ruinas, permite que las llagas sangren, que sean visibles, previo a una violencia mayor; la demolición, que borrará para siempre esa edificación. “La memoria y el olvido constituyen un binomio inseparable. El olvido amenaza constantemente la memoria, pero más bien (…) hay un tipo de olvido que ha sido guardado en la memoria donde precisamente es a través del recuerdo que sabemos que hemos olvidado” (Nicholls, 2013). Estas incisiones liberan los últimos recuerdos almacenados en el inmueble, atravesando las capas, niveles y estratos de la edificación, desvelando distintos niveles de información, de la construcción y estratificación, rompiendo los límites de nuestras preconcepciones. “El espacio interior y el espacio exterior, tan presentes y equilibrados en su trabajo, se acompasan y contradicen en sus relaciones binarias: interior/pasado y exterior/futuro. Un pasado de objetos arquitectónicos destruidos y un futuro de proyectos imposibles, el tiempo, otra vez, como aliado y enemigo” (Corbeira, 2000).
Las fracturas de sus obras, que revelan la tensión geométrica de la construcción, que descomponen las capas de la edificación y permiten generar nuevas espacialidades, están cargadas de un contenido crítico, un discurso político y un compromiso ético; “El trabajo con estructuras abandonadas comenzó con mi preocupación por la vida de la ciudad, uno de cuyos principales efectos secundarios es la metabolización de los edificios antiguos. Aquí como en muchos centros urbanos, la disponibilidad de estructuras vacías y abandonadas era una excelente recordatorio textual de la falacia vigente de la renovación a través de la modernización” (Matta-Clark, Entrevista en custodia del Canadian Center for Architecture, Montreal, 2009). Gordon infringe heridas al espacio arquitectónico para visibilizar que en los ’70 la modernidad se hizo inofensiva para el capitalismo, donde sus productos se transformaron en trofeos de la sociedad de la abundancia. Matta-Clark elabora una reflexión política y social, a través del espacio, poniendo en cuestión la lógica funcional, comercial, especulativa y productivista de la arquitectura a expensas de su sentido primordial; cuidar de la vida, la integridad humana y la dignidad, preservando ante todo la función social y pública de la arquitectura. Los quiebres del espacio privado, consumido y desechado que genera Gordon, permiten liberar la caducidad utilitaria de la arquitectura especulativa al espacio social, público y de uso como monumentos. Monumentos efímeros llenos de luz, de recuerdos, de pasado, y de futuro, permitiendo imaginar otras posibilidades de porvenir. Como el mismo artista señala; “He trabajado con lo mejor de mis habilidades para producir pequeñas grietas en las condiciones represivas del espacio generado por el sistema […] Lo que hago con los edificios es lo que algunos hacen con el lenguaje y otros con grupos de personas: yo los organizo con el fin de explicar y defender la necesidad de explicar y defender la necesidad de un cambio [en las prevalecientes estructuras sociales]” (Matta-Clark, Propuesta a los trabajadores de Sesto San Giovani, Milan, 1975, 2000)
Finalmente, a través de la obra de Gordon Matta-Clark podemos vislumbrar como este anarquitecto permite adentrarse en el lenguaje arquitectónico y literalmente romper la morada del ser. Como a través de las rupturas en las edificaciones, permite hacer memoria de lo que había permanecido en el olvido, en la sujeción de lo cotidiano, y lo despliega como monumentos extraordinarios al espacio público. Estas liberaciones permiten cambiar estructuras pre-establecidas, modifican los límites de nuestra comprensión espacial, funcional, social, y amplían nuestro conocimiento.
Bibliografía
Camnitzer, L. (2013). Arte y deshonra. Santiago: Museo de la memoria y los derechos humanos.
Cuartango, R. (2002). La «destrucción» de la idea de futuro. En M. Cruz, Hacia donde va el pasado (págs. 187-206). Barcelona: Paidós.
Gooden, C. (1985). Entrevista. En M. J. Jacob, Gordon Matta-Clark: A retrospective (págs. 39-40). Chicago: Museum of Contemporany Art.
Loos, A. (1972). Ornamento y Delito y otros escritos. Barcelona: Gustavo Gili.
Matta-Clark, G. (2000). Propuesta a los trabajadores de Sesto San Giovani, Milan, 1975. En G. Moure, Gordon Matta-Clark Works and collected writtings (pág. 120). Bacelona: Poligrafa.
Matta-Clark, G. (2006). Interview with Gordon Matta-Clark, Antwerp, September 1977. En G. Moure, Gordon Matta-Clark Works and Collected Writings (págs. 249-257). Barcelona: Polígrafa.
Matta-Clark, G. (2009). Entrevista en custodia del Canadian Center for Architecture, Montreal. En T. (. Cuevas, & G. (. Rangel, Gordon Matta-Clark: deshacer el espacio (pág. 129). Lima: Museo de Arte de Lima – MALI.
Nicholls, N. (2013). Memoria, arte y derechos humanos: la representación de lo imposible. Santiago: Museo de la memoria y de los derechos humanos.
Rojas, S. (2015). Profunda superficie: Memoria de lo cotidiano en la literatura chilena. Revista chilena de literatura, Número 89, 231-256.
Rojas, S. (2018). Pensar en lo tremendo: memorias de la violencia. 1-17.
Traverso, E. (2016). Memoria e
historia del siglo XX. En VV.AA., Archivos y memoria de la represión en
América Latina (1973-1990) (págs. 17-30). Santiago: Lom ediciones.
[1] Gordon Matta-Clark es un artista-arquitecto estadounidense (1943-1978), primogénito (junto a su hermano mellizo John Sebastián) de los pintores Roberto Matta y Anne Clark, y ahijado de la mujer de Marcel Duchamp. Gordon estudia arquitectura en la universidad de Cornell, Ithaca, NY. entre 1964-1968, en 1969 inicia su recorrido artístico que durará tan sólo 9 años, pero será inmensamente fructífero con obras relacionadas a los desechos, la comida, performances e intervenciones, y 7 grandes obras de cortes de edificios (probablemente por las que más se le conoce) donde gracias a cinceles, sierras eléctricas y martillos extrae grandes trozos de edificaciones que serán demolidas; Bronx Floors 1972-1973 en Nueva York, A W-Hole House en 1973 en Génova, Splittin en 1974 en Nueva Jersey, Bingo en 1974 en Niagara, Day’s End en 1975 en Nueva York, Conical Intersect en 1975 en Paris, Office Barroque en 1977 en Amberes, y Circus Caribbean en 1978 en Chicago. En 1976 su hermano mellizo Batán, pintor, quien sufría de una depresión endógena, se suicida lanzándose desde el estudio de Gordon. A partir de este episodio Gordon comenzó a enfermar, lo que lo lleva a la muerte por cáncer de páncreas el 27 de agosto de 1978, a los 35 años.