Política del anonimato: Lo que nos falta
Texto de presentación del libro Política del anonimato en el cine de América Latina, de Rudy Pradenas. Ediciones Macul. Santiago, 2024.
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Cintas calcinadas y celuloides arruinados; piezas amorfas a las que se las ha forzado a perder pedazos; cuerpos ruinosos sobrevivientes de historias ruinosas, vienen a contar, como mónadas, la hazaña de sus carencias, pues, al margen de las monumentalidades históricas del cine de frente en alto y torso erguido, podemos notar restos desperdigados de imágenes en movimiento; aún se mueven, se agitan con otros ritmos, en otros espacios, llenos de tierra, al borde de su olvido…cómo cuesta recordar aquello que la mirada prefirió ignorar, o aquello que, debido a su falta, ha quedado desplazado de la mirada, no porque la mirada no lo perciba, sino porque se ha aquietado en el frenesí de imágenes totales, completas, continuas…
¿Cuál es el cine de la ausencia, del contorno doblado, del retazo descosido?
Pradenas nos invita a explorar un cine temprano latino americano, un cine, justamente, falto, deficiente política y estéticamente, un cine ausente de “…consciencia con respecto al rol del cine en las luchas políticas por la identidad y la emancipación…” (Pradenas, 2024, p.13), es decir, un cine separado del cine, un cine inmaduro; no lo suficientemente logrado, sin conflictos centrales ni lógicas de consciencia, pues, se mantiene desajustado de modelos cinematográficos militantes, así como de las nociones modernas y ontológicas que han descrito la lucha por la emancipación. Estos cines tempranos no alcanzan ninguna cumbre, y aquello que han perdido, no buscan con vehemencia recobrar; han vagado imperceptibles, pero repletos de signos, de ánimos, de lecturas, a la espera de miradas implicadas que hallen de entre esos restos, la causa de sus somnolencias.
¿Qué sucede con quienes quedan fuera del pueblo, de la clase, de la noción misma de sujeto? ¿Qué cuerpos llevan el exceso irreductible de sus presencias?
De este modo, Pradenas encuentra en ese cine temprano, políticas defectuosas, negativas y reversos; modos subterráneos por los cuales se escurren posibilidades, vidas e imágenes, justamente ahí, donde la mirada totalizante no se posa, y justo ahí en el cine parpadeante de aquello que se asoma, tímido y magullado, impensado como oportunidad subversiva, tenuemente palpitante, demasiado precario para molestarse, pero estratégicamente procurador de miradas resguardadas. Así ha resistido el cine temprano latino americano; difuso, pero amable, resistiendo la fuerza de lo que Pradenas llama politización, a saber, la fuerza de hacer político algo, forzándole a representar totalidades, nociones hegemónicas, formas ocluidas de pensar la lucha de otras vidas existentes o, la lucha de otras vidas inexistentes.
De ahí, que el cine temprano guarde una potencia nómade, es decir, múltiple e inquieta, sustraída de un deber de representación, pero, también, de un deber de verdad perteneciente al campo del pensamiento político y, desde ahí a los discursos, a las prácticas y teorías normativas sobre el cine y su política, quedando el cine temprano latino americano, doblemente relegado, doblemente fragmentado y, por consiguiente, doblemente inexplorado.
¿Cómo leer las potencias insospechadas de las imágenes anónimas y anómalas?
Pradenas nos entrega algunas claves en sus capítulos: “La An-arquía del cine”, “Figuras suplementarias del cine” y “Espacialidad del anonimato del cine”, donde las imágenes se desbordan y viven sus excesos mediante nuevas relaciones con el espectador; estas se mueven y reproducen incontrolablemente en las miradas que no resisten las interpretaciones, el advenimiento de otras imágenes y lo que de ellas brota silencioso a las elites; más allá del marco, del lente, de la pantalla; los pequeños destellos imposibles al régimen representacional, espaciados en “…una atmósfera nocturna y anónima que fue indispensable para que las imágenes se hicieran perceptibles.” (Pradenas, 2024, p. 34)
¿Dónde habitan las imágenes injustamente carentes, pero, a su vez, escurridizamente excesivas? ¿Cuál es la atmósfera nocturna y anónima que las cobija?
Y es que la falta se vuelve potencia, justo ahí, en la posibilidad que susurra, en el vaciamiento de lo que fue, en el lugar cuya silla permanece disponible; la silla anónima, desidentitaria, un objeto cualquiera, un devenir de políticas vibrando en el juego de la silla. La anonimatización haciéndose presente en filmes latinoamericanos para imaginar una política negativa contra categorial:
De este modo, el anonimato no hace referencia solamente a aquello que la imagen cinematográfica puede mostrar u ocultar con respecto a un sujeto o un grupo determinado, sino que nos obliga a considerar también las condiciones materiales y espaciales que exigió la imagen cinematográfica para su propia producción, circulación y exhibición. (Pradenas, 2024, p. 31)
¿Qué condiciones cinematográficas dejan entrever la ausencia?
Pradenas hace hincapié en la potencia negativa del cine temprano latinoamericano, aunque esta negatividad reabre la posibilidad de una comprensión afirmativa de la política del cine, justamente, a partir de las tres claves ya mencionadas pero, además, no solamente ofrece una inversión, sino que anula el binomio Identidad/anonimato, mediante la fracción excluida posibilitadora, donde una crisis de la política categorial es el momento, la abertura por donde se cuelan los restos, las imágenes, las partes faltantes, discontinuas, fragmentarias y frágiles, que afirman la potencialidad anónima de ciertas imágenes que se deshacen y retroceden, es decir, que ya no tienen lo que tenían.
Entonces, lo que le falta al cine temprano latino americano, todo aquello por lo que fue reducido y menoscabado, resurge en “Políticas del anonimato” a modo de ocasión, pues, justamente, aquel quebranto quiebra, fisura las nociones modernas, para perder, y en esa pérdida imaginar lo que nos falta.