Foto: @pauloslachevsky

25 de agosto 2020

Trarilonko

por Jacinta

Camilo

Mataron a un mapuche. Era 14 de noviembre. Lo mataron por la espalda, era nieto de un lonco. Lo mataron los pacos, tenía 24 años. Lo mataron de un disparo en la cabeza, tenía una hija. Lo mataron en Temucuicui, era dirigente estudiantil. Andaba robando, decían.

Segundo

Mataron a un mapuche. Era 8 de octubre. Lo sacaron maniatado, tenía un hijo. Lo mataron los pacos, tenía 30 años. Lo mataron con tres disparos de fusil, era un pequeño agricultor. Lo mataron en Llufquentúe. Era cuatrero, decían.

Heriberto

Mataron a un mapuche. Era 8 de octubre. De lejos, Victoriano, su hijo, escuchó los disparos. Lo mataron los pacos, tenía 50 años. Lo mataron cerca de su casa, era viudo. Lo mataron en la madrugada. Era flojo, decían.

Juan Nahuel

Mataron a un mapuche. Era 8 de octubre. Lo sacaron a golpes al patio, era miembro de las JAP[1]. Lo mataron los pacos, dejaron su cuerpo abandonado. Lo mataron en la comunidad de Huilcaleo. Era indio, decían.

Julio

Mataron a un mapuche. Era 8 de octubre. Lo sacaron de la casa de sus padres, tenía 16 años. Lo mataron los pacos. Era el menor de varios hermanos. Lo mataron con disparos de fusil, trabajaba en el campo. Era borracho, decían.

Víctor

Mataron a un mapuche. Era 8 de octubre. Con violencia lo sacaron de su casa, era padre de seis hijos, Berta es su hija póstuma. Lo mataron los pacos, era pequeño agricultor. Lo golpearon brutalmente con palos y fusiles, le dispararon, no murió. Los pacos fueron a beber, regresaron, lo mataron. Era ladrón, decían.

Era 8 de octubre de 1973. Cerca de las cinco de la madrugada la patrulla de Galvarino dio por terminada la misión. En cada casa ordenaron sepultar a los muertos en cuanto amaneciera, sin ceremonias, sin trámites. Eran pobres, eran indios, eran flojos.

A Camilo no lo conocí. A Segundo, Heriberto, Juan Nahuel, Julio y Víctor tampoco, pero mi padre sí, los vio no sé cuántas veces en Galvarino. Sí, habló con ellos, bebió con ellos, jugó naipes con ellos. No estoy segura, tal vez jugó a la brisca[2], apostó con ellos y en el juego obtuvo el trarilonko[3] de níquel que está en mi living.

El Eluwün[4] de Camilo fue el 17 de noviembre de 2018. Miles de personas acompañaron su despedida, y cerca de dos horas caminaron desde el velorio hasta el Eltun[5] de Chequenco. La carroza fue custodiada por jinetes y acompañada de banderas, instrumentos y afafanes[6] rindieron tributo al weichafe Catrillanca. Las familias de Segundo, Heriberto, Juan Nahuel, Julio y Víctor debieron fabricar los rústicos ataúdes, los sepultaron en el cementerio de la comunidad apenas llegó el día. Nada debían decir. Absolutamente nada dijeron.

Desde niña me gustan los piñones cocidos, la nalca con sal y los digüeñes; no recuerdo cuando tuve mis primeros chaway[7]. Crecí cerca del mercado, la feria y la estación de trenes mirando a las ñañas con sus canastos llenos de frutas y hortalizas, admirando sus blusas de colores, joyas de plata y cintas entremedio de sus trenzas. Mi padre, el paco, me enseñó a hacer sonar el trompe[8]; por años tuvimos uno. También tuvimos varias lamas mapuche.

El 14 de noviembre los pacos asesinaron a Camilo. Estaba arriba de un tractor azul junto a un joven/niño; miré sus fotos, su rostro serio. “Que su rostro cubra el horizonte” escribió un poeta. Tantas veces vi el video de Camilo adolescente desafiando a los pacos, ofreciendo su pecho. Lloré. Odié. Una y otra vez fui a las marchas y concentraciones por Camilo, una y otra vez quedé ronca de tanto gritar, de tanto gritarles.

El 25 de diciembre por la tarde abrí mi regalo, un libro que escogí en una feria días antes. Con el pecho apretado y con ilusión busqué esperando no encontrar, con temor miré queriendo no ver; leí la presentación, miré títulos, vi fechas, revisé lugares, salté páginas, llegué. Página 143 “El peso de la noche”. Galvarino es una pequeña localidad... Ahí estaba, en el último párrafo, al final del capítulo aparecen los nombres de los pacos de Galvarino que mataron a Segundo, a Heriberto, a Juan Nahuel, a Julio y a Víctor. Ahí está el nombre del que jugaba a la brisca y bebía con ellos. No hay fotos para que sus rostros también puedan cubrir el horizonte. Lloré, lloré en silencio, lloré con rabia, quedé ronca de tanto llorar.

Mintieron y protegieron al asesino de Camilo, tardamos meses en saber su nombre. A los de la patrulla de Galvarino no les importó: el pueblo era chico, los pacos no muchos, las personas les tenían miedo y, total, se trataba de indios flojos y ladrones. No estoy segura si les importa hoy, si se arrepienten, si lo piensan siquiera. El sargento del GOPE[9] que mató a Camilo está en su casa; los pacos de Galvarino que asesinaron a Segundo, Heriberto, Juan Nahuel, Julio y Víctor, también.

Dejé de usar los chaway de luna, ahora tengo unas clavas de plata encargadas con amor para mí. Cada vez que vuelvo a gritar “¡PACO ASESINO!” lo hago con más fuerza y con más rabia, aunque otra vez quede ronca. Necesito que escuche el paco que tengo al frente, el que mató a Camilo y el otro: mi padre.


[1] JAP: Juntas de Abastecimiento y Control de Precios implementadas por el Gobierno de Salvador Allende

[2] Brisca: juego de naipes en que se usa la baraja española

[3] Trarilonko: cinta con colgantes de plata o chauchas que usan las mujeres mapuche

[4] Eluwün: rito funerario mapuche

[5] Eltun: cementerio mapuche

[6] Afafanes: gritos mapuche

[7] Chaway: aros

[8] Trompe: instrumento musical con forma de llave hecha de acero con un alambre en el aire

[9] GOPE: Grupo de Operaciones Policiales Especiales, fuerza de elite uniformada de carácter militar policial

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