Foto: Josef Koudelka

08 de junio 2019

Arquitectura y colonialidad: una entrevista a Eyal Weizman

por Carcaj

Eyal Weizman (Haïfa, 1970), arquitecto, pensador y activista británico-israelí, ha dedicado su trabajo a estudiar las relaciones entre arquitectura y colonialidad. Ha escrito varios libros en los que da cuenta del aspecto espacial de la ocupación militar israelí en Palestina, y actualmente dirige el grupo de investigación de Arquitectura Forense de la Universidad de Londres, donde se investiga, con la evidencia arquitectónica y la documentación medial de casos puntuales, la dimensión material del control y la destrucción en los territorios sometidos a violencia estatal o colonial. Una aproximación de este trabajo se puede ver en el reportaje The Architecture of Violence, disponible en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=ybwJaCeeA9o

En A través de los muros (Errata Naturae, 2012), uno de sus trabajos más conocidos, Weizman documentó cómo una corriente del pensamiento militar israelí promovió, a finales de los 90 y principios de los 2000, una revolución teórica de las categorías militares tradicionales, apoyándose en el estudio de pensadores críticos como Deleuze, Debord o Lyotard, a fin de reconceptualizar el espacio sobre el que las operaciones militares eran organizadas[1]. La teoría militar, tradicionalmente asociada a la rigidez del significado único y de las líneas de jerarquización, se dotaba así de un pensamiento de la complejidad, donde los valores del espacio urbano podían ser controlados y transgredidos de una nueva forma. Esto se materializó en las incursiones israelíes por las ciudades palestinas bajo la estrategia de “caminar atravesando muros” (walking througth walls): la adopción de una micro-táctica convertida en método de guerra urbana. En lugar de avanzar por las calles, y entrar por las puertas, los militares israelíes optaban, bajo este enfoque, por avanzar a través del tejido urbano evitando los canales de circulación instituidos y derribando las paredes que conectaban los barrios para llegar de un punto a otro.

Carcaj: En tu libro A través de los muros mostraste como la estrategia de “caminar atravesando muros”, aplicada por Israel en las zonas palestinas ocupadas y en los campos de refugiados, fue explícitamente definida por los pensadores militares de la IDF (Israel Defense Forces), de una manera bastante teórica, como una “reorganización de la sintaxis urbana”. Esto supone, en efecto, la existencia de una sintaxis urbana donde los elementos de la ciudad funcionan como signos más o menos unívocos, que luego vendrían a ser subvertidos por la intervención militar. ¿Qué tipo de signo es el muro en la vida urbana y cómo esta reorganización sintáctica de la acción militar lo transforma?

Eyal Weizman: Hay que entender que la arquitectura implica mucho más que el espacio operativo. La arquitectura significa y canaliza: acelera y bloquea en la misma medida en que da sentido al espacio. El sentido entonces no es único, siempre cambia: es distinto para alguien que es residente, que vive en un lugar, que para el extranjero que lo visita, y evidentemente para el soldado que irrumpe y lo atraviesa. Pero la ironía es que, aunque estemos siempre forzados a entender el modo en el que el espacio constriñe nuestros movimientos, esto no es siempre cierto de una misma forma, digamos, no se aplica de una manera mecánica, en la que nosotros simplemente obedezcamos a esta especie de sintaxis, o de reglas, que el espacio impone sobre nosotros.  Esto es lo que el ejército israelí entendió en determinado momento: que una teoría de los bordes podía recomponer el espacio tal como éste estaba sido comprendido. Y la intención militar israelí es de hecho esa, transformar completamente el espacio.

De algún modo ese es todo el problema de Palestina, que es una comunidad indígena, que vive en un lugar que incluye a musulmanes, judíos, cristianos y todo lo que era el imperio otomano. El colonialismo llega e impone una epistemología completamente diferente encima de ese lugar: aquello que las cosas significan, como conectan, las formas que los preexistían, ellos lo ignoran completamente. Lo que los militares israelíes hicieron fue entonces mapear esos barrios-microcosmos que había en las ciudades de toda Palestina; y cuando caminan a través de los muros de una ciudad, es como si abrieran carreteras a través de esos barrios, ignorando las maneras frágiles en las que estos están conectados entre sí, imponiendo un nuevo sistema de circulación, un nuevo significado, y de algún modo una nueva cosmología encima.

Carcaj:  ¿Crees que de algún modo esta transgresión militar de la función semiótica del muro, es decir el hito que marca la separación, una especie de frontera, socava las bases del concepto mismo de Estado, central en el conflicto de Israel con el pueblo palestino?

EW: Sí, absolutamente. Pero el problema de las fronteras es mucho más complicado de cómo puede aparecer. Es decir, puedes construir un muro y mantener a una población de un lado y a otra del otro, esa es ya toda una operación, pero la frontera entre Israel y Palestina funciona a un nivel mucho más bajo que ese. El territorio está más bien organizado como un patchwork, de una manera que se llama políticas de verticalidad, donde puedes encontrarte en una ciudad Palestina, que de acuerdo a los acuerdos de Oslo está gobernada por una autoridad autónoma palestina, pero el agua pertenece a Israel, la arqueología pertenece a Israel, el cielo pertenece a Israel…

En el fondo creo que tenemos que comenzar a entender radicalmente todos estos fenómenos de las ciudades, de las fronteras y los territorios. Israel y Palestina es de algún modo ese enorme laboratorio sitiado donde conceptos que nosotros recibimos de una manera mucho más compleja están siendo empujados al extremo. Por ejemplo, la teoría espacial funcionó durante mucho tiempo en torno al imaginario de París. París presentaba la situación misma de entender el espacio de una manera compleja. Y las teorías espaciales postestructuralistas, e incluso antes, de Lefebvre a los Situacionistas, Foucault, Bourdieu, tenían un imaginario muy francés, un proyecto muy centralizado de espacio. Ahora, tenemos que olvidar ese París si queremos entender lo que pasa en Cisjordania. Necesitamos perspectivas diferentes, nuevas herramientas teóricas, filosóficas y espaciales para entender qué es lo que está pasando ahí.

Carcaj:  Tomando justamente este tema y apuntando a un problema más filosófico que aparece en tu trabajo, ¿qué implicancias crees que tiene para el pensamiento crítico la constatación brutal de su recuperación por fuerzas militares de dominación? ¿Qué puede aportar la Arqueología Forense a un pensamiento crítico y experimental del espacio?

EW: ¡Muchas cosas! El modo en que tratamos de pensar el asunto es radicalizando la cuestión de la micro-historia, llevándolo a algo que llamamos la historia molecular; la historia de un instante, de un acontecimiento, de un incidente, para tratar de entender la manera en que un instante de quiebre (split-second) refleja el mundo completo del cual ese mismo instante es parte: el modo en el que está conectado a ese mundo y cómo a través de él hay fuerzas que pueden cambiar completamente de orientación. A veces una transición completa del espacio puede ocurrir en un solo segundo. Es lo que a este punto llamamos, desde una perspectiva arqueológica, “la larga duración del instante de quiebre”. Tenemos que tratar de reconstruir el mundo en el que un solo incidente, un asesinato, una violación a los derechos humanos, pudo tener lugar. Tenemos que lograr llegar a la historia de largo plazo a través del instante, a través de una teoría del momento. Y esto también nos da un poder de agencia (agency), porque no podemos controlar el espacio ni podemos controlar el sistema político en el que investigamos, pero sí podemos controlar o incidir radicalmente en la narrativa de los incidentes de pequeña escala. Es importante que localicemos el bloqueo naval, las matanzas policiales, los ataques de dron, o el uso de químicos, como lo que ocurrió en Siria, y busquemos cómo se pueden encontrar las fuerzas geopolíticas que están difractadas en cada instante.

Carcaj:  Recientemente, el gobierno israelí anunció la construcción de un nuevo muro en la frontera con Gaza como el que existe en Cisjordania, supuestamente para defenderse de los misiles enviados por Hamas, pero en realidad aparece como una especie de respuesta a la ‘Gran Marcha por el Regreso’. Por otro lado, tenemos a Trump, en Estados Unidos, que a toda costa quiere construir un muro en la frontera con México para bloquear la población que viene migrando de algunos de los países de América Central. Pensando a través de estos dos muros, ¿Cómo entiendes las reactualizaciones y rearticulaciones de la función estratégica y geopolítica de los muros hoy?

EW: Sí, en realidad yo no creo que los soldados israelíes quieran un muro, porque, como puedes ver, ellos utilizan snippers que disparan a través de las vallas… Un muro sólido hace que el control visual de la población sea mucho más complicado, bloquea la posibilidad de ver a través de él –a menos que lo hagas electrónicamente, que de hecho es lo que están planeando hacer. No estoy seguro de si es la misma lógica para el muro de Trump, pero de algún modo sí podemos ver cómo se establece una misma economía simbólica, dentro de la cual Israel y las acciones de Israel están jugando una especie de condición de laboratorio. Estados Unidos se imagina estar en una situación de conflicto armado en la frontera Sur, aunque en realidad no lo esté, pero de este modo produce un conflicto armado imaginario como una forma de criminalizar a la población. Israel es un referente para este tipo de operación. Pero no estoy seguro de si sean lo mismo.


[1] http://eipcp.net/transversal/0507/weizman/es


(entrevista telefónica realizada el 16 de mayo del 2019)

Revista de arte, literatura y política.

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