27 de marzo 2024

DE SUR A SUR

por Carlos Francisco Aguilar Islas

Reseña de Cuaderno antártico, de Óscar Barrientos. Barcelona: Editorial Tusquets, 2022.
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Enrollando con una mano uno de sus –presumiblemente– encerados bigotes, se ajusta con la otra unas circulares gafas traslúcidas mientras revisa algo en su teléfono sobre la mesa. Luego de un momento  levanta el rostro con una sonrisa amplia, sin fisgonería, y con un tono articulado confirma un dato. Es Óscar Barrientos presentando su libro, Cuaderno antártico (Editorial Tusquets, 2022), contestando los ataques ridículos de un asistente insoportable que trata, a toda costa, de pillar al escritor con nombres y fechas.

El ritmo fascicular del libro de Barrientos es hasta cierto punto inevitable, al tratarse (literalmente) de un cuaderno de anotaciones; que el escritor parte con el aterrizaje de un vuelo desde Punta Arenas hacia la isla Rey Jorge, (“…la mayor del archipiélago de las Shetland del Sur”…), previo al zarpe del Ocean Nova, embarcación que llevará al escritor a bordo en su residencia artística/expedicionaria hacia el continente blanco. 

Esta aventura lleva prendida un vaticinio dividido en dos imágenes iniciáticas; la primera de ellas, un cormorán salido de quién sabe dónde y que comienza a picotear, junto a la iglesia ortodoxa de la santísima trinidad en la isla Rey Jorge, a un sacerdote de barbas largas que ahuyenta con agua bendita al animal, hasta hacerlo perderse volando de vuelta al paisaje.

“Todo viaje entraña enigma, epifanía y encubre una revelación; un encriptado don divino que se vuelve amuleto”.

La segunda, mucho más cotidiana pero no por tanto menos reveladora es la del cuaderno mismo y sus páginas en blanco, que el autor aborda más brevemente pero que permite partir un enlace entre las figuraciones del lenguaje para tratar de capturar –por medio de la empresa literaria– lo observado, con la propia apertura de ese viaje que se presenta prometedor. Sirve de enlace con lo que se transformará en un libro propiamente tal (digamos, más que sólo la publicación de las anotaciones de un diario) porque Barrientos, como el buen escritor que es, pone en ejercicio de manera efectiva la práctica sana del engatuse, tan necesaria para atrapar lectores, precisamente por lo sutil en el tejido de sus redes.

Cuaderno Antártico aborda desde lo más general a lo particular, la historia de la imaginación y la cultura referente a la existencia Antártica. Así, quienes somos unos neófitos desconsolados a los misterios y profundidades que sugiere la sola existencia del continente blanco, podemos adentrarnos en lo específico por medio de las lecturas lúcidas de Barrientos (y, ¿por qué no decirlo?, también de un carácter profundamente obsesivo). El papel en ese sentido representa reflejo fiel al discurso que el autor enarbola conversando, con un tono distendido pero sin perder la rigurosidad; y esto es digno de mencionar en esta reseña, aunque de primeras parezca un aspecto de carácter extraliterario, porque sin duda tiene que ver: en mi caso particular, primero escuché al escritor hablar sobre su nuevo libro, y fue posteriormente inevitable querer leerlo. Ambas versiones de la información (palabra hablada contra texto escrito), en una reflexión posterior, muestran paralelismos discursivos importantes.

Nos enteramos, de esta forma, que su existencia fue imaginada y predicha desde la Grecia clásica y de las fabulaciones sobre su monstruosa población por parte de Plinio el viejo, pasando por las teogonías de pueblos marítimos originarios, hasta las hazañas de marineros antiguos y modernos; informaciones intercaladas con el ritmo presente del Ocean Nova abriéndose paso  por los mares del  austro. Nuestro escritor y la evidencia de su viaje a esa Terra Australis Ignota de mundo-real, de cualquier forma, se alejan de un boletín únicamente educativo al estar filtrado a través de un lente rotundamente literario. El engatuse no se hace esperar.

Hay menciones ineludibles, como el Pym de Edgar Allan Poe, las novelas náuticas de Verne y Melville, hasta otras más oscuras funcionando como talismán de la obsesión de Barrientos sobre el tema específico, dando cuenta de una mentada investigación bibliográfica. Ejemplos de esto serían los textos de Joseph Hall (donde el viaje y su porvenir imaginario sólo se manifiesta como imbecilidad) y Restif de la Bretonne (un dédalo moderno se propone construir una máquina voladora y viaja hacia la antártica), por nombrar algunos. Inclusive H.P. Lovecraft figura entre las filas autorales mencionadas, con su “Las montañas de la locura”.

En una reivindicación de escritor Chileno, Barrientos echa también mano a recursos variopintos de la cultura nacional en diversos soportes: arte, política, cinematográfica, poética y narrativa. Así navegamos desde los Nerudianos versos a las piedras antárticas, cruzando por las ideas de un joven Matta (La liga de las religiones),  la obra de Óscar P. de la Barra, un homenaje a Luis Cornejo Gamboa (Universidad de la Antártica) y la validación a la figura del piloto Pardo por medio de uno de los notables relatos de la estadounidense Ursula K. Le Guin (El pago de Chile).

Por supuesto, la figura de Francisco Coloane resulta esperable si se habla de aventuras ultramarinas en las bravas aguas del frío sudamericano austral. Óscar Barrientos, entendiéndolo así, rinde un abierto homenaje al escritor, dedicándole un espacio especial en la última porción del libro (El chilote de Quemchi llora ante una tumba):

“En la actualidad no es extraño que un sector intérprete la literatura de Francsico Coloane desde el ámbito de lo que se llama la ecocrítica. La prosa coloanesca completa la idea de país con la llegada a la Antártica, pero no apelando a un irracional sentimiento nacionalista, sino otorgándoles un valor privilegiado a los ideales de conservacion natural, como un diálogo amplio y sereno con el espíritu de lo telúrico”.

Notable es también el contraste posterior a la sección de coloane, donde Óscar Barrientos aborda con curiosidad y cierta objetividad pero sin imparcialidades políticas, las sandeces esotéricas del escritor y nazi Chileno Miguel Serrano, sobre una antártica subterránea de carácter hitleriano. 

Ambas secciones del libro devienen así como caras de una misma moneda; diríamos, la literatura nacional o un sentimiento de pertenencia territorial; siendo una la virtuosa (Coloane) y la otra (Serrano) deletérea y delirante.

El autor de Cuaderno antártico se las ingenia para inyectar datos de su biblioteca literaria y técnica personal, intercalada con las notas propias de un diario de viaje, las reflexiones de una faceta estrictamente poética de un artista residente y expedicionario, en una trenza entre lo personal, lo político y lo oficioso de la lectura y escritura que vuelve ineludible el dato duro literario, pero en una progresión que se siente natural. Esta reseña con aires de resumen, busca ser una invitación a leer Cuaderno antártico, leer a Óscar Barrientos, leerlo más. El sur existe y resiste. La literatura, la buena literatura, es otro campo de acción sobre el que el escritor se arroja, exitosamente, aventurándose a reconfigurar las formas y presentar un libro entretenido, escrito con amor y oficio.  La invitación queda abierta.

Melinka, Isla Ascensión. Febrero, 2024.

(Puerto Montt, 1991) Poeta y escritor de narrativa. Becario de Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio con el libro de cuentos "Puerto de nada" (2023), ha publicado el plaquette de poesía Basta de promesas (2018) y la novela fragmentaria ABCXYZ (2023), además de colaborar con poemas y cuentos en antologías de concursos, fanzines y revistas literarias en Chile, México y Colombia.

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