Foto: @nicolasslachevsky (intervenida)

08 de febrero 2024

Equipaje de mano, un libro que rebasa sus propias expectativas

por David Bustos

Sobre Equipaje de Mano, de Roberto Contreras. Editorial Aparte, 2023.

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Como no quiere la cosa he tomado el libro de Roberto Contreras, Equipaje de mano (Editorial Aparte, 2023). Me he tardado en su lectura, he demorado el momento de abrir el libro y dejarme llevar. Habituado a leer Pedazos de agua (2019), mi mente se había convencido de que Roberto es sólo poeta. Un acto involuntario que suele operar en casilleros y del que seguro varios escritores que escriben de un u otro lado, padecen. Padecen de los lectores que han configurado involuntariamente una identidad y que a no ser que exista un total abandono de la disciplina, la realidad de los lectores (me incluyo) no pueden lidiar con un narrador y poeta simultáneamente. Otra razón es que también había creado una relación de parentesco con Pedazos de agua, sea por mi cercanía en el proceso de su escritura, como por la concepción estética y conceptual de ese libro, que se caracteriza por la economía del lenguaje, que en ocasiones parece imbuido por el aforismo y la poesía oriental. Razones que pueden ser consideradas reñidas con la prosa por una serie de implicaciones, que no vienen al caso de explicar.

Más allá de estas consideraciones que a nadie le importa, me puse a leer su libro y a las pocas páginas me acordé que conocí a Roberto como narrador y que la primera vez que lo leí me asombró su narrativa, su seguridad y fuerza. Una proclividad a escribir con energía, que percibo también cuando leo a Álvaro Bisama; una intensidad que difícilmente podría descifrar. Pero que intuyo está dada por la velocidad, el escaso ripio, y los nulos retruécanos en el lenguaje. Una prosa que imbuye debido a su propia necesidad de expresión.

La primera página de Equipaje de mano contiene una fotografía de una papeleta que suelen tener los aviones, un instructivo donde por medio de una señalética, se explica dónde va el equipaje a mano, esta foto aparece intervenida a lápiz por el autor en el encabezado de la

hoja con la pregunta “¿Cómo se viaja sin equipaje de mano?” Pregunta que se conecta al título del primer texto, que opera como introducción, y que consigna los 10 años de escritura en movimiento del libro, que incluye viajes que, debido al trabajo del autor, se ha desarrollado preferentemente por medio de anotaciones, apuntes, que en ese deambular deviene en bitácora.

Elias Canetti indica acerca de las anotaciones:

“Los apuntes son espontáneos y contradictorios. Contienen ideas que a veces brotan de una tensión insoportable, pero a menudo también de una gran ligereza… Todo lo que hay en el mundo nos parece de pronto más importante que él.”

El papel que cumple la “anotación” en el libro de Contreras es relevante, no sólo porque define una forma de trabajo, sino porque también configura un principio de realidad. O sea, una actividad escritural donde la elaboración, como diría Freud, se despliega por medio de fenómenos fácticos, que se eligen como disparadores de la subjetividad.

Este hecho se demuestra al inicio del texto con un titular de la crónica roja de un periódico, que Contreras elabora y recrea para luego comenzar los cruces de lectura, momento en que la literatura, se incorpora de cierta forma al hecho factico con que dio rienda suelta a su propio inicio. En ese sentido, los cruces de lectura también devienen en bitácora del autor, constelaciones que fijan un mapa de lectura.

El hecho fáctico puede ocurrir en un aula de clases, en que el autor registra una situación que le permite volver sobre sus propios materiales reflexivos. Hay un bricoleur, que trabaja todo el tiempo con lo que tiene a mano. Una artesanía que página a página Contreras recrea gracias al registro de la situación.

Esta recolección no es “documental”, porque a mi juicio ese mote hoy tan en boga en cierta poesía es impreciso. Me parece ajustado señalar que este proceso de trabajo de Contreras e inclina más a la autoetnografía. Norman Denzin anota en su “Autoetnografía Interpretativa”:

“La escritura autoetnográfica genera las condiciones para redescubrir los significados de una secuencia de eventos pasados. La autoetnografía interpretativa crea nuevas formas de escenificar y experimentar el pasado. Representar el pasado no significa reconocerlo de la manera que una vez fue sino mantener una memoria que desaparece en un momento de peligro para ver y redescubrir el pasado no como una sucesión de eventos, sino que como una serie de escenas, invenciones, emociones, imágenes e historias”.

Anotaciones, registros, apuntes que estaría más cerca a la antropología en cuanto estudio de campo, que a una ocurrente definición literaria. En este punto es conveniente recordar al antropólogo social Bronisław Malinowski con su concepto “observador participante”. Tampoco deseo plantear una discusión seria al respecto, pero no tengo dudas que Equipaje de mano, es una muestra de un estudio de campo. Pero un estudio de campo de ¿qué?

Una respuesta probable a esta pregunta es que se trata de un estudio de campo de la lectura, pues como el autor es un profesor que visita salas de clases, describe y situaciones que escenifican el aprendizaje del castellano.

“Me voy paseando por los grupos, compuestos por tres niños, según hemos conformado los equipos para escribir un cuento”

De la lectura digo, pero que también al mismo tiempo excede a esa misma aula para enfrascarse en reflexiones lúcidas como el texto “El bolsón de Benjamin”, donde lo factual en este caso es el archivo “el carnet de identidad” del filósofo; un efecto investigativo e interpretativo que añade espesura a la bitácora, que en este caso se interroga por la lectura o el espacio de trabajo del filósofo.

El sufijo de la “autoetnografía”, nos recuerda de que no se trata de una relación bilateral: sujeto-objeto. Sino que más bien un ida y vuelta, que en su recursividad el autor tiene tiempo para pensarse. Veamos:

“Desde hace bastante tiempo llevo un diario. Tal vez porque creo, como lo refieren los biógrafos, que la verdadera escritura se halla en las libretas de anotaciones, más que en los libros publicados de sus autores.”

La idea de la anotación versus el libro es sugestiva, en términos que apunta a los procesos más que al resultado final de una obra. Eso me recuerda al documental Get Back, de Peter Jackson, filmado en 1969 en la que podemos ser testigo del proceso creativo de The Beatles. No el álbum, el proceso, no la novela, sino que las anotaciones siguiendo la idea de Roberto. Cuestión que nos empuja a preguntarnos cuánto de libro y cuánto de anotación hay en Equipaje de mano. Sobre todo, si pensamos que un libro es un proceso textual que se ha cerrado, aunque dentro de este pueda afirmarse lo contrario. Y junto con ello, cabe preguntarse si un libro puede dar cuenta fielmente del proceso, entendiendo que los formatos son diametralmente distintos (me refiero al apunte o anotación). Señalo esto porque el territorio de la anotación ocurre habitualmente en libretas o cuadernos, versus el del libro. Lo que sí es posible afirmar que ambas configuraciones están condicionadas hasta cierto punto por lo medial.

Esto me recuerda el libro Nox (2018) de Anne Carson, donde se escanean papeles, fotos, documentos, transformando la experiencia de lectura en una transparencia del proceso de su propia construcción. Aunque tampoco estoy seguro que esa transparencia asegure una fuga elocuente de la comprensión formal de un libro. También se puede asociar (siguiendo el tema medial que irrumpe en el libro) al trabajo de la poeta argentina Mariana López.

Pues bien, más allá de estas discusiones que el libro provoca, la lectura de Equipaje de mano deslumbra por sus distintas perspectivas, muchas veces como testigo de su propia bitácora, los detalles que conforman una identidad lectora y escritural. En dos o tres líneas uno está en el norte, en una sala de clases de escuela rural, o aparece Benjamin con reflexiones acerca de los modos de lectura y del coleccionismo.

Esta triada: profesor, lector y escritor, se despliegan en este texto rebasando sus propias expectativas. Creo que se trata de un libro de pasajes memorables, que me hacen pensar en todo el tiempo que estuvo este libro sobre mi mesa, y cuanto necesitaba leerlo.

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