Foto: J. Paulo Souza (Fuente: flickr.com/photos/joaopaulofotos)

22 de junio 2020

Pichaçao VII

por Franco Bedetti

Si estás leyendo este texto es porque sos un pichaísta, un infiltrado, o un futuro pichaísta. A los tres les digo que tomé el camino de la clandestinidad porque el poder del escuadrón anti-pichaçao me fuerza a tomarlo; todos sabemos que irme a Brasil invitado por el escuadrón significa mucho más peligro que combatir en un territorio conocido. El enfrentamiento es inminente. Nunca estuve a favor de la violencia como  un método válido para nada, pero hoy veo seriamente amenazada la existencia de mis seres queridos, la de mis amigos, la de muchas personas. Según João cuando los centinelas del escuadrón anti-pichaçao salen de cacería, son bien sanguinarios, matan al almacenero de tu barrio y hasta el de alguno de los barrios linderos; dice que lo hacen al estilo de la Mafia Rusa. Yo de los estilos de las mafias y esas cosas sé lo poco que vi de Hollywood. Desconozco gran parte de la historia, ni siquiera tengo una  sólida formación política, ni muchas lecturas al respecto. Cuando estudiaba Comunicación Social tuve un acercamiento a algunos textos de Masotta, de Walsh, uno de Jauretche (que nunca terminé) pero la verdad es que nunca fui un militante, ni un ávido lector de textos sobre política, ni un convencido de nada. Tampoco soy de esos que dicen que son “a-políticos”; pero les estaría mintiendo si les dijera que fui y soy un ferviente militante. Me simpatiza la izquierda, o una centro izquierda, como a muchos que nunca pueden ver concretados sus sueños, o como muchos otros que todavía esperan, o como los que habitan ese posicionamiento como una pose cool y canchera que sirve para salir de fiesta. Yo posé de varias maneras, pero creo haber aprendido algo: la verdadera resistencia es espontánea, dura un soplo, y se deforma desesperadamente por la presión que ejerce la cultura sobre la lengua. Lo que más me gustó de Comunicación Social fue la sociolingüística.

Más que nada fue João el que me introdujo en el tema de cómo desarrollar núcleos pichaístas. Sayen también entiende del tema, pero no es lo mismo. Los escenarios de Brasil y Chile son diferentes. Más allá de tener muchos factores en común, son, me atrevo a decir, casi claramente diferentes. En primera instancia, se podría decir que el fenómeno pichaísta en Brasil es más suburbano que la corriente pichaísta chilena,  la cual con, quizás pocos, pero precisos golpes sabe lograr una sólida asociación con el pueblo mapuche, y con todos los pueblos que luchan de igual a igual contra el poder de los Estados. En Brasil los núcleos pichaístas suelen darse casi exclusivamente en grandes centros urbanos, en cambio en Chile los núcleos pichaístas se dan en todas las regiones, en todo tipo de localidades, con un gran apoyo de sectores mapuches de liberación.

Todos los que accedieron a esta parte de la crónica tienen la libertad de sumarse o incluso denunciar nuestro propósito, pero estoy en condiciones de garantizarles que la cacería continental de pichaístas es sólo una pequeña parte de un entramado internacional que podría desembocar en un panorama de mayor conflictividad, incluso bélica, entre países hermanos, entre facciones que no se rigen por ninguna bandera ni ninguna Estado. La asociación que existe entre los diferentes núcleos de pichaístas a lo largo y lo ancho del continente, cuanto menos es significativa. Manejan información privilegiada y realizan impecables trabajos de inteligencia. Desde que entendí la gravedad de lo que está sucediendo, y lo más rápido que pude, me repetí que no era una película pero que tenía que luchar por la libertad, comencé a estudiar carpetas sobre la información que los pichaístas brasileros tiene respecto de la situación de los pocos pero fuertes pichaístas argentinos. No pude contener la risa cuando me di cuenta que en todo este tiempo no se me había ocurrido pensar más allá de la pareja pichaísta asesinada, es decir, cómo no se me ocurrió antes de escaparme recurrir a los pichaístas argentinos. Creo que no tenía forma de acceder a ellos, y que tampoco se acercaron a ayudarme. Hoy en día ya habiendo visto el nivel de organización que tienen, por lo menos, los pichaístas brasileros, me cuestiono seriamente la inacción de los pichaístas nacionales. Según Joao y por el momento elijo creer en su versión los pichaístas argentinos se resguardaron hasta casi no existir para que hoy yo pueda volver a negociar con el escuadrón anti-pichaçao, y el pichaísmo latinoamericano tenga la oportunidad de negociar una vez más con el enemigo.

Evitaremos al máximo posible el uso de la violencia. Si explicito parte del plan en este momento, antes que nada es porque sé perfectamente que todavía tienen acceso a la crónica demasiadas personas que no son ni serán pichaístas: les doy como muestra de nobleza pichaísta la posibilidad de poder ver que no tenemos sino buenas intenciones y que la sangre podría no ser parte de esta historia. Pero no nos vamos a dejar pisar. Eso nunca. La pichaçao es el pueblo, la pichaçao, sabemos, es un fenómeno artístico y sociolingüístico que vino a interpelar desde el corazón de San Pablo al planeta entero, las desigualdades ya machan las paredes de las más bellas ciudades, minorizar el hecho hablando de vandalismo no hace sino focalizar la latencia del tema. Los principales gobiernos de los países del mundo están atendiendo muy seriamente la internacionalización del pichaísmo hace ya varios años.

La anterior fue la última crónica que publiqué en medios públicos. Esta es mi última crónica “abierta”. De ahora en más me voy a comunicar de manera individual con cada uno de los participantes de la próxima iniciación pichaísta, sólo voy a retomar este canal de comunicación cuando las circunstancias lo ameriten. A los infiltrados que seguirán infiltrados les digo: no pierdan la compostura, pero no les va a quedar otra que irse. Tarde o temprano se va a ir descubriendo quiénes son, a quién o a quiénes responden, bajo qué condiciones, persiguiendo qué tipo beneficios. El o los objetivos serán claros, e incluso “predecibles”, me atrevo a decir que en este sentido los infiltrados y sus apoderados tienen una considerable ventaja inicial. Hace meses que estamos recolectando información de quiénes y cuántas son las personas que siguieron el desarrollo de la crónica. La publicación en El Mercurio la analizamos de  manera aislada, ya que es obvio que la variación del índice de difusión del texto en comparación a las publicaciones en Clonazepan Libertario es mayor. De todas formas, el índice de difusión que tuvo la crónica con la publicación en El Mercurio no se relaciona directamente con el plan que vamos a ejecutar en Argentina (segunda ventaja para los apoderados de los infiltrados).

En Rosario las paredes en comparación a San Pablo o a Valparaíso están demasiado blancas. Recuerdo la indignación de ciertos sectores cuando en el Encuentro Nacional de Mujeres se pintaron varias fachadas de importantes clínicas y centros médicos privados a los cuales asisten los sectores medios y altos de la sociedad. La pintada en las fachadas de estos centros médicos suscitó las más elocuentes reacciones. Nunca me voy a olvidar la tarde que atendí en el banco a una señora indignadísima que me dijo: “si todo el mundo expresara sus ideas pintando en cualquier lado, esto sería un desorden asqueroso, todo desprolijo y sucio. Un cotolengo. Es como si voy a tu casa y te pinto la pared de tu cocina, de tu baño, de tu pieza. ¿¡te gustaría!? ¿¡te gustaría que te escriba con aerosol en la pared de tu pieza!? ¡Está todo el mundo loco! ¡La gente está loca! La cosa ahora está difícil, pero el problema son los setenta años de atraso, nene. Nosotros fuimos potencia, no te olvides… ¡Fuimos el granero del mundo, nene! ¡A este país lo arruinó Perón! ¡No te olvides de eso! ¡A este país lo arruinó Perón!” Me acuerdo que
antes de que se vaya les respondí: “…y ahora vamos a ser a el supermercado del mundo, ¿no?”, pero no entendió la ironía. De esas señoras está lleno, yo las denomino cariñosamente: “doñas acanastadas”. Muchas veces no son realmente venenosas sino presas de la desinformación y la costumbre, muchas otras son personas de convicciones firmes e incluso temerarias. Pero todas se caracterizan por un desprecio hacia el peronismo y las izquierdas en todas sus formas, la mayoría de las veces con notable capacidad de generalización, como pensar que todo el peronismo es lo mismo, o como pensar que el peronismo es la izquierda.

Quiero agradecerles a todos los que siguen la crónica, y de alguna u otra forma se comunicaron conmigo para brindarme su solidaridad y apoyo, con muchos de ustedes seguiremos hablando por privado, pero quiero dejar asentado hoy mi agradecimiento porque nadie sabe qué puede pasar de ahora en adelante.

Franco Bedetti, nació en Casilda, Santa fe, en 1993. Se desempeña como corrector de “Saga” (revista de la escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario). Publicó poemas y cuentos en El imperio de la libélula (Rosario), Literatosis (Rosario), Sonámbula (Salta), Clonazepan Libertario (Buenos Aires). Su poemario Pan obtuvo la tercera mención en el concurso municipalidad de Rosario “Felipe Alndana” (2013), al igual que su nouvelle inédita Lobotomía en el concurso de narrativa “Manuel Musto” (2014). Participó del Festival de Poesía Joven (APOA) en la edición del 2013 realizada en Buenos Aires, y en la edición del 2015 realizada en Rosario. Presentó en el “I Encuentro de Estudios Latinoamaericanos sobre Otras Literaturas” (Universidad Nacional de Rosario) una investigación sobre Baudelaire titulada: “La Potencia de la Fascinación”. En 2018 publicó su poemario “La era del fármaco” con Editorial Bunker (Rosario).

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