Foto: Andrea Aguilera (@aaguileramonjaret)
AHOGA
hace semanas que está la loza acumulada en la casa cientos y miles de tazas trizadas las cucharas de palo quebradas algunas quemadas los tenedores con sus dientes chuecos los cuchillos desdentados insertados
en las cavidades que dejan las distintas ollas edificadas arrumbadas donde se hacen los tallarines rancios de siempre donde se práctica la comida
las costras surcos de raspados colillas en vasos de agua bolsas que guardan
el pan duro envases plásticos despedazados bolsitas de té petrificadas hace frío está mala la ventana
comenzaré por ordenar separar los utensilios del vidrio del plástico de la loza me arremango la camisa y veo cómo se van destiñendo mis tatuajes
giro la manilla
toco el agua para medir
la temperatura
el hielo tiñe de rojo mis rasguños el agua se desliza buscando caída
tomo el hervidor lo lleno a fondo prendo la luz
está loza lleva años en esta casa juntando bacterias y microorganismos
tomo la olla más grande y veo como la salsa de tomate se desprende de las paredes quedan coágulos flotando desaparecen mientras refriego emergen montañas de espuma
me imagino murmurando un pueblesía que hable de un puma me lo imagino como un sueño una historia sureña que ocurre cuando la pienso pero lo único que ocurre es ver como separo con habilidad autómata los platos del servicio las cucharas y los tenedores golpean los truenos los cuchillos rebalsan
las copas de agua
no me queda mucha lavaloza relleno la botella plástica con agua de la llave
para que cunda el detergente la espuma aguachenta crece y crece celdas y colmenas
espero que la olla se llene corto el agua hecho un poco de lavaloza se crea un poco de lavaza lanzo al fondo los cubiertos sumerjo mis manos las pierdo tras el hielo
sumerjo mis manos y comienzan aparecer lunas llenas de mantequilla cucharas con café y manjar a veces retratos diluidos de manchas de té
sobre los platillos los tenedores tejen restos de lechuga con astilla de hueso poroto verde cáscara de huevo
aparece la cuchara de palo me acuerdo de mi madre y de la amenazadora
forma de enseñarme los oficios de la casa
cada utensilio lleva años en esta cocina
lleva años sucia
cada plato contiene la comida cada momento de comida comer y desechar lo cocinado lo comido cada comida deja sus restos en estos platos como si tuvieran la posibilidad de baño
de higiene tras la agresiva esponja el cloro el chillido de la virutilla
la cebolla y la zanahoria parecieran ser el mejor abono para transportar el recuerdo pero solo son restos que se lleva el agua que cae desde la llave
restos que tapan la rejilla del desagüe
detrás del caos de a poco van encontrándose pequeños frascos abre latas paños de cocina que se daban por perdidos en su tiempo pero veo y encuentro el mal estado de sus pliegues ya sea por quemaduras o por el óxido impregnado
me provoca desear botarlos a la basura
como si el reencuentro ocurriera afuera de la vida y del movimiento
como si llegará después de invierno
el sifón se tapa con comida acumulada
se revientan las tuberías de PeVeCe
comienza a brotar agua
por el piso
se llena en un segundo el lavaplatos
busco desesperadamente
la llave de paso
busco cortar el agua
al encontrarla mi pequeña esperanza de no morir agotada por mi sed
por este desastre se diluye al quedar con la llave en la mano un chorro disparado me ahoga y me baña
la cocina se inunda las cosas flotan toda la loza adquiere vitalidad los restos de comida vuelven a juntarse haciendo pequeñas islas donde las bacterias y microorganismos levantan mini ciudades
las hormigas recogen a sus muertos
en balsas de laurel
el agua ya me llega a los hombros su fría textura me inmoviliza los huesos
la aleta del cuchillo carnicero navegaba aturdido por los remolinos las corrientes endurecen la ruta inyectan al animal de curvatura y deseo
se dirige justo a mi garganta como un misil como una pesadilla donde me veo morir
la sangre comienza a teñir de vino las burbujas de oxígeno mi sangre brota como una pileta veo como me ahoga la muerte
estas hojas flotan como mi ataúd sobre el oleaje
(sub)marino
escribo estas últimas letras con mis ojos:
plasmaré:
que las bacterias robaron mi voz
que esta cocina se llenó de agua
que me abrazo en la asfixia
que escribí un cuento como poema
me sumerjo
en un mundo que extraño
un mundo donde los objetos
absorben vida propia
y donde el agua
es una larga llama
de frío
una vez que mi cabeza toca techo el agua retrocede el impacto sonoro me quebró el cuello todo el impulso del agua de la cañería regresa se absorbe el líquido de mis pulmones me bota al piso toda el agua se aleja de las cosas no deja charcos la herida de mi cuello cicatriza
en esta cocina el tiempo navega como un fuerte olor a comida donde la esponja tras absorber la muerte se reseca limpiando con ella toda
la sangre esparcida
al levantarme solo veo la luz del medio día lavar mi rostro