Algunas aclaraciones a los dichos de Rudecindo Pincheira
Bernardo Subercaseaux aclara algunas de las opiniones sobre su obra, en una recientre crónica que describe la presentación en marzo de este año, de su libro la «Historia de las ideas y de la cultura en Chile», junto a las publicación «El Chile de Juan Verdejo. El humor político de Topaze 1931-1970», de Maximiliano Salinas, Jorge Rueda, Tomás Cornejo y Judith Silva.
A propósito de la crónica del lanzamiento en Chillán sobre la cultura llamada de “elite” y la “cultura popular”, faltó agregar un dato: ambos eminentes presentadores -Ariel Peralta y Salvador Dides- confesaron al iniciar sus presentaciones que no habían leído la obra y que solo la habían ojeado. Ariel Peralta se quejó abiertamente -luego de revisar el índice onomástico- por qué no había sido citado, e incluso me pidió una explicación pública al respecto. Quienquiera que lea o haya leído mi “Historia de las ideas y la cultura en Chile. Desde la Independecia hasta el Bicentenario” podrá comprobar que en ella están presentes desde Huidobro hasta las longanizas de Chillán, desde la cultura llamada de elite hasta la cultura popular, y también -incluso- la cultura de masas. Véase al respecto la sección sobre la la cultura oral y la Lira Popular en el siglo XIX en el primer volumen. O el capítulo sobre la música popular y la conciencia crítica en el tercero, o el del marxismo en Chile, en el mismo tercer volumen. No es casual que la Revista Docencia -del Colegio de Profesores- en el número de junio haya publicitado la obra en función de constituir un material útil para el ejercicio de una pedagogía crítica. La referencia al comando de las Fuerzas Armadas es inexacta, lo que ocurrió es que el alto mando de la Fuerza Aérea organizó una serie de conferencias para su cuerpo de generales con académicos civiles a comienzos de marzo de este año (participaron, entre otros Carla Cordua y Raúl Sohr) y a mí se me pidió una conferencia sobre la cultura en Chile. Fui -como era de suponer- con mucha reticencia, sin embargo pude hablar sin tapujos y para mí sorpresa darme cuenta de la preocupación y apertura de algunos oficiales, que incluso -a diferencia de los presentadores de Chillán- sí habían leído la obra, y que en sus comentarios me hicieron notar que compartían la crítica a ciertos efectos perversos del neoliberalismo y el mercado en la cultura y la educación. A eso me referí.
Estimados, hasta en la propia crónica del señor Pincheira (ilustre apellido de cuatreros) se percibe que tanto los presentadores de la ocasión como el cronista están saboreando no las longanizas de Chillán (de las que me traje un par de kilos) sino atragantados con el salchichón del resentimiento.
Cordialmente, Bernardo Subercaseaux