Averroes en busca de la felicidad o el pensamiento como riesgo
A propósito de Acerca de la felicidad del alma , Averroes (traducción de María Isabel Flisfisch, Miguel Carmona y Bruno Biagini), DobleAEditores (2022).
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La publicación de Acerca de la felicidad del alma del filósofo árabe Averroes (1126-1198), por parte de DobleAEditores, marca un hito y comporta un evento. Hito, porque es nada menos que la primera traducción de un texto de Averroes en América Latina. A cargo estuvieron María Isabel Flisfisch, Miguel Carmona y Bruno Biagini. Evento, porque esta irrupción del averroísmo en nuestra escena no es casual, sino parte de esto que podríamos llamar «retorno de lo común» a nuestro continente y a Chile en particular. El de Averroes (latinización del árabe Ibn Rušd) es un pensamiento que desafió a la teología medieval (islámica y cristiana) y puso sobre la mesa una idea que la modernidad occidental no ha podido jamás tolerar: el intelecto es separado, único para la especie. Lo que define a una vida singular no es la posesión del pensamiento sino el vínculo que establece con él a través de las formas de la imaginación.
En un momento en que la filosofía se escribía fundamentalmente en árabe, los latinos medievales buscaron en Averroes respuestas para su propia realidad, conformando un movimiento intelectual que los historiadores llamarían después averroísmo y que seguía las principales tesis del filósofo nacido en Córdoba. Combatidas por la iglesia a través de dos condenas (en 1270 y 1277), los averroístas terminaron siendo expulsados de las universidades y se vio reforzada, en ese espacio que llegaría a representarse como Europa, la tesis de Tomás de Aquino –enconado enemigo de los averroístas – que hace coincidir el cuerpo biológico con la posesión del intelecto, abriendo terreno teológico-filosófico para la subjetividad moderna.
Los principios defendidos por Averroes no fueron, sin embargo, totalmente derrotados. Influyeron luego en formas no académicas como la poesía de Guido Cavalcanti, en los textos políticos de Dante Alighieri, la cosmología de Giordano Bruno y la filosofía herética de Baruch Spinoza. Podría decirse que a través de aquellos que usaron sus ideas, a veces sin citarlo, Averroes pervivió como un fantasma, ese mismo que recorrió Europa en el siglo XIX como una pulsión de felicidad frente al sometimiento del humano por el humano.
¿Qué ocurre cuando un pensamiento se arriesga a encontrar la felicidad? ¿Que consecuencias para la felicidad humana ha tenido la imposición de un intelecto aprisionado en un cuerpo? Averroes, seguidor de Aristóteles, radicaliza los principios del peripatetismo y nos dice en este libro que para que el pensamiento sea un receptáculo absoluto, es necesario que no esté disgregado, repartido por el cuerpo, como lo están las facultades sensibles (Averroes, 2022, 47). Sólo así, el intelecto se piensa como una potencia capaz de aprehender todas las formas sin devenir ninguna de ellas en particular. En analogía con la manera en que la materia recibe las formas sensibles, Averroes llama a este intelecto separado “material”, pero su fuente son las formas inteligibles que se producen en el contacto entre lo separado y la imaginación.
Dice Averroes:
“Y puede entenderse por separable que no es una facultad en un cuerpo que reciba la división del cuerpo, es decir, que se divida según la división del cuerpo, aunque tenga una dependencia necesaria del cuerpo, mediante el alma” (Ibíd, 61).
Declaración maravillosa que posibilita tanto la comunión del intelecto con el cuerpo singular (los latinos usan para esto el término erótico copulatio) como la separación y, por tanto, dislocación de la subjetividad humana. No piensa un sujeto, sino dos. Uno que es cuerpo y otro que siendo parte del alma, lanza al humano fuera de sí mismo. Pensar, entonces, es estar fuera de sí. Movimiento diferente al que llevaría a cabo siglos después Descartes, pues si en este el pensamiento es dudar de todo lo que está fuera de mí, para asegurar un lugar fijo a la subjetividad, en Averroes, por el contrario, de lo que se trata es del pensar como imposibilidad de toda certeza, haciendo de cada pensamiento un riesgo que expone a lo común, a lo inapropiable.
Acusado de hacer del humano un ser demente, irracional y bestial (Cf. Brenet, 2018), el averroísmo intenta conquistar, desde esta dislocación fundamental del pensamiento, nada menos que la felicidad. Lo que está en juego en Averroes es aprender a habitar lo común del intelecto, es decir, aprender a vivir en la aventura de pensar, en el riesgo de salir de sí mismo.
Acerca de la felicidad del alma tiene una peculiar historia que convierte al propio libro en un gesto averroísta. Sin lugar a dudas quien escribe es Averroes, pues el texto puede ser entendido como parte de los comentarios que hiciera el filósofo al De anima de Aristóteles. Sin embargo, el escrito en árabe se encuentra perdido. Para llegar al latín (la edición cuenta con texto al frente latín-español) tuvo que ser primero traducido al hebreo por copistas judíos al sur de Europa. Traducción sobre traducción que hace tan singular como inapropiables las ideas en él plasmadas. Averroes funciona como un nombre que no tiene sujeto, un pensamiento expuesto, fuera de contexto. Un pensamiento migrante que nos habla precisamente del mundo como comunicabilidad sin límites, sólo dispuesto a ser, siempre, imaginado y transformado.
Citas
Averroes. (2022). Acerca de la felicidad del alma. De animae beatitudine. Traducción de María Isabel Flisfisch, Bruno Biagini y Miguel Carmona. Santiago: DobleAEditores.
Brenet, J. B. (2018). Averroes el inquietante. Traducción de Ángela Ávalos. Santiago: Metales Pesados.