Chile necesita un Nuevo Modelo Forestal, de L. A. Schneider y H. Bruschel. [Reseña] - Carcaj.cl

Foto: @pauloslachevsky

13 de abril 2021

Chile necesita un Nuevo Modelo Forestal, de L. A. Schneider y H. Bruschel. [Reseña]

por Marta Moya Fierro

Sobre Chile necesita un Nuevo Modelo Forestal, de Luis Astorga Schneider y Heinrich Burschel (editores); Santiago, Lom Ediciones, 2020.

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Hace un par de días, miraba a través de la ventana abierta de un dormitorio que comienzo a reconocer como mi pieza. Esta abertura en la pared es el primer lugar hacia donde dirijo la mirada una vez abiertos los ojos, para dilucidar más o menos qué hora es según la luz que logra entrar a través de los cristales fríos por la mañana. Pero el reconocimiento de los espacios que nos resultan familiares es un campo para ahondar, de modo que si somos más osadas/os y echamos un vistazo a través de la ventana abierta, esta nos entrega información respecto al contexto que habitamos; aquello que envuelve el hogar físico. 

Por medio de este ejercicio de observar “hacia afuera”, es posible identificar los elementos particulares que sostienen, posibilitan y conectan el lugar que habitamos. Es así como percibimos las características insertas en un tiempo y espacio determinado, como temperatura, humedad y viento. Pero, ¿de qué manera es que nos relacionamos con el espacio territorial físico que permite la existencia de las ciudades?

El territorio (o maritorio, según sea el caso), nos provee cotidianamente de servicios y recursos que permiten el desarrollo de la vida y nos sitúa como co-habitantes con individuos de nuestra propia especie y también así con distintos actores, criaturas y elementos, con quienes compartimos directa o indirectamente una extensión orgánica y viva, mejor conocida como “ecosistema”. 

Si regresamos al ejercicio de la ventana, pero practicando el sentido opuesto de esta acción, nos encontramos con el interior del hogar: lo que conforma y se sitúa dentro de las paredes de algo construido: ¿qué elementos se encuentran en este espacio?, ¿qué los compone?, ¿sabemos de dónde vienen?, ¿cómo se configura nuestra relación con estos objetos dispuestos día a día a nuestro alrededor? 

Mientras despliego estos paisajes hogareños, me pregunto si me sería posible generar algún tipo de conexión entre las tazas, escaleras, sillas, cuadernos y recubrimientos, con algo de lo que se encuentra hacia afuera y se puede observar a través de las ventanas.

La respuesta es concisa: no. 

Francamente no tengo idea de qué procesos estuvieron implicados en la generación de la mayoría de los objetos que componen esta casa; desde los recursos y energía implicados para crear un lavamanos, hasta el agua necesaria para contar con una pila de hojas anilladas. Junto a esto, desconozco la infraestructura necesaria para producir y manufacturar todos estos elementos; la localización de alguna fábrica o quiénes fueron las personas encargadas de hacer esto posible. 

Pareciera pues, que el modo por el cual la ciudad nos alienta a generar comodidad se encuentra de alguna manera desconectado del contexto físico que la envuelve y que es, por cierto, donde se sitúa la misma. 

Entonces, ¿de dónde provienen los recursos y energía implicados en los elementos que nos rodean? 

Esta interrogante escala en su magnitud al contemplar la dimensión de las ciudades como una gran extensión que se articula con diversos espacios y actores. Pero, ¿qué tan compenetrada se encuentra con la geografía y seres vivos que permiten su existencia? ¿qué tan involucrados estamos con los procesos necesarios para elaborar y tratar los recursos, donde sea que estén? 

Estos cuestionamientos devienen en la visualización y acercamiento respecto a lo que compone los paisajes en la proximidad y también para con la extensión global. 

Es así como se reconoce “lo propio” de un territorio, conformado por organismos y las relaciones que se originan y desarrollan en un sector determinado, entendido como especies nativas; las cuales, al relacionarse, logran la conformación viva que otorga identidad a cada lugar y provee diferentes características y particularidades que enriquecen los ecosistemas. 

Sin embargo, en este contexto de extensas dimensiones territoriales, aparece fuertemente la presencia de industrias que ocupan considerables paños de superficie; gestionando los espacios de una forma impermeable y -aparentemente- delegada a entendidos en el tema; percudiendo así los ecosistemas nativos y todos los elementos y relaciones presentes en los mismos. 

Dentro de este contexto aparece el pronunciamiento de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo; con la obra “Chile necesita un Nuevo Modelo Forestal”, en donde se presenta y analizan los mecanismos de funcionamiento de la industria forestal a pequeña, mediana y gran escala, evidenciando falencias y problemas socioambientales asociados al rubro. 

En primera instancia, la obra da cuenta de los precedentes históricos, mecanismos y funcionamiento natural y gestión de los bosques, impacto en las comunidades y procesos involucrados en la industria maderera a nivel nacional. En este contexto, se presentan -tal como sugiere la bajada del título de la obra- desafíos climáticos,  sociales y ambientales, en lo cual se sustenta la determinación y necesidad de un Nuevo Modelo Forestal. 

Los postulados son transversales a todos los componentes de un territorio; medioambientales, ecológicos, sociales, etc; evidenciando las problemáticas asociadas directa e indirectamente a la industria forestal a lo largo de su desarrollo y desplante a lo largo del tiempo; asunto muy relacionado a políticas que parecieran “remanentes” de la dictatura militar en el país, pero muy vigentes hasta el día de hoy a través del sistema económico imperante y la Carta Magna que constituye las bases del mismo. 

La obra ofrece una mirada amplia, desde la identificación, análisis, desglose y crítica del actual modelo forestal, a modo de dar paso a cuestionamientos urgentes de cómo es que se manejan los recursos naturales en Chile y qué tan regulado se encuentran en la lógica imperante de política de mercado. Pero no se queda ahí, sino que una vez entendidas las falencias del modelo, ofrece una mirada propositiva respecto al cuidado de los ecosistemas nativos, comunidades locales y correcto manejo de las faenas industriales; recalcando como elemento fundamental la Seguridad Nacional, desde el canon de reconocimiento y protección del territorio. 

De esta manera, los autores y autoras generan una visión global de las problemáticas asociadas a los mecanismos imperantes, evidenciando la escasa -y a veces nula- compenetración de las ciudades con el territorio en el cual se encuentran insertas. Esta problemática es abordada intangiblemente al entregar cada uno de los capítulos de la obra de manera accesible y en lenguaje universal; otorgando herramientas a la ciudadanía para informar, comprender y ejercer decisiones respecto a los modos y usos del territorio en el cual se encuentran. 

Por otro lado, también se examinan los contextos locales, generando propuestas que apuntan al cuidado de las relaciones y los ecosistemas de los cuales las comunidades forman parte, a través de postulados que inciden en la educación, bienestar y reforzamiento de tejido social respecto a las actividades productivas que se realicen en cada caso; haciendo fuerte hincapié en la necesidad de consolidar lazos colectivos para hacer frente a problemas globales como la escasez hídrica, desigualdad en ingresos, devastación de las superficies (a veces provocadas por incendios), etc. 

Las propuestas que entrega la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, apuntan a un desarrollo sostenible desde un enfoque integral y conciso.   Por tanto, “Chile necesita un Nuevo Modelo Forestal” es, sin dudas, una lectura urgente para todas y todos quienes habitamos una extensión, aportando herramientas para comprender la producción de recursos y extracción de materias primas desde un canon sustentable, en armonía con los ecosistemas locales, incluyendo dentro de estos, los asentamientos humanos, como parte de un sistema biodiverso, orgánico, en movimiento y vivo. 

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