Decadentación
Max Leal, poeta nacido en la ciudad de Osorno, nos presenta “Decadentación”, su primer libro, recientemente editado en esta misma ciudad. “Decadentación” es la recopilación de algunos de sus poemas escritos desde el año 2003 a la fecha. Aquí algunos de los poemas que forman parte de este libro.
Mapocho
Que la muerte me permita un día,
Volver a caminar
Por las calles de Mapocho;
Estoy en medio del puente:
La gente pasa…
El río pasa…
Y yo me quedo allí:
Frente a la estación,
En la pérgola de las flores,
Almorzando en la vega
Caminando por Independencia,
Ahí está Mapocho;
La piojera,
Gente humilde…
Vino tinto.
En Mapocho:
La belleza viste a colores,
Huele a fruta en las mañanas,
Hay pequeñas casas de cartón
En las esquinas
Y gente que duerme a la intemperie,
En los bancos de la plaza
Que está cerca del mercado
Que la muerte permita un día,
Volver mis pies hacia Mapocho:
Una viejita pide monedas
En la entrada del metro,
La gente pasa,
El río pasa…
Y yo sólo quiero quedarme allí;
Como si jamás me hubiese ido
De las calles de Mapocho.
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Finalmente,
Se terminó la última cordura,
Que nos quedaba
Secretamente escondida,
En un libro que nadie lee,
En la biblioteca más antigua de la ciudad;
El calor perturba los sentidos
Del más experimentado navegante,
A mí me lloran los ojos,
Me sudan las manos
Y a este poema le da por resbalar.
Esta vez prometo que llamaré a la puerta:
¿Quién es?:
Soy el lobo de algún cuento olvidado…
Padezco de sueño crónico
Y últimamente me ha dado
Por observar el cielo,
Cuando la noche está más clara:
Buscando saber cómo estas,
Si piensas en mí alguna vez,
Para que yo pueda pensar en ti,
Al mismo tiempo;
Porque deseo amarte de aquí en adelante
Las más de mil veces.
Que no te pude amar
De aquí hacia atrás.
Finalmente.
Se nos acabó la última cordura:
A tu tristeza se le están fugando lágrimas
Y el trago que bebo antes de dormir;
Cada día se vuelve más amargo.
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Días
Tras
Días
No te preocupes,
No es tu culpa:
Es esta maldita mala costumbre
Que me tiene así…
Dependiendo de las mismas horas:
Para poder sentir que aun respiro,
Que ya no tengo nada
Y que todo vale un poco menos.
Son los días más oscuros,
Es la misma hora de cenar,
El cagón de la mañana…
Unas pajas antes de dormir
Y la gente que se repite
Día
Tras
Día,
Para que todo vuelva a comenzar.
No es mi culpa;
Al llegar la tarde
Todos están lejos…
Pero yo me quedo atrás;
Absorbiendo el silencio
Que dejó el fin de la jornada,
Camino a paso lento:
Para quedarme,
Con el último suspiro naranjo
De la tarde.
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El tiempo llegó
Y el tiempo llegó:
Sin aviso, en silencio nadie sospechó nada
El tiempo se acabó;
Si hicimos lo correcto quien dirá
O tal vez nadie diga nada,
Da lo mismo, no me importa…
Morirás de rabia
Gritarás tan fuerte que nadie podrá escucharte,
Te persignarás de rodillas en la iglesia de pentecostés…
Te meterás en un hoyo
Sin saber qué hacer…
Llorarás sangre, para que todos crean
Que puedes hacer milagros;
Porque dios es grande y los poetas
Tan pequeños que no alcanzan a verse:
Por ello veneran a las aves, le escriben al viento
Haciendo odas a las rosas y al hombre sencillo
Mientras el ermitaño que habita en las sombras escribe
Solo escribe, solo escribe, sólo escribe.
Me creció el pelo, me dejé la barba, fumé
Bebí alcohol e ingerí drogas hasta intoxicarme…
Y el tiempo llegó, el tiempo acabó,
El tiempo cavó, el tiempo cagó
Trayendo consigo aberraciones humanas.
El tiempo ha finalizado para nosotros;
Tal vez no hiciste lo correcto,
Da lo mismo, no te importa
Porque sólo Dios hace milagros:
Gritarás tan fuerte que morirás de rabia
Y nadie podrá escucharte.
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