El crimen perfecto: La sustancia de Coralie Fargeat – Carcaj.cl
18 de mayo 2025

El crimen perfecto: La sustancia de Coralie Fargeat

«Ningún vínculo es sagrado a los ojos de gentes como nosotros, y cuanto más os lo parezcan, más excitará su ruptura la perversidad de nuestras almas»

120 jornadas de Sodoma, Sade.

Ya resulta misterioso desde un principio, desde el fetiche mismo de mirarnos a nosotros mismos en la pantalla, el hecho de querer ser removidos por nuestros órganos radica desde las entrañas devenir-náuseas. Desde un rasgo corpóreo, racional, nostálgico y por el mero hecho de querer ser afectados y removidos, buscamos los retorcijones que la visualidad nos entrega como bilis. Estamos hoy, como diría Baudrillard, ante un crimen perfecto. Se ha cometido la mayor farsa que puede existir cuando se trata de la “deconstrucción” y la “identificación” netamente bajo la mercancía de la novedad. Pongamos la justificación de MUBI al ver la película: 

Con agudo ingenio y catártica intensidad, Coralie Fargeat explora a fondo la tóxica cultura de la belleza en su impactante última película. Impulsada por la mejor interpretación de la carrera de Demi Moore, La sustancia irrumpe sin miedo en el panteón del cine de medianoche y en el canon feminista.

Más allá de su título, que puede parecer justamente como algo contradictorio por su trama, nos ofrece a dos personas que son “una” y comparten la misma mentalidad, ella viéndose inmiscuida y ensimismada debido a que la idealización del cuerpo toma posesión bajo la excusa de una vitalidad permanente. Ella hace todo lo posible para que su nuevo cuerpo rejuvenecido se oriente y pueda dar todo por el neoliberalismo —del cuál ella ya participó—, vale decir, la fama momentánea, los flashes, las fotos y un entramado de consecuencia de los pobres famosos que deben sufrir cada día a costa del trabajo y maquinaria de muchas más personas. Nos ponen en la palestra a una mujer que de por sí ya forma parte del entramado capitalista y que resultó victoriosa. Los paneos de su casa demuestran la decadencia de algo que ya fue, de la nostalgia de una mujer (¿empoderada?) en aras de la victoria neoliberal. Esto a lo sumo resulta interesante abarcarlo, no porque necesariamente el espectador deba sentirse identificado con la protagonista, sino porque ella tiene una falsa añoranza de sentido bajo las dinámicas neoliberales asociadas al éxito, cuestión que esto mismo determina la justificación de usar esta droga. 

Lo que no se coligue con lo anterior es el lenguaje intertextual que podemos presenciar al momento de entablar las demás relaciones sociales del negocio de exposición. Las mujeres de atrás usadas como muñecas, la supermodelo vieja expulsada solo por hombres de corbata (viejo cliché) que no paran de excitarse y demostrar la clara misoginia interna que despojan y despilfarran al igual que su dinero y la forma de comer. Y es aquí donde aparece un problema central. A mi parecer ¿lo que vemos es un entramado visual psicológico de desesperación de la protagonista? Vale decir, lo que estamos apreciando parece entenderse bajo la psicología de Demi Moore como un testimonio. Esto lo podemos pensar cuando los largos pasillos pastiches y bien cargados a un aire setentero de diseño, se despejan sobre largos lugares que no llevan a ningún puerto. A nivel alegórico representaría entonces una perspectiva mucho más introspectiva de la cámara. La visualidad se gestualiza por los sonidos y bajo estos pasillos, como los del baño, esperando un trance superfluo de preparación interior. 

Y es aquí en donde la novedad acecha bajo las manos de intentar la seriedad. No logra nada más que esto, cuestión que ya hemos visto en otras películas y que somos conscientes de nosotres mismes a la hora de enfrentarnos con la cotidianidad. La película es igual que el pasillo que quiere reflejar: un pastiche de colores que no llegan a ningún puerto.  Cuando intenta abordar el contenido como algo completamente serio y las consecuencias de estas, aparece este cuerpo anómalo debido a la ya vieja usanza de catarsis: no hay mesura, y esa mesura tiene una consecuencia. A pesar de esta enseñanza carente de contenido —como el baño del departamento— no hace nada más que demostrarnos que para lo único que sí tuvieron el dinero es para las cámaras ¿No es que la película debiera ser asquerosa y repulsiva? Entre muchos ejemplos existe por sí mismo varios cineastas como Gaspar Noé, Lars Von Triers, Takashi Miike, Pier Paolo Pasolini, Kim Ki Duk, Shozin Fukui, Catherine Breillat o Virgine Despentes (por mencionar algunos y quizás bastantes para una revisión pertinente) 

De hecho, a raíz de la enseñanza misma de la mesura, se ve totalmente contradicho cuando el cuerpo se modifica en una enorme bola de grasa, me parece a lo sumo curioso, que la crítica “aguda” e “ingeniosa” se vea transformado solo en la gordura y el cambio de los senos, más cuando la transgresión ya es totalmente dada y oportuna, se remata con una cuestión gore donde se derrama sangre a todo el entramado de la élite supuestamente hollywoodense y a la cual está postulando para ser la mejor película extranjera.

Walerian Borowczyk en Cuentos inmorales aborda, de manera bastante dispares y distintas obviamente, lo que significaría el ultraje de la corporalidad, poniéndonos en primer plano las escenas que lo catalogaron como un teórico pornográfico, especialmente en esta película se aborda el deseo desde un desempeño totalmente erótico y exploratorio en el cual la búsqueda de una sexualidad se realiza a través de instancias zoofílicas, derramamiento de sangre y/o exploraciones orales. Qué decir de Pasolini, quien ya desde sus propias entrevistas a jóvenes preguntándoles por la sexualidad se preocupó de la transgresión que ameritaba el deseo mismo, viendo que, si el deseo tenía una agencia política, podría suceder lo que transmitió en el último de sus filmes: “Hoy la libertad sexual de la mayoría es realmente una convención y una obligación social. Una característica irrenunciable de la calidad de vida del hombre”

A lo largo de todo el filme, internamente me preguntaba si era posible generar una instancia de interpretación crítica. La misma directora en entrevistas menciona que su principal inspiración fue su vida misma y por sobre todo esa lucha de los cánones de bellezas que se les imponen a las mujeres. Esta determinación me parece peligroso ¿Es que acaso la crítica es tan manifiesta y empoderada que gracias a Fargeat (reutilizando una trama parecida en uno de sus cortos llamado Reality + (2014)) podamos vernos con otros ojos? Realiza una crítica al cuerpo impositivo de la mujer en donde debemos empatizar de alguna manera con los cuerpos hegemonizados de dos actrices, en donde esa corporalidad se ve trizada, cicatrizada e incluso suturada de referencias barrocas sobrecargadamente vacías. El espectador que se siente identificado con este filme, debe suponer que esta relación trágica con su cuerpo se ve comprometida por lo que literalmente se refleja en la pantalla cuando el cuerpo sofocado y asqueroso se presenta en la gala, expeliendo como un grito escarlata y una música burda la ridiculización del público que participa de estas, es decir, los gerentes del viejo cliché empalmados por ver a la estrella sentirse el centro de atención. 

Esta búsqueda de atención es lo que metafísicamente busca la cineasta, ella no buscó ser polémica al manifestar este cuerpo. Intento llamar la atención como un Hijo busca exhaustivamente el llamado del Padre, en este caso, Hollywood o Cannes. Simplemente esta película no busca una vivencia del problema con el cuerpo. Aunque lo tematiza y lo utiliza, se expropia de ella para sacarle provecho al deseo de esos cuerpos hegemónicos. Utiliza el deseo, lo capitaliza y le resulta. Y es que, los cineastas que mencioné anteriormente no buscan el provecho del deseo, sino la exploración como punto de centro y eje. Distinto es lo que realiza La sustancia, preocupante resulta que la plataforma MUBI dé espacio a que el espectador consuma la incomodidad. Cuando Gaspar Noé expone en Cannes Irreversible, no pocas personas aparecieron diciendo que la película era grotesca e inaceptable, que no puede ser posible que ocurra en la pantalla una violación de veinte minutos sin sentido. Y es que, por más que queramos, la realidad en el que nos desenvolvemos resulta así, cruda e irreversible como el título mismo, no hay vuelta atrás, no hay un remedio que pueda mejorar todo y por sobre lo anterior, la resistencia es rescatar la crueldad y visceralidad en su expresión encarnada, cuestión que La sustancia demuestra lo contrario: Una crisálida donde nada da para pensar y nada hace que nos mueva.

Alexej Bilz

Estudiante de licenciaturas en filosofía y estética. Le gusta el cine y el pensamiento de Walter Benjamin

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