Imagen periodística, año 1955
El misterio dura lo que dura la inundación del invierno
Acerca de Missak de Didier Daeninckx, Santiago: Lom Ediciones, 2019.
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Me interesa aquí dejar un par de observaciones sobre una novela que tuve la suerte de traducir al español: Missak, de Didier Daeninckx.
El episodio del “afiche rojo”, que sobrevive aún en un poema de Aragon y una canción de Léo Ferré, es el tema principal de esta novela. Hacia el final de la ocupación alemana de Francia, en 1944, el gobierno de turno logra detener una gran parte de los FTP-MOI: una parte de los Francotiradores y Partisanos de la resistencia francesa, de la llamada Mano de Obra Inmigrante del Partido Comunista Francés. Los nazis publicitan el juicio contra ellos a través del Afiche Rojo, en el que se señala el origen de cada combatiente y su determinada función. En la parte baja del afiche se señala al líder de la banda, Missak Manouchian, “armenio, lider del grupo, 56 atentados, 150 muertos, 600 heridos”.
Once años después, el Partido Comunista le encarga a Louis Dragère, periodista de L’Humanité, investigar acerca de la vida del héroe Missak Manouchian, que encuentre todo lo que pueda encontrar: pronto se inauguraría una calle con su nombre, de modo que deben protegerse ante cualquier difamación de la derecha.
Louis Dragère, uno de los pocos personajes del relato que no corresponde a alguna figura histórica, resulta ser el medio por el cual se transmite una investigación en torno a la figura de Missak Manouchian. A través de él conocemos testimonios, documentos y circunstancias que, por cierto, no siempre coinciden. La narración en este caso es una investigación, y la investigación se da en esta ficción narrativa, lo cual libera a la investigación del peso de la decisión, del relato final que daría un sentido definitivo a todo. Lo interesante de este texto es que va presentando sus evidencias para una tesis que nunca propone, es decir, va mostrando el desarrollo de una investigación tal como efectivamente se da. No hay ningún momento de decisión que explique la historia verdadera; tan solo informaciones e interpretaciones que nos permiten perdernos en los matices y en la espera del misterio. Por otra parte, Dragère tiene también la cualidad de ser un militante de nuevo cuño: dedicado a temas considerados “poco políticos”, es su tarea ver en lo cotidiano la marca de lo político, tal como lo entiende el jefe de redacción, Roland Vastard.
El atochamiento de las evidencias se suma a otra característica principal de este relato: el juego con el tiempo y el espacio. El juego con el tiempo es el de una novela histórica, con todo lo que ello conlleva. Se nos lleva a un tiempo pasado, 1955, para investigar un pasado remoto de ese pasado, 1944, y todo ello desde la perspectiva de nuestro presente: sabemos (o con una pequeña búsqueda podemos saber) qué pasará con gran parte de los personajes, las películas y los barrios. El ejercicio de la novela histórica es el intento de recrear ese tiempo. Pero además hay un juego con el espacio: Louis Dragère se pasea por el París de los años 50, con sus bares y cafés, sus barrios industriales, sus poblaciones, sus personajes en germen (un joven Charles Aznavour, un desconocido Jacques Brel) y, sobre todo, un inundado París. Porque el París de 1955 en el que se desarrolla el relato es un París inundado por el desborde de los ríos que lo atraviesan. El misterio avanza y desaparece tal como la inundación llega y se va: el misterio no se acaba, solo dejan de llegar nuevas evidencias.
A veces el orden de la naturaleza y el orden del conocimiento van de la mano.