El otro García Márquez
Ha muerto el escritor colombiano Gabriel García Márquez y los medios lo recuerdan y le rinden homenaje. Entre las principales cosas, por ser un escritor universal; entre otras cosas, por ser el escritor más popular de América Latina y, por sobre todas las cosas, por haber vendido más libros que ningún otro autor del siglo XX.
Los titulares saltan de la página anunciando: Librerías alistan estrategia de venta para obras de García Márquez, y comentarios como: Cien años de soledad se ha traducido a 39 idiomas y ha vendido 40 millones de ejemplares. Otros lo llevan a casi 50 millones de ejemplares.
El Nuevo diario web., de Santiago del Estero (Argentina) anunciaba el sábado 19 de abril: “Se dispara la venta de libros de Gabriel García Márquez «Cien años de soledad» llegó a la cima de las listas de los libros más vendidos. Otras obras del autor uruguayo, fallecido en la tarde del jueves pasado, también subieron posiciones”. Y afirmando que moría a los 84 años y no a los 87 como informaban otros medios, citaba a continuación: “BUENOS AIRES.- La muerte del escritor uruguayo Gabriel García Márquez, la tarde del jueves pasado, además del generar gran dolor, también tuvo sus consecuencias en el mercado: «Cien años de soledad», una de sus obras más reconocidas, llegó a la cima de los libros más vendidos. Aquel libro llegó al primer puesto de Amazon.com el viernes”.
“Se dispara venta de libros de Gabriel García Márquez”, proclama también la AP., pero estos por lo menos saben que es colombiano y premio Nobel.
El Universal de México, advierte: “Según fuentes consultadas, tanto las librerías, como la editorial Planeta -dueña de los derechos de las obras de García Márquez- ya preparan una estrategia de marketing y la reedición especial de sus novelas como homenaje al autor”.
¡Eso es lo que hay que celebrar! Se muere el tipo, uruguayo, peruano, mexicano o de donde putas sea, a la edad que sea, carajo, y lo que importa es que el mercado se mueve como loco. Orgasmo: ¡Número uno de ventas en Amazon! ¡El libro más vendido y más traducido después de la Biblia!
Pero hay otra historia que contar. Además del excelente escritor que fue, no debemos olvidar que el colombiano Gabriel García Márquez, fallecido este jueves en México a los 87 años, fue un activo participante en política latinoamericana.
Les guste o no les guste, fue un hombre de la izquierda de su generación, que mantuvo sus ideales y su compromiso con las luchas que dieron los pueblos de nuestra América en el siglo XX. Al principio de los años 80 fue acusado de financiar al grupo armado M-19 y tuvo que abandonar Colombia.
A partir de ese incidente, escribe en el diario español El País: “Tengo convicciones políticas claras y firmes, sustentadas, por encima de todo, en mi propio sentido de la realidad, y siempre las he dicho en público para que pueda oírlas el que las quiera oír”. Y más adelante en el mismo artículo: «Desde hace muchos años, El Tiempo ha hecho constantes esfuerzos por dividir mi personalidad: de un lado, el escritor que ellos no vacilan en calificar de genial, y del otro lado, el comunista feroz que está dispuesto a destruir a su patria». «Cometen un error de principio: soy un hombre indivisible, y mi posición política obedece a la misma ideología con que escribo mis libros».
Pero ni su fama entre elites de toda clase, ni las presiones de los medios, lograron hacerlo renunciar a ciertas lealtades. Ejemplo de ello es su duradera y tan criticada amistad con Fidel Castro. Eso, la derecha internacional no se le perdonó nunca
Insultado por muchos, entre otros el premio Nobel Mario Vargas Llosa que lo incluía entre las “putas tristes” de Fidel o le llamaba el “cortesano de Castro”, siendo el mismo cortesano de José María Aznar, líder de la ultraderecha española, García Márquez nunca sucumbió a al apremio de los tránsfugas.
Nunca dejó de abogar por las causas de la izquierda, de ayudar a financiar proyectos culturales de esa tendencia y de usar su prestigio para defender las luchas Sandinistas en Nicaragua o la causa venezolana. Jamás perdió de vista el escenario político. Su oposición a la dictadura de Augusto Pinochet fue bien conocida. En 1974 escribió Chile, El Golpe y Los Gringos, sobre la relación entre gobierno de Richard Nixon y los militares chilenos, con nombre y apellido, que planificaron con el Pentágono el golpe de estado contra Salvador Allende. También participó como miembro diplomático independiente del Tribunal Bertrand Russell y apoyó la devolución del canal a Panamá.
Durante más de tres décadas el Departamento de Estado le prohibió la entrada a Estados Unidos con la excusa de que en Colombia era comunista y respaldaba a la guerrilla. Sólo el año 1995 pudo entrar a ese país por invitación del entonces presidente Bill Clinton que se declaraba admirador del escritor.
Por cierto, en su juventud había declarado: «Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella. En cambio, estoy convencido de que sería completamente distinto si no existiera la policía. Pienso, por tanto, que habría sido más útil a la humanidad si en vez de escritor fuera terrorista».
Más tarde, declararía su oposición al terrorismo: “Comprendo que es un recurso de la desesperación, que puede llevar a cualquier extremo, pero no se puede tolerar por ningún motivo, ni justificar en ninguna parte, entre otras cosas porque como método de lucha política es funesto y no conduce a nada”. Posteriormente, manifestó su total oposición a la pena de muerte.
Muchos escritores de generaciones posteriores le han tirado patadas a García Márquez, comentarios ácidos con gotas de envidia, por distintos motivos, en normales gestos de insolencia juvenil en contra del abuelito talentoso. Posiblemente muchos ni lo han leído. Pero así es la vida en el campo literario, alguna vez les tocará a ellos y veremos lo que tienen que mostrar. Pienso, de todas maneras, que el autor de Cien años de soledad podría poner muchas significativas páginas sobre la mesa y serían parte de lo mejor que ha producido históricamente la literatura como arte verbal. También creo que en Latinoamérica no hay muchos escritores que puedan hacer lo mismo. De todas maneras, a las cenizas de García Márquez nada de esto le importan.
1 comentario
Quien puede negar la gran prosa y el mundo creado literariamente por GGM? Nadie ni el más dogmático . Lo otro es su vida como ciudadano y su inclinación ideológica, especialmente cuando se trata de dictadores o derecha (Celine en Francia, Pound apoyando el fascismo italiano o Borges simpatizando con Pinochet), o dictadores de izquierda como lo es Fidel Castro. En reciente artículo del historiador Enrique Krause publicado en el NYT en link que incluyo que fue reproducido en El Mercuro el
domingo 1 de junio. El asunto es que yo pienso que no puede la izquierda más dogmática defender la conducta cívica como si nada hubiera pasado desde la caída del Muro de Berlín, y menos la represión a escritores en Cuba en cuanto que deben autocensurarse en su piropo país. Es no más leer entrevistas al narrador cubano Padura, quien vive en Cuba, para darse cuenta lo que callaba siempre GGM. http://mobile.nytimes.com/2014/05/29/opinion/krauze-garcia-marquezs-blind-spot.html?_r=0&referrer=