Foto: @pauloslachevsky
Ensayos constitucionales
El desafío de la minorización, capital de información y el reconocimiento de la inteligencia territorial
Resumen
En el marco de la historicidad feminista que nos permite gestionar y politizar nuestro malestar, se inscribe este ensayo que pretende problematizar respecto a la transferencia de conocimientos y datos que realiza el paradigma del capitalismo de la información en un contexto de transformación sociocultural constituyente.
Durante el pasado enero se realizó el V Encuentro plurinacional de Mujeres y Disidencias que luchan en la Universidad de Santiago de Chile. Convocó a más de cincuenta agrupaciones que dieron vida a dos días de debates y encuentros respecto a los lineamientos y reivindicaciones históricas y contingentes que asume el movimiento feminista en la actualidad nacional e internacional.
Sentí amparo cuando vi el reflejo de frustración en otrxs compañerxs, surgiendo la necesidad común de contemplar, politizar y accionar respecto al malestar que nos dejó la victoria del rechazo. Desde la aceptación radical fue declarado en algunos debates que nuestro feminismo no venció en las urnas. Ni siquiera se consideraría una tendencia visible en consecuencia a la vanguardia que significó para las demandas colectivas, comunitarias y territoriales que dieron sustento teórico y práctico al estallido social. Tampoco lo hizo el activismo ambientalista de las urbes y campos, pues fue rechazada la primera constitución con tintes ecologistas.
En su ultima visita a la Universidad de Chile, la antropóloga argentina Rita Segato planteó desafíos del movimiento feminista en el contexto del proceso constituyente, señalando premisas que me parecen relevantes de mencionar. Antes de la mayoría del rechazo, la académica advirtió la posibilidad de que la legalidad de un documento no fuera garante de una transformación de comportamientos en todas las esferas de la vida, si no eran promovidos por todxs los actores sociales. Esta premisa otorga pertinencia y sostenibilidad del proceso a la capacidad de involucramiento de quienes apostaron por la transformación constitucional.
Serato llamó a reflexionar sobre la conquistualidad perpetua en nuestra historia de colonialidad que se re/produce para suplir las necesidades de la modernidad, evidenciando la necesidad de cuestionar las lógicas y epistemes del poder desde un lente decolonial como base de la experimentación y transformación teórica que provoca una alteración temporal, sensible y cognitiva [1] .
La autora hace un llamado a observar la estrategia política económica y social del relato universal, que presenta a nuestros antagonistas históricos como representantes de la estética de sofisticación, desarrollo, modernidad y liberación en una representatividad visual con impacto estructural. Rita denomina a esto “minoritización”, que sería la herramienta del proyecto político colonial universal para conservar supremacía en esta constante construcción de nuevas minorías y estéticas relacionales.
Surge la necesidad de problematizar las temporalidades de escritura y visualidades con preponderancia al ser/hacer colonial. Las abstracciones que crean nuestro relato personal conceptual desconocen el valor de la participación y el acuerpamiento para la creación de estructuras al ser consideradas en ocasiones insuficientes, no atingentes o vinculantes para las transformaciones socioculturales. ¿Cómo aunar estos hilos y movimientos de cuerdas que nos cuesta corporizar?
¿Quién debería escribir la nueva constitución?, ¿Son los ensayos constitucionales una buena opción?, ¿Por qué reiterar la experiencia de un comité de expertos, luego de que esa creación constitucional legitima el sesgo y precarización que desencadenó la desigualdad, descontento y malestar social?, ¿Cuáles fueron las equivocaciones del proceso anterior? La población rechazó un escrito, pero no sus ideas…
¿Será que el contexto postmoderno nos invita a una fatiga de la crítica y un cansancio de la esperanza donde nos resulta un sacrificio creer en utopías decoloniales? La insostenibilidad de la crítica es la anulación de la vida creativa, ¿Cómo transformar desde ese lugar? ¿Cómo desde esta cotidianidad podríamos transformar el materialismo histórico instalado desde la acumulación originaria [2] y capital? ¿Cómo erradicar aspiraciones coloniales de nuestros cerebros, cuerpos y deseos sin sentir que nos transgredimos en esta idea/planificación moderna de la vida?
Desde las contra-narrativas se critica a la etnografía por inscribirse desde una temporalidad de avanzada y seguir aislando los relatos originarios de la idea de contemporaneidad, perpetuando la violencia colonial en la tradición de documentar. Resulta cercano hipotetizar que un error del proceso constituyente es componer nuestra temporalidad, sensibilidad y cognitividad bajo la estética de la modernidad colonial.
La desigualdad estructural entre nuevo y viejo mundo se establece en la presentación de los términos asimétricos de racialización y explotación inmaterial de minoritizacion que plantea Serato a la hora de disputar una idea, sentimiento, cognición, percepción, historia, relato.
Autores del “primer mundo” señalan que el devenir no presupone una dominación de la biopolítica, lo biológico, somático y corporal como lo hace el régimen de la disciplina [3] que acompañó el progreso y modernidad desde la revolución industrial, o quizás para lxs más críticos desde el comienzo de la conquista en América.
La propuesta conceptual del presente es “Capitalismo de la Información” o “Régimen de la vigilancia” denominado por Shoshana Zuboff [4], el cual tensiona el régimen de la disciplina, caracterizado por tomar una forma maquinal de engranajes que entran en las vías nerviosas y fibras musculares creando cuerpos dóciles, sometibles, mejorables. Por un nuevo capitalismo que tiene sus bases en la creación de redes y comunicación, haciendo que el aislamiento espacial y adiestramiento queden obsoletos.
El actual régimen de la información no explotaría los cuerpos y energías sino información y datos, pues el sujeto tiene la “oportunidad/libertad” de ser auténtico y creativo. Se re/produce y desarrolla para sí mismo dejando de ser un dócil y obediente. Solo debes usar los datos para generar proyecciones algorítmicas que serán utilizadas en alguna política de visibilización escénica de la vida moderna, a través de un poder que se deja ver, se da a conocer, se vanagloria y brilla [5].
Afirmaciones que me parecen difíciles de absolutizar ya que son características propias también del contra narrativas, contraculturas y creaciones disruptivas territoriales sobre los lineamientos del proyecto histórico colonial. También me parece contraria la premisa que desconecta el cuerpo con la estratificación y creación de datos, ignorando el impacto y transformación que puede tener para la persona el estar expuesto a este tipo de prácticas, simbolismos y relación material/inmaterial.
Desde este punto, sería justo postular que este tipo de significación no es más que otra herramienta del proyecto colonial moderno por minoritizar las renovaciones que tiene la re/producción del capital. Obviando las inteligencias individuales/colectivas de tecnologización territorial, creando una nueva medición y valoración de lo que es medible y además de quienes tienen acceso a ser medidos…
Durante el estallido social y posterior pandemia, existió una renovación de iniciativas históricamente situadas como reivindicatorias barriales y comunitarias que dieron sustento a la territorialidad a través de los cuidados. Se instalaron iniciativas que modificaron el relacionamiento comunitario y su espacialidad, donde la institucionalización o mirada colonial no fortaleció, promovió ni validó como inteligencia territorial. Hablo de las ollas comunes, huertos comunitarios, casas de artes y oficios, ferias itinerantes, ferias de trueque, cabildos territoriales, cooperativas de abastecimiento y más.
La institucionalización, que desdibuja a través del lineamiento subsidiario neoliberal con que nos analiza y somete, desmanteló las orgánicas creadas para individualizar nuevamente los padecimientos y necesidades de nuestra normalidad contemporánea en vía eterna al desarrollo.
En el caso de las ollas comunes, fue diluido su potencial creativo cuando se aplicó de manera paliativa la política social de individualización de hogares “canasta familiar”, donde un número de chilenos, que en ese momento reunían los datos y estratificación segmentada para esta necesidad, fueron beneficiarios, imposibilitando la creación de imaginarios de planificación local en abastecimiento alimentario. Los huertos y compostajes comunitarios son iniciativas que difieren su procedencia debido a la necesidad de acceso a agua que requieren para su mantenimiento, pueden ser considerado un lujo, una toma o ambas. Lo cierto es que las iniciativas de compostaje comunitarios han quedado individualizadas a través de entregas de composteras municipales sin proyectar un uso territorial del material orgánico, agotando la experiencia e iniciativa transindividual y dejando pasar la oportunidad de repensar lo territorial.
Respecto a la creación de casas/centros/espacios de oficios, artes y ciencias culturales, desde el estallido y pandemia social, dos gobiernos de distinta ideología política, no se han expresado frente a nuevas acciones políticas que promuevan la financiación y restauración de espacios públicos que fomenten y descentralicen el acceso, siendo las ferias itinerantes y ferias de trueque una gran herramienta comunitaria para la democratización de los territorios. Las cooperativas de abastecimiento o distribución, por su parte, se están convirtiendo en una silenciosa pero trabajadora iniciativa que, junto con democratizar el valor de consumo de los productos, también logran des jerarquizar las orgánicas de relacionamiento y visibilizar los cuidados como eslabón fundamental en la producción del trabajo.
Finalmente, los cabildos territoriales fueron paulatinamente disueltos desde su orgánica o externalidad, ya que desde la legalidad se olvidó la necesidad de la participación ciudadana para la pertinencia humana y técnica de la proyección que implica escribir una nueva constitución y el impacto que tiene para los seres que habitan esta nación.
Hemos vuelto a quedar relegadxs y lxs feministas llaman a impugnar y rechazar el actual proceso constituyente que no es más que la extensión ideológica del modelo que tanta crítica, malestar y padecimientos nos genera como sociedad. Los gobiernos tienen una deuda histórica con la vida en este país al seguir perpetuando lógicas de extractivismo corporal, territorial, emocional, psíquica y más. Lógica de extracción de la cual nosotros, nuestros cuerpos, emociones y pensamientos no estamos exentos.
Por tal motivo, y por medio de este ensayo pretendo poner en valor todas las micropolíticas individuales y colectivas que se sostienen en el tiempo gracias a la consecuencia de quienes tienen la idea pero ponen el cuerpo. Sin duda que la renovación del capitalismo implica la renovación de las pobrezas. Por lo que no te sientas mal, si eres analfabeto digital, analfabeto agrario, analfabeto mecánico, artístico, cultural, etc. Toma ese malestar y politiza con el verdadero núcleo de la sociedad que es la comunidad y no la familia monoparental, que es la estructura social conservadora que aún se intenta instalar individualizando.
Se nos llama a ser consideradas con el actual gobierno debido a la inestabilidad política que sufrió/sufre el país. Y pese a que ha habido grandes iniciativas como las 40 horas, el sueldo mínimo, etc., existe aún una deuda histórica con la precarización de los cuerpos y territorios. ¿Qué respuesta nos da la institucionalidad para desplazar la explotación a que somos sometidxs? ¿Qué respuesta nos da el proyecto colonial, para paliar la precarización que implica sostener su modelo de sofisticación, desarrollo, modernidad y libertad?
“Las herramientas del amo, jamás han desmantelado la casa del amo” dice Audre Lorde, y hoy más que nunca debiéramos entender que lo establecido, conocido, no necesariamente por su legitimidad histórica representa para los desafíos que proponemos como sociedad una oportunidad real de cambios.
Sostener la crítica y lucidez en este proceso constituyente, resulta una oportunidad y desafío histórico para el 80% de habitantes que deliberó por una nueva constitución, y no la renovación de un modelo de precarización y conquistualidad perpetua. Por medio de este ensayo, invito a sostener la crítica, la rabia, la pena, la frustración y seguir politizando, aunque suenes como un locx en un contexto minoritario. Tenemos el derecho y deber de creer y crear cosas nuevas atingentes a nuestra territorialidad. Por supuesto, con cuidados y no olvidando que somos una realidad minoritaria, al menos en los estándares de medición que existen hoy.
Este 8M nos reunimos con quienes históricamente nos acompañan en nuestras luchas, abrazando a nuestrxs compañerxs, haciendo ruido, escribiendo, leyendo, bailando, cantando, preguntando. Mantente lúcidx, despiertx y sabiendo que tu accionar enriquece el nuestro con tus propios datos y tecnologías que enmarcan el paradigma de la modernidad.
Notas
[1] Flores, V. (2021). Romper el corazón del mundo. Modos fugitivos de hacer teoría. Buenos Aires: La libre editorial.
[2] Federeci, S. (2018). El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.
[3] Foucault, M. (1994). Naissance de la médecine sociale. En: Foucault, Michel. Dits et écrits. t.3. Paris: Gallimard.
[4] Zuboff, S. (2020). La era del Capitalismo de la vigilancia. La lucha por el futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder. Barcelona, Ediciones Paidós.
[5] Han, B. (2022). Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia. Santiago: Taurus.