Far West, de Luis Marín: el último disparo de un escritor post mortem
Sobre Far West, de Luis Marín Cruces. Santiago: Mago Editores, 2024.
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“Y a Adán dijo: Por cuanto obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del cual te mandé, diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”.
Génesis 3,17.
A cinco años de su muerte, casi con las mismas temperaturas que alcanzó a sentir el escritor que construyó su imperio literario en Temuco, Luis Marín revive entre los caídos. Cuando fallece en enero de 2019, junto con dejar un vacío en sus cercanos y en el pequeño espacio de literatura regional, deja inconclusa una obra que lo tuvo al borde de la locura. Hoy, transformado en una especie de mito, son sus amigos los que se encargaron de revisar los archivos inconclusos para desentrañar su pluma ácida y siempre polémica, más no lejana de belleza y pulcritud, en una obra titulada Far West (2024).
Marín entiende que La Araucanía, lugar permanente de conflicto sin diálogo, mantiene su estado producto de sus habitantes, quienes parecen aceptar un permanente estado de emergencia tal si fuésemos una selva impenetrable o una serpiente que se muerde la cola. Bien se refleja en las palabras de Antoine Rocquan, el narrador de la historia, cuando traduce dicho estado en una receta: «azúcar con unos litros de bencina una nueva versión de la guerra de Arauco».
Far West está dividido en dos partes, «Autobiografía Militar de CHILE» y «El Reemplazo», contando la historia de Andrés Balmes, un soldado convertido en periodista, que repasa su vida coincidiendo con eventos históricos criollos de la mitad del siglo XX. Un personaje grotesco, fascista, abierta y orgullosamente nazi, quien a sus 60 años tiene el tiempo que le faltaba para escribir sus memorias, tras ser encarcelado por un crimen que no logra esclarecerse en el penal de Ciudad Sur.
Escrita en primera persona, la pluma de Marín sorprende con sus descripciones, su notable y visible manejo de la literatura, la biblia y la filosofía, y arma este viaje por momentos donde la elección política era también una posible sentencia a muerte, con directos guiños a sus autores de cabecera como Borges o Bolaño (se nota la inspiración de Literatura Nazi en América). Balmes fue parte del Movimiento Revolucionario Nacional Socialista, el Partido Nacional Socialista Obrero de Chile, pasó por diferentes carreras universitarias, hasta ingresar a las filas del ejército un año antes del gobierno de la Unidad Popular, para luego ser testigo y participante indirecto de las torturas del golpe de estado.
Balmes no solo roza el fascismo, lo desborda. Un soldado sin miedo a decir lo que fue, y que termina llegando a Ciudad Sur, el imaginario Temuco del autor, donde se asienta y termina formando parte de su fauna. De aquí en adelante, aborda sin tapujos a personajes muy parecidos a ciudadanos participantes activos en la vida de este pueblo. Al igual que en otros libros de su autoría, Marín ocupa su propia biografía para burlarse de su entorno. Así da cuenta en «El Reemplazo», que se entiende como un relato de la comedia triste del periodismo regional y provinciano, los supuestos encargados de resguardar la verdad y la información que acontece en este territorio mal llamado «zona roja». Aquí es Antoine Rocquan el protagonista, un periodista que acepta un reemplazo en un diario y termina presidiendo por ciertas casualidades el gremio local de profesionales, producto de las presiones de su amigo Andrés Balmes.
La segunda parte es quizás la más débil de este relato inacabado, pero eso no quita que el autor saque algunas risas por su forma de caracterizar y contar historias. Como bien describe Carlos Lloró, el escritor cubano residente en Temuco, encargado de redactar una semblanza introductoria sobre el escritor, Marín no se ríe del resto sino de sí mismo. El que se enoja en literatura, pierde, y sobre todo con un muerto que alcanza a apretar el gatillo antes de caer rendido al piso.
Far West termina con un sabor agridulce, sin antes dejar luces de esa búsqueda por perfeccionar su obsesionado estilo de escritura, su mordiente mirada de este territorio que fue su casa, entendiendo que el lugar desde donde escribe le cuesta mirar sus zapatos sucios.
Su prematura muerte nos impide saber si lo que venía después de «El Reemplazo» daba paso a una novela con mayor matiz. Far West es un aperitivo, un licor de sobremesa de lo que pudo haber escrito y que nos deja como legado, dejando más dudas que respuestas sobre esta novela que muchos de sus cercanos conocían de antemano. Una manía inconclusa sobre esta región que se lee en una calurosa noche de verano, lejos de los estereotipos indígenas, y concentrándose en esta ciudad que no ha dejado de ser un territorio sin ley, ya lejos de las armas pero con otras formas de hacer daño, como puede ser una noticia malintencionada. Marín escribe con prejuicio y maldad, y revive en esta obra para que nuevos lectores se acerquen y terminen una tarea sin fin.