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ha pasado el tiempo y… / mio caro
ha pasado el tiempo y…
el hecho es
que siguiendo criterios matemáticos
un asesino no anula otro
lo he consultado con el director
numeromántico de la tele
él sostiene
que basándose en estadísticas
el ciento por ciento de los asesinos
seguramente ha matado a alguien
algunos llevan la cuenta (por suerte)
esto ayuda a los expertos
a determinar con exactitud
cuántas verticales menos hay desde los 90
fue entonces cuando se descubrió
(¡ah, fue el hallazgo del año!)
que la mayoría de asesinos
usan la misma ropa que nosotros
aquello implicaría
que quien escribe esto puede ser uno
o varios
quizá el que lo lee lo sea
a veces un asesino elige prendas de marca
ocultando su nombre debajo
o se camufla con asombrosa inteligencia
digamos
una banda sobre el pecho
un terno hecho de gamuza
una camisa blanca bien planchada
lo de todos los días
los científicos del instituto liberal de ausencias
han priorizado el interés
en la reconstitución anatómica del dimitido
como para que nos aclare
quién ha sido el culpable de su falta
(son indagaciones por ahora
se prometen resultados a plazo pleno)
una señora me preguntó en la calle
si pienso que se puede
perdonar a un asesino
qué suerte que ese trabajo
no me incumbe
me dedico en cambio
a aclarar confusiones
una labor noble
de investigación recurrente
y citación incansable
por eso cuando afirmo
que ni la mecánica cuántica
ni el derecho gravitacional constituyente
ni la metafísica semántica del arte contemporáneo
son capaces de desnaturalizar
la célula intrasensorial
de sus procesos moleculares
asesinos
no lo hago en solitario
hay muchos como yo
informándose antes de
opinar sobre lo que es ipso facto factorium
o sopesar proyectiles calcinantes con disolventes
o gritar por el pavimento insurgente de alambres
que es la calle sideral del centro de Lima
que fueron unos u otros
los que mataron
¡qué tontería!
los asesinos no se eliminan entre sí
si los muertos son los fáciles de borrar
*
mio caro
me enternezco
cuando intento acordarme de mí
e inevitablemente aparece tu rostro
los límites que trazaste
sobre mis ideas
con una risa estridente
o cómo me dejé herir en tu sillón
escuchando la prosodia
venenosa mímica a destiempo
tu pie destructor en mi almohada
vaya a saber
todas las formas de ser que tenías
para bullir en mi garganta
y servir café frío
dumando desde el balcón
mi confusión anímica
helándome del recuerdo
de quebrarme y gritar
“Me dañas,
manoseas mi momento amarillo,
lo tiñes de malva todo”
¿qué era eso? la taquicardia,
el insulto dibujado con tu boca
besando mi pulso
ese freno
¿qué eras tú?
la mano que indicaba
“–Esto es la poesía,
una llave cayendo,
deshecha del cielo hereje.
No hay otra,
cuando es otra es la misma”
no había salida contigo
pero toqué desesperada
cuando me sentí sola
sola
mientras bujía un pulmón de madera
chirriando, burlando mis nudillos
“–No me duele”
y yo
no buscaba lastimarte
me habría consolado solo
y solo
que observaras mi diafragma
esta arritmia compleja
al lado de una mano tuya
mano de índice gangrenoso
siempre cubierta de plantas
construidas con cal
una enredadera afuera y sin embargo
nunca abriste
luego de tantas palabras que aprendí
quizá eras tú al final
solo astillas y
solo
bien dispuestas
casi papel
no quiero esa poesía ¿sabes?
no te lo dije entonces
me gusta más la otra
porque qué me hago aquí
llorándole a una puerta