Inactualidad de Ilan Pappé
En la segunda de las Consideraciones Intempestivas de Nietzsche, obra cuya otra traducción posible sería la de Consideraciones Inactuales, el filósofo alemán da luces de por qué esta traducción alternativa del concepto de Unzeitgemässe podría efectivamente venir al caso al afirmar el carácter propiamente inactual de sus reflexiones. Y es que este sería, en efecto, el sentido mismo que les imprimiría su profesión de filólogo clásico: “ejercer una influencia inactual, es decir actuar contra el tiempo, entonces sobre el tiempo, y, esperémoslo, en beneficio de un tiempo por venir.”
El tema de esta segunda Consideración, anunciado ya desde su título, es la “utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida”, y en ella se hace una crítica profunda del “sentido histórico” del presente de Nietzsche: el abrumador peso del pasado al interior de la cultura burguesa por el que la época se muestra incapaz de ejercer cualquier fuerza creadora, acceder por sí misma al lugar de lo históricamente significativo. Pero la experiencia de una actualidad abrumada o abrumadora nombrada por Nietzsche, incapaz de quebrar de suyo el orden actual de sus fuerzas, reserva a veces para la Historia ese lugar inactual que entonces se afirmaba desde la filología clásica. Nietzsche ya piensa en esta posibilidad cuando habla de los modos en que los pueblos han necesitado de la historia para afirmar o poner en movimiento la vida y refiere la “historia crítica” como uno de esos modos, aquel que interroga su pasado y lo lleva a justicia; que pareciera, dice, buscar darse a posteriori el pasado del que quisiera estar dotada. Pero si cuando Nietzsche habla de esta “historia crítica” está pensando ante todo en un modo de relacionarse de los pueblos a su pasado, más general e inmediato que aquel que se expone exclusivamente en la forma historiográfica de la disciplina histórica, no por ello es menos certero al anunciar aquel movimiento que, contemporáneamente, con el influjo del marxismo y los primeros pensamientos críticos a la modernidad, puso en movimiento la disciplina histórica disputando sobre ese mismo terreno la hegemonía del pensamiento burgués, y que a lo largo del siglo XX iría afirmando su espacio en la cultura bajo la forma de una historia crítica.
Ilan Pappé (Haifa, 1954), quien a principios de junio recién pasado estuvo de visita en Chile invitado por la Federación Palestina, hace parte, en efecto, de lo que podríamos llamar un primer movimiento de historia crítica en Israel, lo que se llamó la “nueva historia” y que, impulsada por las investigaciones de Pappé en los archivos del ejército israelí, vino a poner en tela de juicio el relato hegemónico de la historiografía nacional sionista. Este relato, transversal a las fuerzas políticas dominantes en Israel (la izquierda sionista no hace una “crítica” de la historia de Israel más que desde la guerra de los seis días de 1967), y cuyos supuestos dominaron desde temprano el movimiento sionista que logró pactar con Occidente la creación de un Estado judío en el territorio de Palestina, pone como su punto de partida la llegada de una población judía a un territorio deshabitado en medio del desierto, y sitúa en el origen del “conflicto” que hasta hoy afecta la zona la declaración de guerra de los países de la Liga Árabe a Israel el día mismo día de su fundación: lo que la historia sionista conoce como la Guerra de Independencia. Interrogando los archivos de éste pasado, Pappé descubre que bajo este relato oficial del nacimiento de Israel, aquello que se había mantenido oculto era la perpetración de masacres civiles por parte del naciente ejército israelí en las viejas ciudades árabes que ahora debían ser parte de su territorio: es decir, una limpieza étnica con la que, en el momento mismo de su fundación y después, se quiso despejar el territorio sobre el que habría de instaurarse el nuevo Estado y convertir en una realidad práctica el mito del territorio vacío. El primer gran movimiento de esta historia crítica nacida en el seno de la historiografía israelí es así también su descubrimiento de la población indígena de Palestina, los palestinos: su existencia anterior en el territorio, su exterminio y su expulsión luego de la fundación de Israel; eso de lo que atestiguan las ruinas de las ciudades árabes abandonadas y destruidas, la resistencia de los viejos olivos a la reforestación de árboles europeos por parte de Israel, la cruda insistencia de los campos de refugiados.
Sin descubrir realmente aquello que ya estaba presente en la memoria del pueblo palestino e inscrito en su territorio, la fuerza del gesto de Pappé reside, en efecto, en su inactualidad. Inactualidad de Ilan Pappé: ir a contracorriente de un tiempo no exclusivo a Israel, sino al de la hegemonía de la versión sionista en cuanto ésta ha hecho reconocer sus supuestos en el discurso occidental. Como abriéndonos al sentido mismo de su labor de historiador, lo inactual se revela en la mirada que logra ver a través y por debajo de la opaca superficie de los relatos nacionales y, por una suerte de giro hacia la geografía, oír la historia de otra historia, la de un territorio: Palestina, ese lugar tal como fue configurado por la geopolítica occidental moderna y en el que dos pueblos han venido a quedar enfrentados (Pappé es autor de un contundente libro titulado Historia de la Palestina Moderna: un territorio, dos pueblos). Para hablar más claramente, lo propiamente inactual de Pappé, su acierto, no se limita a repetir aquello que la memoria palestina ya guardaba en sus entrañas y que desde entonces numerosos intelectuales y activistas han persistido en denunciar, sino que consiste propiamente en revelar el lugar y la potencia inactual de Palestina misma; denunciar el lugar subordinado con el que el discurso occidental la mantiene cautiva en el umbral de la inexistencia, como una arista de una actualidad irrevocablemente perteneciente a Israel, y atreverse a pensar, como en la cita de Nietzsche, desde la potencia de ésta afirmación contra el tiempo, una acción sobre el tiempo: un posible porvenir.
Durante su paso por Chile, el intercambio del profesor Pappé con el público local no se limitó a ser una tibia exposición académica de un historiador sobre su tema de investigación, sino se trató ante todo de pensar, desde el desafío y la urgencia de lo actual, las consecuencias y las posibilidades de ese lugar inactual de Palestina en el discurso. Dos temas pudieron destacar así en su visita: la afirmación de la urgencia de cambiar el lenguaje respecto del “conflicto en medio oriente”, y la necesidad de desechar la solución de los dos estados.
Aquello que hoy escapa a la actualidad del “conflicto en medio oriente” es, lo hemos dicho, la existencia del pueblo palestino. La afirmación de esta existencia, en la misma medida en que permite deconstruir el enorme dispositivo de la historia nacional sionista, obliga a desarmar sus supuestos, ampliamente arraigados en la discusión en torno al conflicto. De ahí que sea necesario reformular todo un lenguaje, y la historia ofrece para ello sus propios modelos. El primer gesto en esta dirección de Pappé es ya el de hablar de una “limpieza étnica” de la población palestina el año ‘48, concepto que, cuenta, habría causado el temor incluso de sus colegas árabes. Del mismo modo es que la historia de la fundación del Estado de Israel debe ser inscrita en la historia de la colonización; los paralelos entre el caso del pueblo palestino y el de la población negra en Sudáfrica frente a los bóers, o el de la población piel roja en Estados-Unidos frente los “pioneros” del oeste, ser establecidos (y de hecho, las primeras migraciones judías modernas a Palestina se concibieron a sí mismas bajo el modelo de los “pioneros”: los jalutzim).
Estas analogías, si bien ofrecen una utilidad analítica parcial a la hora de estudiar la particularidad de la formación de Israel y de sus formas de dominación sobre la población palestina —estudio para el cual la obra de Pappé ofrece sin duda un buen precedente—, nos dan una idea de la magnitud de la omisión por la que el discurso dominante en Occidente termina siendo cómplice de la política israelí. Así, un nuevo lenguaje capaz de nombrar la urgencia de la situación palestina ha de abandonar el relato que intenta mostrar la oposición entre dos pueblos o dos religiones como elemento original del “conflicto” y comenzar a hablar de la historia de esta colonización; reconocer la situación de facto de la existencia de un solo Estado, Israel, cuya organización interior mantiene en apartheid a una minoría palestina mientras contiene a la mayoría de ésta población indígena en las mega-prisiones de Gaza y Cisjordania; dar cuenta de cómo la historia moderna de Occidente se cuadra en sus culpas e intereses con el Estado sionista y deshacer la relación impostada entre judaísmo y sionismo que mantiene al judaísmo cautivo de un discurso nacional.
Es ésta, la exigencia de una perspectiva territorial, por llamarla de algún modo, que contradiga la perspectiva esencialista que pareciera cercar por todas partes el modo de mantenerse actual del conflicto para naturalizarlo, lo que finalmente lleva a Pappé a concluir la necesidad de desechar la solución de los dos Estados. Reconociendo la existencia de facto de un Estado único y denunciando el carácter ilusorio de las “negociaciones de paz”, que se han repetido por décadas sin otro resultado que el de dilatar una solución geopolíticamente problemática y someter al desgaste al pueblo palestino; es decir, una vez admitiendo la primacía del problema de Palestina en el conflicto, que es ese territorio sobre el que Israel llegó a fundarse, por sobre la miopía de los relatos nacionales, aquello de lo que se trata es de enfrentar el apartheid sionista y forzar a un cambio de régimen, como también se hiciera en Sudáfrica, ya bajo la forma de un Estado bi-nacional o Estado democrático a secas, en el que se repare la expulsión del pueblo palestino de sus tierras y ambas poblaciones convivan en el territorio que ya habitan.
Si lo inactual no es simplemente lo que se concibe como ajeno a un tiempo presente, sino eso mismo que la estructura rígida de lo actual mantiene oculto o relegado, lo inactual es necesariamente intempestivo, aquello que abre a la posibilidad de un porvenir. De ahí la extrañeza que pueda resultar al escuchar hablar a Pappé: extrañeza de escuchar afirmar la potencia de Palestina, ese lugar siempre postergado en el discurso occidental, siempre subordinado a una primacía concedida a Israel. Hacer oír este nombre fue el sentido de la visita de Pappé a Chile, hacernos partícipes de aquello que hoy llama con urgencia, de las iniciativas que ya están en marcha y que hoy van al encuentro de un discurso y una actualidad que pueden ser transformadas: notoriamente el BDS por el boicot a Israel, movimiento que comienza a tomar cada vez más fuerza y que pretende tener la efectividad que tuvo el boicot contra el Apartheid en Sudáfrica. De lo que se trata, en definitiva, no es de pensar de manera u-tópica, sin lugar, como si ambos pueblos estuvieran condenados a enfrentarse de todos modos, sino de partir de la potencia de ese topos que es Palestina para, con esa urgencia, abrir a la posibilidad de un porvenir hasta hoy ausente.