Foto: @pauloslachevsky
La Convención Constitucional en el marco de las temporalidades democráticas
Sobre Nuestra confianza en nosotros. La Unidad Popular y la herencia de lo porvenir, de Rodrigo Karmy. Ed. UFRO University Press, Temuco, 2023.
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El texto que sigue tiene por finalidad comentar el libro de Rodrigo Karmy Bolton titulado Nuestra confianza en nosotros. La unidad Popular y la Herencia de lo por venir. El fantasma portaliano 2, articulando además, una reflexión sobre la Convención Constitucional chilena (2021-2022). El libro ha sido puesto en circulación por Ediciones Universidad de la Frontera en septiembre de este año.
Habrá que comenzar diciendo que nos encontramos en presencia de un filósofo con alta notoriedad pública y con un trabajo muy productivo en los últimos años. En los últimos cuatro años ha publicado al menos cuatro libros: Fragmento de Chile (2019), El porvenir se hereda: Fragmentos de un Chile sublevado (2019), Intifada. Una topología de la imaginación popular (2020), y El fantasma portaliano. Arte de Gobierno y república de los cuerpos (2022), que han generado intensas controversias y debates, inclusive fuera del circuito habitual de aquellas piezas. Karmy ha sido caracterizado como el intelectual de la revuelta, actualmente publica artículos y opiniones con mucha frecuencia en medios de carácter nacional y no ha guardado ni el más mínimo silencio en las últimas coyunturas políticas electorales, posicionándose siempre, desde una sensibilidad octubrista. Este libro, que en las líneas que siguen comentamos, viene a consolidar este recorrido, de agudas críticas y análisis singulares en un espacio público cada vez más aburrido. Y digo aburrido, porque post revuelta, y con mayor intensidad post plebiscito del 4 de septiembre de 2022, el espacio público hegemónico ha vuelto a ser el de siempre, uno titulado por la élite política.
Comento aquí algunas ideas que están presentes en el libro y a su vez propongo algunas reflexiones desde él y por supuesto, aprovechar de plantear algunas preguntas que quedan pendientes.
SOBRE EL FANTASMA PORTALIANO
En contexto de los 50 años del Golpe de Estado, Boric, Piñera, Bachelet, Lagos y Frei firmaron el «Compromiso: por la democracia, siempre», en este documento afirmaron que «nuestro país gozó durante más de 140 años, casi sin interrupción, de una democracia en continua evolución, de un orden constitucional estable, y también de respetables y sólidas instituciones republicanas que eran objeto de admiración y prestigio en el mundo entero«.
El fantasma portaliano que nos presenta Karmy en esta segunda entrega, donde retoma tópicos ya referidos en el Fantasma Portaliano 1, también de ediciones UFRO, es justamente la problematización de ese relato. El fantasma es el código de poder político chileno: oligárquico, autoritario y lejos de ser una excepción es la continuidad característica del reino de Chile.
El fantasma Portaliano no tiene que ver con el personaje histórico de Diego Portales, el que para Karmy no es tan relevante. Por tanto las discusiones sobre un Portales comunista, liberal, popular, antimilitarista, inclusive, anti oligárquico, no son para el autor motivo de preocupación. El fantasma portaliano no es entonces personaje ni proceso histórico, es una operación, un ensamble singular de poder, una máquina mitológica, un arte de gobierno sobre los cuerpos que termina por transformar las fuerzas vitales en tristes y marchitas inercias. Usurpación. El fantasma portaliano es un dispositivo de separación, un mecanismo de despotenciación, de inercialidad de la fuerza, de despojo. El fantasma es aquel que consolida relaciones de obediencia, es quien produce cuerpos dóciles presos de la culpa. En tanto dispositivo que bebe de un imaginario autoritario se articula sobre la base de tres campos: Saber, poder y subjetivación. Volveremos sobre esto. En tanto técnica de gobierno, el fantasma es un paradigma político de corte económico, gestional, administrativo, no soberano. En términos actuales podríamos indicar que es la excusa progresista por excelencia: “Bajo estas condiciones, con esta correlación de fuerzas parlamentarias, ¿qué otra cosa podemos hacer?”
Más allá de sumarme a la pregunta que le han realizado a Karmy, sobre si acaso es posible que un significante aglutinador sea de tal densidad, que asuma y explique tantas casillas como estado, capital, deuda, acumulación originaria, arte de gobierno, triunfo del rechazo, entre otras, quisiera preguntarme, si es que acaso el dispositivo se revela como fantasma… ¿es el fantasma portaliano un fantasma? En otro sentido, polemizando a propósito de las recientes coyunturas constitucionales/constituyentes, el dispositivo que articula saber, poder y subjetivación despotenciando a los cuerpos de sus fuerzas, ¿no se llama acaso Constitución? No Constitución con apellido, es decir, no la Constitución de 1980, por ejemplo. Sino que lisa y llanamente Constitución, aquel marco jurídico, hijo de un paradigma moderno, producto de una invención burguesa, que tiene por finalidad limitar el poder.
Y digo, limitar el poder, no sólo intrainstitucionalmente, a propósito de la fijación de límites competenciales, ni tampoco sólo desde el Estado a la sociedad, reflexión típicamente liberal, sino que limitar el poder de los pueblos, negar su habilitación. Saber, poder, subjetivación, aquel dispositivo que anuda Estado y Capital en una misma ciudad… ¿no es eso una Constitución? Esta pregunta me parece que habilita varias conversaciones en el entendido de que Karmy se ha identificado en el último tiempo como un anarquista moderado y ha preferido pensar una teoría del pueblo, antes que de las instituciones.
Dentro de ese marco, constitucional/constituyente, por ahora, diremos que se trata simplemente de una coincidencia histórica, que, los momentos de mayor parálisis social sean justamente después de la instauración de nuevos órdenes constitucionales que preceden nuestros intentos constituyentes.
LA EXPERIENCIA DE LA UNIDAD POPULAR
Para Karmy, La Unidad Popular es una experiencia singular, no es gobierno ni institución, o al menos no es solo eso. No es tampoco Salvador Allende, pese a que éste es compañero y que Rodrigo escribe sobre Allende, pero no del Allende del madero, sino del que anduvo en la mar, si el príncipe Gustavo Pena nos permite la utilización de la metáfora. La Unidad Popular opera aquí como una oposición dialéctica al fantasma, es una prueba, ¿viva?, de que la historia sí se puede dislocar. El triunfo oligárquico de la larga y pesada noche, ha sido interrumpido, existe también resistencia. Si el fantasma produce cuerpos dóciles, la experiencia activa las potencias corporales. Si el fantasma es inercia la Unidad Popular es movimiento, si el fantasma es población la experiencia es pueblo/ pueblos, si el fantasma es la neutralización del deseo, la Unidad Popular los desencadena mediante la fiesta.
Fiesta. Concepto clave en esta nueva entrega. Se deslizan en el libro los siguientes conceptos cargados de potencia: “Sociedad en estado amoroso, risa, momento cómico, goce colectivo, encantamiento mágico, lo amoroso, enamoramiento, ilusión” todo aquello constituye la fiesta, categoría con la cual Karmy observa la Unidad Popular. Seguimos, fiesta como momento creativo, fiesta de experimentación de nuevas formas de vida. Ha dicho: No se trata de la imaginación en su dimensión apolínea, bajo contornos claros y distintos y formas desinteresadas, sino de una época dionisíaca en que los cuerpos se soltaron, sin miedo, a la experimentación de nuevas formas de vida común. La fiesta deviene necesariamente destructiva, reservorio de creatividad que no deja de estallar en revueltas, cabildos, bandidaje y asonadas, pero donde los cuerpos asumen nuevos usos y se abrazan con sus potencias: Revolución.
Aquí parece estar una de las tensiones claves que se observan en el libro. La entidad de la fiesta, su carácter caótico, su extensión como excedente. De nuevo, la experiencia no es sólo gobierno en el entendido en que este, se desarrolla desde, pero también contra el excedente. Viene a mi cabeza un hecho que en reiteradas ocasiones ha comentado Gabriel Salazar: Cientos de militantes revolucionarios marchan en las inmediaciones de La Moneda gritando “A cerrar, a cerrar el Congreso Nacional y a instaurar la Asamblea Popular” Salazar cuenta que Allende desde uno de los balcones les gritó: Contrarrevolucionarios. ¿Cuál es la relación entre el fantasma y la Unidad Popular? Se indica que no hay una relación puramente externa, sino que más bien, el fantasma impregna internamente a la Unidad Popular. Frente al fantasma, que interrumpe la fiesta, ¿hay fracaso o derrota? Aciertos y complicaciones responderá Karmy…
La relación, entre la experiencia en su dimensión gobierno y el fantasma, ¿es superable? o acaso es una tensión irresoluble. ¿Es aquello deseable? Karmy en 2019 afirmaba que el pueblo exigía un Nuevo régimen, ¿todo nuevo régimen requiere de un momento portaliano? Por otro carril, ¿hay posibilidad de nuevo régimen sin los pueblos como excedente?
Vuelvo a un punto que deseo destacar. La experiencia singular, implicó desplazamientos, desde la periferia al centro. Esto permitió observar la emergencia de los indios, de las putas y de los huevones, dice Karmy. A estos se les restituye el habla, pensando en el presente, el habla no se les restituye a los líderes revolucionarios educados en el Santiago College, no a los jóvenes profesionales que aprenden en el Gobierno de transformación, no a los académicos expertos provenientes de la London…no, el habla se les restituye a los indios, a las putas y a los huevones. Si el fantasma es la confiscación de la lengua de los pueblos y de la producción y reproducción de su silencio, la Unidad Popular es la restitución del habla. Si el marco de la revuelta pareciera estar presente durante toda la propuesta que Karmy desarrolla de la Unidad Popular, en este punto la cuestión es clara. No solo por las similitudes políticas evidentes entre estos momentos democráticos, sino que también porque en 2019, pensando la revuelta, reflexionó sobre estos desplazamientos en su libro Fragmentos de Chile Sublevado. El apartado “Indios” por ejemplo, está primero allí. No hay secreto, Karmy, piensa en la Unidad Popular desde la revuelta. Por esto explícita su premisa.
SOBRE LA PREMISA
El autor nos propone una lectura intempestiva; ha dicho que esto es “Abrazar dos tiempos en un mismo y problemático instante, para poder pensar en torno a nuestro presente. Dos tiempos que nos facilitan pensar el porvenir, lo por venir, que no es nada menos que la herencia de la Unidad Popular. Lo intempestivo es útil para desgarrar la actualidad”
Karmy juega, rompe y salta, articula temporalidades históricas. Me parece que a 50 años, el ejercicio toma pleno sentido: De lo que se trata es de rescatar la memoria y convocarla, pero no solo la memoria, sino que también la construcción, que él mismo caracteriza como de justicia y libertad. Es decir, el ejercicio consiste en redimir tanto la experiencia, como el proyecto de los vencidos. Sea dicho: Ir a contrapelo de la historia y sobre todo de la que ha intentado instalar el progresismo, el nuevo y el viejo. Lo ha dicho recientemente en una colaboración que realizó a la Revista Rosa, donde indicó: “Las izquierdas han conmemorado el mundo, de lo que se trata es de transformarlo” Contra el espíritu conmemorativo que reparte culpas, pronuncia confesiones y a fin de cuentas intenta gobernar la memoria, domesticarla, civilizarla y consensuarla, Karmy opone la revuelta, la que desplaza las placas transicionales y posibilita que el abismo de la memoria se levante. La lectura intempestiva entonces, en tanto premisa, le permite afirmar que la revuelta puede ser pensada como una resonancia cómica de la Unidad Popular.
Al leer este libro recordé una entrevista que le realizan a Jacques Ranciere, denominada “Desarrollar la temporalidad de los momentos de igualdad” donde este indica lo siguiente:
“Hay momentos donde las masas en las calles -o los pueblos, diríamos con Karmy-, oponen su propio orden del día a la agenda de los aparatos gubernamentales. Estos “momentos” no son solamente instantes efímeros de interrupción de un flujo temporal que luego vuelve a normalizarse, son también mutaciones efectivas del paisaje de lo visible, de lo decible y de lo pensable. Transformaciones del mundo de los posibles”
En efecto, eso fue la UP, eso también fue la revuelta y quiero afirmar acá, que ese mismo momento que altera lo visible, lo decible y lo pensable, fue también la Convención Constitucional. Creo que es posible entonces, establecer una relación, intempestiva, entre la Unidad Popular, la revuelta y la Convención Constitucional, todas en el marco de temporalidades de igualdad. Sin embargo, a mi entender hay un desafío pendiente para poder hacerlo. Tejer lazos entre estas breves pero intensas experiencias requiere de lucha. Lucha contra la mitología que se ha impuesto en el último tiempo como relato único y que debe ser desactivada. En ese sentido, considero que la experiencia Convención Constitucional tiene tres desafíos que pueden ser abordados desde “Nuestra Confianza en Nosotros”, en un sentido literario, a propósito del libro que estamos comentado y uno figurado, a propósito de la potencia política que carga este concepto.
Voy con los desafíos:
A. RESCATAR A LA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL DEL MARCO CULPÓGENO
Sucede que, hasta la fecha, solo hay dos grandes formas de aproximarse a la experiencia Convención Constitucional:
- Por una parte, profitando de su “fracaso”. Y allí están varios textos escritos por nuestros adversarios en tono de burla, que sin ningún tipo de rigurosidad imputan e inventan errores desde situaciones altamente ficticias o que derechamente narran hechos desde perspectivas faranduleras. Y;
- Aproximarse pidiendo perdón. Sometidos a la culpa, el dolor y la vergüenza. Esto más que una decisión personal, ha funcionado como una verdadera pena, y digo pena en sentido punitivo, una pena impuesta por la oligarquía. Para que a ciertas voces políticas, comprometidas con el proceso anterior, se les restituya su voz en el debate y se acabe por fin con la pena de amordazamiento a lo que han estado sometidos, estos deben expiar sus culpas pidiendo perdón, “comprometiendo algo así como un nunca más”, sólo así, pidiendo perdón, “su deuda con la sociedad estará pagada” Culpa, arrepentimiento y solicitud de perdón… tres pasiones tristes que conforman el marco actual: El 4 de Septiembre recién pasado, por ejemplo, cuando se cumplía un año del triunfo del rechazo. Una de las notas principales en La Tercera se llamó: Cesantía, tragedia y reflexión: el año más duro de los exconvencionales. En aquellas líneas se ahondaba en lo difícil que se tornó la vida para algunos luego de haber participado en el proceso: Depresión, desempleo, discriminación, olvido, altos costos familiares de por medio… que terminan conduciendo casi obligatoriamente a una reflexión dolorosa: Textual: ¿La habré cagado mucho? Para seguir pensando, ¿qué quiso decir La Tercera de aquellos que se atrevieron a desafiar la línea imaginaria que nos han dicho que no debemos traspasar? Sin duda, un primer desafío está en romper con el marco de la culpa, la propia y la inducida.
B. DISPUTAR LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA CONVENCIÓN COMO “LA FARRA” ES FIESTA
La Convención Constitucional ha sido caracterizada no tanto desde la tragedia…como desde el exceso de la fiesta: La farra. Si la fiesta, o el momento cómico se configuran por la activación de las potencias, por la restitución de la palabra, por habilitar desplazamientos periferia-centro, en fin por constituirse como una experiencia singular, es posible afirmar que la Convención Constitucional fue también una fiesta.
Rápidamente, la Convención:
- No fue simplemente un órgano parlamentario más, sino que fue una experiencia propiamente singular, inédita para los pueblos, un acontecimiento de imaginación.
- Es la irrupción de un lugar de enunciación nuevo, distinto, otro. No sólo es la restitución de la palabra, es la aparición de una completamente nueva, ancestral, pero nueva. ¿Cuáles fueron las primeras palabras que pronunció la Convención Constitucional apenas constituida? ¡MARI MARI PU LAMNGEN! ¡MARI MARI KOM PU CHE! ¡MARI MARI CHILE MAPU! Radicalmente un lenguaje no contenido en absolutamente ninguna ley.
- A su vez, como la fiesta de la Unidad Popular la Convención también enfrenta tensiones con los pueblos, desde el día 1, entre el afuera y el adentro. Si es que acaso existió esa diferencia…
Esta caracterización de la fiesta como farra no es nueva, y paradójicamente remite también a la Unidad Popular. En un libro escrito en contexto del golpe, Luis Alfonso Tapia, indica que los militares apenas realizan su maniobra ruin repitieron a los cuatro vientos: “La farra ha terminado”. ¿No dijeron acaso lo mismo el 4 de septiembre? La farra ha terminado.
Me pregunto, ¿En qué momento tomaremos la decisión de levantar un marco cómico que reivindique la Convención constitucional no sólo como momento trágico, lleno de errores?
Para estos propósitos es posible inclusive recurrir a Don Juan Sutil, quien ha dicho: “Jamás vamos a volver a vivir la orgía que se vivió en la Convención” Brevemente, orgía, fiesta de los placeres en clave horizontal, ¿en oposición a qué? Alberto Mayol lo deja documentado en su libro Big Bang, a propósito de los muros de la revuelta: Orgía en oposición “al pico en el ojo”, tesis popular que describe la relación abusiva entre la oligarquía y la ciudadanía. Gesto absurdo que muestra el deseo de burla de un abusador. De un deseo sin placer, o de un placer que se funda en el abuso.
Es necesario un marco cómico para la Convención Constitucional. Para eso, primero es necesario dejar de pensar la propia convención en clave simplemente anómica, como espacio incontrolable y caótico. Se debe comenzar por asumir las dimensiones de politización otras.
C. LO CONSTITUYENTE COMO POEMA
La Convención es proceso, experiencia, antes que una propuesta de texto. Sin embargo ese texto que lega puede ser entendido como poema. No hay carta, sabemos que no hubo discurso, pero hay poema y propongo que ese poema no más identificado como soliloquio, es polifonía. El texto es la respuesta, o la condensación, tal vez siempre incompleta, a diversos procesos de luchas históricas. Es un poema con pasado, pues no niega de dónde proviene, pero también es un poema que abre horizontes. Hoy algunos dicen que es críptico, nuestra tarea consistirá en revelarlo para poder impulsar las luchas y la construcción de un porvenir diferente.
SOBRE LA RISA FASCISTA
Para terminar quiero volver sobre lo cómico. Karmy ha dicho que la risa es el placer privilegiado de los pueblos. Sucede que hace un par de meses el famoso artista urbano, Caiozzama, desplegó una intervención en el barrio Bellas Artes. Era otra de sus obras de muralismo en papel. En ella se observa a Luis Silva, consejero emblemático del Partido Republicano, encerrado en una pequeña celda, con una robusta camisa de fuerza de manicomio, Silva está feliz, ríe como un loco. Arriba de su cabeza dos ángeles estrábicos sostienen la Constitución de la República de Chile, la que también está completamente encadenada. Caiozzama muestra a un Silva que pareciera ser que nunca dejará nunca de reír… ¿entiende Silva que está encadenado? ¿qué habita el manicomio? ¿Qué tal vez, no salga nunca de su celda?
Así como hoy es posible pensar una rebeldía que se volvió de derechas, me pregunto ¿será posible descubrir una risa fascista? Una risa por varios años contenida, una risa que hoy aparece y despliega tormentos con sus ecos, una risa de quien sabe, que al menos por ahora, nada va a cambiar…
El mural en papel de Caiozzama ha sido clausurado por el mismo artista urbano, con posterioridad al 17 de diciembre recién pasado… pero la risa de Silva…¿sigue?
Hay que celebrar la publicación de este libro, insuma reflexiones y provoca diálogos. Sacude un escenario tormentoso y lleno de contrariedades que, pareciera, será lo habitual de aquí en más…