Los dragones
I
del cuerpo penden tantas cosas
hacia el techo las heridas parecen más verticales
a veces, cuando hablamos, las personas nos ignoran
y sólo oyen el cabalgar de una moneda en tarros
pero tenemos más palabras que el choque de las cosas
aunque errantes, nunca en silencio:
sólo tenemos un rugido que se confunde con la catástrofe
II
las personas nos ven como cráteres,
a mí me gusta pensar en dragones,
o en ninjas agazapados cuya misión
será descubierta después de ocultarse:
la invisibilidad es uno de nuestros mayores delitos
aunque estamos tan sucios, seguimos siendo más transparentes que la sangre
la higiene es como de los muertos:
sólo la ausencia es tan pulcra como la nada dentro
III
la muerte nos repudia y nunca se digna a visitarnos
la mayoría casi prefiere ir a buscarla;
el raticida con vino no nos arde en la garganta
a la muerte humana somos un tanto inmunes
ella también se confunde, y nos deja jugar como perros
la muerte también nos confunde,
¿no digo yo que la muerte
es como cualquier persona, hasta ella nos tiene algo de repudio?
IV
si estamos sucios no es de tierra, estamos negros de carbón
ya no sabemos cómo separarnos del fuego
nunca nos gustó el perfume de las cosas:
nuestra esencia es la putrefacta herida
somos sangre descompuesta que da la forma de las cosas
dentro de la boca la lengua tiene más forma de fonema
que todo el repertorio junto de las muelas
si el dolor es algo inevitable, es porque el cuerpo es prescindible
si creo en las partes de las piernas, es porque los huesos saben unirse
tenemos escamas en todas las extremidades,
tengo fósforos en vez de uñas
V
en el hogar también hay cosas que nos señalan
un montón de ángeles sonriendo al vértigo del moretón
imantados entre mis células y las cajas de cartón
que tenemos esparcidas entre la unión de nuestros huesos
la gente nos tiene tanto miedo, la gente nos utiliza como mal ejemplo,
la gente no sabe que existimos, no están seguros de si somos un mito
si el frío rinde implacablemente, es porque entendí tempranamente
que el cuerpo es también una mortaja, una porción de ropa
como todas las que llevo colgando en mi espalda:
a ver si me lanzo al vacío, a ver si tantas cosas amortiguan la caída de la pobreza
pero en alguien como yo, nada puede valer menos que la vida
VI
la muerte es una ganancia, nosotros vivimos más que nadie
entendemos cómo se apagan las luces de noche
sabemos que durante dos horas en la madrugada los semáforos no funcionan
hemos visto que las vitrinas cambian de color con el goteo de la luna
sabemos que la lluvia moja, que ahoga mucho más que un chapuzón al mar
al menos no puedo imaginarme algo más ruidoso, más destructor de la lluvia
nada que, en su inmediata ausencia, congele los huesos
y te convierta como un cráter expectante:
lanzamos humo por la boca
VII
lanzando humo por la boca, sea quizás la descripción más acertada
todos saben que tenemos tanto fuego adentro
muchos se han fijado en que nunca cerramos ambos ojos a la vez,
quizás alguien nos habrá visto dormir, o recortarnos entre nuestras cosas
entre nuestros perros,
pero nadie tiene ni la más remota idea sobre la proporción de nuestros sueños
una vez imaginé a toda la ciudad en llamas, imaginé a los hombres ardiendo
a los edificios altísimos rojos de combustible
VIII
una vez imaginé a toda la ciudad en llamas
pero eso no fue suficiente para calentarme
una vez imaginé a todas las ciudades en llamas
pero el frío seguía persistiendo
una vez imaginé que estaba muerto
pero el frío persistirá para siempre.
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