«Los libros son armas que explotan»
Entrevista clandestina y recuperada de Carlos Droguett, 05 de julio de 1975. (Fragmento).
Carlos Droguett: (…) Pero también me gustaría conocer a mí a poetas jóvenes, sobre todo ahora, porque ahora no solo se trata de retener este pasado que, como estamos diciendo, se nos está convirtiendo en futuro. Este pasado de sangre, y no digo ni de sudor ni de lágrimas, digo de sangre. Porque creo que no estamos llorando tanto, pero, sí, nos estamos desangrando, y nuestra obligación es morir pero mantenernos vivos. En ese sentido, si tú me permites, ya que yo no soy ni tan inteligente ni tan culto, me gustaría cederle un poco la palabra a un gran poeta español, que se llama Miguel Hernández, y él dice a propósito de la Guerra Civil Española: De sangre en sangre vengo/ como el mar de ola en ola/ de color de amapola el alma tengo/ de amapola sin suerte es mi destino/ y llego de amapola en amapola/ a dar en la cornada de mi sino. Yo creo que Miguel Hernández, en ese momento lo hace, al describir esta cosa tan tremenda, o como cuando escribe un manojo de cartas y pasiones escritas, un puñado de sangre y una muerte conservo, y esa muerte que también conservamos nosotros, que se llama Ché Guevara, se llama Camilo Torres, se llama Miguel Enríquez. Esa es nuestra obligación como artistas y esa debió ser la obligación de los artistas de Chile que actualmente están en prisión, están muertos, porque están muertos ellos, pero ya no volverán a ser matados. O que están en receso, están ocultos trabajando como escritores o como hombres no importa, porque tú eres escritor y aunque no escribas estás siendo escritor siempre, porque estás viviendo y eso es lo importante para nosotros en este momento, y me atrevo a decirlo como un escritor viejo que soy, ya que otros con mayor importancia, con más capacidad, con más coraje, e incluso con más posibilidad de ser matones de la literatura o de la vida no se han atrevido a decirlo. Si hay algo que se me olvida tú me lo dices no más…
Ignacio Ossa: No, pero podría extender un poco más la respuesta, hacia algunos hechos, algunas masacres, hacia algunas otras connotaciones sobre escritores, a partir, de lo que usted mencionaba con Alonso Ercilla. Con lo que fue bastante claro.
Droguett: Sí, yo diría que, después de Alonso de Ercilla, uno de los pocos que supo coger la realidad chilena tal cómo es y cómo existe en el campo, en la mina, en la salitrera y en las pampas magallánicas, fue precisamente un hombre extraído de la burguesía. Un hombre muy inteligente surgido de las filas del otro lado, como quien dice de las “filas del enemigo”, y se pasó a las filas auténticas que son las del Pueblo. Te estoy hablando del autor de Recuerdos del pasado, Vicente Pérez Rosales. Yo he leído ese libro más de una vez, e incluso lo estuve leyendo como algunos místicos leen los libros santos o las historias ejemplares de San Francisco, de San Agustín, por ejemplo. Porque una editorial española me pidió una vez, hará unos cinco años, que escribiera un prólogo. Entonces yo me dediqué muchos meses a estudiar la vida y la obra de Pérez Rosales. Y llegué a varios descubrimientos: en primer lugar, que esa obra es total, una verdadera antología del cuerpo y el alma del pueblo de Chile del siglo pasado. En segundo lugar, me di cuenta de que Pérez Rosales además de ser un brillante escritor, a pesar de que tenía la coquetería de decir que ese libro lo publicaba a instancias de petición de sus amigos y que para él eran considerados solo apuntes, era igualmente un profundo sicólogo y un hombre muy honrado. Era un hombre tan honrado que ya en esa época, hacen más de cien años, El Mercurio lo atacaba, y él deja constancia en las páginas de su libro, el que lamentablemente no tengo a mano o si no te citaría la página y la línea de la página donde lo dice, que El Mercurio ya en esa época era tan miserable como lo es actualmente hoy día 05 de julio de 1975.
Ossa: O sea que El Mercurio ha sido siempre de una sola línea.
Droguett: Sí, El Mercurio siempre ha sido de una sola línea. Es decir la línea curva, que como tú sabes, esa también es una línea. Pero lo más importante es que Pérez Rosales no sólo es un precursor de la novela del hombre-escritor, sino que del teatro. Porque en Recuerdos del pasado, si no lo has leído, o si has leído sólo el título como dices has leído mis obras, hay unas páginas que se llaman o se refieren al honrado Velásquez, que son magistrales, son ejemplares como obra literaria de expresión del alma chilena, porque esa precisamente es la historia de un viejo minero que le cuenta a un compañero, de aventuras y de mala aventura, una noche en que los dos están desvelados, lo que le ha ocurrido. Fíjate que Pérez Rosales escuchó esa conversación en su tienda de campaña y la anotó en taquigrafía. Él transcribió esa conversación textualmente y ellos cuentan ahí sus penas y sus alegrías, como hombres y como trabajadores. Y uno cuenta la historia de cómo una mujer lo jodió, lo amó y lo odió mucho. Es magistral el diálogo. Pero después de eso, no exagero, tú ya no puedes encontrar verdaderos escritores, verdaderos herederos de Pérez Rosales o de Ercilla hasta que aparece Baldomero Lillo. En Baldomero Lillo se encuentra ya el escritor revolucionario total. Yo diría que el escritor se transforma en bomba, porque para mí la palabra es una explosión. Para mí si los gorilas matan a los escritores o queman sus libros están procediendo de acuerdo a su sicología de gorilas, porque un libro es en realidad un arma peligrosa. Tan peligrosa como un puñal o una metralleta. Algún día estallará aunque lo rompan, así como si rompen a un Che Guevara, a un Camilo Torres, a un Miguel Enríquez, de todas maneras siguen vivos, porque lo que ellos dijeron, lo que ellos dejaron dicho, lo que ellos hicieron, lo que escribieron y el ejemplo que dejaron, eso no puede ser matado ni torturado. Entonces te decía yo, que en Baldomero Lillo fuera del excelente artista que es, y no estoy diciendo el estilista, porque si fuera un estilista sería un masturbador tipo Guillermo Blanco, verdad, él es un verdadero artista, un recio artista, entonces ahí aparece la denuncia y la explotación del hombre por el hombre, del hombre chileno por el hombre imperialista, del gringo por el criollo.
Santiago, 05 de julio de 1975.
* Este diálogo corresponde al fragmento final de una entrevista realizada en la clandestinidad, y recién recogida en el libro Sobre la ausencia, de Carlos Droguett, editado y prologado por Roberto Contreras para Lanzallamas Libros (2009). La conversación se enmarca en un diálogo sostenido entre el escritor Carlos Droguett e Ignacio Ossa, escritor y profesor, miembro del MIR quien habría sido el encargado de proteger y sacar al exilio a Droguett y su familia. Esto ocurre en 1975. En septiembre de ese año Droguett y su mujer parten a Italia. Ossa en octubre es detenido por la DINA. Su cuerpo recién aparecerá a fines de ese mismo año, mutilado junto a otros detenidos en una fosa común. Más información en http://www.lanzallamas.org/libros/sobre-la-ausencia/