Ilustración: Machine à silhouettes, por E. Lorsay
Ninguna palabra es total
Sobre Edición anotada del cuaderno de palabras de Ana K., por Alexis Figueroa A. (Cinosargo Ediciones, 2021).
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Uno de los principales temores a la hora de leer/presentar un texto, especialmente de poesía, ante pares del taller, durante una lectura; ante un jurado o comité de revisión, es saber si todo lo dicho hará algo dentro del lector, especialmente, sin que este llegue a plagiarlo. En general los concursos y convocatorias, por obligación a proteger los datos personales, tienen un apartado donde se comprometen a destruir todo lo entregado que no resulte ser seleccionado, pero a veces no basta con ello. Hay tanto miedo en que lo dicho deje de ser propio, a pesar de que uno de los principales preceptos de escribir es, con justa medida, ser del otro; que le permita identificarse hasta cierto punto de igualdad, pero sin exactitud.
La etimología de identidad arroja justo tal dualidad. Por un lado es lo que me hace ser quien soy, único e irrepetible; no obstante, también son un cúmulo de características (atributos) que me hacen sentir (ser/querer formar) parte de un grupo junto con otros individuos semejantes. Escribir conduce a los escritores a leer, así como a los lectores volverse actores en su propia habitación, llegando incluso a que también escriban y se repita el círculo. La construcción del individuo y de la identidad se logra a partir de lo que le rodea y con quienes se rodea, pero, ¿qué sucede cuando algo parece ser de un fantasma?, ¿si acaso está firmado por un pseudónimo vago? Alexis Figueroa A. (1956), poeta chileno, es quien aborda estas y otras atribuciones concatenadas al poemario Edición anotada del cuaderno de palabras de Ana K. (2021), Número 3 de La colección, coedición de Cinosargo Ediciones y Los Pájaros: dibujos, libros, et al.
La pregunta sobre quién podría ser Ana K., resuena inmediatamente durante el ir y venir de los versos y las notas al pie que Alexis retoma y complementa sobre una obra evaluada de “incongruente” (Figueroa, 2021: 5), cuya “[…] redacción y referencialidad evidencia que se trata de otra persona, aunque posible que se trate de un ‘juego’ literario. En fin.” (Ídem.) Indicios que mantienen la duda en la boca: ¿fue real Ana K?, ¿Alexis es Ana K?, ¿lo escrito es de uno o es evidencia suficiente para ser acusado de plagio académico/intelectual?, ¿qué tan cerca se está de Ana K. al leer el texto?, ¿qué tan lejos?
OJO
Nací bajo el ojo.
Crecí bajo el ojo.
Mientras era niña.
Seguí bajo el ojo mientras crecía.
El ojo me mira de adolescente
y de adulta, me mira.
Siempre. De afuera.
Tocando, midiendo.
Diciendo qué soy.
Y quién soy.
A veces, cierro los ojos.
Y juego a no ser. (Ibíd., p. 8)
Entre las tensiones que sostiene Marcel Proust contra Sainte-Beuve sobre la crítica literaria, contradice que no hay razón necesaria en penetrar la vida del autor solo para comprender su obra, al contrario, Proust habla y defiende que existen obras, que la mayoría de estas, parten de un yo creador que es distinto al yo que somos en la cotidianeidad: un yo poseído que, enclaustrado en su intimidad ofrece tanto una conversación como una abstracción meditativa de lo que ocurre alrededor, hasta un punto en que lo inverosímil sea celebrado y creíble; también hay una reminiscencia del eco fantasmal que retumba, como hiciera el Sr. Keating (Robin Williams) al suspirar Caaaarpeeee diiieeem por detrás de sus alumnos que miran fijamente las fotografías de generaciones en la vitrina.
ENTRE
Entre yo y la que escribe hay un muro.
Sobre el muro una sombra que imita mi voz.
En la sombra hay un hueco.
En el hueco, sangre.
Salto desde el borde del muro
a la roja piscina. (Ibíd., p. 22)
Al menos una vez en la vida quisimos sentir algún conocido o nosotros mismos, al menos un instante, reflejados en algún personaje de novela, héroe o villano; el yo poético. La neurología da cuenta que dentro de nuestro cerebro hay un tipo de neuronas espejo o especulares que nos permiten interpretar e imitar, al mismo tiempo que relacionarnos con lo percibido a través de la empatía. Por consecuencia, leer da más beneficios que solo mejoras lingüísticas y ortográficas, se potencia el ver a los demás, así como a uno mismo, haciendo que ocasiones, ser (parte de la) legión se vuelve una sensación más desoladora que la propia soledad ¿Quiénes somos al escribir, peor aún, cuando leemos?
KUSANAGI
Por acá, hay mucho yo dices.
Pero hasta hoy no he sido yo
sino un reflejo.
Un espejo
en que deforme, buscas
tus fantasmas y tu cara.
Estoy ahora sin nombre bajo el cielo gris.
Envuelta en la lluvia de señales eléctricas
y ruido blanco en la piel.
Increada en el corazón de los átomos:
espirales de números tras de mis ojos
de acero. (Ibíd., p. 40)
Alguna vez hablando con Eglae, amiga primero, y compañera de andanzas literarias después, me compartió un sentir –que desde entonces también me apropié– del escritor Héctor Cisneros Vázquez, con quien tomó un diplomado, que le dejó en una carta. Dice “la literatura no sirve para nada, sino para hacer amigos”. Puede que no conozca jamás a Alexis, puede que me equivoque; lo mismo con Ana K., a pesar de ello después de cada relectura hay más certeza de que su compañía se hace tanto también complicidad, misma que me acompaña cuando escribo esto o lo que venga de aquí en adelante. El éxito de un buen texto queda patente cuanto más puede hacerse presente la experiencia descrita en los caracteres.
A lo largo del Cuaderno de palabras… sucede que Ana K. se disolvió entre páginas y a partir de ellas forma un holograma que de pronto aparece y desaparece, a medida que van y vienen las páginas a cuenta de no saber si fue real o es mero artificio de Alexis Figueroa, compilador/editor, para jugar con la mente del lector. Aun si fuese lo último, Ana K. se siente tan real porque a su vez está hecha en imagen y semejanza de su creador y de los reflejos con quien se encontró antes y durante su creación, así como ocurre de pronto con algunas maravillas tétricas con la reciente inclusión y desarrollo de las inteligencias artificiales, especialmente la web https://thispersondoesnotexist.com/, donde una serie de algoritmos en dos redes neuronales generan rostros humanos, en apariencia reales, pero que en sí son inexistentes.
Bien concluye el poemario con los primeros versos: “Tú nunca estarás sola / los monstruos de los demás son tus amigos.” (Ibíd., p. 56) Dando cuenta que tanto en el quehacer de la literatura: leer y escribir, hay un acompañamiento que moldea la identidad a la vez que suelta ciertas nociones que permitan a quien viene, adentrarse a algo más allá de su propio momento. “Tú nunca estarás sola. / Los monstruos de los demás son tus amigos. Y todas las noches los acoges en tu sueño. Y luego los envías confundidos, trajeados rostros sin sangre ni saliva / a visitar los suyos” (Ibíd., págs. 56-57).
Estamos tan cerca de quienes leemos; aunque sea ficción, algo hay de real en ellos. Así como el hecho de que mientras escribo esto. Digo que escribo, cuando en realidad solo provoco una reacción al teclado que hace aparecer las palabras en una pantalla, pero si algo fallara, todo esto se perdería. Podría recordar algunas cosas y contárselas a quien primero se me cruce por el camino y le interesarían, quizá no. Por las dudas le diré que todo esto me lo dijo un pajarito o un pez; un perro, una muñeca. Mejor un fantasma, sí, a todos les carcome la curiosidad de saber qué tiene que decir el más allá, siendo que dicho plano no es tan alejado de lo más acá. Me queda en la boca el sabor de que ninguna palabra es total, si así lo fuera, ¿qué haríamos con tanto papel en blanco? Por más que no lo parezca, hablamos, escribimos, somos hasta por los codos.
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Fuentes
Figueroa A., Alexis (2021) Edición anotada del cuaderno de palabras de Ana K. Chile: Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura-Fondo de Emergencia Transitorio-Ediciones Cinosargo y Los pájaros (Dibujos, libros, et al.).