Foto: @pauloslachevsky
Poema a una joven reclusa y otros poemas
Poema a una joven reclusa.
Estoy amainando cada caricia que falta
esos espacios eternos arremolinados entre las calles
porque tú estás presa
y nosotros acá estamos presos
y el pavimento se vuelve una costumbre
por las muchedumbres
entre las cuales no bailas
ni te encapuchas
ni tiras escupos
contagiados de libertad.
*
La Primera.
Siento sol, clamor empujando saliva en las mismas piedras arrojadas desde el palco de la calle, gritar y desventurar injusticias revolviendo entrañas entre poleras bufandas, consternación, urgencia, mundo inevitable, universo institucional al borde del colapso.
Parodia de la muerte sentida hasta que se enfrenta, empuja, sobresale de la luna protectora, levanta un escudo lleno de agujeros y ministro mediante, salva un balín de un ojo, o de un brazo, de un diente.
Sometemos nuestra ternura a quienes apoyan el esfuerzo del avance, cada mano es un lienzo en el mural de Santiago, cada mirada fija prima por justicia, se vuelve un relato propio, afilados en la venida de la caballería odiosa de las sanguijuelas suculentas.
Conocemos la belleza de la piedra arrojada, su golpe triunfal contra un escudo o una mandíbula dura de cocaína, momento libertario en que llega el terror a los ojos del terror, sin que medie hecho controlable, estallar una boca de dientes afilados y amarillos, asquerosos, putrefactos.
Nos debemos a esos momentos, molotov explotando violentamente contra el parabrisas de un zorrillo, arrojando su memoria de fuego sobre el animal herido, huye aterrorizado por una valentía nacida del conocimiento histórico, de la temeraria mano joven experimentada en tomar las decisiones por su propia cuenta.
Encerrona, vuelta y vuelta. Nuestros cuerpos blancos abiertos de cielo entero para el inútil aniquilador error de ebrios malditos que nos ametralla con sus escopetas fabricadas en las manos de un pobre también asesinado en cada acto del percutor.
Cobramos, devolvemos piedras, dedos, moretones, sedientos de odio, peor prosa maldita, fuegos artificiales encadenados, ondas neumáticas, rodamientos filiales, petardos, gloriosos seres inventados para la diversión, ajustados a nuestro estado de defensa popular.
Nadie va a vencer, relato sin línea, nuestro en la primera. Se deben a un pequeño momento triste de una democracia inerte, sucia, en la mano negra del capital, en cambio, somos el reflejo de lo que ustedes no quieren ver.
De sus mismas manos cae la sequía que nos alimenta y nuestra sed viene con ganas de tomarse una revancha histórica.
*
Estamos en esta, desde siempre.
Las fronteras me ríen como si fuesen dolores causados por la soledad menos apática o la más sensible, o el retraso concurrido de una nostalgia agotada y perdida, sin norte, ni abajo o azul.
Me poseo en ese instante como una fecunda canción de cuna.
Mis coquetas pestañas ya no ríen por el miedo causado.
Vengan de a uno queridos enemigos, evoquen en sus palabras, en sus riñas, en su supuesta falta de entendimiento y capacidad de diálogo, un atentado propio a la catedral de inseguridades.
Soy en este sentido su sobremesa, el cuartel saqueado, la inquietud depositaria de todas las canciones infantiles que me remiten a tiempos donde fui pequeño.
Soy la luna que escribe sus versos cansada de ver tanta sangre acumulada al borde de sus pómulos caídos de angustia, de sus horribles canillas frágiles y huesudas, por el miedo, la simple promesa, el corazón abierto o la conquista de un pan pasado de moda, aún no cubierto.
Soy el día que no ha llegado y que todos esperan un poco, un cierre abriéndose por las más llamativas justificaciones fiscales, ineptos inútiles que soterran en canciones de fantasmas todos los plenarios y asambleas, solo para concurrir al final de la fiesta con la promesa de un cambio, en verdad, nada.
Soy piedra que se arroja al paco,
Soy tierra de los nudillos rotos,
Soy molotov entre los arbustos,
Soy pies ligeros del combatiente,
Soy manos tiernas de los rescatistas paramédicos,
Soy lluvia de adoquines empapando a la policía,
Soy viento de extintores bloqueando la vista,
Soy barricada que abre la vía,
Soy cemento molido desparramado en las calles,
Soy antiparras protectoras de ojos del pueblo,
Soy mascarillas purificadoras del huracán,
Soy canción sin estrofa de las masas,
Soy conquista cuidadosa del cielo,
Soy hambre saqueadora de supermercados,
Soy lumpen incontenible en su época,
Soy mortaja que rodea a los caídos,
Soy promesa falsa y axioma verdadero,
Soy escudo que blinda la primera línea,
Soy concurrencia sistémica de las fachadas,
Soy injusta decadencia de los humillados,
Soy grito de guerra en las murallas,
Soy espray tintero de desajustes binarios,
Soy certera pedrada del calor de hipócritas,
Soy cansada esperanza de quienes abandonan,
Soy resuelto temor lleno de prismas,
Soy sangre vertida en miradas amenazantes,
Soy masa dedicada a la guerra,
Soy dinamita empotrada en las murallas,
Soy láser atravesando la explanada,
Soy recipiente de laurel y canciones,
Soy conjunción previa en la frágil vida.