“Querer escapar de la tradición literaria es completamente iluso” - Carcaj.cl
18 de abril 2013

“Querer escapar de la tradición literaria es completamente iluso”

Entrevista a Óscar Hahn. LOM ediciones acaba de publicar“Óscar Hahn – Poesía completa”, obra que reúne todo su trabajo literario desde “Esta rosa negra” (1961) a “La primera oscuridad” (2011). Desde el plano de la crítica e interpretación literaria, una publicación como ésta sugiere la búsqueda de diferencias, similitudes y/o rupturas entre una obra y otra. Hablar incluso, de “obra reunida”, motiva hacia la exploración de un discurso o intención suprema que permita entender aún más al autor. El siguiente es un cuestionario, acaso una de las entrevistas más recientes y completas a OH.

-Frente a este panorama, si evalúas tu proceso creativo, ¿existen momentos donde surjan diferencias, similitudes, posibles rupturas y/o diálogos entre tu poesía?

Difícil pregunta, porque no es cómodo que el poeta se ponga a interpretar o analizar su propia obra.  Es fácil confundir lo que uno quiso hacer con lo que realmente hizo. Lo único que tengo claro es que nunca tuve intenciones de nada, ni supremas ni de otro tipo. Los poemas iban saliendo, uno tras otro, y cuando dejaban de salir y se producía un silencio prolongado, significaba que ese ciclo se cerraba y que había un libro. El caso más claro sería el de Mal de amor. Nunca me propuse escribir un libro de poemas de amor. En algún punto me di cuenta de que era así. Edgar Allan Poe tiene un ensayo en el que describe detalladamente su plan para escribir el “El cuervo”, desde la elección del tema hasta por qué eligió un cuervo y no otro pájaro.  Yo jamás podría hacer eso a priori. Puedo leer el poema después, como cualquier lector, y ver qué hay ahí, y eso es todo.  Ahora, lo que podría decirte es que los dos temas fundamentales de mi poesía, el amor y la muerte, se han mantenido desde el primero hasta el último libro y que en el plano formal he ido de un lenguaje que podríamos llamar barroco a una expresión exenta de figuras retóricas evidentes; más “limpias”, por así decirlo. Y desde luego veo que el tema fantástico fue ganando terreno y que en mi último libro se va acercando bastante a la ciencia-ficción.

 

 

-Al pensar en tu trabajo como ensayista, antologador y docente uno puede apreciar evidentemente un gusto y estudio sobre la literatura fantástica ¿De qué manera crees que se relaciona esta estética, modalidad literaria o manera de concebir la literatura (lo fantástico) con tu poesía?

Hay una relación muy fuerte. Creo no equivocarme si digo que en las dos últimas décadas la mayor influencia que he recibido no viene de la poesía, sino de la literatura fantástica. Es algo que se vino gestando desde niño, a través de las historias de fantasmas y aparecidos que me contaba una nana todas las noches,  cuando tenía 9 o 10 años. Después supe que en realidad eran leyendas tradicionales, pero ella siempre ponía como protagonistas a sus hermanos y las escenificaba en las oficinas salitreras del norte donde habían vivido. Eso de situarlas en un contexto real, incluso familiar, era aún más inquietante para mí. En la adolescencia empecé a leer cuentos fantásticos y muchos años después, cuando llegué como profesor a la Universidad de Iowa, ofrecí un curso sobre ese género durante mucho tiempo. Lo que significó más y más lecturas de narrativa fantástica de diversas culturas. Eventualmente, todo eso fue a parar a mi poesía.  Como en las historias de mi nana, en mis poemas siempre lo fantástico irrumpe en un contexto realista.  Tanto es así, que por llamar de alguna manera a esta modalidad de mi escritura, la denominé “realismo fantástico”. No tiene nada que ver, eso sí, con lo que se conoce como “realismo mágico”. En el realismo mágico lo sobrenatural es una certeza; en el realismo fantástico lo sobrenatural es un misterio.

 

 

-Dentro de la crítica y prensa nacional e internacional surge como tema de interés el diálogo que planteas con la tradición literaria, sin embargo, en algunas entrevistas has planteado que la tradición para ti traspasa los planos literarios. Bajo esta perspectiva, ¿cómo nace esta relación constante entre la tradición y tu escritura? ¿Y qué grado de implicancia tiene la tradición en tu vida?

Querer escapar de la tradición literaria es completamente iluso. Se puede esconder, se puede disimular, se puede disfrazar, pero tarde o temprano se nota. Nadie entra en la actividad literaria desde la nada. Creo haberlo demostrado en mi estudio sobre “Altazor”, que es considerado el poema más vanguardista de nuestra lengua, el más anti-tradición, y sin embargo, hasta el culto a la Virgen María está presente en ese poema.  Cosa muy distinta es tener una actitud servil hacia la tradición, quedarse pegado en ella sin utilizarla como pista para emprender el vuelo, o sea, sin proyectarse hacia el presente o hacia el futuro. Jean Cocteau lo dijo de manera inmejorable: “Bien canta el poeta cuando canta posado en su árbol genealógico”. Ahora en mi caso personal, y ya que me pides hablar de mi propia experiencia, existe un ejemplo ilustrativo.  Hay un poema mío que se llama “Gladiolos junto al mar”. Es un soneto y tiene un andamiaje gongorino. O sea, tradición más tradición.  Pero la clave está en lo que dijo de él Enrique Lihn: “Es un poema gongorino, pero no podría haber sido escrito por Góngora”. Es decir, aquello que no podría haber sido escrito por Góngora, aquello que le da un sello personal al poema, es una determinada visión que corresponde a la estética y al  pensamiento de un individuo del siglo XX y no del siglo XVII. Lo que estoy diciendo tiene que ver con la literatura, no con la vida. En la vida real las cosas funcionan de otra manera. En las comunidades o en las familias la tradición se actualiza a través de la práctica de ciertos ritos. Pero más que de eso, prefiero hablar de valores, valores que un día fueron y que ahora están desvalorizados y son repudiables, y sobre todo hablar de nuevos valores que están dirigidos a respetar al ser humano sin discriminaciones ni abusos de ningún tipo. Los estudiantes han puesto sobre el tapete el tema del lucro en la educación y ahí hay que seguir dando la pelea, pero no hay que olvidarse de los increíbles abusos que existen en el ámbito de la salud: clínicas, médicos, farmacias, laboratorios, que practican un culto desenfrenado al lucro y sobre lo cual se habla mucho y se hace muy poco. Lucrar a costa de los que sufren es una de las cosas más abominables en las que uno podría pensar.

 

Hay un punto de eterna discusión. Y es que algunos creen en la existencia concreta del lazo entre la labor creativa y la vida de un autor. Otros, sin embargo, creen que este lazo no existe y la literatura es sencillamente “la representación de un mundo posible”. Si evalúas tu obra literaria ¿crees en la existencia del lazo arte/vida, vida/escritura? Y si es así, ¿qué obra o qué poemas reflejarían concretamente esta condición?

Mira, la literatura se nutre tanto de la vida como de la literatura. Y también de otras manifestaciones como el cine, la pintura, la música y hasta de la televisión. En los poemas uno puede ser el cronista documental de su vida o representarla no en forma explícita, sino metafórica o simbólicamente. Y por cierto a veces surge más del deseo que de la realidad. Pero fíjate que también pueden aparecer elementos biográficos que uno ignora que lo son hasta que alguien te lo dice. Me pasó a mí. En un par de poemas míos aparece la imagen de unos gatos quemados. Yo pensé que eran pura imaginación, hasta que un día mi mamá me contó que cuando yo tenía unos 3 años pasé con ella frente a una casa incendiada y que me puse a llorar cuando vi que unos gatos quemados estaban en la vereda. Esto no existía en mi conciencia para nada. Si ella no me lo dice, jamás lo habría sabido. Pero también ocurren cosas raras. Por ejemplo mi poema “La muerte es una buena maestra”. Ahí aparece una experiencia que el protagonista tiene en un hospital a raíz de un infarto. ¿Qué tiene de raro? Que eso mismo me ocurrió a mí algunos meses después de que escribí el poema y no antes. Así que la relación arte / vida no es tan simple como se cree.

 

¿Resultó importante para tu proceso creativo la formación como docente y tu labor pedagógica en Iowa y en Chile?

Sin duda. La labor docente no consiste en que un señor se pare frente a una clase y se ponga a pontificar mediante un monólogo interminable, sin permitirles a los estudiantes decir nada. Para mí el diálogo profesor-alumno es fundamental. Y fue justamente a través de ese diálogo como yo aprendí muchas cosas de mis estudiantes. Por así decirlo, siempre me fueron poniendo al día, no sólo con respecto a lo que estaba pasando en sus propias vidas juveniles y a cuáles eran sus intereses, sino sobre todo acerca de nuevas formas de mirar el mundo. Y lo notable es esto: que los asistentes a las clases siempre se iban renovando. Había un ir y venir de jóvenes, así que era difícil que uno se quedara atrás.  ¿Influyó esto en mi poesía? Yo creo que sí. Es feo que uno hable de sus supuestos méritos, pero una de las cosas que me agradan es cuando me dicen que mis poemas actuales se ven tan frescos como los que escribí cuando era joven. Si es así, eso se lo debo más que nada a mis alumnos, ya que he sido profesor más de 50 años.

Siempre me ha llamado la atención una serie de imágenes y conceptos que aparecen frecuentemente en tu obra. Parte de ellos son la imagen del fantasma, la sábana, el pasado, la muerte y la mujer ¿Por qué surgen estos temas en tu poética y qué representan dentro de ella?

Afortunadamente no sé por qué. Si lo supiera, quizás me pondría a incluir esas imágenes o conceptos o temas deliberadamente y la manipulación se notaría. Después de que surgen de manera espontánea las primeras palabras, que yo llamo “apariciones”, dejo que los versos siguientes se vayan deslizando solos por el cauce que va apareciendo.  Voy dejando que el poema mismo me diga quién es él. Una vez que me lo dice, trato de completar los otros rasgos que dibujan su rostro.  Y eso es todo.

 

 

¿Qué significa para ti la publicación del libro “Óscar Hahn–poesía completa” por LOM ediciones?

Desde luego un gran hito en la trayectoria de mis publicaciones. LOM es una editorial que me apoyó desde el principio y que ha publicado una gran cantidad de títulos míos. Con este libro hicieron un trabajo estupendo. Cuidaron cada detalle y utilizaron materiales de mucha calidad y un diseño sobrio pero contundente, además de la impecable impresión. Me siento privilegiado con esta publicación de mis amigos de LOM. Y, ojo, ellos no sabían si el autor recibiría el Premio Nacional o no, pero igual trabajaron con entusiasmo y dedicación en mi Poesía completa. Que apareciera poco después del anuncio del premio fue una feliz coincidencia.

 

 

Respecto a tu presente, ¿qué nos puedes decir sobre el premio nacional de literatura 2012 dónde recibiste la mención? ¿Cómo recibiste la noticia? ¿Cuáles fueron las ideas que surgieron en esos momentos?

Yo te diría que para muchos escritores chilenos esto del Premio Nacional ha terminado siendo una especie de bacalao que uno anda cargando. Hasta que gana y se saca el bacalao de encima. Así que para mí fue un alivio. A veces me sentía como esos tipos algo mayorcitos que todavía no se han casado, porque no se les da la gana o por la razón que sea, y a quienes las tías apremian preguntándoles: “¿Y usted, mijito, por qué no se ha casado todavía?”. Sucede que a donde iba me preguntaban: “¿Y por qué no le han dado el Premio todavía?”. A mí me sonaba casi como un reproche. Hasta me sentía medio culpable. La tortura duró hasta el mismo día del anuncio. Estaba en mi departamento. A los postulantes nos pidieron que entre las 3 y la 5 de la tarde nos ubicáramos cerca de un teléfono, esperando la llamada del Ministro Harald Beyer.  Podía llamar o podía no llamar, procedimiento en realidad algo cruel, así que cuando llamó me sentí liberado.

 

¿Qué significado y grado de importancia tienen para ti los concursos y premios literarios? ¿Crees que son fundamentales para establecer una especie de paradigma que defina el camino exitoso de un escritor?

Son importantes en el sentido de que implican un reconocimiento y un estímulo. Todo el mundo, por modesta que sea su labor, necesita ser reconocido alguna vez. El problema no es ese; el problema es que no son una garantía con respecto a la calidad de la obra.  De hecho hay escritores mediocres que han obtenido galardones de categoría. Basta con mirar la lista de Premios Nobel para convencerse y también la de los Premios Nacionales. Pero también está el reverso de la moneda. No ser premiado tampoco significa que la obra de un autor no valga. Injusticias se cometen y se seguirán cometiendo.

 

¿Cuál es tu opinión sobre la Feria Internacional del libro del año 2012 realizadas en Santiago de Chile y Guadalajara, México? ¿Qué te pareció que en la feria de Guadalajara sea Chile el país invitado? ¿Existió una real preocupación por la difusión literaria del país invitado o simplemente se acudió a los referentes regulares y previamente conocidos?

Paso.

 

Hablando finalmente del porvenir ¿Hay algún proyecto literario en mente? ¿Viene en camino un nuevo libro? ¿Alguna pronta publicación o en caso contrario, es momento de una pausa creativa?

No, no estoy en ninguna pausa creativa. Pensé que después de la publicación de La primera oscuridad en 2011 iba a parar por un tiempo, pero nada. Lentamente empezaron a presentarse otros poemas. Actualmente tengo 22 inéditos. Cuando tenga unos 40 veré si lo que tengo en mis manos es un libro o si todavía falta. Y como te decía antes, aún no tengo claro cuál es la idea poética motriz que gobierna a esos poemas. Lo otro son las traducciones. Acaba de aparecer una segunda antología mía en alemán y un libro en italiano que se presentará en mayo en la Feria de Turín. Además están las reediciones y antologías, y un volumen que reune mis columnas de El Mercurio y los artículos dispersos en diarios y revistas.

Oscar Hahn, marzo de 2013.

Entrevista del colaborador Pablo Lacroix.


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