Quimera: cuando el verbo se hace carne – Carcaj.cl

Imagen de la pelicula (intervenida)

17 de marzo 2025

Quimera: cuando el verbo se hace carne

«Mirar el lenguaje de cerca y pensar que la cercanía es suficiente.» 

Julieta Marchant

Muy a mi pesar, con el luto que amerita para una persona que disfruta el cine fome, no pude ir nuevamente al FICValdivia ni a FIDOCS. Esto no significa para nada que intente estar al tanto de las novedades que se imparten o de las películas que pudieran parecer interesantes. Mientras me encontraba bajo el flujo inabarcable de imágenes en mi celular, me percato de un ojo blanco y negro, tal cual como las películas que me gustan. Sinceramente, al momento de ver la sinopsis, el cortometraje no me pareció llamativo, pero justamente el lenguaje, cuando debe hacer la bajada a lo visual, siempre resulta incompleto, una cuestión bífida que amerita siempre una apertura del gesto visual y la interpretación, quizás por eso Pasolini optó al final por esta semiología del ojo.

El cortometraje experimental realizado por Martín André y Gael Jara desemboca en un lenguaje visual subjetivo en el viaje de una persona que se entera sobre el carné no binario en Chile. Lo más interesante es la manera alquímica que tiene el relato al establecer una crítica sobre las formas burocráticas que tiene el estado de al momento de la identificación de sujetes. Es llamativo cómo utilizan los elementos bajo una cartografía de distintos matices cinematográficos. Puedo fácilmente decir que el cortometraje realiza un devaneo sobre lo que implica el cambio de nombre y el proceso de la identificación con una mirada personal, pero que los mismos documentos desembocan en una taxonomía material otorgando una bajada a la realidad que no se recubre con lo hablado. Lo anterior, hace sentido justamente por su título: Quimera, ser mitológico que bifurca en lo binario, pero este corto no es un binarismo de género, sino de los procesos que conlleva el viaje de este sujete. Vale decir los papeles, los mandatos, la justicia, la sociedad versus la identificación y la búsqueda de representación. 

Se refleja de una manera Quimerica-alquímica resultando en el aborto de un homúnculo lamentado por el mismo gramaje visual y cada espesor pixelado. Otorgando una perspectiva onírica e intertextual que se hace notar con una cámara centrada en fijar lo que importaría para le sujete que relata. 

El elemento sonoro, dado lo anterior, cumple un rol fundamental, no solo porque, en un principio pareciera ser que la voz representaría un elemento innecesario. En especial cuando en un cortometraje experimental nos importaría más lo que intertextualmente se nos da, sino porque, la voz, que comienza a gestarse —junto con imágenes en movimiento superpuestas en pliegues creadores de un individuo—, otorgan la justificación de esa voz, nos aterriza, nos calma entre la vorágine de imágenes que se superponen. Esto se suma con el sonido del metro, pero, como ya se ha dicho anteriormente, el sonido de la creación deviene en este cuerpo sin órganos, pero con un sonido de dobleces entre lo visceral-cartílago y celulosa. 

Se me hace inevitable no pensar en la gran frase que Deleuze citaba de Spinoza: “nadie sabe lo que puede un cuerpo”, quizás, solo quizás, el elemento andrógino de la mano plegándose en base a coágulos carmesíes demuestra cuán difícil y personal resulta ser el proceso solo para que una institución te avale el nombre-género y se transforme en una consideración legal. Que en el carné ya no aparezca esa molestosa “M” y simplemente la formación de este ser se manifieste en un cuerpo sin órganos. Me es inevitable pensar en esto, en pinturas que el mismo Bacon daba en estos retratos donde la emocionalidad se expresaba completamente no importando el rostro. 

Quimera es un cortometraje que amerita el reconocimiento que tuvo en aras del evento de FICValdivia, la única recomendación quizás es que estos reconocimientos no significan nada más que el resultado de la creación catastrófica. Siempre temo porque, una vez los premios se reciben, la calidad siempre se repite. Yo solo espero que les directores sigan siendo creadores e intenten conformar espacios de intersubjetividad cada vez más potentes, a riesgo de que obviamente los espectadores sean cada vez menos, pero intuyo que su intención no es la visibilidad, sino la creación por sí misma, tema que se valora en momentos en donde el dinero es el que apremia y no el atrevimiento de nuevos enfoques, cuestión que si se realiza en este cortometraje. 

Alexej Bilz

Estudiante de licenciaturas en filosofía y estética. Le gusta el cine y el pensamiento de Walter Benjamin

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