Foto: Paulo Slachevsky
Ráfagas de Octubre o 12 balas por segundo
1.
Febril, remota, abigarrada.
Llevo el cuerpo sucio hace días,
años ya, vidas perennes.
Garganta que no tengo,
menos cuerdas ni vocales.
Gritado todos estos días
que va a caer y caerá,
cuando solo yo me caigo.
Balines en la espalda, hematomas.
Cyborg de mí, la que me hicieron.
Yo, que fui siempre más piedra que metal,
arrastro ahora un cuerpo de plomo,
que oigo por dentro,
cancerígeno oasis, devorarme.
2.
Tras la ventana rota de mi pieza
la bala jalada
ovoide o convoy militar
un pájaro resollando
junto a su nido
últimos estertores que agonizan
entre lumas y jaurías.
3.
Araucanizar Chile fue lo primero:
Dar el sustrato para que la tierra inhiba,
desencapotar el cielo
para pruebas de drones y avanzadas.
Pailahuequizar Santiago
de sur a norte. Conejillos de indias,
para alimentar a los perros.
Hablamos demasiado
de prepararnos para cuando esto viniera.
Sabíamos llegaría,
y aún con todo,
nos pilló volando bajo.
Para cuando nos cayó la teja
en la isla de la cara,
cuenta nos dimos
que todas las tejas, eran ya verdes.
4.
Decían que nadie creyó
la chispa arder;
que el grito inflamara
y la respuesta en plomo,
que la huella del fuego
fuera el incendio mismo,
y la olla a presión una metáfora.
Tan acostumbrados como estaban
a decirlo todo, sin contratiempos,
en infatigable algazara
de horrores parloteando,
que no escucharon nunca el aire bullir.
5.
Ahora dicen
que no se oyen las ráfagas desde el casino,
que torobayo es una taza de leche,
y el silencio absoluto existe.
Pero las ánimas, neruda, norte grande,
mirasol, plaza italia, ruta 5.
Siempre fuiste quiriquina, talcahuano.
Ojos que no ven, por balines mutilados.
6.
Hace siete años
que no me apuntaban con un arma.
Ambas oficiales, ayer y ahora.
Supe aquella vez que no sería la última.
Algo, acaso alguien, en la barriga,
me lo dijo.
Toda la vida pendiendo
de un dedo nervioso,
por donde no pasa el tiempo.
Cierro los ojos, como encomendándome.
Exige la muerte no verle.
Estoy en tus manos ahora, matarife asesino matador.
7.
El poema como puzle,
se arma como la historia.
8.
Demandan renuncia en internet;
rueden cabezas
para la barricada virtual.
Michis, ministro sándwich,
Jachtag ce te eme.
La realidad a pulso.
Todo puede continuar igual,
temo.
9.
Se hunde la bolsa
un punto porcentual
por el peso de cada glóbulo arrebatado.
Pensaba que la economía
funcionaba a la inversa.
Antes, por cada oreja yagana presentada,
se disparaba la bolsa,
punto por vez.
10.
Veo a Juan Bosch
pasearse por Los Molinos.
Los pescadores lo saludan,
le ofrecen anchoveta,
ponche de erizos a la vuelta,
cuando baje la marea.
¿Cómo acabará esta ofensiva?,
le preguntan.
Lleva un manojo de llaves,
por única cabeza.
11.
No vayamos a pedirle
peras al olmo.
No vayamos jamás
a abrazar sus fusiles.
Para el escarnio público,
toda la prensa.
Suficiente tenemos
con hacernos vivir.
12.
Y cuando esto acabe,
¿podremos volver a la normalidad;
subirse a la micro,
sacarnos selfis y puntos negros de la cara,
escuchar expertos en esto o lo otro,
festivales de cine poesía canibalismo, podremos?
Y cuando todo esto acabe,
y quede el pueblo livianito
por las centenas de miembros
sustraídos a su haber,
tras la gran protesta de octubre sucedida,
¿me acompañarás al mol a comprarme zapatillas?
¿suscribiremos informes
como polizas seguros de vida cesantía?
¿nos juntaremos a leer el horóscopo vez por semana?
¿irás al cine rápido y furioso IX
te ve ene en cartelera copa XXV?
¿estaremos juntos para la próxima operación deyse?
¿volverán las oscuras golondrinas
de enel ardiendo
a cobrarnos los megawatios
que nos gastamos saboteando?
¿Habrá f(r)una posible para los asesinos del mes?
¿O serán pasillos de abarrotes
los cadáveres colgando?
Miedo el que tengo de antemano
a lo luego, alejándose,
a cuando esto acabe.