[Sorgo y acero:] 2. DESARROLLO – (1era parte) - Carcaj.cl
10 de mayo 2021

[Sorgo y acero:] 2. DESARROLLO – (1era parte)

por Chuang (闯). Traducido por Harijan Fernández

Cuarta entrega de una serie de traducciones de textos escritos por el colectivo Chuang, que irán apareciendo durante los proximos meses en Carcaj. Para ver los otros textos, aprieta acá.

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2. DESARROLLO
[1a parte]

Nacionalización temprana:

La creación de China como una entidad económica tendría lugar en una serie de etapas anidadas, las cuales culminarían en la colectivización del campo y la nacionalización de las ciudades. Una vez completada, la agricultura colectivizada y la industria nacionalizada se volverían las semillas básicas de desarrollo para el crecimiento de la economía nacional. En la mitología de la era, estas instituciones serían átomos que compondrían el nuevo tipo de Estado, tanto comunal como extensivo. Idealmente, ellas formarían unidades de administración relativamente consistentes, receptivas tanto a las iniciativas locales como a la planificación desde arriba hacia abajo. Sin embargo en la realidad se transformarían en nodos autárquicos incosistentes en una red de producción altamente desigual.

La nacionalización de las ciudades originalmente se completaría en cinco etapas. La primera era la captura del así llamado “capital burocrático” y la empresa extranjera. Esto fue en gran parte completado en el noreste con la adquisición de la infrastructura del GMD de construcción japonesa. Estas se consideraron “empresas de monopolio estatal” y ellas seguirían siendo el corazón del nuevo sector de la nueva industria pesada china. 

En 1949 mucho antes del Primer Plan Quinquenal, “las industrias estatales del nuevo régimen representaban el 41.3% de la producción bruta de las grandes industrias modernas chinas”. El nuevo sector estatal, dirigido por el PCCh, “era dueño del 58% de los recursos eléctricos del país, el 68% de la producción de carbón, 92% del arrabio, 97% del acero, 68% del cemento, 53% del hilo de algodón. También controlaba todas las vías férreas, la mayor parte de las comunicaciones modernas y transporte, y la mayor parte de los negocios bancarios y el comercio doméstico y exterior”[1]

Pero estas empresas, pese a estar bajo monopolio estatal, todavía estaban enyugadas a los imperativos capitalistas de la acumulación de valor, y fueron por lo tanto entendidas como “capitalismo de Estado”, en lugar de “socialistas”. Sin embargo, la estrategia conciliatoria de la Nueva Democracia de controlar y finalmente restringir la transición al capitalismo fue esencialmente saltada en el noreste.

En las ciudades portuarias muchas empresas igualmente grandes no fueron inmediatamente nacionalizadas. Incluso a las empresas de propiedad de capitalistas extranjeros se les permitió seguir en operación. Sobre la marcha, las restricciones a sociedades de propiedad Estadounidense, Británica y Francesa fueron gradualmente aumentando a través de impuestos y decretos “según los cuales los trabajadores chinos no podían ser despedidos”. Esto esencialmente forzó a las empresas de inversionistas extranjeros a continuar “derramando dinero hacia China para mantener las empresas a flote en lugar de cosechar ganancias”. Debido a esto, el valor de las acciones de estas empresas en las bolsas extranjeras languidecieron hasta ser prácticamente carentes de valor, y sucedió que o solicitaron el cierre de las empresas buscando recuperar cualquier capital fijo que el PCCh permitiera, o simplemente abandonaron sus propiedades a los comunistas.[2]

Después de esta transferencia de capital “burocrática”, las siguientes etapas de la nacionalización eran: “(2) nacionalización del sistema bancario; (3) transferencia de las empresas privadas y fábricas (4) cooperativización de las artesanías y ambulantes; y (5) el establecimiento de comunas urbanas”[3]. La etapa dos se pasó rápidamente. La nacionalización de los bancos comenzó inmediatamente después de completar la Guerra Civil y conllevó la liquidación masiva de la mayor parte de los “446 bancos privados en seis de las ciudades chinas más grandes”, en que el Estado retiró todos los fondos públicos de las instituciones financieras privadas transfiriéndolas al Banco del Pueblo. En menos de un año, “233 bancos, constituyendo el 52% del total, fueron cerrados”. Los que quedaron rápidamente se fusionaron en operaciones “conjuntas” mayores, que eran en realidad unidades administrativas del banco central. La nacionalización del sistema bancario estaba completa en 1952.[4]

La tercera y cuarta parta de la nacionalización -la transferencia de las empresas privadas y las fábricas- fueron las que más se extendieron y también las más cruciales. La nacionalización de las empresas privadas “involucraba tres millones de empresas privadas y fábricas, y afectó directamente una población urbana de setenta millones”,[5] básicamente reestructurando la organización industrial de todas las ciudades chinas más grandes, aunque las grandes ciudades portuarias orientadas al comercio fueron las más afectadas. Esta fue también la fase de nacionalización que apuntó a restringir y finalmente detener la transición al capitalismo desatada en el período de la Nueva Democracia, ya que apuntaba a las empresas privadas más grandes que se percibían como la vanguardia de esta transición.

Las empresas privadas pasaron de cumplir contratos estatales a convertirse en empresas oficialmente conjuntas (estatales-privadas), en las cuales la producción ya no estaba guiada por contratos sino por metas planeadas de modo estatal, y la autoridad máxima de la empresa fue transferida desde los inversionistas y propietarios hacia el Estado. Los pedidos del gobierno como porcentaje de la producción privada industrial total subió de un mero 12% en 1949 a un 82% en 1955. Para suavizar la reacción de los antiguos dueños de estas empresas, el Estado accedió a un reembolso en base a una tasa  de interés fija a los ingresos futuros de estas empresas.[6]

En empresas comerciales privadas (aquellas especializadas en la distribución de bienes) la transformación fue más lenta. Alcanzar las metas productivas era suficientemente fácil, pero reemplazar las estructuras complejas de mercado creadas por empresas dedicadas a la búsqueda de valor por un sistema de distribución funcional de dirección estatal era una tarea enteramente diferente. Como hemos visto, donde se pusieron a prueba las redes comerciales de planificación estatal fue en el campo y el noreste. Pero no fue sino hasta 1953 que el Estado comenzó a transformar el comercio mayorista en un “comercio de Estado”, incluso ahí transfiriendo solo las empresas privadas más grandes a propiedad estatal, reteniendo los mismos mercaderes y empleados, cada uno haciendo en gran medida el mismo trabajo de antes.

Mientras la tercera etapa de nacionalización veía una reestructuración completa de la mayoría de la industria urbana grande y mediana, la cuarta etapa apuntaba a una total reinvención de la industria china como tal, partiendo desde sus raíces rurales. En la mayoría de las ciudades chinas y en casi toda su zona rural, la producción estaba dominada por empresas pequeñas. Sueltamente entendidas como “artesanos y ambulantes”, estos pequeños artesanos y minoristas constituían la columna vertebral descentralizada de la producción del día a día china, y eran primarias para la distribución de los bienes básicos a lo largo del interior rural de China. De acuerdo a estadísticas gubernamentales, incluso en 1954 aun había “alrededor de veintiún millones de personas […] dedicados a las artesanías de modo individual y el valor de su producción era alrededor de 9,3 billones de yuan […] representando alrededor del 17,4% de la producción bruta del país”[7] En las artesanías las herramientas y los medios de producción eran de propiedad de los productores individuales.

Se incentivaba a los artesanos individuales a unirse en “pequeños grupos de abastecimiento y comercialización”, luego “cooperativas de abastecimiento y comercialización”, y finalmente “cooperativas de productores”, todos estos entregarían pedidos para los establecimientos comerciales estatales. En estas cooperativas, los artesanos primero retendrían la propiedad legal de sus herramientas y productos, luego comenzarían a agrupar la mano de obra para obtener materia prima más barata y comercializar los productos, y finalmente agrupar las ganancias para colectivamente manejar las reservas y fondos de bienestar. Esta transformación se extendió desde la era de la Nueva Democracia hasta el inicio del Primer Plan Quinquenal, con un aumento en las membresías de la cooperativas de artesanos de 89.000 en 1949 a 250.000 en 1952. Ya por el final de 1955, este número había aumentado a alrededor de 2,2 millones, pero todavía solo abarcaba el “29% de todos los artesanos en el país”. Finalmente en 1956 fue lanzada una campaña a nivel nacional para organizar sistemáticamente a los artesanos en cooperativas más grandes y la membresía saltó de un 29% de los artesanos al 92% a fines del mismo año”.[8]

Orígenes del Primer Plan Quinquenal:

La realización de la tercera y cuarta etapa de nacionalización socavó todos los mecanismos previos de distribución de bienes, destruyendo tanto los mercados capitalistas modernos como las redes mercantiles regionales (en gran medida rurales) de los artesanos y vendedores ambulantes. Sin que la ley del valor guiara la distribución de los bienes, la locación de la inversión y los movimientos de la gente, el Partido y el nuevo Estado eran vistos como la única fuerza alternativa capaz de una coordinación de gran escala. Como la transición al capitalismo fue intencionalmente retrasada, el Partido dirigió el esqueleto del Estado central para tomar control de las funciones básicas de la producción, iniciando una nueva ronda de desarrollo nacional guiada por la estructura de planificación puesto a prueba en el noreste. Esto comenzó la fusión de Partido y Estado, y es aquí que la estructura de clases de la era socialista comenzó a echar raíces.

En el Noreste inicialmente había habido cautela sobre volverse hacia una planificación económica comprehensiva.  Aunque la planificación era posible, desde antes el liderazgo regional “confiaba en una relación contractual sueltamente coordinada para manejar la economía”[9] hasta 1951. Gao Gang, uno de los líderes regionales del Partido, expresaba considerable desconfianza ante la falta de pericia y disponibilidad de datos estadísticos, como así también hacia los límites absolutos inherentes a la idea misma de un plan nacional. Él mantenía que “nosotros no somos Dios, y nosotros no podemos idear un plan perfecto”.[10]

Sin embargo, tenía una gran confianza en el sistema ruso e hizo de punta de lanza en el esfuerzo de desarrollar una infraestructura de planificación económica más comprehensiva, dirigiendo el Partido regional a colectar estadísticas industriales y a reconfigurar el sistema de administración arriba-abajo para incluir “frecuentes consultas e intercambios de información a varios niveles en la jerarquía” [11], resultando en planes que eran desarrollados de modo centralizado, pero también puestos en línea acorde a lo que las empresas realmente eran capaces de hacer. El trabajo de planificación fue racionalizado con la invención de un sistema de contabilidad estandarizada durante el Nuevo Movimiento de Registros, y la administración fue estandarizada a través de la implementación del “sistema de responsabilidades” y “administración de a un hombre”, que creaba jerarquías entrelazadas encabezadas por el director de la fábrica.

Estos nuevos sistemas, pese a la consulta entre niveles administrativos, no eran suficientes para prevenir las irracionalidades que venían del incentivo a dar reportes falsos sobre los números de producción, todo buscando satisfacer un plan mandatado a distancia. El desperdicio y la ineficiencia se volvieron habituales. Tan temprano como 1951 el liderazgo regional del noreste “comenzó a introducir el enfoque movilizacional, que permitía a los trabajadores participar en la formulación de los planes anuales y la supervisión de su aplicación”[12]. Sin embargo, aún con participación generalizada de los trabajadores entre 1951 y 1953, las horas extra eran comunes, con los trabajadores y las máquinas siendo trabajadas hasta el punto de quiebre. Una mejor infraestructura de planificación racionalizada, incluso una con altos niveles de control directo de los trabajadores no era de ninguna forma una solución para los problemas básicos de tener equipamiento deficiente y una falta de personal capacitado.

En el mismo período fueron ideados un nuevo sistema de sueldos y de entrenamiento técnico, también fue modernizada la maquinaria. Los métodos de organización industrial puestos a prueba en el noreste luego se volverían conocidos como el “Modelo Soviético”, en competencia con el de “Shanghai” o el “Modelo del Sudeste Chino” común en las ciudades portuarias. Pero lo que los académicos a menudo clasifican como el “Modelo Soviético” en realidad cubre dos tendencias alternantes en la organización industrial y manejo de empresas, la primera influenciada por métodos del Alto Estalinismo de campañas de movilización masivas junto a “campañas de producción de choque y supervisión cercana de comités del Partido”, y una segunda tendencia más en línea con los planes quinquenales de la URSS de los años treinta, un método de organización “encapsulado en la gestión de a un hombre” que “en efecto imponía un estricto orden jerárquico y burocrático sobre las empresas que era antitético a los impulsos movilizadores del Alto Estalinismo”[13]. El “Modelo Soviético” construido en el noreste estaba entonces desgarrado de contradicciones, cada tendencia opuesta justificada teóricamente por diferentes períodos de la industrialización rusa.

El experimento no fue basado solo en las teorías prevalecientes de desarrollo industrial no-capitalista extraídos de la URSS, fue construido también con la participación directa de miles de rusos. La provincia del noreste “Solo en Liaoning estaban situados más de la mitad de los proyectos de ayuda soviética y un mínimo de 10.000 y quizás hasta 20.000 expertos soviéticos y consejeros industriales trabajaron en China durante los cincuenta”. Mientras “al menos 80.000 ingenieros chinos, técnicos y personal de investigación avanzada fueron entrenados en la URSS”[14]. Esto ponía a tales técnicos en posiciones de facto de autoridad central, y planteó la pregunta de qué rol debía jugar el PCCh en el espacio de trabajo.

En un principio el comité del Partido de cada empresa permanecía formalmente separado del manejo técnico, encargado principalmente de “supervisar y garantizar” el trabajo. Esto conllevaba liderar campañas de movilización, supervisar la aplicación de políticas, promover las formas relativamente democráticas de administración comunes en tal momento (usualmente en la forma de “una congreso de trabajadores y personal o un comité de manejo de fábrica”), así como supervisar el entrenamiento y las promociones. Los directores de las fábricas a menudo no eran miembros del Partido. Por lo tanto la “gestión unipersonal” nunca fue practicada en su forma más pura, ya que existían varias revisiones de las decisiones del director ejecutivo.

Esto significaba que en lugar de la “gestión unipersonal” dispuesta en los manuales del Partido de la época, la mayor parte de las empresas tenían una estructura dual de poder, dividida entre el Partido y el liderazgo técnico, cada uno hondamente arraigado en la práctica generalizada de autogestión de los trabajadores y cada una ofreciendo su propia forma y nueva forma de movilidad ascendente. La misma teoría de la gestión unipersonal se volvería pronto un punto de discusión mientras el experimento del noreste se extendía al resto del país en 1953.[15] La estructura industrial resultante aunque infundida de varias características soviéticas, rápidamente tomó un carácter propio.

Extendiendo el modelo soviético:

No queriendo deslizarse nuevamente hacia la transición capitalista, muchos vieron las formas centralizadas de planificación económica, la racionalización taylorista y la promoción de la industria pesada por la que abogaban los soviéticos como la única opción factible. El “modelo del noreste chino” aplicado a las industrias de la ciudades portuarias aunque funcional al nivel de las empresas individuales, no había desarrollado un método para coordinación a gran escala, careciendo de mecanismos basados en el valor como los mercados. El noreste ofrecía el único experimento en una dirección aparentemente no capitalista, pese a la general alerta sobre una confianza desmesurada en la teoría soviética, en su ayuda y su pericia técnica.

En 1952, Gao Gang, ya siendo uno de los seis miembros del Concilio Estatal, fue promovido desde el liderazgo regional del Partido del noreste para convertirse en la cabeza de la Comisión de Planificación Estatal, donde se le encargó la responsabilidad de completar el diseño del Primer Plan Quinquenal. El plan estaba pensado para extender las ganancias de las industrias del noreste a nivel nacional, fundando nuevos centros industriales fuera de las ciudades portuarias o Manchuria y tejer al país multinacional fragmentado en un tejido económico unificado y estandarizado.

La infraestructura de planificación estatal fue compuesta por complejos niveles encadenados de ministerios y departamentos, supervisados por el Concilio Estatal o por variantes siempre cambiantes de las comisiones de planificación estatal. La jerarquía de planificación ideal era optimista, por decir lo menos. En realidad, sus eslabones superiores sufrieron cambios administrativos casi constantes a lo largo del Primer Plan Quinquenal, mientras los ministerios y departamentos inferiores fueron encargados de enlazar unidades productivas de innumerables tamaños y estructuras, cada uno usando varias formas de despliegue de mano de obra. Al mismo tiempo se esperaba de estos departamentos que de alguna forma cuantificaran y racionalizaran el volumen productivo de esta miasma industrial. El período fue marcado por “peaks gemelos” de actividad, uno en 1953 y el otro en 1956, en los cuales tal cambio organizacional fue especialmente rápido.[16]

Sin embargo, es discutible si en ciertas regiones el PCCh logró operativizar el “Modelo Soviético”, hasta cierto punto sin precedentes, ya sea en Manchuria o la URSS. Pero esto no significa que podamos tomar la teoría detrás del Modelo Soviético original o sus variantes como descripciones certeras de como funcionaba la industria china. Este es el mayor error existente en la literatura sobre el tema, ya sea laudatorio [17] o crítico[18]. La verdad es que incluso cuando el Modelo Soviético fue ascendente, el despliegue de cualquier modelo tal fue desigual y contradictorio.

Es parcialmente correcto sostener que el Modelo Soviético, con su base en el noreste, estaba en constante competencia con el Modelo del Sureste Chino basado en las ciudades portuarias. Con el tiempo, cada uno transformó al otro, y ambos fueron desafiados y periódicamente revolucionados desde abajo hacia arriba por las revueltas de trabajadores, alcanzando puntos altos a mediados de los cincuenta y tardíos sesenta. Pero incluso este modelo bipolar es demasiado limpio para dar cuenta de las nuevas divisiones que surgieron desde la colisión de estos dos sistemas. Incluso el término “modelo” atribuye demasiada intención al desarrollo de estos sistemas que en realidad fueron adaptaciones azarosas, forjadas desde los materiales disponibles a la mano.

Sin embargo, la división provee un marco trabajable, si entendemos los dos “modelos” como los centros materiales de dos sistemas industriales con distintas gravedades, cada uno empujado a lo largo de una trayectoria propia por su propia inercia, aunque también afectado por el tiraje de su sistema hermano. Estos sistemas tenían centros gravitacionales en sus respectivas ciudades y regiones, pero estos centros podían ejercer un “tiraje” porque operaban a lo largo del campo del “océano” de la China agrícola, desde el cual extraían la plusvalía del grano. La gravedad de estos dos sistemas entonces no es puramente metafórica, sino que tomó forma muy real en la medida en que fue bombeado el grano a los centros industriales.

En el noreste, el centro de gravedad del Modelo Soviético, la herencia de infraestructura industrial pesada de gran escala construida por los japoneses requería administración de alto nivel, divisiones estrictas de labor, colección extensiva de los datos y formas estandarizadas de administración para aplicarse en fábricas y redes logísticas. La afluencia de técnicos rusos y asistencia soviética para la modernización de estas fábricas solo exageró estas características, y el enfoque del partido en este modelo a mediados de la década de 1950 amplificó su gravedad.

Previo a esto, el modelo del Este Chino había sido más dominante como política nacional debido al foco del Partido puesto en reconstruir las ciudades portuarias a través de inversión extranjera. Este modelo había heredado un diverso enrejado de empresas industriales, con muchas sociedades de gran escala flotando en medio de una masa de talleres pequeños y medianos coordinados a través de mercados y redes de linaje, patronazgo y formas más amorfas de fraternidad. También había heredado vestigios más fuertes de la era imperial y del periodo subsecuente de caudillismo, incluyendo las poderosas elites locales, las violentas pandillas callejeras, arcanos gremios de trabajo y millones de buhoneros, artesanos y otras micro-unidades de producción y distribución. Esto requería una administración más sutil, formas de administración localizadas, la capacidad de hacer frente a una fluctuante demanda de labor, el acomodamiento a antiguas tradiciones, la creación de órganos capaces de coordinar la producción entre unidades de variadas formas y estilos, y la simple habilidad de contabilizar lo que se estaba produciendo y lo que no.

El Primer Plan Quinquenal (1953-1957) marcó el ascenso tentativo del Modelo Soviético contra el Modelo del Este Chino que había predominado durante la era de la Nueva Democracia. En términos puramente económicos, el resultado fue una de las fases más profundas y extensas de industrialización jamás vistas. El ingreso nacional se duplicó entre 1949 y 1954 y a más del triple en 1958.[19] Cada año entre 1952 y 1957 vio la producción industrial expandirse a un sorprendente 17%, mientras “prácticamente todos los sectores de la economía se rehabilitaron, y las bases de un crecimiento futuro sostenido fueron establecidas con masivas inversiones en educación y entrenamiento”. Esto hizo posible una “rápida movilidad social, con los campesinos moviéndose a las ciudades y los jóvenes entrando a la universidad”. Muchas décadas después este período sería recordado nostálgicamente como una suerte de edad de oro para la población urbana, marcada por la paz, progreso y prosperidad.[20]

En la asignación de la inversión, el Plan reemplazaba enteramente los incentivos de precio por medidas de “cantidad” decididas por los planificadores mismos en un proceso llamado “planificación de balance material”. Aunque los precios, excedentes, sueldos, bancos y dinero todavía existían nominalmente, “el sistema financiero era pasivo”, significando que “los flujos financieros eran asignados para acomodarse al plan (que era diseñado en términos de cantidades físicas), en lugar de independientemente influir en los flujos de asignación de recursos”. Rasgos del viejo sistema financiero, tales como precios y ganancias, ahora eran “usados para revisar la contabilidad y monitorear el rendimiento, no para dirigir decisiones de inversión”. En su forma ideal, la “planificación de balance material” podría permitir a un planificador “usar una tabla de entrada-salida para computar las necesidades interdependientes de la totalidad de la economía”.[21]

En la realidad, sin embargo, la complejidad del sistema y su irregularidad evitaba que los planificadores siquiera se aproximaran a este ideal. Los planificadores “[…] dividían bloques de recursos entre diferentes partes interesadas, presentaban sus propias listas de deseos, prioridades de proyectos y los recursos que necesitaban, y luego asignaban cualquier resto a las numerosas necesidades no cubiertas. El sector extranjero podía usarse como último recurso para compensar la escasez y vender los excedentes.”[22]

El foco del plan puesto en la industria a expensas de la agricultura fue entonces enteramente intencional. Entre 1952 y 1958, “del capital total invertido, el 51,1% fue para industria y solo el 8,6% para agricultura”[23], con la inversión total en “construcción de capital”[24] incrementándose desde 1,13 billones de yuan en 1950 a 26,7 billones en 1958. El valor de producción neto de los bienes de consumo vio una contracción similar en relación a la industria en el mismo período.[25]

Esta desproporción fue también geográfica, con el plan diseñado para “mover el centro de gravedad industrial lejos de los enclaves costeros”, al dictar que de los 156 grandes proyectos industriales planificados serían “construidos en regiones interiores o en el noreste”[26], con 472 de los 694 proyectos industriales, grandes y pequeños, “serían localizados en el interior”.[27] Cortado de los mercados globales y limitado a un puñado de compañeros de comercio socialistas -a saber, la URSS, que daba cuenta de la mitad de todo el intercambio internacional durante este período[28] -el foco en el interior también apuntaba a “construir nuevas industrias más cerca de las fuentes de materia prima y a áreas de consumo y distribución”.[29]

Al mismo tiempo, la eliminación de la industria de las artesanías y las redes mercantiles había socavado las relaciones entre campo y ciudad, asegurando ahora que la mayor parte de la actividad industrial china fuese ahora urbana, y la población estaba más estrictamente concentrada en las industrias urbanas o dispersas a lo largo de colectivos agrícolas creados en este mismo tiempo. Lo más importante: la división entre urbano y rural ahora se estaba volviendo una clara división geográfica entre las regiones de productores de grano y los consumidores de grano como objetivos primarios de la industrialización.

Sin embargo gran parte de esta acumulación industrial estaba dirigida a la producción de bienes para la producción agrícola. El Estado “compraba commodities agrícolas […] baratos desde el campo […] e intercambiaba bienes industriales de alto valor”.[30] El objetivo era tanto modernizar la agricultura como construir una base industrial fuerte. Pero, habiendo despojado al campo de gran parte de su industria independiente y las redes de intercambio que las acompañaban[31], el Primer Plan Quinquenal fracasó en proveer al sector rural con una infraestructura trabajable capaz de reemplazar la que se había perdido.

Careciendo de caminos, rieles, electricidad y acceso a productos derivados del petróleo, gran parte del campo chino requería una inversión nacional enorme solo para hacer tecnologías modernas como la de tractores, procesadoras de alimentos eléctricas o plantas de fertilizantes funcionales. Esto presentó una trampa para los planificadores centrales: para invertir en esta clase de infraestructura se necesitaba construir una industria urbana, pero para construir una industria urbana, la agricultura tenía que ser modernizada para alimentar esta fuerza laboral industrial creciente que estaba en gran medida compuesta por migrantes desde el campo.

La solución de los planificadores centrales para esta aporía no fue alentar el proceso e implementar una modernización paso a paso -una opción política inviable cuando la posibilidad de una nueva guerra global todavía era un miedo eminente- sino intensificar la extracción de plusvalía desde el campesinado, forzar a más trabajadores desde las artesanías hacia la agricultura e introducir tecnologías “intermedias” en la producción agrícola, que requirieran menos soporte de infraestructura y menos capacidad técnica. Finalmente, esto también conllevaría constreñir la migración rural-urbana a través de la implementación de controles administrativos estrictos al movimiento de la población.

Niveles:

Durante este mismo período, las burocracias estatales e industriales crecieron, títulos de trabajo y grados salariales proliferaron incluso mientras las jerarquías de facto rara vez calzaban con el plan. Envolviendo el crecimiento de la industria misma, la burocracia del Partido y el nuevo Estado (todavía marginalmente separado) era el primer sector en crecimiento entre 1949 y 1957. Las grandes burocracias estatales habían sido emblemas de la estructura industrial japonesa y de la propia producción del GMD también de guía estatal, pero la escala del nuevo Estado excedía ampliamente la de sus predecesores. Mientras la burocracia del GMD había alcanzado su pico en 2 millones de funcionarios estatales en 1948, el nuevo Estado vio dispararse los números de cuadros desde 720.000 en 1949 a 3,31 millones en 1952. Y esto era solo el comienzo: “En menos de una década, desde 1949 a 1957, el cuerpo de cuadros aumentó diez veces tanto en términos absolutos como en porcentaje de la población -de 8.09 millones y 0,13 a 1,2 por ciento de la población.”[32]

La propia reproducción del Estado se volvió crecientemente costosa: “ya por 1955, los cuadros del gobierno estaban consumiendo cerca del 10% del presupuesto nacional, casi el doble del tope de un 5% que el liderazgo nacional había planeado originalmente”.[33] El costo directo era en gran medida en la forma de sueldos pagados a los cuadros, y estos sueldos aumentaban y se volvían más estratificados acorde al rango.[34] El costo y complejidad creciente de la burocracia estatal fue paralelo al de los sectores industriales, ya que los sueldos de los trabajadores también experimentaron una serie de reformas. Mientras la inversión nacional se inyectaba en la industria pesada, la divergencia ya existente entre los ingresos urbanos y rurales se solidificó en una política estatal. Al mismo tiempo los sueldos urbanos fueron separados en distintos grados, aunque era inusual que la distribución de los sueldos reales coincidiera con los grados establecidos en el Plan. Mientras el cuadro de alto rango claramente tomaba los sueldos más altos, se suponía que durante este período los técnicos e intelectuales recibirían significativos privilegios respecto al resto de los habitantes urbanos.[35]

Hubo un intento de implementar una jerarquía de sueldos entre los trabajadores urbanos que enfatizara las prioridades de la estrategia de inversión del Estado central. En este plan los trabajadores de la industria pesada verían los sueldos más altos entre los trabajadores manuales, con los trabajadores de grado más alto en estas categorías ganando poco menos que los cuadros de nivel medio, tales como jefes de sección de oficinas, y básicamente a la par de profesores universitarios e ingenieros asistentes. Sin embargo los trabajadores de la industria pesada de grado más bajo ganaban un poco menos que el promedio de los profesores de escuela primaria. Esto señala que los niveles salariales diseñados por el Partido estaban pensados para existir no solo como clasificación industrial entre las ciudades, sino al interior de las fábricas mismas.[36]

En los hechos los sueldos de los trabajadores urbanos aumentaron un 42,8% entre 1952 y 1957, pero este aumento no fue distribuido uniformemente a todas las ocupaciones. Los trabajadores de producción en línea vieron la implementación de una “serie compleja de bonos individuales y premios pagados de modo adicional a los salarios”. En empresas “conjuntas” (es decir, empresas recientemente nacionalizadas, mayormente ubicadas en las ciudades portuarias) los sueldos en realidad cayeron, como en Shanghai, donde los “trabajadores en molinos textiles recientemente nacionalizados vieron sus ingresos reales caer alrededor del 50% al 60%”, una pérdida solo parcialmente compensada por el aumento en prestaciones sociales.[37]

También muchas industrias plagadas por estadísticas de baja producción y prácticas caóticas en sus plantas, implementaron tarifas por pieza individuales para los trabajadores: “Ya por 1952 más de un tercio de todos los trabajadores industriales estaban en un sistema de paga por pieza y en 1956 el porcentaje había alcanzado el 42%”. Fuera de los grados para los cuadros a nivel de fábrica, estaban los rangos adicionales para “personal de servicio”, ocho rangos para “personal técnico”, y cinco para “técnicos”, cuatro para “asistentes técnicos” y toda una variedad de “pagos de bonos a personal administrativo y técnico a todos los niveles del sistema industrial cuando se alcanzaban o sobrepasaban las metas”.[38]

Estos grados salariales, bonos y jerarquías de pago por pieza corresponden al intento de racionalizar la industria china, construyendo nuevas fábricas modelo en línea con el Modelo Soviético y haciendo calzar a la fuerza prácticas preexistentes en las ciudades portuarias a unidades industriales que solo tenían paralelo con las del noreste. Pero, de nuevo, la forma ideal del Modelo Soviético nunca se materializó. No solo estaban las tensiones en las jerarquías duales entre los que tenían privilegios técnicos versus los privilegiados políticos dentro de la fábrica, también estaba el simple absurdo de intentar coercionar el miasma industrial de las ciudades portuarias en un solo modelo racionalizado, diseñado originalmente para calzar con las necesidades de la industria pesada.

Hacia fines de los 50, los planificadores chinos comenzaron a darse cuenta de que “el sistema no se acomodaba a las condiciones chinas técnicamente, económicamente y políticamente”. La amalgama de diez, sino cientos de miles de pequeños artesanos, talleres y fábricas en empresas industriales de gran escala creó pesadillas logísticas en muchas ciudades, causando un amplio espectro de “conflictos sobre la tasación de los valores y compensaciones” así como “problemas concernientes al personal y la autoridad administrativa”, en los cuales “administradores, propietarios y personal técnico” de las viejas plantas competían por ver quien “tendría qué responsabilidad y poder en el nuevo ordenamiento”.[39]

Más importante aún, las intrincadas jerarquías salariales basadas en habilidades, industria y relación con el Estado, nunca se materializaron. Aunque los grados fueron dibujados en perfecto detalle nunca correspondieron a las tendencias reales en los sueldos y beneficios observados en el período. Algunas de las divisiones incentivadas por el Estado central de hecho se agudizaron, como fue el caso con privilegiar los trabajadores de la industria pesada de propiedad estatal, versus las empresas colectivas subfinanciadas que empleaban a más trabajadores temporales y a tratas. Pero otras jerarquías, tales como los grados salariales basados en habilidad técnica, nunca se implementaron en la forma deseada, pese a que la propaganda señalara lo contrario. Lo que se materializó fueron nuevas jerarquías caóticas, nuevas relaciones con el Estado y nuevas formas de subsistencia, muchas de las cuales, aunque novedosas, podría rastrearse su linaje tanto a formas chinas pre-revolucionarias como a las formas soviéticas.

En estas nuevas jerarquías ciertas regiones fueron privilegiadas sobre otras. Las ciudades portuarias sufrieron de un financiamiento inadecuado y una estructura industrial que mantenía poca semejanza con la que presumían los directores de la planificación central. Esto resultó en la necesidad de numerosos arreglos a corto plazo, muchos de los cuales inadvertidamente se volvieron el fundamento para nuevas configuraciones de poder y métodos de producción a largo plazo. Entre los problemas más apremiantes era el riesgo de inflación. A medida que los sueldos aumentaron, el PCCh temía que el aumento de un nuevo ciclo inflacionario similar al que había paralizado los regímenes japoneses y al del GMD -y el primer “peak” de inversión rápida en 1953 de hecho comenzó a reavivar la inflación. [40] Como respuesta se incentivó a los gobiernos locales a proveer alternativas a los sueldos monetarios. Esto resultó en que muchos administradores de empresas revivieran prácticas iniciadas por los industrialistas anteriores, ya sea los líderes militares, nacionalistas o japoneses, todos quienes intentaron arreglar el caos inflacionario durante la guerra, internalizando la reproducción de la fuerza de trabajo al interior de la fábrica a través de la provisión directa de cosas como comida, vivienda y cuidado médico sin recurrir al mercado.

Labor sin valor:

Las nuevas instituciones de bienestar del PCCh en realidad rastreaban su historia a las soluciones locales previas, de corto plazo, y a menudo independientes, más que a cualquier directiva estatal central que proveyera beneficios: “el bienestar laboral como institución se había desarrollado independientemente en las ciudades chinas, durante la hiperinflación de los años 40. Los esfuerzos del PCCh de frenar la inflación fueron facilitados por la práctica de tener fábricas que proveyeran comida y otras necesidades básicas a los trabajadores”.[41] Esto fue el inicio del danwei, o sistema de “unidad de trabajo”, que pronto se expandiría a la totalidad de la industria china. En este sistema “el nuevo régimen ejercía poder a través de la penetración de unidades básicas en la sociedad, incluyendo fábricas y otras empresas”[42] simultáneamente reduciendo la rotación laboral, evitando la inflación y haciendo a los trabajadores directamente dependientes de las asignaciones de recursos del Estado central a nivel de empresas, en lugar de depender de sueldos monetarios.

Esta relación entre los trabajadores y el Estado se volvería uno de los rasgos más definitorios del régimen de desarrollo socialista, que crecientemente manejó la mano de obra como si fuese un componente de la fábrica misma. Los recursos para la reproducción de la mano de obra, en lugar de ser incluidos en el sueldo, eran en cambio extraídos de los así llamados fondos de “Inversión en Construcción de Capital” (ICC) originalmente diseñados para la compra de nuevas máquinas y la construcción de nuevos complejos fabriles. Los ICC totales “ascendieron desde 2,9 billones de yuan en 1952 a 10,5 billones de yuan en 1957”, consistente con el foco del Plan Quinquenal en la expansión de las instalaciones industriales. Pero en el curso de los años 50 cantidades crecientes de estos fondos de inversión comenzaron a irse en “ICC no productivos”, que conllevaban “proyectos tales como la construcción de unidades residenciales, hospitales y otras instalaciones que no contribuían directamente a la producción económica”. Entre 1951 y 1954 tales proyectos no productivos (o más precisamente, reproductivos) consumían más del 50% de los fondos ICC.

El Primer Plan Quinquenal fue engañoso. En realidad la construcción de nuevas instituciones reproductivas fue tan integral como la priorización de la industria pesada. Estas instituciones crearon nuevas interfases entre los trabajadores y el Estado y facilitaron nuevos métodos de control social. Mientras tanto la reproducción y control de los trabajadores, se trataba en la práctica de modo contiguo o idéntico a la inversión en las fábricas mismas, con un bienestar social que no se manejaba o distribuía a nivel nacional, provincial o incluso a nivel de gobierno local, sino que a nivel de proyecto industrial, tal como las inversiones en plantas y maquinaria.

Este arreglo efectivamente forzó al Estado a sacar una plusvalía absoluta de la industria, aunque fuese solo para sostener los pagos de los beneficios sociales. Pero también aseguró que esa plusvalía nunca pudiera evolucionar hacia una plusvalía relativa, debido a su creciente separación respecto al sueldo y la ausencia casi total de algo semejante a un mercado laboral, previniendo que la fuerza de trabajo se constituyera en sí misma como una mercancía incluso cuando el trabajo como tal era tratado por los planificadores como cualquier otro bien de producción.[43]Mientras tanto esta plusvalía absoluta en la industria era de hecho una plusvalía extraída desde una plusvalía, con el producto de los trabajadores industriales siendo siempre solo un derivado secundario de la plusvalía extraída a los trabajadores agrícolas. El grano fue siempre el motor productivo primario del régimen de acumulación socialista, y su transformación alquímica en acero fue el plusvalor producto de los consumidores del grano neto -la fuerza de trabajo industrial.

Otras jerarquías nuevas se formaron dentro de la fuerza laboral industrial, como también al interior de los danwei individuales. La proximidad al Estado central y el sector de la industria pesada era una de tales jerarquías, con aquellos “en la periferia del trabajo industrial, en el vasto sector de las artesanías urbanas” recibiendo “las pagas más bajas y magros, si es que algunos, beneficios sociales”[44]. Pero todas eran efectivamente jerarquías en la distribución de la plusvalía absoluta del grano extraída desde el campesinado o desde procesos ambientales no humanos (en nuevas olas de deforestación y asentamientos fronterizos, por ejemplo).

En contraste, las jerarquías basadas en las habilidades técnicas diseñadas por los planificadores centrales nunca tomaron forma. Durante los 50 en los centros industriales tales como Shanghai, “había poca diferencia en el pago a trabajadores calificados y no calificados”.[45] El Estado no pudo determinar salarios para los trabajadores, incluso en empresas de propiedad estatal, debido a la simple enormidad de la tarea. Durante el transcurso de la nacionalización los “oficiales de la  RPC tomaron control de la masa salarial de más de 7 millones de trabajadores industriales a nivel nacional”[46] forzando al Estado a permitir que ministros individuales determinaran sus propias tarifas de pago y medios para implementarlos.

Pero esta implementación rara vez fue consistente con las tarifas determinadas por estos ministros. A las empresas se les daba una masa salarial fijada por las autoridades planificadoras, y a los trabajadores en la empresa a menudo se les permitía ejercer una influencia considerable sobre el modo en que se distribuía esta suma. Aquí los aspectos de Alto Estalinismo del Modelo Soviético están en evidencia, con los sueldos no fijados por los directores de las fábricas, por el sistema de “administración unipersonal”, sino fijados en “campañas” de movilización masiva para el reajuste del sueldo, en las cuales “los trabajadores discutían abiertamente y debatían entre ellos quien merecía un ascenso y quien no”. El resultado en la vasta mayoría de los casos era que estas reuniones “tendían a dirigir los aumentos salariales hacia los trabajadores relativamente viejos con familias más grandes que sostener”, por lo tanto creando un “sistema informal de salario basado en antigüedad” que persistiría a lo largo de la era socialista, reforzado por la afirmación cultural de trabajadores más viejos que habían sufrido en los regímenes de trabajo pre-revolucionarios, y que a menudo consideraban a los trabajadores jóvenes como malcriados por la relativa prosperidad del socialismo.[47]

Además de la visión creciente entre los trabajadores jóvenes y antiguos dentro de la fábrica, la familia resurgió como una forma preeminente de asignación de trabajo y distribución de plusvalía. Con el colapso del mercado laboral y la fijación de los trabajadores mediante el danwei, y más tarde el sistema hukou, las empresas tuvieron que volverse hacia los ministerios industriales centrales para expandir su fuerza de trabajo. El problema de la rotación laboral fue efectivamente resuelta constriñendo la capacidad de los trabajadores para migrar a diferentes ciudades y amarrando la elegibilidad a pensiones a los años trabajados en una empresa dada -de nuevo reforzando la jerarquía de antigüedad. La dificultad para adquirir nuevos trabajadores incentivó a las empresas a acaparar mano de obra, incluso durante las recesiones económicas, pero la incapacidad de reclutar “desde la sociedad”- es decir, de libremente contratar residentes urbanos o migrantes rurales desempleados- puso fuertes limitaciones geográficas  al pozo de mano de obra disponible.[48]

La solución más fácil para este problema, adoptada como arreglo local por las empresas a lo largo del país, fue la práctica de “reemplazo (dingti)”, en la cual la empresa contrataría parientes e hijos de los empleados actuales en la misma unidad de trabajo. Debido a las constricciones para contratar, “el gobierno chino inadvertidamente promovía una práctica intensamente localista de herencia ocupacional en las unidades de trabajo”.[49] Haciendo esto el PCCh revivió la unidad familiar como una fuente integral de privilegio social, fusionándola al danwei y por lo tanto al Estado mismo. Las familias que tenían una colocación pobre o poca influencia en sus empresas tenían poco poder de negociación y por lo tanto veían a los miembros de sus familias deportados a ciudades lejanas (a menudo en el interior) según la demanda de la asignación nacional de mano de obra. Ésto creó un estrés financiero y emocional que contribuía aún más a prevenir que estas familias ascendieran en la jerarquía distributiva.

Incluso la coordinación inter-empresas desarrollada más tarde en los 50 no se correlacionaba con la estructura señalada en el Plan Quinquenal. Fuera del noroeste, los ministerios de industria fueron forzados a delegar una cantidad significativa de poder a los oficiales locales. En Shanghai y Guangzhou esto resultó en una importancia inflada de los Departamentos de Trabajo Industrial (gongye gongzuo bu) en relación a sus funciones asignadas. Siendo una institución aparentemente menor bajo la dirección del Comité Municipal del Partido, estos departamentos en última instancia “jugaban un rol crítico mediando la traducción de las direcciones administrativas de la política central hacia su práctica real en las plantas industriales […] y eventualmente se tomarían la mayor parte de las funciones de supervisión de ciertas fábricas dentro de sus ciudades”, pese a que no se le había asignado ninguno de tales roles en la fina jerarquía prevista por las autoridades de planificación.[50] En los tardíos 50 esta descentralización tomaría formas extremas.

Colectivizando el trabajo rural:

Todos estos cambios en las ciudades fueron sin embargo anclados en las transformaciones monumentales del campo. Al mismo tiempo que se implementó la temprana nacionalización y el Primer Plan Quinquenal, la producción rural fue colectivizada en cuatro etapas a lo largo de los años 50. Las primeras dos etapas conllevaron la formación de “cooperativas”, mientras que las últimas dos conllevarían la formación de “colectivos”. Durante el movimiento de reforma agraria, se habían formado equipos de ayuda mutua de seis o más hogares con la meta de asistir la producción en campos individuales. Aunque guiados por el Partido, esto fue en gran medida una respuesta local y voluntaria al hecho de que los implementos para trabajar el campo, especialmente animales de trabajo, tenían que repartirse entre los hogares a medida que se tomaban desde los terratenientes. Estos equipos de ayuda mutua eran estacionales, generalmente formándose en los tiempos de cosecha y plantación, y permitían hacer el minifundio “viable económicamente” al compartir los recursos escasos.[51]También se establecieron cooperativas de mercadeo y suministro, en este caso por el Partido mientras competía con los mercaderes locales con el impulso de tomar control sobre los excedentes de producción. Un equipo de ayuda mutua, por ejemplo, podía recibir insumos tales como fertilizantes de una de estas cooperativas a cambio de una cantidad específica de grano. Por otra parte, las cooperativas de mercadeo y suministros ponían presión a las familias campesinas y ofrecían incentivos para profundizar la colectivización.[52] Estas cooperativas fueron integradas al sistema unificado de compra y mercadeo iniciado en el otoño de 1953 cuando los mercaderes privados fueron forzados fuera del mercado agrícola.

En 1954 y 1955, durante la segunda etapa de colectivización, la mayor parte de los equipos de ayuda mutua fueron convertidos en “cooperativas de pequeños productores agrícolas”, consistiendo en grupos de alrededor de veinte hogares. Dentro del Partido había emergido la postura de que un nivel más alto de cooperación era necesario para poder organizar más fácilmente la mano de obra rural inutilizada, especialmente durante la temporada baja. Si el proceso era demasiado lento, se pensaba que nuevas formas de desigualdad echarían raíces cuando ciertos hogares o equipos de ayuda mutua ganaran recursos a expensas de otros, y ya a mediados de los 50 estaban emergiendo reportes de inequidades.[53] Estas opiniones se volvieron la mayor fuerza conductora en el Partido, tanto en el centro como en el campo, impulsando una colectivización más profunda a través del Gran Salto Adelante.

Aunque guiadas por el Partido, las cooperativas no fueron simplemente impuestas al campesinado. Se ofrecieron créditos financieros y ayuda técnica como incentivos para unirse[54], y hay pocos indicadores de resistencia en esta etapa, ya que los campesinos aún mantenían la propiedad sobre los medios de producción y el suelo, ambos ahora utilizados colectivamente pero todavía técnicamente propiedad de cada hogar. Las cosechas eran divididas acorde a la contribución de labor y suelo. El método exacto de calcular esta remuneración era difícil y variaba según el lugar, aunque el Partido prefería sistemas que enfatizaran las contribuciones de labor por sobre propiedad.[55]

La contribución individual de labor era contada en “puntos de trabajo”. Durando hasta la descolectivización de los tardíos 1970, el sistema de puntos de trabajo fue complejo y constantemente cambiante. Diferentes puntos eran asignados a distintos trabajos, usualmente promediando alrededor de 10 puntos para un día completo de trabajo de un hombre, y 8 para el de una mujer. En las cooperativas los puntos totales de trabajo de un campesino se intercambiaban con el colectivo a fin de año por grano, otros productos y dinero. Su “valor” se calculaba “dividiendo el producto neto total del colectivo (después de hacer los fondos colectivos y acumulación) por los puntos de trabajo combinados de todos sus miembros”.[56] La complejidad de este problema de remuneración probablemente contribuyó a la caída de las cooperativas.

Mientras en 1954 solo un 2% de los hogares rurales era miembro de las cooperativas, a fines de 1956 se habían unido el 98%. Este año marcó una rápida aceleración en la reorganización de la vida rural.[57] Pero la producción de plusvalía agrícola estaba alentándose más de lo esperado y debido a esto los desacuerdos dentro del Partido concernientes a la transformación rural comenzaron a emerger. Mao y otros empujaron por un cambio más rápido, pese a la falta de una base industrial que pudiera proveer para la mecanización de la agricultura, ya que ellos consideraban que el crecimiento alentado de la producción agrícola era una barrera hacia una rápida industrialización. La mayor parte del Comité Central del PCCh parece haber estado preocupado de que una expansión demasiado rápida de las cooperativas sería desordenada y potencialmente perdería el soporte de las masas rurales. Esto temporalmente retrasó el proceso en el temprano 1955 antes de que Mao exitosamente presionara hacia un proceso más rápido en el verano de ese mismo año. Mientras ambos lados del debate usaron el tema de la creciente diferenciación de clase como evidencia de su propia posición, también ambos compartían una preocupación primaria por la productividad rural y el control estatal de la plusvalía. Estaba en discusión cómo mejor asegurar ganancias en la producción agrícola.

Desde 1956 a 1957, en la tercera etapa de colectivización, estas cooperativas “de etapas inferiores” de productores se volvieron colectivos, llamados “cooperativas de productores agrícolas superiores”, en las cuales los hogares individuales entregaban su propiedad del suelo, ganado e implementos agrícolas a los colectivos de entre 40 a 200 hogares.[58] En esta etapa hubo más resistencia, aunque el tamaño de esta resistencia es materia de debate, y el Partido también fue más coercitivo en empujar este proceso. Bajo este sistema, el retorno se dividía solo acorde a las contribuciones individuales de labor y el ganado, los implementos y el suelo fueron colectivizados. Como respuesta, muchos campesinos parecen haber consumido gran parte de su ganado como forma racional de resistencia. Mientras más grandes los colectivos, más fácil se le hacía al Estado procurar la plusvalía agrícola que necesitaba para alimentar las ciudades ya que habían muchas menos unidades desde las cuales extraerla.

En 1958 el Gran Salto Adelante (GSA) comenzó con la emergencia de colectivos y comunas aún más grandes- la cuarta y última etapa de colectivización. Estas comunas rurales abarcaban un pueblo mercante y sus pueblos circundantes, con decenas de miles de miembros. La forma de comuna no fue planeada desde un principio, pero emergió en ciertas áreas como respuesta a las condiciones locales y a la necesidad de desplegar una fuerza laboral mayor para trabajos masivos de infraestructura, especialmente de irrigación y reservas. Cuadros de bajo nivel fueron una fuerza impulsora en el proceso. Los campesinos a menudo eran movidos largas distancias y permanecían lejos de su pueblo de origen por meses. Solo después de que el fenómeno había emergido de forma local fue reconocido por el Estado como parte del GSA. Este reconocimiento, a su vez, llevó a la propagación de la comuna a lo largo de la China rural. Las comunas llegaron a ser retratadas como parte de una rápida “transición de una sociedad socialista a una comunista”, tanto doméstica como internacionalmente (como parte de la creciente competencia con los rusos). En agosto de 1958 -después de que la forma empezó a aparecer en el campo- el Comité Central pasó una resolución sobre las Comunas del Pueblo, declarando, “La realización del comunismo en nuestro país no está lejos. Nosotros debemos activamente explotar el modelo de Comunas del Pueblo y descubrir los medios concretos mediante los cuales hacer la transición al comunismo”.[59]

En los 50, especialmente durante el GSA, la realización del comunismo en el campo también significaba la industrialización rural. Un eslogan clave del período era “caminando en dos piernas”, queriendo decir que la industria urbana de gran escala e intensiva en capital debía desarrollarse junto a la industria primariamente rural de bajo capital y de labor intensiva del sector agrícola. Mientras el sistema tradicional de la industria de artesanía rural había constituido un “vínculo orgánico entre cultivar y procesar el producto agrícola”[60]- gran parte del cual se vendería luego en el mercado urbano- este “vínculo orgánico” había sido cortado por el sistema de compra estatal.[61] Los ingresos de los hogares en áreas que se habían especializado en la producción de artesanías cayó cuando comenzó la colectivización.[62] Aún así, los colectivos y especialmente las comunas, durante el GSA mantuvieron e incluso expandieron la industrialización rural. La agricultura sería tecnológicamente modernizada no por el importe de insumos industriales urbanos sino por producción local de baja tecnología, un proceso de autosuficiencia. El campo tenía que movilizar su propia labor para su propio desarrollo, todo mientras gran parte de su plusvalía estaba siendo extraída por el Estado para el desarrollo industrial urbano.

Esto significó también movilizar y desviar la mano de obra rural (principalmente masculina) hacia producción no agrícola, suplantando gran parte de la vieja industria de artesanías que aún operaba dentro de los hogares rurales. Siete millones y medio de nuevas fábricas se montaron en menos de un año al comienzo del GSA.[63] En el invierno de 1957-1958, alrededor de 100 millones de campesinos trabajaban en proyectos de irrigación y de conservación de agua.[64] Lo más célebremente conocido, fábricas de hierro y acero de patio trasero surgieron por toda la China rural como respuesta al llamado de que la producción industrial sobrepasara la producción agrícola -un llamado que fue tomado como una meta para todas las localidades, no solo como meta nacional. Esta desviación de la mano de obra no solo ocurrió durante la temporada baja. La mano de obra agrícola decayó como porcentaje del empleo rural total durante el GSA y pronto siguió esta tendencia también la producción. Mientras las estimaciones iniciales mostraban que el rendimiento agrícola en 1958 iba a doblar la del año anterior, esto resultó ser falso y ya por el verano de 1959 estas fueron revisadas y rebajadas por un tercio.[65] Con la desviación de los trabajadores fuera de la agricultura las cosechas fueron negligidas y la comida se podría.

El sistema de distribución (fenpei zhidu) de nuevo fue modificado de tal modo que lo poco que quedaba de economía privada fue completamente suprimido. Hasta el GSA (y a lo largo de las tres etapas tempranas de colectivización) los hogares campesinos habían mantenido lotes privados remontándose al 10% del total del suelo arable. Éstos fueron abolidos durante el GSA, aunque pronto volverían con la reducción de los 60. Aunque ausente por solo unos pocos años, la supresión de estos lotes privados tuvo una importancia crucial, ya que actuaban como un último amortiguador frente a la hambruna. Del mismo modo, lo último que quedaba de mercados privados de grano y bienes agrícolas desapareció. Un sistema de “suministro libre” (gongjizhi) se impuso sobre la remuneración acorde a la labor (gongzizhi), en el cual las necesidad básicas eran provistas para todos los miembros de muchas comunas, pero esto no sucedía en todas.[66] Comedores comunales, que se volvieron un componente clave de la distribución emergieron desde abajo en muchas comunas, aún cuando iba contra las reglas del Comité Central.[67] Con el Partido tratando de ponerse al día, Mao declaró en agosto de 1958 que “cuando la gente puede comer en comedores públicos y no ser cobrada por su alimento, eso es comunismo”.[68] La práctica de libre distribución se propagó de comuna a comuna, con Mao declarando su apoyo. Sin embargo el sistema resultante se propagó de modo desigual y eventualmente fue igualmente inestable. Las comunas ignoraban las regulaciones y adoptaban diferentes niveles de libre suministro, desde grano, a comidas, a todas las necesidades básicas.[69] Las comunas más pobres adoptaron sistemas mixtos de distribución, con algunos bienes vinculados a labor y otros no. La mayor parte retuvo algún grado de pago basado en puntos de trabajo.

Como en la hacienda de familia patriarcal, una división del trabajo basada en género era central al manejo de la mano de obra rural bajo las comunas. A medida que el trabajo masculino se fue hacia trabajos secundarios las mujeres crecientemente tomaron la labor de cultivo, donde usualmente su trabajo era asignado menos puntos de trabajo que a la labor agrícola masculina.[70] Al mismo tiempo el trabajo reproductivo de las mujeres nunca fue completamente remunerado. Bajo las cooperativas superiores de productores agrícolas las mujeres trabajaban en los campos durante el día para los puntos de trabajo y en casa produciendo ropa para sus familias de noche, por lo cual no se les entregaban puntos de trabajo adicionales. El trabajo de artesanía de las mujeres que en épocas anteriores había traído dinero al hogar, ahora era más invisible que nunca.[71] Durante el GSA hubo algo de socialización de la labor de reproducción femenina, más notablemente en la forma de comedores colectivos, pero el Estado no puso recursos en estos cambios ni empujó a las comunas a hacerlo, entonces las mujeres siguieron trabajando más horas, en gran parte de modo impago.[72] Este trabajo impago fue fundamental para la estrategia de acumulación del Estado.[73]

A medida que el sistema de comedores se propagó de comuna a comuna, así también la competencia por producción. Con “políticos al mando” y la planificación reemplazada por metas descentralizadas, declarar producciones más altas era un modo de mostrar las buenas políticas propias, y el incentivo a mentir sobre la producción fue creciendo. Pero a medida que las comunas inflaban sus números de producción, el Estado aumentaba su extracción y también movía más mano de obra rural hacia las ciudades. Comparado a 1957, las compras estatales de cereales subieron en un 22% en 1958, 40% en 1959 y 6% en 1960.[74] Combinado a la desviación de mano de obra rural a la producción de acero y otros proyectos no agrícolas, la producción agrícola ya no cumplía con la demanda.

Los comedores colectivos y el enorme tamaño de las comunas hacía casi imposible para los campesinos ver como su trabajo afectaba su propia subsistencia. El sistema de contabilidad y puntos de trabajo habían básicamente colapsado. A medida que el rendimiento de las cosechas cayó en 1959 la comida empezó a acabarse en los comedores y los campesinos se quedaron en casa para conservar energía.[75] El control colectivo sobre la labor se desintegró. La mayor parte de los comedores gratuitos duraron solo tres meses, y en el otoño de 1958 incluso los salarios de los cuadros de las comunas fueron detenidos.[76] En los comedores que seguían existiendo en 1959 la comida se compraba con tickets de alimento entregados acorde al trabajo.[77] Ya por la primavera de 1959, el Comité Central intentó empujar las comunas de vuelta hacia el sistema de remuneración acorde al trabajo: “El principio de distribución acorde al trabajo significa calcular el pago acorde a la cantidad de trabajo que uno hace. Mientras más trabajo uno haga, más uno va a ganar”. Y las cosechas de verano debían ser distribuidas en un 60 a 70% acorde a la cantidad de trabajo.[78]

Mientras la reversión inicial ya había comenzado, la hambruna empezó a golpear esa primavera. No fue hasta 1960 que el sistema de provisiones libre fue de nuevo puesta en alta, esta vez de modo permanente. En junio, las regulaciones sobre la distribución comunal declaraban que “los equipos de producción deben conscientemente implementar un sistema de distribución acorde al trabajo, con más pago por más trabajo, para así evitar el igualitarismo actual en la distribución a los miembros de la comuna”[79] La producción de grano cayó con la producción de 1962 alcanzando apenas el 79% de la de 1957, y otros productos agrícolas cayeron incluso más dramáticamente.[80] Decenas de millones murieron en el campo durante estos años.[81] Como se discute en “Espigando los Campos de Bienestar”  (“Gleaning the Welfare Fields”) -en este mismo número- la supervivencia y resistencia fueron mano a mano mientras el GSA y las instituciones rurales se cayeron a pedazos.[82] Los cuadros perdieron control sobre la población rural, que tomó el asunto en sus propias manos robando desde las tiendas comunales, buscando comida desde la basura, comiendo los brotes verdes de las plantas antes de que el grano pudiera madurar y huyendo de los campos. Por su parte la resistencia fue castigada con violencia y la retención de alimentos, potencialmente una sentencia de muerte en esos tiempos. A raíz de la hambruna, reconstruir las instituciones estatales y el poder del Partido en el campo probaría ser una tarea muy dificultosa.


[1]        Cheng, p.60-61

[2]        Ibid.p.62

[3]        Ibid.p.60

[4]        Ibid.pp.63-64

[5]        Ibid.p.64

[6]        Ibid.p.69

[7]        Ibid. p.74.

[8]        Ibid. pp.75-76

[9]        Peter N.S. Lee, Industrial Management and Economic Reform in China, 1949-1984. Oxford University Press, 1987., p.22

[10]  Citado en Ibid.

[11]      Ibid.

[12]      Ibid, p.24

[13]   Mark W Frazier,The Making of the Chinese Industrial Workplace. Cambridge University Press, 2002, p.17.

[14]   Andors, 1977, p.53

[15]   Lee, 1987, p.28-p.29

[16]   Barry Naughton, The Chinese Economy: Transitions and Growth. MIT Press, 2007, pp.65-67.

[17]   Ver: Phillip Corrigan, Harvie Ramsay y Derek Sawyer, Socialist Construction and Marxist Theory: Bolshevism and Its Critique, “Chapter 4: Mao,” Monthly Review Press, 1978. También típico es el trabajo de Charles Bettelheim, particularmente “Cultural Revolution and Industrial Organization in China, Monthly Review Press, 1974. Y estos errores entre partidarios no se limitan a los 70, continúan entre algunos comunistas aún hoy en día, como es visible en una reciente entrevista a Alain Badiou: “The ancient Alain Badiou responds to the dashing Laurent Joffrin,” Verso, 29, Octubre 2014; y en el trabajo de Hongsheng Jiang sobre la Revolución Cultural, The Paris Commune in Shanghai: The Masses, the State, and Dynamics of ‘Continuous Revolution,’ Dissertation in the Program in Literature, Duke University, 2010.   

[18]  Dos ejemplos recientes típicos serían las obras de Goldner y  Chino, citadas en nuestra introducción. La obra de Goldner es básicamente una imagen negativa de las Maoistas, concordando en la mayor parte de los asuntos básicos cuando se trata de la economía china, usando básicamente el método maoista de exégesis textual y de prueba mediante la citación de Mao, pero luego argumentando que este sistema ficticio no era comunista. La versión de Chino es más exhaustiva, pero finalmente comete el mismo error confunde contenidos del Libro de Shanghai con el funcionamiento de la industria China, y fusionando la filosofía política maoista con la política real de China.

[19]   Cheng, pp.109-112 Notar que la variación en las cifras sobre ingresos viene de una divergencia entre las estadísticas estatales y las estimaciones independientes, como es resumido por Cheng. En este texto proveemos esta divergencia en la forma de un rango desde el más bajo hasta el más alto estimado para el período, donde sea que ese rango exista.

[20]   Naughton 2007, p.68

[21]   Ibid, pp.59, 61

[22]      Ibid, p.61

[23]   Cheng,p.115

[24]  Aquí el término es usado sueltamente, para ser consistente con otras fuentes. Como es usado por economistas liberales “capital” es una categoría ahistórica definiendo tanto cantidades de dinero como esas cantidades invertidas en cosas físicas como edificios, máquinas e incluso tierra. Aunque nosotros usamos esto aquí para mantener consistencia con las fuentes primarias, debe ser enfatizado que “capital” en el sentido marxisto no existía en la China socialista, ni como una clase coherente ni como una masa de inversión estatal e infrastructura física. El capital retornó solo con la transición de China fuera del socialismo hacia la integración en la economía global.

[25]   Cheng, pp.116-119

[26]      Naughton 2007, p.66

[27]      Meisner, p.112

[28]   Naughton 2007, p.379

[29]   Meisner, p.112

[30]   Selden 1993, p.77

[31]   Ver Selden 1993, pp. 77-79 para más detalles sobre el proceso.

[32]   Yiching Wu, The Cultural Revolution at the Margins, Harvard University Press, Cambridge, MA, 2014. p.24

[33]   Ibid.

[34]   Ibid, pp.25, también ver la Tabla 1 en Ibid, p.26

[35]  Ver Cheng, pp. 123-124 para los sueldos de trabajadores, técnicos e intelectuales, y Wu 2014, Tabla 1, pp. 26-27 para sueldos de cuadros.

[36]   Ibid.

[37]   Frazier, p.142

[38]      Andors 1993, pp.55-56

[39]   Ibid, p.56

[40]      Naughton 2007, p.66

[41]      Frazier, p.129

[42]      Ibid, p.128

[43]  También está el hecho no insignificante de que ninguna de las inversiones, ni métodos, ni los productos de la industria, estaban integrados a los circuitos globales de acumulación capitalista.

[44]      Frazier, p.141

[45]      Ibid, p.144

[46]      Ibid, p.145

[47]      Ibid, p.148-149

[48]  Como muchas otras políticas oficiales, esta también pronto caería durante el Gran Salto Adelante -después de lo cual solo sería aplicada a través de estrictos controles administrativos en la migración y registro de status.

[49]   Ibid, p.157

[50]      Ibid, pp.164-165

[51]   Jonathan Unger,The Transformation of Rural China. East Gate, 2002, 8.

[52]      A. Doak Barnett, “China’s Road to Collectivization” Journal of Farm Economics, 35(2), May, 1953, p. 195.

[53]      Ibid., pp. 196-7.

[54]      Ibid., pp. 195-6.

[55]      Ibid., p. 197.

[56]      Huang 1990, p. 200.

[57]      Naughton 2007, 67.

[58]      Unger 2002, p. 8. Peter Nolan (The Political Economy of Collective Farms: An Analysis of China’s Post-Mao Rural Reforms. Westview Press, 1988, p. 49) pone el tamaño promedio en 160 hogares.

[59]      Xin Yi, “On the Distribution System of Large-Scale People’s Communes,” en Kimberley Ens Manning y Felix Wemheuer, eds.,Eating Bitterness: New Perspectives on China’s Great Leap Forward and Famine. University of British Columbia Press, 2011, p. 132.

[60]      Riskin 1987, p. 116.

[61]      Naughton 2007, p. 272.

[62]      Ibid., p. 272.

[63]      Riskin 1987, pp. 125-6.

[64]      Ibid., p. 119.

[65]      Ibid., pp. 125-127.

[66]      Xin 2011, p. 130.

[67]      Xin 2011, p. 133.

[68]      Quoted in Xin 2011, p. 132.

[69]      Xin 2011, p. 133.

[70]      Gail Hershatter,The Gender of Memory: Rural Women and China’s Collective Past. University of California Press, 2011. p. 153.

[71]      Ibid., p. 138.

[72]      Ibid., pp. 246-7. See also Riskin 1987, p. 130.

[73]      Hershatter 2011, p. 265.

[74]      Riskin 1987, p. 138.

[75]      Unger 2002, p. 74.

[76]      Xin 2011, p. 135.

[77]      Ibid, p. 139.

[78]       Citado en Xin 2011, p. 137.

[79]  Citado en Xin 2011, p. 140.

[80]   Nolan 1988, p. 49.

[81]  El número exacto de muertes es desconocido y no es importante para el argumento general de este ensayo. También es importante notar que los desastres naturales también jugaron un rol.

[82]   See also Ralph A. Thaxton, Jr., “How the Great Leap Forward Famine Ended in Rural China: ‘Administrative Intervention’ versus Peasant Resistance,” in Eating Bitterness: New Perspectives on China’s Great Leap Forward and Famine, Kimberley Ens Manning and Felix Wemheuer eds. UBC Press, 2011.

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