Fotografía de Paulo Slachevsky (editada)
Traicionar el tiempo. Las prácticas educativas como conjuro intergeneracional
Audio de la performance presentada en las II Jornadas de Pedagogías Cuir, Mar del Plata, agosto 2022
Comentario:
¿Cómo se encuentran las edades en el aula? ¿Qué tiempo hace falta para conocer el mundo? ¿Y para conocernos entre generaciones? ¿Dónde se encuentran las aventuras epistémicas que florecen a la sobra del canon del currículum? ¿Cuándo es el ahora para la subversión el lazo?
Las formas de la proximidad entre generaciones tienen impuestas composiciones estrictas, que recortan los modos de estar con lxs demás y nos empujan hacia la repetición de un sistema que nos quiere aisladxs. Contra los mandatos crononormativos, ofrecemos una fuga de la linealidad progresiva a la que nos empuja el capital.
La propuesta de esta performance es conjurar lo intergeneracional desde el cuerpo, con la música como arte del tiempo, yendo en contra de sí misma desde la repetición y una cacofonía de sonidos y relatos que se deforman contingentemente, moviendo algunas ideas hacia el asombro de conocer el mundo por el placer de hacerlo. La apuesta de esta presentación es entablar otra relación con el tiempo para poder entablar otra relación entre las edades de la vida desde una temporalidad sonora insurgente donde la demora y el retraso hacen estallar los mandatos productivos y reproductivos que fundaron las aulas.
Frente a la intemperie de un sistema que acumula opresiones, la práctica educativa puede ser el conjuro compartido entre grupos de edades, donde ciertos conocimientos se ubican en el centro de la relación y a su alrededor se mueven niñxs y adultxs, produciendo una forma de proximidad específica entre generaciones. Sin desconocer los autoritarismos que también habilita la forma escuela, esta apuesta performática invita a concebir las aulas como una usina de gestación de vínculos de confianza y cariño, de esos que hacen la vida más vivible.
Desde la experiencia docente, urdimos un tiempo de la carne, donde la infancia no es un modelo de futurismo, sino una compañía del presente, de esas con las que se gestan levantamientos pedagógicos y políticos.