Foto: @pauloslachevsky

22 de junio 2021

¿Cómo romper este tiempo?

por Thiare Barrera Miranda

I

Toque de queda
esa figura que hasta hace poco tiempo parecía lejana
de otros tiempos
y otras catástrofes,
Pero desde octubre del 2019,
ha vuelto a estar presente,
poblando de militares la calle
Apropiándose de ella,
robándonosla.
Si bien, durante esa primavera su presencia fue breve,
la sentimos en el cuerpo,
al enterarnos de los nuevos muertos,
asesinados bajo el Estado de excepción,
aquellos que aparecieron al interior de tiendas incendiadas
cuerpos con balas incrustadas,
calcinados, para borrar las evidencias de su ejecución

Con el paso de los meses,
llegó un virus
virus traído desde el exterior
en esos viajes de placer que los patrones realizan constantemente
y que nosotras las pobres no conocemos

Llegó un virus
que amenaza con quitarnos la capacidad de respirar,
poniendo a prueba nuestro sistema de salud,
ese sistema de salud que ya estaba colapsado.
Borraron artificialmente las listas de espera
¿Lo recuerdas?

Llegó un virus
con él también el miedo
sabíamos que quienes corren el mayor riesgo de morir
somos nosotras, las pobres
las que tenemos Fonasa
y vivimos de un trabajo precario
sin derechos laborales ni privilegios
sin seguros ni ahorros
sin estabilidad y con hambre

Llegó un virus
y seguimos trabajando en las calles
movilizándonos en micros llenas
atestadas de cuerpos trabajadores
mientras las pantallas nos recomiendan mantener distancia

Llegó un virus
se decretó el Estado de excepción
y volvió el toque de queda
militares con armas
se tomaron la noche
bajo la excusa de la emergencia sanitaria.

II

El sonido de los helicópteros,
sobrevolando nuestras cabezas
en estas noches de encierro,
donde pisar la calle está prohibido,
caminar por la calle como delito sanitario.

El sonido de los helicópteros
como amenaza,
esa sensación de inseguridad,
desconfianza absoluta ante la figura policial
esa a la que le gusta apuntar al rostro
y arrebatar ojos.

El sonido de los helicópteros
como recordatorio
de nuestra tragedia,
esa violencia que se autoproclama legítima
y nos golpea.

Nos roban la noche
militarizan las calles
mutilan a los cuerpos desobedientes
nos sacan los ojos,
Nadie sabe cuánto puede un cuerpo
y aquí seguimos resistiendo,
he ahí su          d   e   s   e   s   p   e   r   a   c   i   ó   n .

III

Este habitar inhabitable
al despertar
se nos arroja a la garganta.

Crecer en Chile
habitar el absurdo
como en una novela kafkiana
donde se fugó el sentido.

La securitización del territorio aumenta
mayor presencia policial,
más lacrimógenas,
más y mejores guanacos,
¿Qué es lo que se protege?

La seguridad social
nos parece algo desconocido,
las medidas de protección social
nos son ajenas,
lo que conocemos es la vida precarizada
esa en donde todo es incierto

Los discursos políticos que pregonan sobre seguridad,
hablan acerca de una seguridad que no es para nosotras.

En plena pandemia
los patrones aumentan sus riquezas
suben en sus rankings de multibillonarios,
Mientras nosotras contamos las monedas
para comprar el pan de la once
y los fideos del almuerzo.

Chile como un mal chiste
que se burla de nuestra miseria.

Habitar la inseguridad
es crecer en un país como Chile siendo pobre.

Habitar la inseguridad
es crecer viviendo una vida precarizada
en donde nos catalogan como personas vulnerables
cuando en realidad somos personas vulnerabilizadas.

IV

El país con mayores índices de vacunación
del territorio que acostumbramos llamar Latinoamérica,
también es uno de los con mayor aumento de contagios,
Chile y su capacidad de hacer real lo impensable.

Aplicando los protocolos
a conveniencia de la elite,
dejando en un constante estado de desprotección
al resto de la población.

Así vemos como cada día
son más los cuerpos que dejan de respirar
cayendo muertos.

Para nosotras no hay seguridad,
Para nosotras lo que hay es securitización,
Para nosotras hay militares armados,
dispuestos a dispararnos.
dispuestos a asesinarnos
y posteriormente negarlo.

Esta es una historia
que se arrastra hace mucho tiempo
Violeta nos alertaba hace años
“los hambrientos piden pan
plomo les da la milicia”.
Ahora que necesitamos salud
¿Qué es lo que se nos ofrece?
Inseguridad,
encierro,
hambre
y balas.

Así nos hemos visto rodeadas de muerte.

La nueva normalidad
impuesta en el territorio chileno
tiene poco de nueva
y mucho de miseria

Sin embargo,
las voces desobedientes gritan
que mientras exista miseria
habrá rebelión,
ténganlo claro.

V

Estas letras nacen como un vómito,
una catarsis,
escribo estas letras frente a aquella pantalla
donde me encuentro a diario
extrañando la cercanía de otros cuerpos,
las caminatas nocturnas,
la embriaguez de los encuentros alegres.

Hace un tiempo,
Walter Benjamin lo entendió,
desde entonces, lo tenemos claro
que la excepción es la regla,
nuestra historia nos lo grita.
El ángel de la historia no logra detener su vuelo
el huracán continúa empujándolo hacia el futuro
los cuerpos muertos se apilan
sobre estas ruinas
en las que hemos construido nuestro hogar.

D e s t e r r i t o r i a l i z a c i ó n

¿Cómo organizar encuentros que
nos permitan construir líneas de fuga?

¿Cómo romper este tiempo?
¿Cómo romper con el continuum de esta historia de miseria
y devastación de nuestras vidas?
¿Cómo se defiende la vida entre tanta muerte?

Defender la vida nunca será lo que dicen
aquellas que se hacen llamar ‘provida’.
Para nosotras defender la vida
es defender la fuga,
insistir en el escape
resistir este bombardeo de tristeza
que nos ataca a diario.
p e r s i s t i r
buscando la alegría del vivir.

Para nosotras defender la vida
es dotarla de las condiciones que permitan
que el vivir valga la pena.

Para nosotras defender la vida
es defender la alegría
y para eso necesitamos recuperar la calle,
necesitamos defender los encuentros
que potencian nuestra capacidad de acción,
desarrollar los agenciamientos que nos permitan
una práctica exagerada de la libertad.

Ahora bien,
no soy alguien capaz de dictar una pauta de acción,
ni menos de entregar una solución
que destruya esta realidad que nos ahoga,
soy una más encerrada
en mi propia jaula.

Solo puedo realizar
pequeños bocetos
bastante superficiales
sobre planes de fuga
anhelando un tiempo otro
en donde logremos romper
con este continuum.

Pero cuento con una certeza,
tengo claro que
esto no acabará por sí solo,
seremos nosotras, nosotres y nosotros
quienes tendremos que destruir las fábricas del descontento.

Todo está en vuestras manos.

Habitante de la periferia poniente de la ciudad de Santiago, territorio que antes fue llamado como la comuna de barrancas. Socióloga de profesión y estudiante de magister en ciencias sociales de la Universidad de Chile. / @manamanosa

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