Foto: @pauloslachevsky

06 de junio 2022

¿Cuál es la forma del caos?

por Cristofer Vargas

Presentación de Ropa, de Diego Armijo Otárola. Ediciones Libros del Cardo (2021).

_

Cardumen, murmullo de pájaros, molino de hormigas, o el ruido de la feria. En estos ejemplos hay una fuerza invisible que subyace y encauza el movimiento. Si pensamos en peces, pensamos en magnetismo, si pensamos en pájaros pensamos en un manto oscuro al atardecer, si pensamos en hormigas, pensamos en rodear la carroña como estrategia militar. Cada uno de estos super-organismos emerge de la complejidad de la información integrada. Por favor, transite por la derecha, vía de doble sentido, siga la flecha que tiene a sus pies.  ¿Qué tiene que ver esto con el libro de Diego? Casi nada, pero al mismo tiempo como si quisiéramos apostar por la frágil regularidad en el paso de una cosa a otra, Ropa (2022) expone el hábitat del comercio ambulante, aquello que no permanece, pero que, sin embargo, se constituye mediante lógicas, formas de habitar el espacio, hilera de paños, gritos de personas ofreciendo mercancía de segunda mano, a través de una sintaxis propia, legible para les integrantes de este super-organismo que reconocemos bajo el rótulo definitorio de comerciantes informales, o desde una perspectiva más amplia, como la clase trabajadora chilena. 

En este sentido, Ropa (2022), en una analogía textil de la construcción literaria como cuerpo/tejido, contrapone al menos dos registros en la narración. Cada episodio comienza con el flujo de la narración de los acontecimientos bajo códigos propios de las personas y objetos que constituyen el mundo representado. 

La Hilacha se compone del material roído, desgastado por el uso, como lo hace el habla y los modos que el narrador despliega en el desarrollo de estos párrafos, por ejemplo: “Las monedas con las que raspa nunca le han dado suerte, o de plano, conversaciones telefónicas, entre dos cercanos de puesto en fila, escuchadas, pues Rocío nunca con internet móvil, nunca con audífonos para escuchar su propia música y distraerse, y de libros nunca aprendió el hábito, de ahí que parar la oreja y el habla, en tiras: ya vas a ver cuando llegue, nunca dije eso, que soy mentirosa oh, yo no me quiero na morir yo, llevo el pan y compra mantequilla y dile que dije yo que me lo deje fiado, oye pero dime po”. 

La propuesta de plasmar el habla territorial queda más clara al comprobar la diferencia en el registro que propone la Etiqueta, una segunda sección en cada episodio, que en su acepción más común hace referencia a un modo formal, que para este caso tiene que ver con el desarrollo de una sintaxis tradicionalmente literaria en el sentido de ritmo y puntuación. 

Estos fragmentos, se complementan en su contraste, en la diferencia se encuentra la propuesta, de la forma que se puede leer en Juan José Saer (guardando la distancia en trayectoria y dominio de la técnica) en Nadie, Nada, Nunca, donde en un principio es descrita la subjetividad perceptiva del narrador para luego cambiar la perspectiva, alejarla de la voz y describir los hechos en términos de acciones observadas, es decir, hacer desaparecer las fronteras entre sujeto y mundo mediante la complementariedad que enriquece aquello que se ha constituido como materia del discurso, la exacerbación de los sentidos en el modo de aprehender “lo exterior”, en suma con el uso, el habla, registrando una infinidad de impresiones sensoriales dadas a través de la repetición en la representación de los objetos. 

Este efecto que confronta el registro de lo correcto y lo popular, pone en tensión la visibilidad y legitimidad que tiene este segundo modo en la representación de lo literario ¿Qué es lo literario? ¿Qué mundos nos muestra la literatura? No es un descubrimiento, los mundos representados tradicionalmente, como el modo en que se muestran, han formado parte del imaginario de una clase específica, que junto al mercado, la academia y el resto de instancias de producción y circulación de cultura, configuran una realidad endogámica apegada a las formas, géneros y temáticas de moda, cambio climático, conflicto mapuche, temas grandes que a veces quedan demasiado grandes, explicitando la lejanía, la urgencia por representar y ser vistos. 

Ropa (2022) funciona en este sentido como una forma de evidenciar dicho centro. En Ropa, poco importa el orden en términos de jerarquía, la relación establecida entre uno y otro registro supone una relación de reciprocidad que enriquece y complejiza la escritura como propuesta estética y la experiencia de lectura en términos políticos, que van más allá de lo evidentemente temático, encarnándose en el cómo, el riesgo, el juego, el trabajo que se le da al texto. 

Ropa, de Diego Armijo Otárola. Ediciones Libros del Cardo (2021).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *