15 de junio 2020

DESMONUMENTALIZACIÓN POPULAR. ALGUNOS EPISODIOS

por Julio Cortés Morales

 “Son monumentos nacionales y quedan bajo la tutela y protección del Estado los lugares, ruinas, construcciones u objetos de carácter histórico o artístico; los enterratorios o cementerios u otros restos de los aborígenes, las piezas u objetos antropo-arqueológicos, paleontológicos o de formación natural, que existan bajo o sobre la superficie del territorio nacional o en la plataforma submarina de sus aguas jurisdiccionales y cuya conservación interesa a la historia, al arte o a la ciencia; los santuarios de la naturaleza; los monumentos, estatuas, columnas, pirámides, fuentes, placas, coronas, inscripciones y, en general, los objetos que estén destinados a permanecer en un sitio público, con carácter conmemorativo” (Art. 1 de la Ley 17.288, 1970).

“Sea lo que fuere, los lugares no se yuxtaponen solamente en el espacio social en contraste con lo que sucede en el espacio-naturaleza. Se intercalan, se combinan, se superponen y a veces colisionan” (Henri Lefebvre, La producción del espacio).

Los actos de desmonumentalización popular ocurridos desde fines del año pasado en el territorio nacional han sido documentados en una publicación irregular llamada “La Descolonizadora” (N° 1, Año 0, Día 90. Ver: https://www.instagram.com/ladescolonizadora/), en cuya presentación se dice que: “desmonumentalizar es una de las múltiples expresiones del movimiento social que remeció los órdenes establecidos de forma salvaje a partir de la evasión liceana”. En esos actos “fueron derrumbados podios del conquistador español, como también, de agentes del estado chileno en el siglo XIX. Porque la arremetida colonizadora no solo provino desde el imperio, sino que también adquirió su forma en la república, desde la cual se invadió, se exterminó y fueron usurpados los pueblos en nombre de la patria”.

Algunos de los eventos más significativos de los ahí listados incluyen el 29 de octubre en Temuco, cuando es derribado masivamente un busto de Pedro de Valdivia, para ser luego arrastrado con una cuerda y “empalado” a los pies de una estatua de Lautaro.

En La Serena el 20 de octubre fue derribado e incendiado un monumento a Francisco de Aguirre, cruel exterminador del pueblo diaguita, y en su reemplazo se instala a Milanka (mujer diaguita). En La Descolonizadora aparecen extractos de un documento de Aguirre donde confiesa el exterminio: “sus guerreros fueron muertos en combate, sus mujeres violadas y sus niños asesinados. Los hicimos desaparecer, a ellos y su presencia en la historia. Se necesitaba un escarmiento sangriento para que no les quedaran ganas de rebelarse”.

El 4 de noviembre en Punta Arenas es derribado el monumento al exitoso emprendedor y exterminador de fueguinos José Menéndez, para ser depositado a los pies de la estatua del indio patagón en la Plaza de Armas y reemplazado por un homenaje al pueblo selk´nam.

Mientras esos hechos ocurrían recuerdo haber pensado en que tuvimos que esperar años, décadas y hasta siglos para que una revolución social en el siglo XXI se atreviera al fin a sacar del espacio público esos horribles recordatorios del poder de muerte que tiene el Estado moderno: colonial, patriarcal, racista y clasista.

Pero el movimiento social no sólo removió el horror de los pedestales de las calles y plazas, también iba homenajeando de manera informal a las numerosas víctimas de la represión, como en el memorial ubicado en el sitio en que cayó Mauricio Fredes en la Alameda con Irene Morales (otra figura del panteón militar chileno). Por varios días y semanas se sucedía en ese lugar una dinámica de apropiación/reapropiación del improvisado y anárquico sitio de memoria entre las fuerzas policiales que lo destruían y los manifestantes que lo reinstalaban.

También se instalaron otro tipo de monumentos, como las figuras representativas de los pueblos originarios en Plaza de la Dignidad, y desde años anteriores había sido posible apreciar iniciativas como la instalación por el colectivo Memoria Rebelde de una piedra conmemorativa en homenaje al anarquista Antonio Ramón Ramón, en el mismo lugar fuera del actual metro Rondizzoni en que en 1914 atentara contra el masacrador de la escuela Santa María de Iquique, general Silva Renard.

Este tipo de acciones no eran nuevas, y han seguido ocurriendo en diversas partes del mundo luego de la rebelión iniciada en Minnesota contra el racismo policial tras el asesinato de George Floyd, llegando incluso a que algunas autoridades han procedido al retiro de estatuas como una forma de desmonumentalización ordenada y oficial que busca evitar la desmonumentalización popular espontánea y caótica con que la revuelta se reapropia del espacio urbano.

A continuación va una breve colección de episodios desmonumentalizadores desde la Revolución francesa hasta hoy.

I.-París, 1789/1799.

El Versalles posrevolucionario como panóptico: “Se remodelaron las estatuas reales que habían quedado. La de Luis XIV en la gran sala Orangerie, lleva un gorro frigio en lugar de la peluca, que se ha quitado a martillazos; también una pica en lugar del bastón de mando y, para que nadie se equivoque con el nuevo dios de la guerra, figura en el pedestal de la estatua: ‘Marte francés, protector de la libertad del mundo’. Una jugada semejante se le ha hecho al colosal bajorrelieve de Luis XIV a caballo por Coustou en la gran galería del castillo. El genio de la fama, que desciende de las nubes, coloca, en lugar de la antigua corona de laurel, un gorro frigio sobre la calva cabeza del rey”.

* Vulgarización *  F.J.L. Meyer, Fragmentos de París en el año IV de la República francesa, II, Hamburgo, 1797, p. 315.

(Walter Benjamin, El Libro de los Pasajes, Q [Panorama], Edición de Rolf Tiedemann).

II.- Santiago de Chile, 1957

Es interesante observar las características que asumió la protesta de la tarde del martes 2 de abril. Un primer rasgo fue la agresividad contra la policía. La multitud, arriesgando sus vidas, no dudó en hacerles sentir su superioridad numérica y enrostrarles la ira acumulada en el curso de los enfrentamientos. Un segundo componente fue la violencia contra los bienes públicos (…) como si a través de la infinidad de fogatas que poblaron el centro de Santiago, se hubiese querido señalizar tanto la presencia de los manifestantes como su poder de reducir a cenizas los bienes públicos. En tercer lugar, el ataque a sedes de importantes poderes públicos y privados. Hechos cargados de simbolismo si se los quiere ver como expresión del conflicto no sólo con la autoridad sino con el sistema en su conjunto. Punto extremo de esta violencia simbólica contra lo establecido fue la destrucción de las obras del monumento a Arturo Prat y el ataque a la estatua de Bernardo O´Higgins, los dos principales héroes militares de la historiografía nacional.

(Pedro Milós, Historia y memoria. 2 de abril de 1957, LOM, 2007).

III.- Chicago, 1889/1970

30 de mayo de 1889: En Chicago, la clase dirigente decide construir un monumento en homenaje a los sicarios uniformados muertos en los sucesos de mayo de 1886. La figura de un policía de bronce ‘adornaría’ la plaza de Haymarket.

4 de mayo de 1927: El chofer de un tranvía hace saltar intencionalmente su vehículo estrellándose contra la estatua del policía en Haymarket.

4 de mayo de 1968: Es lanzada pintura negra y vandalizada la estatua.

6 de octubre de 1969: Un potente artefacto explosivo compuesto por dinamita hace volar la estatua del policía en Haymarket. La acción es reivindicada por la organización de guerrilla urbana Weather Underground Organization.

4 de mayo de 1970: La malograda estatua es restaurada e inaugurada nuevamente mediante fanfarrias en medio de una solemne ceremonia con alabanzas a la represión.

6 de octubre de 1970: Un segundo y último atentado contra la estatua hace volar por los aires nuevamente la figura de bronce. La W.O.U. reivindica nuevamente la acción haciendo que el gobierno custodiara durante 24 horas la estatua. Finalmente y ante el riesgo de nuevos ataques decide esconderla al interior de una comisaría en Chicago.

(Cronología de una vida en revuelta y los sucesos de Haymarket, en: “Louis Lingg. Ya lo sabrán por los estruendos”, Santiago de Chile, Ediciones Memoria Negra, 2018).

IV.- París, 1969.

En 1969 los situacionistas reinstalaron en la Plaza de Clichy una estatua del “utopista” Charles Fourier que había sido levantada en 1899 por sus seguidores y que desapareció en 1941 para ser fundida y servir a las necesidades de la guerra.

Esta réplica exacta del original, en yeso pintado de bronce, duró menos de dos días y fue retirada por la policía.

En el mismo sitio el año 2007 un colectivo de “artistas” instaló una obra que consiste en una escalera conducente a una especie de cabina telefónica transparente. A diferencia del homenaje situacionista, esta nueva acción -que nada tiene que ver con Fourier- ha sido tolerada por los agentes del orden.

(M.A.S.A., Marxismo y teoría revolucionaria, 2008).

V.- Antofagasta, 2002

Nulo respeto por la historia

Decapitado, a piedrazos, quedó el monumento a uno de los pioneros de la industria salitrera, José Santos Ossa, ubicado en el parque Croacia, de Antofagasta. La estructura de 4 metros de altura, confeccionada con yeso, está a sólo 200 metros de un retén de Carabineros. La reparación le costará dos millones de pesos al municipio.

(Recorte de prensa usado como contratapa de la revista Antagonismo, N° 0, Santiago de Chile, diciembre de 2002).

VI.- Reino Unido, 2020

En Bristol, en el oeste de Inglaterra, los manifestantes derribaron una estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII, Edward Colston. Un grupo de manifestantes arrancó del pedestal la estatua de bronce, erigida en 1895 en una calle que lleva su nombre, tirando de ella con cuerdas.

Una vez derribada la pisotearon, según imágenes publicadas en las redes sociales y transmitidas por la televisión británica. Uno de ellos se hizo una fotografía arrodillado sobre el cuello de la estatua, imitando el gesto del policía blanco que asfixió George Floyd a finales de mayo en Estados Unidos. Después arrastraron la estatua de Colston, que lleva años siendo controvertida en Bristol, por la ciudad portuaria y la echaron, rociada con pintura roja, al río Avon, bajo gritos de alegría.

La policía local anunció la apertura de una investigación y el ministro del Interior, Priti Patel, denunció un acto «absolutamente vergonzoso» y «completamente inaceptable. Es vandalismo».

El alcalde de Bristol, Marvin Rees, adoptó un tono más conciliador. «Sé que el arrancamiento de la estatua de Colston dividirá a la opinión pública, como ya lo ha hecho la estatua durante muchos años. Es importante escuchar a aquellos que estimaban que era una afrenta a la humanidad», afirmó en un comunicado.

(Agencias/El Mercurio, “Nueva jornada de manifestaciones en Reino Unido”, 8 de junio de 2020).

VII.- Boston y Miami, 2020

Una estatua de Cristóbal Colón fue decapitada en la noche del martes en Boston, última víctima del movimiento que exige la retirada de estatuas que consideran que simbolizan el racismo, reactivado por las manifestaciones tras la muerte de George Floyd.

Otra estatua de Colón fue vandalizada en el centro de Miami, cubierta con pintura roja y mensajes que decían “Nuestras calles”, “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan) y “George Floyd”, antes de que la policía hiciera varios arrestos, según el periódico Miami Herald.

Además, haciéndose eco de las protestas, la presidenta de la Cámara Baja de Estados Unidos, Nancy Pelosi, exigió que se retiren del Capitolio once estatuas de confederados que se oponían al fin de la esclavitud, en un momento de intenso debate tras la muerte a manos de la policía de un ciudadano negro.

(Infobae, Furia contra estatuas de Colón: manifestantes decapitaron un monumento del navegante en Boston y vandalizaron otro en Miami, 11 de junio de 2020).

VIII.- Nueva York, 2020.

La Policía de Nueva York tenía este jueves desplegado un operativo para vigilar la icónica estatua de Cristóbal Colón que preside la rotonda conocida como Columbus Circle, en una zona comercial de Manhattan colindante con Central Park, tras los ataques a otros monumentos en EE.UU. con motivo de las manifestaciones antirracistas.

Tras las protestas por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis, algunos manifestantes en distintos puntos del país norteamericano están derribando o vandalizando estatuas polémicas, sobre todo de líderes confederados que apoyaban la esclavitud. No obstante, los ataques también se están haciendo extensivos a las estatuas de Cristóbal Colón y otros exploradores, en solidaridad con los pueblos indígenas y a medida que el foco sobre la injusticia racial que han propiciado las protestas nacionales por la muerte de Floyd incluye a otras minorías. A ese respecto, el gobernador del estado, Andrew Cuomo, de ancestros italianos, afirmó hoy en una rueda de prensa «entender los sentimientos contra Colón y respecto a algunos de sus actos», si bien defendió que la estatua del explorador «representa el legado y la contribución de los italoamericanos» al país, al ser preguntado por la ola de vandalismo contra su figura.

(EFE/Emol, Policía de Nueva York vigila estatua de Cristóbal Colón tras ataques en otras ciudades, 11 de junio de 2020).

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