24 de enero 2023

El rastro de la ñuke mapu (madre naturaleza) en la literatura mapuche ¿Femenina o feminista en estos tiempos?

por Marjorie Haiqui Hernández

La escritura femenina mapuche está situada en un contexto colonial y patriarcal, debido a que la memoria oral ha sido el valor y el sentido cultural en nuestras vidas, y se ha transmitido a través de los tiempos, a partir de la palabra narrada, la performance que acompaña la oralidad y la experiencia estética de la naturaleza que, como primer paisaje, nos entregó la belleza desde los primeros tiempos.

Estos cimientos han sido los que, de alguna u otra manera, nos han permitido desarrollar un imaginario literario que ha estado presente desde el surgimiento cultural de un mundo que se concibe desde sus identidades territoriales, y las memorias y experiencias de vida de las personas. Estas también han sido las posibilidades literarias para fundar las poéticas que han sido a la vez, las bases discursivas que han situado distintas identidades a partir de diferentes relatos que han estado presentes en nuestros desarrollos culturales.

En este centro está la literatura femenina mapuche, en la búsqueda de un buscar y buscarse a la vez como mujer, en un mundo en donde las posibilidades de comunicar identidad y cultura a través de las distintas poéticas hacen surgir la autoría que experimenta una posible identidad literaria femenina y mapuche. En dichas autorías están los lenguajes que las conciben como un cierto sello en la pluma, es la escritura entonces, una nueva posibilidad situada en un contexto patriarcal y colonial. Podríamos mencionar los lenguajes que narran autoras mapuche, compilados en “Kümedungun/ kümewirin. Antología poética de mujeres mapuche (siglos xx y xxi)” de la Editorial LOM, en donde Maribel Mora Curriao y Fernanda Moraga García, compilan junto a la traducción de mapuzungun de Jacqueline Caniguan, los diferentes imaginarios que señalan cada una de las autoras a través de su escritura [1].

En general, las mujeres tanto de los pueblos originarios como de la cultura hegemónica han tenido que enfrentarse de alguna u otra manera al cuestionamiento patriarcal de la validación de sus textos. Solo bastaría recordar a Simone de Beauvoir con su escrito “El segundo sexo”, que pasó a la historia precisamente al poner énfasis en que los escritos de las mujeres caerían en la denostación por parte de los editores y escritores que veían en sus letras historias poco válidas para sus pensamientos y desafíos como escritores patriarcalizados y masculinizados. Esta alerta que ha trascendido históricamente a la filósofa feminista, es un punto en común con las escritoras mapuche porque también difieren de la sociedad masculina que escribe, sin embargo me atrevo a pensar que la autoría de la escritura mapuche tiene un peso adicional con respecto a la diferencia que existe en la identidad cultural que nos compone.

La distancia en el origen de la identidad cultural en nuestra escritura es la oralidad que surge desde el inicio de los tiempos porque es la que nos permite formar cultura. No al azar somos un pueblo que a partir del piam (mito) ha reafirmado el origen cultural en “esta tierra” o Wallmapu. Esta concepción de la literatura a través de la palabra cantada, narrada y comunicada con la belleza performativa es la que nos ha formado “el rostro de nuestros corazones”, -según León Portilla- y es la responsable de pensar la literatura como un valor cultural de los pueblos originarios, la cual surge como una enunciación femenina que se corporiza en la palabra escrita. Por este motivo, todo aquel o aquélla que haya crecido en un contexto de memoria oral, y haya tenido la experiencia en su primera infancia con la performance de la oralidad, va a tener una disposición a la escritura literaria y por consecuencia, a la creatividad dotada en el pensamiento sensible que transmite el cuerpo. Debido a que conoció independiente de su cuerpo wentru (hombre) o zomo (mujer) lo femenino como un valor, un aspecto que nos permite, entre otras posibilidades, vincularnos socialmente y con el mundo.

Es por este motivo que lo femenino está presente. Cuando sitúo la literatura de pueblos originarios a partir de una enunciación que nace en este punto, al menos si de literatura se trata, esta se encuentra en una constante búsqueda de lo femenino. La sensibilidad para percibir y unir las imágenes visuales que surgen en la memoria, o que se crean a partir de los relatos “creando formas sensibles”, comienza, según Escobar (2008) en el arte tradicional indígena y, posteriormente, continúa en el arte popular.

Esta posibilidad de crear una literatura femenina dota también a la escritura anti patriarcal, porque surgiría de la memoria de la oralidad y se sostiene en el allkütun o el acto de escuchar la voz que surge desde el cuerpo unido a la naturaleza. Por este motivo es que sostengo que la búsqueda de la feminidad es al mismo tiempo la búsqueda de la oralidad ancestral que se transforma en algo similar a la poesía que encanta. “Son las palabras que comunican con asertividad lo que se quiere transmitir, un brote de belleza que nace de la tierra cuando se sienten los pies calientitos que indican la raíz de la ternura. Sin este acto, no existiría la palabra, ni el gesto, ni menos el canto” (Huaiqui, 2018).

La literatura femenina nace, entonces, de la experiencia estética con la naturaleza y no tiene muy definido el género de quien escribe, porque este solo se distingue desde la autoría. También une los símbolos cotidianos con el de los pewmas o sueños, con la retroalimentación educativa que entregan los pichikeche al relacionarnos con estas pequeñas personas y, finalmente, une un propio estilo de vida con la creatividad sentida de un corazón enraizado en la feminidad de la tierra. Lamentablemente, la colonización en todos sus efectos ha endurecido las emociones y ha enmascarado el patriarcado en los cuerpos masculinos como una forma de colonizar también sus mentalidades y acciones.

Por este motivo, recordar que la imagen de Wanglen, la mujer que forma la naturaleza del az mapu, es una figura madre de donde nace la cultura. No al azar autores mapuche, a quiénes conozco más sus letras sobre otros pueblos originarios, escriben sus textos generalmente en primera persona. Actualmente esta afirmación de la primera persona es más observada en mujeres quienes, debido a la colonización, se han visto en la necesidad, pese a su abundancia, de buscar su identidad en contextos patriarcales y masculinos. Sus escritos perpetúan la lealtad a su madre, siguen el rastro de la ñuke mapu (madre naturaleza) al escribir los mensajes que le entrega a partir de la naturaleza en todas sus relaciones, y también porque están comunicando memoria e identidad cultural a partir de los mensajes que le entrega el cuerpo situado en esta perspectiva. No al azar, se nos permite escuchar a través del cuerpo como una facultad y regalo que nos entrega la ñuke mapu para compartir con la sociedad los mensajes que vienen desde esa continua perspectiva.

La literatura mapuche está situada en una continua relación femenina con la naturaleza, en donde Wanglen nos aporta memoria e identidad. Si ella no hubiera formado a la ñuke mapu (madre naturaleza) posiblemente nuestro imaginario hubiera carecido de sensibilidad y lealtad a la naturaleza. Nuestra espiritualidad “centrada en la naturaleza que rodea nuestros pensamientos y nuestros cuerpos” es la base de una escritura literaria y sentida en continuidad con la madre. Bajo este punto de vista, esta sensibilidad y posición debiera ser la que centra la escritura “un rostro en el corazón hablando” (según Portilla) y una posibilidad para que nazcan les hijes de esta madre ñuke mapu como un gran manifiesto poético en todas sus letras.

Pensar también, desde mi autoría, la escritura de mujeres es pensar el cuerpo como una posición distinta que determinaría por consecuencia, la distancia entre el cuerpo de las mujeres y de los hombres que, en un contexto de oralidad ancestral unido a la ñuke mapu, no debiera ser una distinción por sí sola de una adscripción genérica. Lo que sí creo es que, desde mi experiencia, la voz que escribe se escucha desde mi cuerpo y mis oídos cuando me centro en el acto de escuchar allkütun. Lo que no me atrevería a afirmar sin antes realizar nütram con otras escritoras y escritores es si la palabra unida con la madre ñuke mapu es la descripción de la escritura literaria de un pueblo. Esta continuidad es la que nos permite hablar de memorias e identidad cultural en cada una de sus enunciaciones que se adscriben desde el pueblo originario mapuche, y también afirmar que la literatura es historia y pensamiento a la vez.

No obstante, la espiritualidad que propone la literatura mapuche centra una unión en torno a un mensaje que nace de lo femenino en donde las disidencias sexuales y genéricas serían también parte de los escritos que nacerían como hijes de la ñuke mapu.

Si vamos al oficio propiamente tal, y consideramos los géneros de escritura, las poéticas que forma la palabra escrita posiblemente cambien de perspectivas en la forma en que se abordan. Porque la narrativa es un pensamiento escrito con la intención de comunicar las experiencias que construyen lo narrado, y de este género la oralidad nos ha situado en el arte del nütram una pluralidad de perspectivas de uso cultural, porque polisémico culturalmente, es el arte de conversar, el relato que surge de dicho diálogo, y el relato por sí solo.

La polisemia de posibilidades del nütram ya indica una cualidad con la narrativa que surge desde lo creativo, por este motivo creo, desde mi punto de vista, que escribir narrativa es escribir pensamiento y palabra en la escritura. Porque mientras escribo estoy escuchando mis pensamientos y dirigiendo en una hoja blanca un conjunto de letras que se va ordenando con el mensaje que me entrega la madre, la misma que me orienta la escritura.

Si esta madre no estuviera presente en aspectos éticos y de conciencia mapuche, entonces tendríamos que pensar que dichos actos ya concuerdan con hechos coloniales, y en un presente en donde pensar la descolonización se ha vuelto una fantasía. Preferiría pensar lo anti colonial como una posibilidad de mitigar las relaciones que caen dentro de este juicio, en donde las autorías deben concluir en un sentido completo, debido a que la ñuke mapu está dentro de nuestra espiritualidad y seguirla o no, sería contribuir a un acto ético en donde la vida se pone en juego y es casi imposible bajo la perspectiva del relato de Wanglen separar nuestros cuerpos.

Finalmente es viable también pensar que, el imaginario literario que poseemos culturalmente es indisoluble con nuestros actos éticos independiente de quien escriba actualmente en autoría mapuche. Porque si de lo femenino en literatura se trata, debemos referir que, este sitio ha estado desde los inicios de los tiempos y debiera ser el mandato que deben cumplir todes nuestros cuerpos.

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Bibliografía

El mito del arte y el mito del pueblo. Ediciones Metales Pesados. Ticio Escobar.

El segundo sexo. Simone de Beauvoir.

Kümedungun/ kümewirin. Antología poética de mujeres mapuche (siglos xx y xxi). LOM Editores. Maribel Mora Curriao y Fernanda Moraga García, traducción de mapuzungun de Jacqueline Caniguan.

La poesía de mujeres mapuche contemporáneas, características, temas y lenguajes. Revista Oropel. Marjorie Huaiqui: https://revistaoropel.cl/index.php/2021/07/14/la-poesia-de-mujeres-mapuche-contemporaneas-caracteristicas-temas-y-lenguajes/

Los antiguos mexicanos. Miguel León- Portilla.

Puro dungun, música y oralidad. Editorial Quimantú. Marjorie Huaiqui.


[1] La poesía de mujeres mapuche contemporáneas, características, temas y lenguajes. https://revistaoropel.cl/index.php/2021/07/14/la-poesia-de-mujeres-mapuche-contemporaneas-caracteristicas-temas-y-lenguajes/ 

Magíster en Estéticas Americanas PUC, mujer, madre, poeta, y profesora.

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