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27 de marzo 2024

«Nuestra furia es conciencia»

por Francesca Herbas

Reseña de Tejiendo Rebeldías: escritos feministas de Julieta Kirkwood. Hilvanados por Patricia Crispi. Santiago: Lom Ediciones, 2023.
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Publicado por primera vez en 1987 y reeditado en 2023 por LOM, Tejiendo Rebeldías es un compilado de textos feministas de Julieta Kirkwood, donde se incluyen manuscritos, publicaciones en revistas y cartas que van de 1979 a 1985. Estos documentos configuran una visión global sobre el pensamiento feminista en el Chile dictatorial. El ordenamiento de todos los escritos fue hecho por Patricia Crispi, quien ––en la jerga del libro–– cuidadosamente hilvana este conjunto de pensamientos y argumentaciones desde la memoria de Julieta, de modo en que, además de ser la recopilación de textos feministas, este proyecto funciona también como una reconstrucción de la identidad feminista de Julieta Kirkwood y como un homenaje a ella misma. Por otra parte, en el prólogo a la nueva edición, Virginia Guzmán y Pamela Paredes destacan la importancia de estos documentos para el desarrollo del feminismo en Chile, haciendo énfasis en la forma en que los escritos de Julieta promueven la rebeldía contra los sistemas de opresión patriarcal y cómo la politización de lo feminizado deviene en la capacidad de reconocer estos mecanismos de dominación. 

Y entrando a otro aspecto de Tejiendo Rebeldías, cabe destacar la disposición de los textos, pues esta no está hecha en orden cronológico, sino que decidida por Patricia Crispi en una forma orgánica para así dar forma a un relato cohesivo en que poco a poco el lector/a es conducido por un hilo dado por la unión entre pensamiento y pensamiento. Asimismo, una virtud que posee el libro es que está pensado en forma dual o ambivalente, de modo en que es a la vez libro y revista (14), pues cada texto es auto conclusivo y puede ser leído sin la dependencia de los demás. De este modo, brinda al usuario la libertad de leer a su propio parecer. También, siguiendo con la dimensión material de la obra, debo referirme al eje visual que la compone, pues a lo largo de sus páginas no es sólo letra con lo que nos encontramos, sino que imágenes de mujeres en manifestaciones feministas, contra la dictadura, fotografías de los documentos de Julieta Kirkwood, serigrafías, afiches, todo en diferentes tonos de violeta que caracterizan la lucha feminista. De tal forma, el acompañamiento del texto con estos elementos visuales configura un imaginario sobre la militancia feminista y socialista durante la dictadura, además de funcionar como una particularidad que invita a revisar el contenido de los escritos, cumpliendo la función que señala Crispi en el prefacio: “estiré la lana hasta donde más se podía intentando un libro atractivo para Ud. a quien el feminismo no resulta atractivo” (16). Desde su concepción, Tejiendo Rebeldías se piensa como un proyecto que busca democratizar el feminismo y reivindicar la genealogía sobre la lucha feminista en Chile. 

En una de las primeras páginas Julieta declara: “Yo ordeno y compagino mis papeles/ acumulo y pavimento en letras” (21), consigna que nos adentra sobre una de las preocupaciones principales que persisten en la totalidad de los escritos que componen este libro-revista. La importancia de la documentación es uno de los ejes principales, pues existe una denuncia constante al silencio patriarcal sobre la lucha feminista y la dificultad de ser feminista cuando los precedentes han sido casi eliminados por un poder opresor como el de la dictadura militar chilena. En los diferentes artículos, Julieta se desempeña como una arqueóloga del feminismo, tratando de reivindicar, rescatar y sacar del destierro cultural a la historia de los feminismos extranjeros, pero sobre todo los feminismos chilenos, pues “cuando miramos hacia atrás, buscamos nuestra historia, sólo encontramos un pasado invisible” (43). En este sentido y, de manera pionera en Chile, Kirkwood edifica una genealogía de la opresión patriarcal y de los movimientos a favor de la liberación de la mujer en medio del apagón cultural fascista. Este gesto de rebeldía se identifica a sí mismo como desestabilizador de aquellas verdades instauradas por la soberanía masculina, además de concebirse como una subversión cuya colectividad es requerida para luchar contra aquel relato histórico que celebra la colonialidad, la violencia, el racismo y la misoginia:

Nos pusimos más valientes: afirmamos ¡Somos feministas! Ya en ese momento se nos había hecho evidente algo más sobre la historia: Que, así como la historia de la conquista de América la hemos tenido que conocer a través de la pluma de los conquistadores y rarísimamente por el testimonio de sus habitantes originarios, así también, toda la historia referida a las mujeres la hemos debido conocer por la pluma y por la vara de los varones. (Kirkwood 29-30)

De esta manera, la militancia feminista en Tejiendo Rebeldías es una instancia en que las mujeres pueden forjar y descubrir su propia historia a través de una consciencia grupal sobre cómo esta ha sido escrita. Asimismo, a través del feminismo se insta al desarrollo de una nueva forma de ver el mundo, desmantelando las verdades de la ideología patriarcal para no seguir perpetuándola. Y Julieta se refiere a esto último con bastante énfasis, porque advierte el vínculo entre la pasividad de las mujeres subyugadas al transmitir una “cultura generada … por los varones” (47), posicionando a la furia y la rebeldía como las primeras disrupciones para que las mujeres puedan inventarse a sí mismas. Y tal rebeldía, al hacerse colectiva y dejar el espacio de lo privado, contiene la potencia de sobreponerse a los abusos patriarcales. 

Dicho esto, el texto “Documento”, escrito colaborativo de mujeres socialistas presentado en el Tercer encuentro nacional de la mujer y publicado por la revista Furia, nos presenta un diagnóstico respecto del apolitismo en las mujeres chilenas durante la dictadura, diciendo que, para poner alto al avasallamiento patriarcal, es importantísima la participación de las mujeres en política. 

Siguiendo con lo anterior, otro de los puntos sobre los cuales se pronuncian los textos se encuentra en la crítica a la izquierda, dado el hermetismo en el mundo político respecto a las mujeres en dictadura, de modo que posiciona como necesaria la revisión de las nociones de patriarcado de la izquierda para que esta no perpetúe la opresión a las mujeres. De igual manera, señala el trato despectivo a las mujeres militantes, donde los líderes masculinos a menudo caracterizan la lucha feminista como una consigna de orden menor. Ante esto, Kirkwood pone la lucha de clases y la lucha feminista a un nivel idéntico, pues resulta imperativa la unión de poderes y la concepción integrada del problema capitalista. “En la mirada al Después, nos encontramos en un punto en que no cabe duda razonable de que ni la democracia, y menos el socialismo, se construirán -no pueden ser construidos- si mantenemos en reserva y diferido el problema de la mujer” (50), de esta forma, en la medida que la opresión en el sistema capitalista se dirige hacia todo quien disienta de los intereses de quien concentra el capital, la lucha por la democracia debía ser global. Este aspecto que trata Tejiendo Rebeldías me parece muy contingente en el mundo actual, pues pareciera ser que en la esfera de lo público seguimos pensando el feminismo como una lucha aislada y no parte de un conglomerado de desigualdades de poder. 

Ahora una parte del tejido de pensamientos que me es muy significativa: la caracterización de la lucha feminista como ethos y el patriarcado como thanatos. Tal comparación se nutre de un imaginario de la resistencia feminista como fiesta, unión y acompañamiento mientras la sociedad dictatorial que se erige como un supra-patriarcado está marcada por el carácter aséptico, inorgánico y gobernado por la muerte. Julieta Kirkwood se pregunta: “¿Una sociedad monumental y masculina que nos arrastra –sin goce, sin deseo de plenitud, de llama y vida–, tozudamente, una y otra vez, a sus juegos/fuegos de muerte, de tortura atroz, de aniquilación galáctica?…” (69). La respuesta es un rotundo no, pues desde la militancia feminista y socialista, la lucha se dirige a aquel necropoder que busca erradicar la humanidad misma al prohibir la pulsión primigenia de vida que es el deseo. Tejiendo Rebeldías expone la praxis feminista como una pulsión de vida en su resistencia, al reivindicar el libre albedrío de las mujeres y su capacidad de oponerse al yugo de la monumentalidad masculina. 

Para concluir esta reseña, debo decir que estamos frente a un libro crucial desde su componente histórico, material y argumentativo, pues se posiciona como un archivo de los feminismos en dictadura y el proceso de redescubrimiento de la lucha por las mujeres en medio del apagón cultural. Asimismo, destaco la lucidez y atemporalidad de todos los escritos en Tejiendo Rebeldías, pues pese a estar orientado a la experiencia feminista en el Chile de Pinochet, nos habla de problemáticas que trascienden su periodicidad y pueden fácilmente funcionar como guía de consignas feministas. Finalmente, Julieta soñó y luchó por promover la intelectualidad entre mujeres, difundir la rebeldía contra la opresión patriarcal y el rescate de la colectividad, pues la “totalidad de la reivindicación feminista es básicamente un discurso de la vida y una praxis de vida. De la vida humana que es la vida elegida y querida como tal. Es a partir de la elección de la vida que se quiere políticamente la paz y no la aniquilación” (122). Tejiendo Rebeldías es el llamado a mantenerse furiosas y rebeldes.

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