31 de mayo 2023

En la punta de la lengua: Reedición de Desde las ramas una guacamaya, por Maricela Guerrero

por Francisco José Casado Perez

(Maricela Guerrero, Desde las ramas una guacamaya, Ediciones Cinosargo, 2021)

Bastaría con decir: recordar es vivir; pero en sí, ¿recordar trata de la vida tal cual fue o apenas los fragmentos necesarios para componer una nueva historia? El fenómeno de la memoria y sus abusos, recordando a Tzvetan Todorov, ponen a cuento que la humanidad, desde su uso de razón ha tenido tensiones con la destreza mnemónica. Entre las personas hay diferencias sustanciales, hay quienes desarrollan su memoria como base de sus trabajos (guías turísticos, historiadores, entre otros), mientras algunos la ocupan como mero ejercicio didáctico para la retención y concentración, especialmente los profesores de escuelas que organizan concursos de declamación con los alumnos.

Del mismo modo y en contraposición, existen casos de personas que consideran recordar como un acto tortuoso: la memoria como “un vertedero”, decía el joven porteño Irineo Funes de Jorge Luis Borges; o que los recuerdos son un peligro que acecha en forma de trampa que conecta en serie fusiles cargados a la espera del primer pie sobre aquellos lugares que no se quiere recordar o siguiera volver a ver mientras los baña una mañana soleada.

Nociones que Maricela Guerrero (Ciudad de México, 1977) hace patente en la reedición de Desde las ramas una guacamaya, publicado en 2006 por Bonobos Editores, México, ahora bajo la mano de Ediciones Cinosargo, a través del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Convocatoria 2021, a través del Fondo de Emergencia Transitorio de Chile.

El poema como escritura sin interrupciones, parece retomar en parte la idea estructural de “bola de nieve”, propuesta de Ulalume González de León, en la entonces revista Vuelta (1976-1998), donde invita a “CONSTRUIR UNA FRASE QUE, DESDE SU PALABRA INICIAL DE UNA LETRA, CREZCA, AUMENTANDO UNA LETRA POR LÍNEA COMO “BOLA DE NIEVE” POR UNA NEVADA CUESTA ABAJO HASTA… DONDE SEA POSIBLE.” (Asiain, 2010) La diferencia estaría en que Maricela no sólo conduce la construcción paulatina del texto, sino que gira hacia lo horizontal, llenando cajas de texto tras caja de texto: unidades de memoria, a la manera las cartas apiladas a la manera de un castillo de naipes, donde sustraer un parte haría un colapso inmediato de toda la estructura.

Maricela no desteje la manta por las noches, al contrario de Penélope, modificó el telar integrándole una rueca que va trenzando más hilo suministrado por el tiempo mismo, haciendo del poema una “Tira de peregrinación” que “[…] las teorías letrísticas lo indican haciendo conjeturas matemáticas es Luis porque algo queda después del -es y hay que acomodarlo después de todo el orden de los factores no altera el producto” (Guerrero, 2021, 6), por el contrario, es un eco desde la infancia:

[…] mis primas y yo teníamos muñecas para inventar ceremonias solemnes en que cada muñeca recibía el nombre de parte de su dueña y la mejor amiga de la misma quien tenía la justa obligación de invitar una merienda o un caramelo después del cándido acto bautismal que consistía en ofrecer un nombre casi onomatopéyico que con sólo nombrarlo creará en la mente de su pronunciante y de sus escuchantes la imagen del nombrado pero eso sólo lo sabía mi prima más cercana […] (Ibid., págs. 7-8)

Que busca repercutir más adelante, en la madurez: 

[…] voy de polizón de mi propio barco endeble de mi propio destierro de la vida amable al fin de cuentas el que se va el exiliado es el que se queda a decir la tinta a ti debida desde la malva del deseo a llenar las páginas donde una a una las letras aparecen como quien pone una unidad después de otra para llegar más lejos el n+1 donde n es una cantidad indefinida de bisutería del recuerdo para el que se construye su castillo de naipes donde el príncipe es un sapo que es un príncipe un gato repartiendo piedritas de colores […] (Ibid., pág. 23)

El sentido del eco es proyectarse en una dirección principal que irá fragmentándose a lo largo de su trayectoria; fragmentos que rebotando sobre la superficie cavernosa, en lugar de perderse, vuelven a retroalimentar la trayectoria, llevando así el mensaje más lejos, hasta un punto de no retorno en la profundidad donde al fin habrá de diluirse. Recordando un poco los versos de Miguel Ángel Flores (1981, 88): “[…] permitir que la tinta fluya / y que a su paso deje voces / que no aciertan a encontrar / sus palabras.” La escritura telar de Maricela no solo atribuye un objeto estético en sí, también un documento histórico, referenciado con personajes de Don Gato y su Pandilla (Top Cat, Hanna-Barbera, 1961-1962), mismos que a pesar del tiempo todavía prevalecen en la memoria colectiva.

Una de las peores sensaciones que puede haber es que a medio relato se le olvide a uno las palabras o más bien, queden atoradas justo en la punta de la lengua hasta que alguien, en una improvisada partida de charadas logra adivinar los gestos y liberar la palabra; siempre hay que agradecer por el esfuerzo de interpretación, nadie debería quedarse con ideas a medias; situación que Maricela sortea, sobrevolando de rama en rama.

[…] deshilvanado en líneas que recorren la mejilla y resplandecen esta noche insomne y fría donde no pasa nada sólo la madrugada que desnuda las excelsas geometrías del recuerdo y descompone tu nombre en luces que enceguecen a través de un prisma espectro de mi vida que se proyecta en dos o tres palabras húmedas huevecillos de peces transparentes entre las heladas costas de esta página donde los látigos del día sorprenden a la guacamaya colgada de su rama […] 28

Queda patente todavía la vigencia de cierto horror vacui en las páginas de la poesía, donde todos los detalles conforman un ecosistema propio: un eco de la vida que se vive para recordar, como también para hacer nuevas historias, repitiendo el ciclo hasta el momento de que alguien más diga eso que todavía no recordemos porque está necio en la punta de la lengua.

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Fuentes

Asiain, A. (2010, 22 de julio). Bolas de nieve. Letras Libres. https://letraslibres.com/revista-espana/bolas-de-nieve/

Flores, Miguel Ángel (1981) Contrasuberna. Premio Nacional de Poesía Ciudad de Aguascalientes, 1980. México: Editorial Joaquín Mortiz S. A. 

Guerrero, Maricela (2021) Desde las ramas una guacamaya. Chile: Ediciones Cinosargo.

Ciudad de México, 1990. Arquitecto y escritor. Ha publicado en revistas digitales como Página Salmón, Irradiación, Mentekupa, Vallejo & Co., Carcaj, entre otras. Mención honorífica del Premio Bruno Corona Petit, Venezuela, 2020 y 2022. Su poemario “Para mirar los pasos” (2021), editado por Escrúpulos Editorial, recibió el Premio “Don’t Read” 2021.

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