Foto de archivo intervenida
La palabra de los enfermos y otros poemas
La palabra de los enfermos
Me preguntaba ayer, qué habrá pasado con tú familia, quién se habrá llevado tu cartera blanca desde donde sacaste una servilleta para que me sonara, para que un cabro chico se sonara, un niño en un hospital «es una tontera», me dijiste, te parecía injusto, como una golondrina en una jaula. Te molestaste, como maestra china entrenando aprendices recién llegados, te molestaba la injusticia de la vida en forma de niño en hospital, en forma de enfermedad, en forma de pabellón, en forma de ayuno, en forma de cama blanca con sábanas blancas con arroz blanco sin sal. Me pregunté cuántos años lleva tu familia recordándote, y si sabrán cómo me marcó lo que me dijiste, si sospecharán que tu «un niño no debería estar acá» me acompaña hasta hoy, que lo recuerdo cada vez que veo niñxs en pasillos de hospitales, afuera de consultas médicas, conectados a un catéter, con un pañuelo en la cabeza. Te recuerdo y te he repetido 17 veces, una por año.
Me preguntaba tu nombre que nunca supe y que nuestro encuentro no duró más de 5 minutos, 5 minutos para toda la vida, «la vida es eterna en cinco minutos» o quizás los cinco minutos se convirtieron en 17 años conmigo ¿cómo se perpetúa la palabra dicha? ¿cómo lo hiciste? ¿cómo elegiste, dentro de todas las posibilidades, el orden correcto de verbos y artículos? Mi agradecimiento es el recuerdo, la memoria en forma de frase repetitiva que he pronunciado como mantra hasta cansarme, hasta que duele, hasta que la permanencia de tu mensaje se convirtió en mi propia permanencia. Nunca voy a saber nombrarte, tampoco de qué fue que moriste al otro día, nunca vi los llantos de tu familia, ni a quién recogió tus cosas de esa pieza de hospital tan estrecha, en ese hospital que es un laberinto, en ese hospital que tiene nombre de salvación pero que uno sabe que va a perderse igual. ¿Te perdiste antes de morir? Cuántos recovecos tuvo el laberinto que recorriste antes de sumarte el éter?
Me sigo preguntando cuántos encuentros efímeros hacen la vida de un enfermo, le dan firmeza, cuántos mensajes dichos en un pasillo armaron la resistencia, cuánta energía fluye entre palabra dicha y palabra callada, entre silencio y silencio.
Ahora te cuento, mi cirugía salió bien, celebramos, pero yo miraba hacia atrás cuando me llevaban a la salida, miraba a ver si veía a alguien entrar a buscar tus cosas, a ver si en ese alguien, adivinaba tu historia, tu origen, las historias añeras que encerraban esas arrugas en tus manos blancas como de muerto antes de morir, manos de cal.
Pensaba, en cuántos enfermos nos hemos salvado con la palabra circunstancial, sin saberlo, sin pesarlo, palabra dicha con liviandad aparente, la ausencia de ceremonia y la precisión de martín pescador en picada.
Te recuerdo, cada vez que vuelvo a un hospital, cada vez que siento injusto estar ahí, te recuerdo sin memoria porque no te conocí, así que no te loré, pero conocí tu palabra que aún me acompaña, te pronuncio y recuerdo tu molestia. ¿Por qué estás acá?
¿Se puede conocer solo la palabra? ¿Es justo decir «solo» la palabra?
*
Le pregunto
Le pregunto
¿desde dónde sangra usted?
que no ha comido tierra
que no ha saboreado
lagrimas de sangre
y barro
Pequeño burgués
¿hasta dónde se abre su herida?
sometido al tedio moderno
de la riqueza ajena
del sistema extractivista humano
tan real
como el desamor epistolar
como el desierto que separa
y abre horizonte
Yo le digo
que no sabe de carencia
no sabe del pan ajeno a la boca
de la carne como lujo
de clase
no sabe el vino como
ritual burgués
quitado a los proletarios
¿Qué sabe usted de carencia?
que no le ha faltado nada
que es solo suposiciones
que es solo turismo social
enajenado
Yo le pido cultura
no un concurso
le pido artistas
no hedonistas
no nihilistas
Deme algo
que me aferre a este trozo de
pudredumbre,
deme algo que me haga tener
la ilusión de que vale
la pena amasar nuevos horizontes,
leudar esperanza
a ver si algún día
le saco un trozo
Yo los vislumbro ¿sabe?
pero necesito escucharlo
necesito que
me
lo
diga
que hay un camino
que vamos a ganarle
al destino fatuo
a la miseria heredada,
a los dedos con barro
de tanto escarbar
A la biopolítica que tanto les gusta
conversar con una copa
de brandi en la mano
que les sirvió una
abuela de 67 años
sin la posibilidad
de no trabajar
Dígame
¿cuánto cuesta ese kilo
de pan?
Dígame
pero dígame pronto
que se me va la paciencia
y el hambre
me invade hasta el contre.
*
Yo soy la carta abierta
Yo soy la carta abierta,
una letra recorrida,
la distancia muerta
que va abriendo una herida
yo soy la sombra
de lo que resolviste
una hojarasca,
fragmento de lo que
creíste resuelto
Yo soy el viento norte
que te toca la espalda
un sueño sin calma
soy lo que perdiste,
lo que nunca viviste.
Yo soy
tu ala triste
un verso
endecasílabo
no escrito
una décima
de mala métrica
una copla
profunda soplada al viento
Yo soy la escritura
agria y añeja
un amor
de rima asonante
de vocal cerrada
Yo soy
cacofonía
constante
que el viento norte
no
pudo
borrar.
1 comentario
Jorge Cancino:
Sólo tengo palabras de agradecimiento y cariño hacia tí.Eres un excelente maestro,lúdico,gracioso,culto,empático…
Este semestre mis horas favoritas han sido y son aún( quedan unas tres clases)las más esperadas y disfrutadas.Agradezco haber sido tu alumna y conocer a compañeros tan interesantes.
Muchas gracias
Tu eterna agradecida.
Mónica Thumala Jaar