10 de junio 2012

“Las preguntas de las nuevas generaciones avizoran un cambio social”

Entrevista a Mario Garcés

Para muchos con el levantamiento de Aysén este año se estaba dando inicio a las movilizaciones nuevamente, ¿cómo ve el estado del movimiento social, en circunstancias que recién fue proclamada por el ejecutivo el bullado proyecto de Reforma Tributaria como gran solución al conflicto?

Me parece que la reforma tributaria está muy lejos de dar solución a las demandas y conflictos planteados por los movimientos sociales. No solo porque los montos que se espera recaudar están por debajo de las necesidades que se ha venido detectando. Y más que eso, reconociendo públicamente, sino porque las demandas de los movimientos sociales no son puramente económicas.

Una característica, entre otras, de los movimientos sociales contemporáneos es que cubren un arco muy variado de demandas y propuestas (igualdad en las relaciones de género, derechos para las minorías, respeto al medio ambiente, regionalización, educación gratuita, etc.) y que muchas veces, sus demandas no implican necesariamente mayor gasto fiscal, sino que cambios políticos, cambios sociales y también cambios culturales.

Habitualmente los movimientos sociales van recorriendo diversas etapas y proponiéndose también diversas metas. La primera de ellas, cuando se ha constituido un grupo en torno a una  demanda, es que la sociedad los reconozca; la segunda es que la autoridad admita la posibilidad de conversar; una tercera es la elaboración de propuestas concretas de cambio; una cuarta, cuando ello es necesario, es la del cambio político e institucional. En Chile, en muchas circunstancias, el Estado bloquea a los movimientos en sus primeras etapas, pero esto no significa que el movimiento haya desaparecido. Sigue otros rumbos, cambia sus tiempos, hasta que logra romper con esos bloqueos.

 

 

–          Su tesis sobre el despertar chileno, a la luz de un gran contexto de malestar e indignación a nivel global, es fruto de una deslegitimación del sistema político, a su juicio ¿cómo podremos salir de este estado y construir otro escenario socio-político en el Chile hoy?

Me parece que los problemas de legitimidad del sistema político chileno tienen que ver con varios elementos: a) la forma que tomó la transición a la democracia como “pacto en las alturas”; b) la ruptura que ello implicó con relación a los movimientos sociales que se opusieron a Pinochet; c) el distanciamiento de la clase política con relación a la vida cotidiana de la mayoría de los chilenos; d) la escasa credibilidad en los dirigentes políticos y los partidos políticos; e) la desconfianza creciente en las instituciones cuando se percibe que lo que importa son las relaciones de Mercado (el dinero, el prestigio, la posición social, etc.). En suma, la Constitución pinochetista de 1980, impuesta a la ciudadanía, por más reformas menores que se le han hecho en el tiempo, no puede fundar un sistema político legítimo entre los chilenos.

¿Cómo se sale de una situación como ésta? Me parece que hay dos caminos: la activación de los más diversos movimientos sociales, que devuelve la iniciativa social y política a la “sociedad civil” (el “verdadero hogar de la historia” como decía Marx); y, en segundo lugar, la “reforma política”, es decir cambios sustantivos en el Estado (que en su mayor desarrollo podrían implicar una Asamblea Constituyente, pero que tal vez hay pasos intermedios, o de alcance medio, como el fin del sistema binominal; la regionalización y democratización de los municipios; una reforma tributaria sustantiva; un nuevo sistema educativo nacional, con responsabilidad del Estado; etc. Estas reformas no serán posible (o solo en un nivel muy bajo e ineficaz) sin la mayor activación y protagonismo de los movimientos sociales.

 

–          En su libro El despertar de la sociedad. Los movimientos sociales en América Latina y Chile, describe un significativo episodio que le ocurrió con un grupo de estudiantes en toma, cuando le solicitaron que les hablara del “contexto histórico del movimiento estudiantil en Chile”, ¿qué significa para usted como historiador este tipo de demandas, en circunstancias que a nivel ministerial se han rebajado horas a la asignatura y cuestionado conceptos paradigmáticos dentro del curriculum escolar?

 

Para mí, las preguntas de los estudiantes y de los jóvenes en un sentido más amplio, son fundamentales ya que cuando las nuevas generaciones se hacen preguntas, el cambio social se avizora en el horizonte. Una generación sin preguntas no es generación. No trasciende históricamente.

Que el sistema educativo nacional no tenga respuestas para las preguntas de los jóvenes no es un dato nuevo. Ha ocurrido muchas veces en Chile y las respuestas, en realidad, las construyen los propios movimientos sociales cuando potencian sus iniciativas de auto-educación o de “educación popular”. En este sentido, muchas de las iniciativas de los jóvenes, como las asambleas, los colectivos, las jornadas de reflexión, las acciones de arte callejeras, etc. son acciones educativas para sí mismos como para la sociedad. A los profesores, antes que se reforme el currículo o las mallas curriculares, les bastaría abrir espacios para que los estudiantes conversen sobre sus acciones para mejorar la “calidad” de la educación en Chile. El análisis de la propia experiencia es una de las principales fuentes de aprendizaje.

 

–          Diversos medios nacionales e internaciones sindicaron a Camila Vallejo la figura del 2011, ¿en qué medida eso repercute o influye en el movimiento estudiantil y sus demandas?

El reconocimiento a Camila Vallejo podría tener diversos significados y por cierto ella misma corre riesgos con la sobre exposición. Sin embargo, no hay ninguna duda de que representó un liderazgo social, político y cultural de primer orden. Inteligencia, audacia, sencillez, persistencia, fueron todos atributos de Camila Vallejo que la proyectaron nacional e internacionalmente. Pero, como ocurre frecuentemente en la historia, un liderazgo sin movimiento no es liderazgo. Camila fue líder porque miles de estudiantes salieron a las calles, desafiaron la represión e hicieron visibles su malestar y sus demandas.

 

–          Por último, como nuestra revista tiene un claro sesgo literario, nos animamos a compartir la siguiente cita de Manuel Rojas cuando en 1971 le consultan: ¿Qué piensa de la juventud?, Rojas responde: La juventud en cada época es diferente, pero también es diferente el hombre adulto. El hombre adulto de hoy –siempre que no sea un ser inculto–, ha cambiado tanto como ha cambiado el joven. Yo creo que cada ser humano tiene sus razones y pelea por ellas. La juventud de hoy sabe muchas cosas, sabe mucho más que esos idiotas que la critican y dicen que pierden clases o que son revolucionarios… Pero así se hace un país, con gente revoltosa, no con gente que se lleva sentada contando plata.

Acuerdo con la cita. Y como reiteraba un viejo amigo, reproducir el orden no cuesta nada, lo que cuesta es alterar el orden y preparar el cambio. En muchas ocasiones, quienes mejor lo perciben son las nuevas generaciones.

Es verdad,  que el hombre adulto también cambia, pero no solo a condición que no sea inculto, sino que pueda procesar o elaborar su propio pasado, sus propias experiencias, así como de valorar lo nuevo, lo que está emergiendo. No es verdad que “todo tiempo pasado fue mejor”, en realidad, fue diferente.

 

Mayo de 2012

Historiador. Director de ECO, Educación y Comunicaciones. Miembro del Comité editorial de LOM ediciones.

1 comentario

  • Hola, quisiera el dato bibliográfico de dónde viene el extracto de la entrevista de 1971 en que Manuel Rojas se refiere a la juventud.

    Gracias

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