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28 de marzo 2021

CHILENXS MOVILIZADXS

por Martín Cinzano

Todo Chile está en la calle y las marchas y los actos de apoyo a la revuelta no tardan en extenderse por el mundo entero, bueno, no por el mundo entero pero sí por varios países de Europa y por la mayoría de los países latinoamericanos, incluyendo, por supuesto, a México, donde no sólo hay poetas chilenxs sino también historiadorxs chilenxs, sociólogxs chilenxs, artesanxs chilenxs, editorxs chilenxs, ciclistxs chilenxs, bailarinxs chilenxs, astrólogxs chilenxs, pinches chilenxs, médicxs chilenxs, vagxs chilenxs, okupas chilenxs, fotógrafxs chilenxs, obviamente viejxs exiliadxs chilenxs y caleta de músicxs y artistxs chilenxs, todxs lxs cuales conforman la muy variopinta Asamblea de Chilenxs Movilizadxs en CDMX, que se embarca en la organización de una suerte de festival poético-musical con el fin de recaudar fondos para comprar antiparras e insumos básicos capaces de hacer frente a los disparos de los pacos culiaos cafiches del Estado. 

Lo más fácil: juntar poetas. Lo menos fácil: dónde. Se envían correos, textos y audios de guasap; se pregunta en bares, cantinas, cafeterías, pequeños foros, pulquerías. Pero nada. ¿Cómo nada? ¿Dónde ha quedado la gran tradición solidaria del pueblo mexicano para con el pueblo hermano de Chile? Es aquí donde las librerías de viejo —como escribió un poeta chileno— son, una vez más, nuestra única salvación.

Pero cómo chingados no vamos a echarle la mano al país de los poetas, dice Casimiro, uno de los libreros a los que Chilenxs Movilizadxs acude con la esperanza de ocupar su librería para el festival poético. ¿Para qué soy bueno? Casimiro, viejo crack, no necesita presentación, pues en realidad todos los libreros, toda la abigarrada banda de poetas de la Ciudad de México recuerda o debería recordar o por lo menos imaginar perfectamente quién es: hace algunos años ha cometido la patriada o la estupidez o el suicidio de abrir una librería en la que sólo se venden libros de poesía, el famoso Estanquillo Absolutista de la calle Córdoba en la colonia Roma. Desde luego, el negocio se mantiene en una bancarrota crónica, mientras su enigmática supervivencia da pie, entre libreros, a rumores de lavado de dinero y relaciones turbias con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. 

¿Es un acto político o qué? Político-musical-poético en realidad, responde la voz de la Asamblea. Casimiro se sirve un vaso de vodka helado, lo vacía de un trago y se queda mirando hacia la calle. De golpe se empieza a reír: ¿así que mezclan la poesía con la grilla, carnales? O sea, ¿recitan sus versitos y se meten en polaca, a lo Neruda? No les da tiempo a responder; se levanta, va hacia el fondo de la librería y regresa cargando una lona roja que desenrolla en el piso:

Aquí tienen mi política. ¿Y eso? Es para chingarme a los pinches evangélicos; los ojetes pusieron una de sus putas sedes dos calles más abajo, cómo ven. ¿Piensas colgarla allá afuera? Simón. ¿Y luego? Y luego qué. ¿Hacemos la pachanga acá?, ¿la armamos y paramos de sufrir? Ah cabrones, ¿y qué gano yo con esto?, cada que vienen poetas hacen sus chingaderas, leen, chupan, vomitan, vomitan, chupan, leen y no limpian ni madres. Puedes aprovechar de vender algún libro, por ejemplo, ¿hace cuánto no vendes uno? Uuuuuuy, luego-luego con las agresiones. Ándale, la Revolución Chilena te lo agradecerá. ¿Revolución, escuché? ¿Quieren saber cómo acaba una Revolución? ¿En un sistema de gobierno paternalista y autoritario? ¿En manipular a las clases populares mediante la satisfacción de demandas limitadas? ¿En convertir a lxs intelectuales en unxs lambisconxs? ¿O en que unxs pinches evangélicxs se apoderan de tu querida colonia Roma, tan cinematográfica ella? Qué dices: ¿se arma entonces? 

El festival musical-poético en el Estanquillo Absolutista resulta un éxito; llega mucha gente, se leen buenos, regulares y malos poemas, se cantan temas de Violeta Parra y Víctor Jara en versiones guturales, se bebe en ingentes cantidades y se vomita extremadamente poco. Casimiro no vende ningún libro pero a cambio recibe de manos de poetas chilenxs y mexicanxs un buen bonche de primeras ediciones publicadas en microeditoriales con nombres de plantas, árboles, frutas, bichos, pájaros, apellidos extraños que en su vida ha oído mentar. A la hora de las proclamas, en una distracción imperdonable, dos viejxs exiliadxs chilenxs se apoderan de la consola y logran colar la primera estrofa del Venceremos, pero la facción grindcore de Chilenx Movilizadxs actúa rápido: lo destituye al toque y en su lugar pone a todx chanchx Postura política de la Marcel Duchamp. Mientras tanto, se venden empanás, vino navegao, pan amasao, calzones rotos, alguna piscola subrepticia: la recaudación para comprar antiparras e insumos básicos capaces de hacer frente a los disparos de los pacos culiaos cafiches del Estado supera con creces las expectativas y al llegar la hora del cierre todxs se encuentran satisfechamente pedxs. 

El primer piedrazo se ve venir cuando Casimiro está escuchando a unx de lxs poetas chilenxs decirle: oe, hermanx, la poesía no es ná para parar de sufrir. El segundo camote da de lleno en la lona roja. La poesía es sufrimiento, locx, ¿cachai? Se desata entonces la lluvia de peñascazos, gritos de poetas mexicanxs y chilenxs unidxs en la contraofensiva, Casimiro lanzando botellas y gritando en medio de la calle, la formación de una primera línea improvisada capaz de repeler el ataque y resguardar la lona roja antes del repliegue por las oscuras calles de la colonia Doctores rumbo a un cuarto de azotea de la colonia Obrera, donde básicamente se continúa bebiendo y leyendo poemas buenos, regulares y malos mientras salen a relucir los guatos y tersa merluza estimula la creación de sucesivas comisiones que se lanzan por caguamas y más caguamas y así hasta el amanecer, cuando poetas chilenxs y poetas mexicanxs abrazdxs forman algo muy parecido a un muégano poblano, que es una bola de cerca de 10 centímetros de diámetro, muy dulce, formada por cuadritos crocantes hechos de harina de trigo, cubiertos con caramelo y pegados unos con otros. —Vale.

(Guayaquil, 1977). Escribió el libro de crónicas Perdido, los poemarios Peatonal, Yo ya y los fragmentos de El piano de Waldstein, además de la nonononovela En pana. Coedita le revista cartonera PUF! en la colonia Obrera de la Ciudad de México.

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