El tiempo rebelado del activismo - Carcaj.cl

Capucha: Julia Urzúa (@julia.urzua). Foto: Valentina Cortese (@valecorteselastra). #capuchasrojasenresistencia

08 de marzo 2022

El tiempo rebelado del activismo

por Mariairis Flores Leiva

Texto leído para la presentación de “Emancipar la lágrima” de Jorge Díaz (Trío Editorial), realizada en Casa Palacio Elguin, el sábado 30 de octubre de 2021.

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Articular una presentación de “Emancipar la lágrima” me instó a pensar en cuando nos conocimos con Jorge, porque desde que nos encontramos nunca más nos separamos y este libro como deseo existía hace mucho, así como mi deseo de presentarlo también, como en más de una ocasión se lo manifesté. Este libro encarnado me permite compartir algunas de mis memorias con ustedes y creo que se justificará este tono biográfico que celebra tanto al libro como a Jorge a medida que continúe con mi lectura.

Con Jorge somos amigas hace ya varios años, tengo muchos recuerdos significativos de nuestra amistad, de los inicios y principalmente algunas sensaciones. Me sentía muy seducida por las cosas de las que me hablaba e imagino lo que él pensaba, les propongo la siguiente ficción: voy a contagiar a esta jovencita marchiguana de feminismo, transfeminismo y potencia disidente. En aquel entonces el feminismo seguía siendo un saber negado, citando la presentación que hicieron Cristeva Cabello, Lucha Venegas y Jorge del libro “Calles Caminadas. Anverso y Reverso” de la antropóloga feminista Eliana Largo, a quien me presentaron y de quien también me hice amiga. Pero volvamos a los inicios, una de nuestras primeras citas fue en el teatro, donde me llevó a ver “Otras”, obra política de la directora Patricia Artés que recoge la historia de emancipación de las mujeres. Recuerdo también cuando nos conocimos, fue en un encuentro organizado por la historiadora del arte Paulina Varas en el contexto de la exposición “Artist for democracy” de Cecilia Vicuña. Allí estuvimos compartiendo escenario, yo hablé tímidamente sobre las manifestaciones estéticas del movimiento estudiantil de 2011 y parte de la CUDS —entonces existente— leyó un texto que insistentemente repetía: “Hombres no somos”. En el libro Jorge habla de la importancia del cortocircuito y efectivamente muchos de quienes les oímos ese día tuvimos uno, me lo comentaron los amigos que estuvieron presentes, quienes se preguntaron: ¿por qué negar la condición de hombres? esta interrogación es lógica cuando solo has vivido en el régimen binario y has sido criadx en la heterosexualidad obligatoria, esta pregunta surgía porque simplemente nunca habíamos oído algo semejante. ¿Cómo será leer este libro para cualquier adolescente? Cito las palabras de Lucía Egaña en su contraportada: Estas letras resultarán elementales para las desadaptadas del régimen heterosexual, las raras y las anormales. Yo no era una desadaptada del régimen heterosexual hasta que me encontré con las disidentes sexuales, entonces puedes no serlo, pero empezar si lees “Emancipar la lágrima”. 

A propósito de la efervescencia y visibilidad que cobró el feminismo en mayo de 2018, le dije a Jorge que una de mis llegadas a este campo teórico y de activismos, había sido por él y las vecinas de la CUDS, quienes, todas generosas, me fueron envolviendo en su mundo barroco, deslenguado y puteril. Por aquel entonces comenzó también mi amistad y trabajo con le artista Sebastián Calfuqueo, cuya obra es maravillosamente analizada e incorporada en este libro. Yo llegué al feminismo por bio hombres, que evidentemente hombres no son. Jorge me advirtió que era arriesgado que dijera eso en tiempos en que el feminismo tenía una nueva visibilidad y era principalmente de mujeres, muchas tomas comenzaron como separatistas. Pero es importante mencionar que Jorge no me compartió materiales escritos por hombres como lo hicieron todas las bibliografías de la universidad, su genealogía -que está disponible en este libro- remite a mujeres, lesbianas que niegan serlo y disidentes sexuales, colas, locas, maricas y de todo un cuanto hay. Ahora bien, quiero detenerme primero en las mujeres, quizás por deformación profesional, ya que desde mi nacimiento me enseñaron a ser mujer… Teresa de Lauretis sostiene que las feministas estamos atrapadas en el signo “mujer”, porque al mismo tiempo que cuestionamos sus preceptos y denunciamos sus opresiones seguimos insertas en una sociedad en la que devenimos la mujer, con todo lo que eso implica. Además, sabemos también que hay una historia que estos cuerpos cargan, historia que no debemos desconocer, porque las luchas pasadas construyen las presentes, tal como Jorge insiste en más de una ocasión. Entonces Jorge no busca borrar a las mujeres, sino que valorar el trabajo de muchas y en el libro queda de manifiesto cuales son las feministas que han ido construyendo su memoria, su escritura y su lenguaje abigarrado y a ellas les dedica páginas de una lectura atenta. Estas se mezclan con la dedicación por revisar el universo que Hija de perra generó, por agitar su escritura con la de Josecarlo, Paul B. Preciado, Hubert Fichte, Perlongher, y principalmente con la de val flores, quien nos enseña, desde su condición de maestra neuquina, que escribir en difícil es también una manera de hacernos carne. 

En este libro hay mucho de Jorge, en la lectura aparece mucho de lo que te encuentras cuando hablas con él, aparecen hipótesis de otras que leyó, obras que vió, citas que le marcaron e imágenes de su cotidiano, de la calle o el laboratorio, porque lo que le importa, al mismo tiempo le apasiona y le permite ficcionar realidades posibles o inimaginables con las que estremece a otros cuerpos. En el avanzar de las páginas se produce más de una agitación, en lo personal me encantó y atrapó la historia de la performance “Andrea Bello, más bella que nunca”, que consistió en el travestismo a la estatua de Andrés Bello y que vemos recreada en la portada del libro, en el relato de esta acción de 2008, nos enteramos que la intervención les valió la reprimenda pública de la izquierda que lideraba la toma de Casa Central. Esta “anécdota” nos recuerda que las izquierdas, siempre plurales al igual que el feminismo, tienen una gran veta patriarcal que les une y que no deja de ser explotada. La imagen de la portada es una clave de ingreso, una experiencia que nos va involucrando en una historia vivida, personal y que también puede ser pensada, escrita y contra escrita.

En el primer semestre de 2015, Jorge me invitó a presentar el fanzine “desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato” de la ya mencionada val flores y que editó con Tomás Henríquez. En la presentación participó también Alejandra Castillo y Johan Mijail, y me invitó a mi que todavía no había leído ni a Simone de Beauvoir, a mí que siempre he sufrido de pánico escénico, pero mi pulsión suicida me hizo decir que sí, sin pensarlo demasiado. No recuerdo mucho de ese día, pero narro todo esto, porque considero que es una forma de dar cuenta de ese Jorge que está en el libro, un libro desafiante, pero también generoso que nos lleva a transitar por la ciencia, el cine, el teatro, por la importancia de la escritura y de enunciarse desde la disidencia sexual. Propongo que pensemos esa generosidad desde nuestros afectos y entendamos que es la capacidad de compartir lo que se tiene y se sabe por el solo deseo de que otras también adquieran perspectivas críticas frente a distintos fenómenos culturales y sociales, podríamos decir que es una generosidad transfeminista, que busca difundir el feminismo, poniendo pequeñas bombas que estallan individualmente para generar un colectivo. 

Hay algo en la estructura del libro que parece haberlo pensado todo. Cada imagen tiene un sentido, nada ha sido puesto al azar, pero eso no clausura sus ingresos y ya verán ustedes cuando sean lectores como el libro irá generando derivas y cruzándose con sus propias vivencias. En mi caso, independiente de los años de amistad, seguí sorprendiéndome y fascinándome como esas primeras veces en que nos encontramos, principalmente con los relatos de las acciones que impugnaron las ficciones dominantes en tiempos en que la recepción de su crítica era prácticamente nula, ello queda en evidencia, por ejemplo cuando recuerda la negativa de grupos feministas a la visita de Paul B. Preciado a Chile en 2004. Así también, una acción de “desgenerizar” los baños del edificio de periodismo de JGM fue consignada en el diario las últimas noticias como una broma. Lo mismo sucedió en la prensa con la obra “El perchero” de Carlos Leppe, que en 1974 se presentó a un concurso que tenía como eje pensar el seno femenino desde su belleza y plasticidad, allí Leppe presentó unas fotoperformances en las que aparecía travestido y con sus pechos descubiertos, torció el encargo, tuvo un lugar en el certamen y la prensa lo calificó como un acto muy gracioso. Recuerdo también otros momentos en que la CUDS fue considerada excesivamente polémica, momentos que no están recogidos en el libro, por ejemplo cuando mataron metafóricamente a Lemebel o cuando organizaron el seminario “Por un feminismo sin mujeres”, título provocador y ofensivo si se es demasiado literal. Entonces interrogo: ¿Qué sucedería con estas acciones en el hoy?

El tiempo cobra especiales desvíos en el libro y opera en diferentes niveles. Hay un tiempo explícito sobre el que Jorge reflexiona y que aparece particularmente enunciado en el ensayo de Fichte. No obstante, encontramos la idea del tiempo constantemente. Por ejemplo al principio, cuando señala uno de los objetivos de este libro, cito: 

“Dejar un registro del tiempo herido de las disidencias sexuales en primera persona antes que algún académico, sin haberse expuesto a ninguna de las experiencias de violencia y riesgo que sigue significando para lxs activistas de disidencia sexual crear espacios de reunión, genere una imagen fetichizada y externa de las múltiples historias que hemos habitado, con autores validados internacionalmente, ganando prestigio y escribiendo papers que nunca generarán puentes con los lugares por fuera de la Universidad”

Es decir hacerse cargo de sus tiempos, los que define como heridos, de este modo se desliza una idea de futuro, el que la teoría queer ha negado en tanto que progresión. Por eso también nos habla de la unión promiscua entre intervalos de tiempos que se desatan a lo largo de latinoamérica, de tiempos torcidos, del tiempo de la escritura y de la escritura como tiempo, del tiempo como una ficción a ser desorganizada. Señala la necesidad e importancia de robarle el tiempo a la ciencia, que se refiere a robarle el tiempo a la exigencia del trabajo neoliberal. Desde aquí me pregunto: ¿cuáles son nuestros tiempos? y si es que existen ¿qué hacemos con ellos? 

En la idea ya impugnada del tiempo que avanza, hay unos pasajes del libro que llamaron mi atención. El primero es una cita que Jorge recoge de Lemebel, dice: 

“Nosotras, las locas de entonces, abrimos el tema en épocas duras, ahora les toca a las chiquillas pop, las chicas más light, con más discurso, con Face y con un libro de Judith Butler en la cartera Gucci… Como ciertas palabras que usan las gay culturales, “heteronormatividad” y esos términos de academia que las locas chicas recitan fruncidas como si doblaran un disco de la Madonna. Me divierten y me provoca ternura escucharlas con esa seguridad tembleque que da la lectura de textos queer”

Ahora les comparto una cita a Jorge tomada de la coda, donde a propósito de los recuerdos asociados al inicio de las lecturas de Preciado, señala: “Era un tiempo en que el lenguaje no binario todavía era una política lejana”. Parecieran delimitarse tres tiempos, que funcionan por postas si pensamos en Lemebel cuando dice “ahora les toca a las chiquillas pop”. Muy apresuradamente podría delinearlos como el tiempo de Lemebel “la loca”, el iniciado con la disidencia sexual y el del lenguaje no binario que refiere a un otro desanclaje de las políticas sexo-generizadas, uno más reciente que no fue contemplado como tal en la disidencia sexual. A propósito del lenguaje no binario, también conocido como inclusivo, el que imagino fue una decisión política no nombrarlo como tal, recuerdo una entrevista a la escritora travesti Camila Sosa Villada, que vi gracias a que Jorge nos la mandó al grupo de whatsapp de esta presentación. En esta le preguntan a Camila por el lenguaje inclusivo y ella responde que le cuesta un poco, argumenta al respecto y finalmente dice entre risas, pero con fuerza: ¡es que yo soy lo más binaria que hay! y hace una gesto con las manos para mostrar su cuerpo. Dice que se siente más cómoda con la a, o sea ella prefiere mujerear. Entonces pienso en estos tiempos que se colisionan, en el devenir mujer o devenir hombre cuando el cotidiano y la sociedad te recuerdan con violencia que eso no corresponde. ¿Podríamos pensar que hemos progresado porque hay personas que se definen no binarias? Claro que no, porque no evolucionamos, porque no hay tiempos mejores que otros, ni hay que adaptarse a ellos si no te parece. Nuestro tiempo es el de la contemporaneidad, que no avanza, ni retrocede, sino que se superpone. Y puede ser que un día, un grupo de chiques no binaries decidan matar simbólicamente a quienes representan “el pasado”, pero eso sería parte del ejercicio de escribir contra sí mismes, de dislocar sus genealogías. 

Para finalizar, unas últimas palabras: no tengo dudas de que todas quienes estamos aquí hemos leído a Jorge, porque instala su palabra en todos los lugares que puede, principalmente en redes sociales, pero también en los múltiples lugares en los que se ha presentado por la atracción que su escritura promiscua genera. Mi invitación con este libro es a perderse en la lectura, a vibrar con sus memorias y retóricas. En tiempos que a ratos se tornan demasiado sombríos es importante recordar que la micropolítica siempre será nuestra y que las bombas no solo necesitan acelerantes y mechas, sino que también de fuego que nos anime a prenderlas.  


Marchigüe, 1990. Magíster en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile. Actualmente desarrolla “Bajo el signo mujer” (investigación Fondart); es co-curadora de Espacio218. Colabora con las revistas Artforum y Artishock. Fue coordinadora de la Galería BECH. Coeditó, junto con Varinia Brodsky, el libro "Mujeres en las artes visuales en Chile 2010-2020". Como investigadora fue parte del proyecto www.carlosleppe.cl; del libro y video “Arte y política 2005-2015 (fragmentos)”; y de Documentos Chilenos del S.XX - XXI del ICAA - MFAH en colaboración con Fundación AMA.

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