Filosofando en Cuarentena
La filosofía, en la antigüedad, nació en una nación de prosperidad económica y sedentaria. Y no hablo solo de la antigua Grecia. También hubo «booms» de sabiduría y espiritualismo en India y China en estas épocas, siendo ambas unas tierras muy ricas (aunque no sabría decir con exactitud si pasaban por una situación próspera en aquel momento).
El fenómeno de la filosofía habría llegado como consecuencia del montón de tiempo libre que ciertos personajes habrían tenido, en dicha situación próspera, en donde se asume que no tendrían que andar preocupados u ocupados constantemente. El propio Aristóteles afirmó que la filosofía nacía en el ocio.
Cabe hacerse la pregunta: Si Chile tiene una «economía próspera», ¿por qué no existe un nuevo boom de la filosofía en nuestro país? ESPECIALMENTE en cuarentena, donde en teoría pasaríamos más tiempo en casa (dependiendo del rol que una persona juegue en la casa).
Yo buscaría la causalidad en nuestro modo de vida.
El tiempo para el ocio (y por ende, para filosofar) sí que está allí, pero acostumbramos con frecuencia a guiarnos más por lo práctico que por lo simbólico. «¿Para qué voy a sumergirme en pensamientos aterradores, si puedo meterme al Instagram?» «¿Para qué, si puedo ir con amigos a comer al Juan Maestro?»
Quizás no sea el caso de usted, probable lector o lectora de admirables aspiraciones intelectuales que frecuenta esta revista, pero piense: ¿Al menos no conoce a alguien así? O por el contrario: ¿Cuánta gente conoce que se preocupe por tener el alma limpia? ¿Cuánta gente conoce que se haga la pregunta «quién soy», o «en qué se basa la moralidad»?
Evidentemente, no es un porcentaje mayor, por la misma razón que mencioné. En nuestro mundo inmediato, donde literalmente puedes tener comida, entretenimiento, o citas solo con dar un click, pocas veces tenemos realmente momentos para la instrospección y la reflexión. O más bien, lo tenemos, pero simplemente «es mejor» quedarse dormido en el placer inmediato (cosa que lamentablemente va de la mano con el conformismo, y de paso, sirve a los intereses de poderosos para mantenernos tontos).
No quiero hacer un ensayo sobre el dilema de los modelos político-económicos. Solo quiero quedarme en lo más pequeño.
Se me hace bien… penca, que exista toda esta gente con un grandísimo potencial de poder cambiar al mundo, pero que estén dormidas en el mal uso de su tiempo libre. En una mala dirección de su tiempo y energía. Gente que aún no han tenido la reflexión que les ha hecho cambiar algo como alguna actitud cotidiana, o una nueva cosmovisión.
¡Todos podemos filosofar! Y es un gran panorama para nuestra cuarentena, porque para cuando ésta termine, podríamos volver a salir, como un ser humano un poquito más sabio.