Foto: Paulo Slachevsky
La juventud intempestiva. Vivir no es sobrevivir
Gilles Deleuze, filósofo francés, en un texto llamado “el pensamiento nómade” ubicado en su libro La isla desierta (2002) se pregunta: ¿Quién es hoy un joven nietzscheano? Deleuze, filósofo intempestivo y profundamente nietzscheano, busca encontrar en su contemporaneidad aquella juventud que vive lo que piensa, que experimenta lo múltiple de la realidad, que vive contra el sentido. Su respuesta inmediata la encuentra en un texto escrito por un estudiante francés de 17 años llamado Richard Deshayes, cuyo título es “vivir no es sobrevivir”. Richard Deshayes, joven que encarna, según Deleuze, la experiencia nietzscheana del contra sentido, tiene un lazo de sangre y lucha con la juventud chilena. A Richard Deshayes también le mutilaron los ojos y el rostro, pero en el año 1971. Así como también, la policía francesa, ha mutilado los ojos de Pierre 17 años, de Joan 25 años, de Joachim 25 años (2007, 2009, 2009). De la misma forma hoy en Chile y el mundo lloramos la sangre de Gustavo Gatica 21 años (2019), dejado ciego a manos de Carabineros de Chile y a las 200 otras personas que han perdido también sus ojos a causa de la policía y el estado opresor.
Dentro de estos márgenes represivos, por qué volver a preguntarse, tal lo hizo Deleuze el año 72, sobre la experiencia nietzscheana. Para responder a nuestra pregunta nos remitiremos a interpretar algo así como un concepto, que el mismo Nietzsche dedicó gran parte de su vida a interpretar, pero por sobre todo a experimentarlo. Lo intempestivo es un sentirse en exilio dentro de nuestra propia cultura. Este sentir se experimenta de una forma agonística, es decir, como una fuerza activa que se contradice con los códigos establecidos de una realidad determinada. De esta forma, lo intempestivo busca a través de este “tomar distancia” para con los valores que exhortan la voluntad de los individuos, una destrucción de estos. Lo intempestivo, por lo tanto, es siempre una actitud de lucha contra todo lo que es establecido como lo “original”, lo “verdadero”, lo “universal” en un presente determinado, buscando la raíz de estas “verdades” en los ídolos pasados. Ahora, cuál es el fin – pregunta tan común por nuestras sociedades ansiosas – de vivir criticando el presente, destruyendo el pasado, o al menos los falsos ídolos del pasado (porque destruir el pasado no quiere decir destruir la historia, más bien es destruir sus cadenas). El fin de lo intempestivo es imaginar el futuro, creer en un mejor avenir. En lo intempestivo hay siempre una voluntad de felicidad que justamente no se encuentra ni el presente, ni tampoco la hubo en el pasado, de ahí una de las tantas perspectivas para reflexionar sobre la actitud agonística de lo intempestivo.
Decíamos que Nietzsche dedicó gran parte de su corta vida a reflexionar sobre este concepto, o metáfora, o experiencia de vida, en fin, Nietzsche pensó en el algún momento que lo intempestivo estaba representado por tres figuras: el filósofo, el pedagogo y el artista. Todas estas figuras tienen algo en común, a parte de ser definidas como intempestivas, ellas han logrado emancipar su voluntad de una verdad que los oprimía y ahora tienen la necesidad de poder comunicar que es posible el florecimiento de nuestra subjetividad y por lo tanto de nuestra sociedad. El artista comunica, expresa, el filósofo escribe, el pedagogo enseña. Todas estas figuras representan para Nietzsche la encarnación de lo intempestivo: vivir en una pugna constante con el presente, criticando las fuentes del pasado, construyendo el futuro.
Retomando la misma pregunta de Deleuze, podemos nosotros demandarnos ahora ¿Quién es la juventud intempestiva? Y es que en nuestra lucha ha surgido una nueva figura intempestiva, o al menos siempre ha estado, pero hoy se hace visible con mas fuerza que nunca. La juventud que arriesga su vida en las calles, sus ojos, su rostro, su cuerpo, ellas/os son la juventud intempestiva. La primera línea que resiste con su piel, con su vida, para que todas/os puedan manifestar la necesidad de un nuevo país, de una nueva sociedad y de una nueva cultura. Sí señora, Sí señor, son las cabras y los cabros chicos que aún no terminan cuarto medio, algunas y algunos que tampoco estudian; Sí eñora, Sí eñor, es la juventud que está luchando mientras usted ve el matinal y se espanta por los saqueos inventados de los pacos. Esta juventud intempestiva ya se cansó de vivir en exilio dentro de su propio país, porque las verdades, que son falsas, alimentan una nube que nos aleja de la tierra. La juventud intempestiva ha vivido desde muchísimos años en una constante agonía con una realidad que se muestra como la única, como una realidad que restringe el movimiento y que privilegia a unos pocos. Justamente en este sentido, y en tantos otros, que esta juventud es intempestiva. Ella ha comprendido algo que es fundamental para el pensamiento intempestivo: la consciencia de la fuerza del individuo y la capacidad de poder crear nuevos sentidos para su vida. Esta juventud intempestiva está llevando a cabo un proyecto que al mismo Nietzsche lo llevó a la locura: reinvertir el valor de todos los valores. La juventud intempestiva: chilena, colombiana, Sudamericana, está reinvirtiendo los valores que el sistema capitalista obligó a que fueran nuestros. Porque el valor no viene del cielo, ni del infierno, el valor es el sentido que nosotras y nosotros le damos a las cosas, al mundo, a la sociedad, a nosotras/os mismas/os. No obstante, al menos en Chile, este valor fue impuesto a la fuerza. Fue legalizado a través de la sangre, de las violaciones, de las torturas, de las/os desaparecidas/os. Nosotras/os, juventud intempestiva, hemos comprendido que los valores deben reinvertirse.
Que debe ser la vida de cada uno de los seres humanos el valor que debe ser el primero y el único. Y con la vida, la justicia, la igualdad, la dignidad, el florecimiento de nuestra subjetividad.
Ahora que hemos reflexionado sobre la juventud intempestiva, que hemos compartido una interpretación que concierne el valor de la vida, ustedes, quienes han leído, compartido, comentado este escrito lumpenfacto, ¿seguirá escandalizada/o porque un mall, una iglesia, un semáforo, está ardiendo en llamas? ¡Al fuego Sí! ¡A quemar los ídolos Sí! ¡A la vida Sí!