Foto: Paulo Slachevsky
¿Por qué persiguen a Julian Assange?
¿De qué acusan a Julian Assange? ¿Por qué los poderosos de la tierra están tan enojados con él que lo persiguen implacablemente, o incluso esperan (la demócrata Clinton) que un dron pueda matarlo? La culpa de Julian Assange es haberse tomado en serio las palabras y los conceptos que subyacen en el fundamento de la democracia liberal y de la cultura política occidental: verdad, transparencia y democracia. Además de violar las reglas fundamentales de la ética de la información, la agresión prolongada contra Assange es un repugnante acto de hipocresía.
La filosofía de Wikileaks y la aventura personal de Julian Assange se basan en la confianza inquebrantable en la transparencia y la eficacia de la información. Ahí yace la fuerza de Wikileaks, ahí está su debilidad.
Digo que la confianza en la transparencia es el punto débil de Wikileaks porque no creo en la omnipotencia de la verdad. La relación entre los signos y la realidad se ha vuelto muy confusa, y la mente colectiva se ve abrumada por un flujo de estímulos info-nerviosos, hasta el punto de que la transparencia se ahoga en la trampa del ruido blanco. El mundo está volviendo a caer en la oscuridad por exceso de luz. La vieja edad oscura, que los europeos llaman Edad Media, fue un efecto de la extrema rarefacción de las interacciones sociales: el reino del silencio. La oscuridad de nuestro tiempo, por su lado, es el efecto de la proliferación ilimitada de fuentes de información y de los flujos de info-estimulantes, de la chispa cegadora de innumerables pantallas. La facultad de la discriminación crítica y de la decisión consciente está paralizada, y lo que prevalece es la tormenta de mierda. La censura, que alguna vez fue el carácter esencial de los regímenes autoritarios, es reemplazada por una explosión semiótica que satura el espacio de atención. Dark Enlightenment (La Ilustración Oscura) es la fórmula que mejor capta la percepción generalizada de una inminente extinción del proyecto humanista.
Poder y secreto
La acción de Wikileaks, irreprochable desde el punto de vista periodístico, se funda en la premisa de que el poder mediático-político se basa en el secreto, y que por ello la verdad es subversiva, liberadora. La acción de Wikileaks se inspiró en el principio de transparencia, y Julian Assange es perseguido porque pretendió revelar la verdad (sobre ciertos bombardeos estadounidenses en Afganistán y muchas otras cosas). Revelar el secreto, hacer transparente la acción del poder político y militar es el fundamento de la democracia liberal. Pero la democracia liberal muerta, esa base se está desmoronando, por lo que la premisa de la que parte Wikileaks es filosóficamente cuestionable, de hecho, en mi opinión, francamente errónea.
¿Qué es el secreto? Es el contenido oculto por un acto de ocultación. En algún lugar yace la verdad, escondida en un cajón. Si tenemos la llave y podemos abrir el cajón, disolveremos el secreto y revelaremos la verdad. Pero el poder contemporáneo ya no se basa en el secreto. No hay ninguna verdad, ningún secreto escondido en un cajón. En la modernidad ya pasada, el secreto jugó un papel preeminente en la elaboración de las estrategias de los poderes soberanos, mientras que el poder contemporáneo se basa en la explosión de la verdad, en la inflación semiótica ilimitada. El secreto ha sido reemplazado por el enigma infinito de la tormenta de mierda. Si el secreto es el efecto de una ocultación de la verdad, el enigma se basa en la infinita complicación de la verdad que escapa a toda crítica.
En el reino de la falsedad
En su carrera como activista mediático y denunciante de irregularidades, Julian Assange ha llevado a cabo con una eficacia excepcional su misión de afirmar la verdad: ha denunciado los crímenes militares, la corrupción económica, las mentiras de los poderosos. Pero al mismo tiempo, y quizás en contra de sus propias intenciones, se convirtió en un instrumento del Caos, que es el verdadero emperador del mundo contemporáneo.
El trasfondo cultural de Wikileaks es una ilusión puritana: el lenguaje es un instrumento de verdad o un instrumento de mentiras, y los enunciados pueden ser identificados sin ambigüedades como verdaderos o falsos, correctos o fluidos, buenos o malos. Pero esta premisa no sirve para entender el paisaje psíquico y social contemporáneo.
La mera identificación de lo que es verdadero y lo que es falso puede producir efectos políticos nefastos. Por ejemplo, revelar el fraude que se produjo en el Partido Demócrata durante la campaña electoral de 2016 era legítimo desde un punto de vista estrictamente moral. Pero el contexto político en el que se produjo esa revelación transformó la verdad fáctica en un servicio al Emperador de lo Falso, Donald Trump.
El culto abstracto de la verdad puede tener efectos paradójicos: en nombre de la pureza, Wikileaks ha sido utilizado por aquellos que pretenden destruir las estructuras y las condiciones culturales de la civilización humana. El paisaje cultural de la sociedad semio-capitalista, invadido por innumerables flujos de info-estimulación, puede describirse como un laberinto hiper-barroco. En la relación entre el puritanismo y el barroco, el barroco es inevitablemente el ganador, porque el caos siempre prevalece sobre el orden, y el ruido artificial gana contra las distintas voces humanas.
La persecución contra Assange debe terminar, porque de lo único que Assange es culpable es de su ingenuidad filosófica: creyó en el poder de la ética, la verdad y la democracia, justo cuando la ética, la verdad y la democracia han naufragado.
Publicado originalmente por CommuneInfo en:
https://comune-info.net/perche-perseguitano-julian-assange/
Traducido del Italiano