Cianotipa: Dominique Paredes (@dom.parcis)
Reflexiones sobre la sensible heterogeneidad del ser
Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes. Abel Martín, con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro, en «La esencial Heterogeneidad del ser», como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno.
ANTONIO MACHADO (Octavio Paz, prólogo El laberinto de la soledad)
Hace años que no escribo como quiero, la rigidez y la exigencia de la formalidad mató mi curiosidad creativa, es como un agujero en la garganta, como si mis dedos tuvieran nudos y claves. Antes escribir era un desahogo, un vómito literario para que no fuera un vómito literal. Extraño el fluir de las palabras y pensamientos, se han acumulado tanto que mi mente va a una velocidad que mis manos no logran alcanzar.
Escribo esto porque lo encuentro necesario, más para mí que para el resto. Ya no puedo más con este encierro, con guardarme todo. Me es necesario compartir mis pensamientos y decisiones, porque sé que mis ideas no son solo mías, las tengo porque me veo reflejada en el dolor de otros. Mis sueños son sus sueños; poder vivir en un mundo en donde no nos apaguen la llama, no nos limiten el vuelo, en donde no nos digan que está mal ser como somos.
Pensar en la alteridad fue lo que hizo que me diera cuenta que hay algo muy fuerte dentro de mí que me impulsa a ser pedagoga, pero sabía que no podía ser una decisión a la ligera, no por afinidad disciplinar. Pensando y repensando en las múltiples violencias es que vi en la primera infancia discapacitada, pobre, marginada y morena un lugar que abrazar.
Grata fue la confirmación de mi intuición, le di precisamente al clavo al entrar a educación diferencial. Si bien hoy la inclusión es un eslogan, las reflexiones que le subyacen son tan profundas como el océano, llenas de humanidad. La misma humanidad que tanto hace falta en nuestras aulas, en quienes nos gobiernan, en los dueños de las grandes riquezas, en nosotras mismas.
Creo que nunca olvidaré mi primera práctica, me tocó observar una clase de una profesora que espero no llegar a ser – “Ah, tú vas a trabajar con los difíciles”- me dijo, intenté disimular una sonrisa para esconder la decepción de mis ojos. Estuvo toda la clase tratando a un grupo muy mal –“ustedes no tienen déficit atencional, sólo son molestosos”- “¡CÁLLENSE!”- les miraba con rabia, con una rabia que nacía de sus propias frustraciones.
Tantos años obligándonos a ser los mismos nos ha llevado a tener repulsión de lo otro, a tener asco de la diferencia que hay en mí, sentir vergüenza de mi propia identidad, llevar un disfraz para satisfacer el excesivo deseo de perfección y normalidad de quienes reprimen porque están reprimidos. En los momentos de oscuridad me olvido de quién soy realmente, hasta que logro notar la compasiva mirada de quien ha sufrido algún abandono de amor, de aceptación o de reconocimiento. Me veo en ella, su reflejo es como un cable a tierra.
La resistencia de quienes no seguimos la norma ha podido erguir mi espalda, torcida de tanto peso, tantas expectativas y rechazos. No quiero educar en la culpa, en el miedo o la tristeza. Pero hay una estructura que nos empuja constantemente a que tenemos que ser todos lo uno y lo mismo, tener las mismas formas, hablar con las mismas palabras, hasta tener los mismos resquemores. La realidad no es así.
Recuerdo borrosamente una conversación que tuve alguna vez con quien fuera uno de mis profesores de filosofía en la adolescencia -¿Qué no te podría faltar, Jaque?- más o menos me preguntó – “Los demás”- le dije sin pensarlo dos veces. Y es que a pesar de mi inclinación hacia la soledad, verdaderamente no me puedo hallar sin los otros. Mi existencia se debe a alguien más que no soy yo, mis palabras, el motivo de mis gustos y atracciones.
Es frustrante saberme distinta y que impongan tantas murallas ¿alguna vez han pensado en lo prejuiciosas que son sus miradas? ¿en que lo que susurran suena más fuerte de lo que creen? Cuando leí que hay una esencial heterogeneidad del ser fue como un abrazo tibio a mi alma. Sabía que no podía estar tan equivocada al creer firmemente que todas las personas somos irrepetibles y que a pesar de eso estamos unidas en intimidad. Hermosa contradicción el ser iguales y diferentes.
1 comentario
Infinitamente gracias por esto karina yo estoy en un proceso de autosanacion y tuve contacto con mi creador, yo no tengo religión esa estructura tan gris, ni dogmas ni doctrinas, atravez de ellas pude llegar a la mía, este poema, pensamiento yo lo escribí en un cuaderno de poemas y pensamientos que yo tenía en mi niñez, digo niñez porque tenía 14 años era una niña,se me hacía muy profundo y hermoso pero el esencia no lo entendía pero lo vibraba y hoy me acordé de este poema pensamiento y lo busqué en la red porque no recordaba muy bien, pero yo me lo sabía en ese entonces, estoy escribiendo hoy viernes 11 de diciembre del 2020 a las 9:56 pm y lo entendí por completo en totalidad en amor a mi yo de 14 años y al espejo de octavo paz, ahí me doy cuenta que en verdad no existe el tiempo solo en el aquí y ahora y leyendo tu post en totalidad otro espejo, tengo el mismo pensamiento, todo lo que escribiste me vibró en mi alma y no se quien eres pero te estoy vibrando desde mi entorno y mi espacio y realidad, infinitamente gracias por compartir todos somo uno conexión en el amor en totalidad con el creador y fuente de vida eterna con 1 corazón latiente, vibrando en el infinito.
Infinitamente gracias en verdad. Karina jaque.
Atte Jessica Zaragoza Mancilla
Yo no soy nada no tengo titulo soy enfermera sin acabar pero lo que sí soy es espíritu y soy la auténtica yo y escribiendo desde la mente, corazón y alma en unidad (10).
PD con tanto amor al espejo en 1 poema trascendental