Foto: @pauloslachevsky

18 de octubre 2020

A un año de octubre. Dictadura policial en Chile.

por Felipe Larrea

El comienzo de octubre del 2020 tuvo un tinte oscuro, dando cuenta – y confirmando – el tiempo histórico que se cierne sobre Chile desde hace casi un año[1]. Las generaciones contemporáneas a estos hechos tenemos la exigencia ético-política de construir una perspectiva materialista que advierta la necesidad de nombrar este tiempo como una Dictadura. Es una interpelación que pasadas generaciones vivieron también, tal como ocurrió en el gobierno de González Videla, donde se asumió dicha responsabilidad, pero al mismo tiempo, la de enarbolar el nombre del presidente “democráticamente elegido” como un dictador[2]. Es la necesidad de una transmisión de la experiencia; sobrevivencia en un tiempo marcado por la vejación, la persecución y el horror. De modo que el nombrar este gobierno como una Dictadura policial (o comisarial[3]) no es cosa accesoria o simplemente testimonial, se trata de que desde ya este saber debe entregarse a nuestras futuras generaciones.

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La impunidad que se vive actualmente en Chile es más grotesca que la que nuestros padres y abuelos vivieron en la dictadura de Pinochet. Lo advertimos a partir de la mediación técnica o de acceso a la tecnología más bien, misma cuestión que hace una década nos permitía pensar que era el mecanismo más eficaz para la denuncia ética o política y que portaba un cariz emancipatorio. Sin embargo, mirado desde nuestro presente – entre la risa y la pena– constatamos que las cámaras de vigilancia en las calles y las miles de cámaras personales en nuestros teléfonos son testigos inocuos de una realidad que de tan reproducible por su carga denunciable se ha vuelto impotente en su redundancia algorítmica. En estricto rigor, no sirven para testificar políticamente la violencia en el instante de peligro, sino sólo para testimoniarla en su circulación. Carabineros de Chile esa tarde del viernes 2 de octubre, actuó con total impunidad, a plena luz del día, en una calle céntrica y expuesta a esas miles de cámaras; dicha impunidad en ejercicio, es gracias no sólo porque el poder ejecutivo los respalda (la evidencia es que el “actuar de carabineros” está coordinado con la Intendencia y el Ministerio del Interior, y que han trabajado mancomunados no sólo en este año de Dictadura, sino que en toda la llamada transición); ni tampoco se debe a que los medios de comunicación oficiales (televisión y prensa escrita-digital) presumen de la inocencia siempre en un primer plano[4]; sino que por sobre todo, porque el poder judicial se encuentra totalmente coludido con ellos, en una red de maquinación política que pareciera endurecerse cada vez más. ¿Quiénes son esos jueces que permitieron que se tomaran presos a jóvenes por simplemente protestar, mientras los delincuentes con uniformes cometen vejaciones a la vista de todos nosotros y están impunes, libres, y de seguro hoy o mañana, salen a la calle de uniforme o de civil a cometer delitos dirigidos contra los y las jóvenes? Poco se ha escrito e investigado sobre las acciones criminales que Carabineros de Chile y las Fuerzas Armadas han perpetrado en estos días de Estado de excepción y toque de queda, la impunidad total que les brinda esa suspensión de la legalidad democrática. No debemos, por eso mismo, olvidar esos autos blancos sin patentes que conocimos en el comienzo de la revuelta, que circulaban en cada accionar de Carabineros, en la ex plaza Italia, pero también en las periferias, como en Maipú y Puente Alto, ¿quiénes son nos preguntábamos? Con el pasar de los meses los hemos naturalizados, pero también se han testimoniado relatos de que autos blancos – también sin patentes – andan por Santiago amedrentando y violentando a cualquiera, confundiéndose como delincuentes comunes.[5] Si vamos a una definición estándar o laxa de lo que es una Dictadura, comprobaremos que se da cuando existe suspensión de la ley, aunque acá, en nuestro contexto, no sea necesario cerrar los tribunales de justicia. De ahí que creemos que no solo Carabineros debe dejar de existir, tal como aparece en múltiples consignas, tanto en la calle como en las redes sociales, sino que esos jueces y fiscales deben ser investigados[6], debe reformarse todo el aparato judicial y con ello un desmantelamiento del Estado, tal cual lo hemos conocido hasta acá desde el año 1980. De ahí que lo ocurrido con la fiscal Chong sea un precedente importante de visibilizar y la posterior afirmación de un honorable senador de la república.[7]

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El comportamiento sórdido y oscuro del Estado chileno no sólo debe medirse en su represión directa hacia los cuerpos, sino que también en un modo particular de producir verdad social a través de montajes u operaciones comunicacionales. A un año del 18 de octubre, creemos necesario discutir en qué medida el llamado “estallido social” fue particularmente administrado por Carabineros y por los medios establecidos de comunicación. La verdad que instaló el oficialismo (amparado en esas dos instituciones o esferas) es que el “estallido”, tal como ellos mismos lo definieron, fue provocado por una suerte de «organización espontánea», que en cosa de horas quemó estaciones de metro, buses del Transantiago y edificios como el de ENEL. Hasta el día de hoy los tribunales de justicia ni el gobierno han explicado cómo dichos sucesos ocurrieron, salvo que particulares han sido detenidos por estar presentes o aparecer ante las pocas cámaras que testearon esos hechos, pero no como autores intelectuales de aquellos atentados. Se ha tratado de decir que existen teorías conspirativas o de confabulación, que han explicado que estos atentados fueron orquestados por el mismo Estado para contrarrestar y justificar la posterior represión al pueblo levantado esa tarde del 18 de octubre. Ante esta lectura, queremos sostener que dichos atentados deben ser pensados desde una articulación histórico-política que la explica, es decir, una secuencia que podría comenzar con los “caso bombas”, los (auto) atentados en la Araucanía y que finaliza con los montajes comprobados que se hicieron durante la dictadura de Pinochet. No existe “teoría de la confabulación” porque no son elementos ficticios, es simplemente constatar que las fuerzas de orden y seguridad del estado chileno han cometido una serie de (auto)atentados para criminalizar movimientos sociales y políticos no sólo desde octubre pasado, sino que desde al menos diez años o más. La hipótesis no es tan aventurada: la quema de metros y su despliegue comunicacional fue una estrategia del mismo estado chileno para criminalizar la movilización estudiantil que invitaba a la evasión (precisamente del metro) durante los días previos al 18 de octubre. Las voces que exigen pruebas para afirmar eso deberían tener la cautela de la maquinación política que se cierne sobre Chile no es cosa ligera, realmente existe un poder fáctico y brutal de Carabineros y una enorme colusión que tendría con la Fiscalía y el Ministerio Público, que no han podido aún explicar qué pasó, porque sencillamente no lo desean hacer.[8]

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La quema de metros finalmente es como el plan z de la dictadura de Piñera, pero actualizado, con una gubernamentalidad mediática que en los años 70 del siglo xx era inexistente. Así lo testifican los videos almacenados por el noticiario 24 horas de ese día 18 de octubre y los días posteriores, donde la transmisión de los periodistas y reporteros guían la información hacia las mismas explicaciones que daría Piñera y el gobierno paralelamente: “de una guerra contra un enemigo poderoso e implacable”, que está detrás del incendio de los metros y de los buses, porque de hecho, los medios lo han testimoniado en directo desde su inicio[9]. Paradigmático es cuando ya a dos meses del 18 de octubre, en la televisión nacional, se trató de blanquear la teoría de que la quema (estratégica) del edificio ENEL fuera un montaje, ahí la conductora procede a elaborar una teoría con el registro de las cámaras de seguridad de que efectivamente sujetos sospechosos habrían procedido a quemar el edificio para que un ciudadano medio -convencido del montaje en un inicio – al final del programa se desdijera.[10] Una grosería de ese tipo ha acontecido en Chile; groserías de ese tipo con las cuales hemos tenido que sobrevivir, porque sabemos y está comprobado que Carabineros de civil estuvieron infiltrados en todas las protestas, e incluso trabajadores municipales (de Providencia, de Santiago), no es tan conspirativo señalar que la quema de ENEL fue ejecutada por infiltrados de este tipo. En otras palabras, la acción estaba coordinada por Carabineros, por el Ministerio del interior y la Intendencia. ¿Dónde estaban las fuerzas policiales? Todo lo que pasó en Santiago entre las 17 hrs. hasta las 12 de la noche aproximadamente de ese 18 de octubre fue de una impunidad total, Carabineros no existía y sí existía estaban ahí de civil provocando los daños más visibles para la televisión y la opinión pública, en un guion siniestro que supera, en cierto sentido, a la Moneda en llamas.[11] En cambio, el 18 de octubre tiene un manto confuso, que se radicaliza con el streaming, la rapidez informativa en twitter, las excesivas y breves storys de Instagram o los videos que circulan en Facebook; pero por sobre todo, en que aún la sobreviviente televisión pervive precisamente al manipular gubernamentalmente esa afección digital. El canal nacional trabajó codo a codo con Carabineros y con el segundo piso de la Moneda, en alimentar esa opinión que vería como normal y tranquilizadora (en apariencia) el decretar estado de emergencia para todo el país y posteriormente el toque de queda. De ahí que es necesario visibilizar este accionar criminal y matonesco, no solo de Carabineros, no solo con el beneplácito posterior del poder judicial, sino que de la televisión chilena en su integridad (con Matías del Río y Carolina Escobar a la cabecera, no como periodistas sino como voceros de gobierno), cómplices de la criminalización de la protesta; porque la revuelta va en otro tren, no en el de los atentados demasiado representacionales, demasiado sacados del cine de Hollywood (del Joker por ejemplo). Por ello creemos que la revuelta va de la mano de una cierta memoria popular que debe sobrevivir más allá de los enunciados y consignas que las máquinas estatales y comunicaciones han sentenciado, porque el relato que se está imponiendo como verdad histórica es aquel de que al parecer los metros se incendiaron por arte de magia, como si seres de otro planeta lo hubiesen acometido.[12]

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La idea tendenciosa de que los incendios en metros y su destrucción se debe a la acción organizada o no de «vándalos», «anarquistas», «delincuentes», y todo ese imaginario y léxico televisivo y policial que piensa la protesta social, se cae a pedazos cuando a días del comienzo de la revuelta, algunos dirigentes secundarios fueron detenidos en sus respectivas casas por funcionarios de la policía[13]. Si hubiese “organización espontánea” en los hechos descritos, las fuerzas policiales, con equipos periodísticos, montan un plan de detención a cualquiera de esas personas. Lo grave de minimizar como poco creíble el discurso o saber popular que se ha levantado en la revuelta es seguir obviando también que existen jóvenes presos, presos políticos, que se les aplicó la ley de seguridad interior del Estado porque las cámaras los registraron en el momento en que se incendiaban los metros y ellos en la efervescencia de alzarse contra la violencia del modelo (tirando palos, piedras, rompieron un ventanal o un torniquete), formaban parte de acciones que estaban circunscritas a la protesta, pero siguen ahí, presos[14]. La hipótesis de la organización «espontánea» es ingenua al creer que existe la posibilidad de que haya organización política de ese nivel que se escape del control policial y estatal. Estos discursos, que se precian de objetivos, son análogos a aquellas otras visiones supuestamente objetivas que rondaban en la Dictadura de Pinochet y que finalmente sólo eran cómplices de la barbarie y las violaciones a los derechos humanos. No hay tesis más clara de que fueron las mismas fuerzas de orden estatales las que incendiaron los metros y organizaban los saqueos masivos, de eso hay videos, hay testimonios.[15] La finalidad es confusa, y lo es porque aún no tenemos la suficiente panorámica histórica para leerlo, sin embargo, en la evidencia de nuestro presente, la motivación inmediata del Estado chineo, esa noche del 18 de octubre, era decretar estado de emergencia para que las fuerzas de orden y seguridad tomaran el control del territorio; justificar la represión a la protesta, que en otros tiempos (o en otro país) hubiese hecho caer a cualquier gobierno. Pero también, porque globalmente se comenzó a instalar la idea de que para gobernar lo mejor era sembrar el caos y la catástrofe, administrarla.[16]

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Durante años, décadas, se creyó que los detenidos desaparecidos eran un invento de la «izquierda internacional»; o que realmente la tónica de las ejecuciones políticas fueron enfrentamientos armados contra los militares en los primeros años de la dictadura de Pinochet, siendo que fueron montajes para justificar brutales asesinatos hacia gente que ni siquiera estaba armada; así como también, las teorías que decían que la CIA estaba implicada en el golpe eran desestimadas, precisamente por ser demasiado conspirativas. Con en el paso de los años todas esas cuestiones son verdades, que siguen desmintiendo un par de ilusos fanáticos. En definitiva, no habría que desestimar el testimonio popular que ya lo enunció. Es la única manera de impedir que quieran escribir otra historia, una historia oficial escrita con mentira y sangre como ha ocurrido siempre con aquellos que se esgrimen como vencedores. Por ahora, queremos creer, que eso aún no está escrito.


[1] Véase: Cnn español: https://cnnespanol.cnn.com/2020/10/03/joven-de-16-anos-cae-de-un-puente-tras-ser-empujado-por-un-policia/ ; Chilevisión noticias: https://www.youtube.com/watch?v=BrupYeLPubg

[2] Véase: https://bancariachile.cl/pinera-el-pequeno-dictador/

[3] Carl Schmitt distinguía a principios del siglo xx entre dos tipos de dictadura, por un lado, una dictadura soberana que emerge desde un poder constituyente que fundará una nueva ley, una nueva constitución que destruye la vigente (el golpe de estado de 1973, para nosotros); y por otro lado, una dictadura comisarial, que “que suspende la constitución in concreto, para proteger la misma Constitución en su existencia concreta” (Schmitt, Carl. La dictadura. Desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta la lucha proletaria, Alianza, Madrid, 1985, p. 180). Si bien Schmitt pensaba que la dictadura era la abolición de los poderes del estado bajo la figura de líder (führer), también pensaba que lo comisarial tenía más que ver con el resguardo del orden legal previo más que con su abolición. Podemos tomar la hipótesis – que se debería desplegar en otro lugar – de que desde el 18 de octubre Piñera se convierte en dictador bajo el resguardo de la propia ley que suspende para defenderla.

[4] Véase primera declaración efectuada por Carabineros: https://www.youtube.com/watch?v=2scULXtcF2w

[5] Véase: https://www.elmostrador.cl/noticias/multimedia/2019/10/24/sorprenden-a-encapuchado-salir-de-auto-sin-patente-que-se-encontraba-en-medio-de-efectivos-policiales/ ; https://www.gamba.cl/2019/10/por-que-carabineros-siempre-deja-quemar-las-cosas-y-se-dedica-a-reprimir-a-las-personas-que-protestan2/ ; https://www.facebook.com/opalchile/videos/605646863351065.

[6] Uno de ellos es el fiscal Manuel Guerra, que parece muy cercano al gobierno y que tiene a su cargo la mayoría de las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos desde el inicio de la revuelta hasta hoy. Durante estos días estuvo en Peñalolen en un show comunicacional emitido por 24 horas en donde comparece no sólo la fiscalía, sino que el gobierno, la alcaldía y por supuesto Mario Rozas, general de Carabineros: https://www.youtube.com/watch?v=j8POCVTJdH4&t=285s . Durante ese mismo día (15 de octubre) aparecía un reportaje elaborado por Ciper que denunciaba acciones concretas de un carabinero infiltrado en las organizaciones territoriales de la comuna:  https://www.ciperchile.cl/2020/10/15/carabinero-infiltrado-en-lo-hermida-fue-descubierto-porque-protagonizo-programa-de-canal-13-con-su-identidad-real/?fbclid=IwAR2rvIAC9DIwZxY4zBJiUq10rxS3CL9ZghtGdWDdzhfMECKFX6ZmPY0U-60 . Lo que queremos advertir es que ningún fiscal podría comprometerse tan fielmente con una acción política como esa, con un efecto comunicacional dirigido, mientras que – paralelamente – Carabineros son fuertemente cuestionados por la ciudadanía.

[7] Véase: https://www.cnnchile.com/pais/fiscal-ximena-chong-amenazas-preocupacion-familia_20201008/ ; https://www.youtube.com/watch?v=hl91P1MH-Ec

[8] Véase: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/10/14/1000732/Fiscal-Guerra-ataques-Metro-18O.html

[9] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=bxFQK40Q538&t=6078s ; https://www.youtube.com/watch?v=zhwpRbA-k7k&t=65s

[10] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=YBs7qjA5RYQ

[11] Es un golpe de Estado, que consuma una figura más del siglo xx, con su eficiencia y singularidad, por lo brutal y espectacular del bombardeo aéreo; tenemos a nuestro haber, otro tipo de golpe, que habría que definir al alero de otros golpes comunicacionales que han ocurrido en el siglo xxi, sin embargo, nuevamente Chile podría adjudicarse lo espectacular del hecho para sí.

[12] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=PxCIDCtB38U

[13] Véase: https://radiojgm.uchile.cl/presidenta-cones-denuncia-detencion-ilegal/ ; https://www.latercera.com/politica/noticia/juventudes-comunistas-denuncia-detencion-ilegal-arbitraria-dirigentes-la-cones/873775/

[14] Véase: https://interferencia.cl/articulos/los-2500-presos-de-la-revuelta-en-chile-de-los-que-no-se-hablan

[15] Véase: https://www.larazon.cl/2020/10/16/memoria-y-justicia-relatos-a-un-ano-de-la-revuelta-popular/

[16] Véase: https://www.youtube.com/watch?v=hNrZadZxQPA

Profesor de filosofía por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Doctor © en Filosofía c/m en estética y teoría de arte por la Universidad de Chile, donde realiza una investigación que llevar por título “El problema de la imagen en la estética de Gilles Deleuze”. Actualmente es tesista del proyecto fondecyt 11150732 y es parte del Núcleo de teoría de las multiplicidades. Se ha desempeñado como docente en la Universidad Arcis, Universidad de Antofagasta, Universidad de Viña del Mar y en la UMCE.

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