Foto: @pauloslachevsky

23 de noviembre 2020

Adriana Valdés y sus congas pensantes

por Diego Armijo O.

Iniciada la Rebelión Popular de Octubre —»estallido», para los mirones—, se vio agrietada la tranquilidad con la que silbaban los apernados sujetos de la burguesía o élite o clase alta o explotadores —para el gusto de quien lea. Ejemplo de ello, es que figuras de la chilena ilustración polilla, salieron altiro en búsqueda de la batuta interpretativa. Presidiendo esta comparsa, Adriana Valdés —doña Lengua—, estiró como chicle un twitt, transformado en la columna «La pena y el miedo», publicada en el diario español El País.

Con fecha 21 de octubre de 2019, tres días desde el inicio de la Rebelión Popular, esto escribía doña Lengua:

«Los jóvenes creen que es cuestión de ser ágiles y valientes. No tienen por qué recordar que, después del golpe de Estado, la represión y la muerte tuvieron un sesgo clasista, una desigualdad, tan marcados como los de la sociedad chilena; que la mayor parte de los muertos fueron los que no tuvieron la oportunidad de irse del país».

Seamos cautos, enfriemos nuestra cabeza, usemos la retórica burguesa por un momento e intentemos acercarnos, aunque sea complejo, a entenderla. Sus palabras, con la distancia de balines, heridxs, mutiladxs, muertxs, violadxs y detenidxs, parecen tener el halo de la sabiduría. Es claro, que como a la mayoría de la población —aunque ella pertenezca a un reducido grupo de élite—, en los primeros días de aquel hecho histórico nos cubría la incertidumbre. Pero no dejo de pensar, quizás exagero, que sus «recomendaciones», la experiencia que da la edad, no eran más que amenazas de garrote.

Pero, de nuevo, pongámonos en las cómodas pantuflas de doña Lengua y creamos en su buena voluntad. Más aún si la última frase de su columna fue esta:

«En las bambalinas de la ultraderecha chilena hay personajes que me dan pavor».

El 15 de noviembre de 2020, desde esas bambalinas de la derecha chilena, acodado en uno de los diarios cómplices de la dictadura cívico-militar —La Tercera—, Gonzalo Blumel —ex Ministro del Interior y Seguridad Pública del ilegítimo gobierno de Sebastián Piñera—; inflado, purificado, pero criminal, decía muy suelto de cuerpo que pensaba volver a la política y que quizás se lanzaba como candidato a la Convención Constituyente.

Otra vez. Blumel, encargado político de la represión desde octubre de 2019, que en sus manos carga con más de 300 víctimas de mutilación ocular, sumado a ellos heridas, muertes, violaciones y detenciones políticas; él, ese Ministro Planta de Interior, desea escribir nuestra futura Constitución.

Para Javiera Parada y sus trajes blancos, fue una excelente noticia:

«Me alegro que Gonzalo Blumel vuelva a la actividad pública y más, que sea a aportar en la conversación constitucional (…) Aporta una mirada sobria con perspectiva y experiencia, valorando los acuerdos y el diálogo. Que bueno que esté de vuelta».

Se le criticó, por supuesto.

Repito. Gonzalo Blumel, ese ser con «mirada sobria» es el responsable político de 300 mutilaciones oculares.

Para defensa, de clase, vuelve a aparecer doña Lengua, a pararle los carros a los críticos tanto de la zalamería de Parada, como de la figura, vegetal, de Blumel.

El 16 de octubre, en su «deslenguada» cuenta de Twitter, doña Lengua publicó:

«El tonito. Parecen inquisidores. Risible si no fuera tan peligroso y tan hiriente, una especie de tortura a quienes piensan distinto como ustedes… A mí eso me suena a CNI».

Pues, claro, para la Directora de la Academia Chilena de la Lengua, el lenguaje de la crítica política, más aún, dirigido a un criminal, un violador de los Derechos Humanos, recordar, repito, Gonzalo Blumel y sus colaboradores, es similar a una asociación ilícita que detenía, torturaba, asesinaba y hacía desaparecer chilenxs. Claro, doña Lengua.

Pero me queda la pregunta, ¿qué le da pavor?. Porque si uno husmea en sus declaraciones desde el 18 de octubre de 2019 hasta estos días, las flechas van dirigidas a lugares muy particulares.

Hagamos un ejercicio. A continuación mostraré imágenes de sus declaraciones sobre distintos hechos políticos del último año, vinculándolos con algunas figuras retóricas, que usted, ahora me dirijo en directo, la Directora de la Academia Chilena de la Lengua, podrá visar si se acomodan o no a las reglas del lenguaje.

Metáfora:

Oxímoron:

Hipérbole:

Metonimia:

Estas palabras, las suyas, pues son suyas, deberían hacerle replantear, digo, si me permite darle un consejo, sus categorías de lo que usted llama «tonito».

¿Cuál es el «tonito» para defender a violadores de Derechos Humanos?

Estas palabras, las mías, no horadarán —mas así lo quisiera— sus lugares de privilegio, le digo, doña Lengua. Usted, como Roberto Merino que se muestra reaccionario en La Segunda; Héctor Soto y Arturo Fontaine avinagrados en radio Duna; Rafael Gumucio defendiendo sus valores de pije en casi todos los medios; Alberto Fuguet vampirizando la fuerza juvenil en un nuevo, insustancial, libro o Cristián Warnken transformado en el entrevistador de los represores, al cual usted, doña Lengua, le regaló un premio de su Academia. Nadie les quitará nada, pues aún los tambores los tienen ustedes.

No se preocupe —y con esto termino, doña Lengua—, de este «revolucionario de twitter»,  como me llamó, pues quizá tenga razón, yo, puro bla bla, y usted puro fi fi. Pero, recuerde «en la cancha se ven los gallos» —digo, para usar esas frases populares que tanto usted valora con sus enjoyadas manos de patrona—, y «todo cae por su propio peso».

Coda: «Por la boca muere el pez». No busco que usted se quede «callada», como su anticomunismo mandó a silenciar a la diputada Camila Vallejo. Aquí la expresión es libre, pero siempre será posible emitir críticas.

(Viña del Mar, 1994). Es comerciante. En 2020 obtuvo una mención honrosa en el Premio Roberto Bolaño, categoría novela. Ha sido becario del Fondo del Libro y la Lectura en 2019 y 2021. Ha publicado el libro de cuentos Glorias Navales (BAJ Valparaíso, 2019) y la novela Carcasa (La Calabaza del Diablo, 2020).

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