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08 de julio 2022

De vuelta a la pregunta por la crítica

por Gonzálo Chavez Salazar

Sobre Nomadismos biopolíticos. Miradas en torno a la producción de vida y muerte en el mundo contemporáneo, de Bily López, Alejandra Rivera, Rafael Ángel Gómez Choreño [coords.] México, UACM/Monosílabo, 2020, 322 pp.)

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El 2 de diciembre de 1970 Michel Foucault dictaba una conferencia ante la Sociedad Francesa de Filosofía en la Universidad de la Sorbona a la que posteriormente titularía El orden del discurso.1 En ese mismo espacio, ocho años después, el 27 de mayo de 1978, presentó otra conferencia que, sin duda, marcaba los movimientos del pensamiento del filósofo francés; esta segunda conferencia, y punto de partida de este texto que quiere ser una reseña, pero también algo más, llevó el título de ¿Qué es la crítica?2

Para Michel Foucault, la pregunta por la crítica, o por sus condiciones filosóficas, consiste en elaborar análisis mucho más rigurosos que la simple descripción de juicios y valores regulativos entre lo bello, lo bueno y lo verdadero. Con su propuesta se pone de relieve no sólo la pertinencia de tal pregunta, sino, sobre todo, de las condiciones discursivas e históricas para que la crítica, en sentido fuerte, constituya algo más que un campo de apéndices a la luz de cualquier evento, obra o fenómeno que irrumpa en la historia de los seres y los saberes humanos. En ese sentido, este apremiante cuestionamiento se desplaza desde los marcos de las teorías universalistas hacia las prácticas sociales y políticas, así como hacia la constitución de todo proceso de subjetivación; de esta manera, preguntar por la crítica convoca de inmediato a las prácticas y los procesos empíricos de la verdad junto a su dimensión política.

Para Foucault, interrogarse por el lugar de la crítica encuentra su centro en los trabajos del filósofo Immanuel Kant, y, en particular, en su respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?3 Más allá de las múltiples lecturas que se han hecho de este célebre texto, Foucault da cuenta de que la pregunta de carácter histórico-ontológico en torno a la Ilustración abre una respuesta sobre la producción de individuos con respecto a su propio presente. En ese sentido, la pregunta plantea filosóficamente un horizonte en torno y sobre la actualidad y lo que en ella se produce. La exigencia por parte de Kant para valernos de nosotros mismos, desde la lectura foucaultiana, más que un imperativo de orden moral, propone un campo de razonamiento libre que da cuenta de sus propios límites. La pregunta por la Ilustración responde a los límites del conocimiento en su presente, pero también a los peligros del mismo. Abrir dicha pregunta, en este sentido, es interpelar la estructura y los fundamentos que sostienen la pertinencia de la pregunta misma. Por ello, la pregunta por la crítica está fuertemente precedida por el cuestionamiento por la actualidad, o, si se prefiere, por la interrogación acerca de lo que somos en determinados momentos de la historia y, por supuesto, por la forma en que nos hemos vinculado con esa historia. Quizá, en lenguaje kantiano, salir de la minoría de edad demanda la responsabilidad de uno mismo, pero también del presente que lo gravita.

Después de todo, la propia historia del pensamiento nos ha mostrado que el objetivo de la crítica no consiste sólo en refutar un cúmulo de universalismos, o su condición categorial, sino en cuestionar las lógicas y los órdenes que deliberadamente sostienen una cosa llamada presente. Tanto la pregunta por la actualidad como por la crítica pliegan marcos de lectura en torno a discursos y prácticas que hacen posible la pregunta en su especificidad, es decir, una lectura en torno a los saberes instituidos por una sociedad y las prácticas de poder desde las cuales éstos emergen. Por ello, para Foucault preguntar por la crítica implica interrogar por las determinaciones históricas —arqueológicas o genealógicas— de una política de la verdad cuyos dominios inciden directamente en los regímenes de saber y poder, pero, sobre todo, reorientan la pregunta para evidenciar los límites de legitimidad de dichos regímenes, lo cual permitiría elaborar una o varias series de análisis en torno a los sistemas de aceptabilidad de las relaciones entre saber y poder y, por qué no, de su naturalización. En pocas palabras, dicha pregunta constituye la pregunta tanto por las formas de gobierno como por las resistencias que frente a ellas se generan como prácticas de sí.

Quiero decir que, en esa gran inquietud en torno a la manera de gobernar y en la investigación sobre las maneras de gobernar, se advierte una cuestión constante que sería: «¿Cómo no ser gobernado de esa manera, por esas personas, en nombre de esos principios, en vista de determinados objetivos y por medio de determinados procedimientos, no de esa manera, no para eso, no por esas personas?»4

De frente a las estructuras y a la lógica en las formas de gobierno sería en donde, según Foucault, nace una actitud crítica. La posibilidad de elegir no ser gobernado de una forma específica no es una postura que descanse bajo un simple anarquismo, sino que intenta situar la crítica como actitud que irrumpe directamente en los mecanismos de coerción y los contenidos discursivos de conocimiento. El elemento de análisis de la crítica, así como sus prácticas, dan cuenta de los vínculos y desequilibrios entre los contenidos empíricos diseminados por una lógica de gobierno. Más allá de objetar los principios y objetivos de las formas de gobierno, para Foucault la pregunta por la crítica, como práctica política, está en mostrar que los mecanismos de coerción y los contenidos de conocimiento, es decir, las constelaciones de poder y la formación de saberes, instituyen una serie de prácticas en torno al gobierno de los vivos. En este sentido, la potencia que nace en la pregunta por la crítica no está en su descripción histórica o metafísica del saber o el poder, sino en mostrar cómo estos construyen un nexo que dispone la vida de determinados modos y, en el mismo movimiento, en ponderar la aceptabilidad de dichas políticas de la verdad.

Para Kant, desde ¿Qué es la Ilustración?, interrogar sobre nuestra actualidad conlleva una dimensión política, no por la respuesta, sino por el hecho mismo de formular la pregunta; se trata, para él, de la política del conocimiento, y, claramente, de los límites de este. En el caso de Foucault, como decíamos, la pregunta por la crítica recae sobre las políticas de la verdad y, sobre todo, sobre la aceptabilidad de ciertas formas de gobierno. En ambos casos, el gobierno y la crítica se emparentan para descubrir filosóficamente la pregunta por el presente: poner sobre la mesa la cuestión de la crítica es poner de relieve la pregunta por lo contemporáneo. Sin embargo, y regresando a ¿Qué es la Ilustración? como una pregunta por la actualidad —eso que sucede a nuestro alrededor y que podemos señalar como lo actual, lo contemporáneo—, podemos preguntarnos, ¿cuál es el lugar de la crítica y de qué forma se vincula con nuestras prácticas de verdad y nuestras formas de gobierno?

Ya bien entrado el siglo XXI, los escenarios dibujados por Kant y Foucault se han movido, se han transformado o, quizá, en América Latina, nunca existieron. Las reflexiones en torno al análisis de los flujos que sostienen los pilares del siglo XXI no han parado, y, sin embargo, han sido a todas luces insuficientes. Tras un largo e interminable proceso de violencia grabado en la historia de América Latina, los horizontes epistemológicos y ontológicos se han hecho inasibles para dar cuenta de la actualidad. Nomadismos biopolíticos. Miradas en torno a la producción de vida y de muerte en el mundo contemporáneo es una publicación que nace en medio de la crisis y el desasosiego de los tiempos que proliferan, que examina la precariedad de la vida y las variables biopolíticas que han diseñado gramáticas de la violencia y lógicas de la muerte, pero, sobre todo, es una publicación que pone el énfasis en las máquinas nómadas que resisten y que podrían ser capaces de reorganizar la vida.

Este libro, más que una crítica —en su sentido más inmediato— en torno a los grandes relatos que fundamentan la vida contemporánea, es una insistencia para regresar y diagramar, así como geolocalizar, los vínculos que sostienen algunos de los procesos de gubernamentalidad que operan en territorio mexicano. En efecto, Nomadismos biopolíticos es una suerte de mapa de algunos de los vértices y matrices de poder que han configurado las vidas como modos de producción del capital; sobre todo, muestra cómo determinados órdenes epistemológicos se han instituido en cuanto prácticas de verdad que disponen lo político, lo económico y, por supuesto, lo vital. En este sentido, el libroplantea —mediante una serie de ensayos— horizontes de lectura que operan, sin substancializar ni esencializar, sobre un cúmulo de prácticas y ejercicios explícitos de violencia enmarcados principalmente por la guerra, la precarización de la vida y los no declarados estados de excepción. Así, la escalabilidad de la violencia, o su aplicabilidad mediante sus prácticas, se presenta como elemento capital en la conformación de lo político; es decir, se advierte que la violencia en México, más allá de sólo aparecer como un fenómeno aislado de la sociabilidad —o como un problema a resolver, como una anomalía—, determina el núcleo germinal de la política misma. Nomadismos biopolíticos,a través de sus análisis acerca de la violencia histórica de lo político, pone sobre la mesa como un a priori histórico del siglo XXI el problema capital de las políticas y prácticas de la violencia en sus muy variadas manifestaciones y orquestaciones biopolíticas.

Ante los feminicidios, las narcofosas, las fosas clandestinas, las desapariciones forzadas, la violencia producida por el narco y el gobierno mismo, así como los numerosos fenómenos de disciplina y control que acontecen en las sociedades contemporáneas signadas por la gubernamentalidad biopolítica, entre muchas otras expresiones de violencia, los autores y las autoras de este libro colectivo prestan oídos minuciosos ejercitados desde diferentes disciplinas, y son capaces de mostrar que, ante las prácticas de violencia contemporánea, la filosofía se vuelve herramienta operativa en medio de la guerra. Es decir, la filosofía deviene crítica en estos textos.

Para trazar esta cartografía de la violencia, Nomadismos biopolíticos se vale de tres grandes apartados que se aglutinan a partir de un cuestionamiento fundamental, a saber, “¿cómo afrontar el poder de los dispositivos biopolíticos?”, no para dar una respuesta única y totalitaria, sino para elaborar marcos de lectura de aquello que por momentos se nos presenta como innombrable, o bien, como Bily López y Alejandra Rivera afirman en el prólogo, para construir una “máquina nómada […] con distintos movimientos que, en su pluralidad, no buscan un asentamiento ni asideros fijos, sino producir movimientos permanentes que nos permitan escapar de la detención, la hipercodificación y el estatismo sedentario de los aparatos de Estado”.

Así, Nomadismos biopolíticos se interroga a cada línea cómo y a partir de qué dispositivos se ha instituido la aceptabilidad de la violencia como factor estructural de las formas de gobierno. Con ello no se asevera que la reunión de estos textos articule la crítica del mundo contemporáneo, mucho menos que sus autores y autoras representen una suerte de personajes críticos del presente; este libro, más bien, devuelve la mirada a la pertinencia de la pregunta por la crítica, es decir, interroga por su actualidad y, principalmente, por el papel y las formas de violencia en la sociedad actual.


1 Michel Foucault, El orden del discurso. México: Tusquets, 2014.

2 Michel Foucault, ¿Qué es la crítica? Seguido de La cultura de sí. Buenos Aires: Siglo XXI, 2018.

3 Immanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración? Y otros escritos de ética, política y filosofía de la historia. Madrid: Alianza Editorial, 2013.

4 Michel Foucault, ¿Qué es la crítica? Seguido de La cultura de sí, p. 49.

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