Foto de la autora

11 de octubre 2020

El Estallido en forma de Bicicleta y del cómo Apretar Cuea

por Elizabeth Lazcano

Es Noviembre y voy en mi bicicleta camino al otro extremo de la comuna, voy del Norte de Pudahuel hacia el Sur de esta misma, cruzando la 68 el panorama cambia radicalmente. El Norte siempre fue un sector mas tranquilo, viven muchos viejos y ya poco les importa lo que pasa en la calle, en cambio en el Sur, la sangre hierve; se pitearon el metro, lo único que ponía en el mapa la diferencia entre el norte y el sur, porque antes no sabíamos si era Maipú o Pudahuel.

Llego en la bicicleta a la Plaza San Felipe, un grupo de cabros se reúne para una cicletada masiva, que reúne más gente de la que yo pensaba, voy de cortacalle, no sé que cresta se hace en ese puesto, sólo se que tengo que evitar que quede la cagada, que ojalá nadie se accidente, y por sobretodo, que los pacos no nos agarren, ni que los automovilistas se pasen de los cortes porque no sólo van jóvenes furiosos, sino que niños, madres y ancianos, que también están furiosos.

No sé como vamos a defendernos si nos topamos con algún piquete de pacos, recientemente se han llevado a algunos compañeros presos, los tienen en Santiago 1, y su estado no es de dominio público, por respeto a la familia. Los organizadores se valen de la tecnología disponible para coordinar todo, usan aplicaciones de teléfono como wokitoki para ir avisando como va el grupo, el más habilidoso y con mas labia lleva un megáfono con el cual alienta a los que conforman el grueso de la protesta, se hace notar, envalentona a seguir adelante, reúne a los que miran a este cardumen de ruedas pasar, cacerolean, vitorean. Todos ponen de su parte, y yo me siento bien, sin embargo vemos que hay pacos escondidos en las calles cortas que se cruzan con la ruta, y me preocupa como los enfrentaremos.

No tenemos armas, no tenemos bombas lacrimógenas, si es que tenemos uno que otro láser no lo usamos por no dañar a los compañeros, tampoco tenemos escopetas ni balines; solamente nos valemos de las piernas para picarla y arrancar si es necesario, esperando que nadie quede atrás. De ser necesario, sabemos que hay que usar las cadenas o los u-lock para defendernos en cuerpo a cuerpo, pero realmente qué ventaja hay sobre esos seres que se disfrazan de tortuga para salir a pelear contra un grupo de personas que no tienen con qué defenderse, mas que con un megáfono, palabras, sudor y botellas de agua.

¿Porqué el miedo colectivo a que el pueblo se levante?, será como en esa película gringa de animación Bichos (A bug’s life) donde las hormigas se sublevan y logran derrocar la dictadura de los saltamontes quienes los explotan para que los alimenten. Se sabe que los pacos siempre han sido los perros del estado, que no piensan mucho, y es que es parte del adoctrinamiento militar ser medio tonto, y con medio estoy siendo generosa; ser absolutamente un imbécil para poder obedecer órdenes tan cerdas y no cuestionarlas, como disparar a los ojos a alguien que podría ser tu hermano o hermana. O bien, encerrar gente en un supermercado, quemarlo, y luego culpar a los mismos vecinos de aquel incendio; igual que lo acontecido en la quema del supermercado Líder de Avenida Teniente Cruz, donde un paco guatón se paseó por los puestos del persa avisando que a las 14.00 horas iban a abrir el supermercado para quienes quisieran ir a sacar cosas que necesitaran, a las 14.30 de ese día el Líder se estaba quemando, este hecho ocurrió en dos ocasiones, los cuales fueron narrados por dos coleras del persa, quienes sabían que los cabros que habían agarrado los PDI no tenían nada que ver.

Montajes, montajes y más montajes; Chile vive en un constante montaje de verdades a medias y culpas que nunca se pagan, el cuerpo de carabipacos siempre ha sido, históricamente, el que más ha golpeado al pueblo, a quienes juran proteger, pero nunca lo hacen. Esa doble moral de decir que duerma tranquila la niña inocente, que te enseñen desde chicos que si te pasa algo en la calle siempre busques al hombre de verde, porque él te va a proteger; sin embargo cuando una mujer sale a denunciar una violación es tomada detenida y su caso relativizado con un “déjese de hueviar”. ¿Qué empuja a los jóvenes a continuar enrolandose en esta nefasta institución?, se conjugan diferentes factores, como son la promesa de mejores beneficios cuando haz vivido toda tu vida en la pobreza, esa seguridad social de la que no puedes gozar cuando cuentas las monedas para comprar una marraqueta; también provenir de una familia de uniformados mayormente provoca que esta mala decisión se siga perpetuando por generaciones, el miedo a revelarse ante la hegemonía familiar. Ser una persona con problemas de autoestima que necesita sentir poder y autoridad por sobre los demás para tener algo de respeto, el cual, probablemente, le fue negado en infancia y juventud.

Es tan precarizada la vida en Chile, que se normaliza que alguien quiera ser parte de estas filas y no intentar por una profesión que dé dignidad y que sea realmente de utilidad a la sociedad, en un mundo donde faltan tantos médicos, hay gente que prefiere ser paco. En un país donde hacen falta los librepensadores existen jóvenes que deciden poner su vida en servicio del patrón; porque si algo asegura el cuerpo de carabishit es el poderío de la clase alta por sobre el que resiste y sobrevive, el más pobre. No es de extrañar que, por ejemplo, hoy en plena campaña del Apruebo y el Rechazo, ellos estén escoltando a los manifestantes, quienes con libertad pueden atacar con bates a los transeúntes que les parezcan sospechosos, mientras que persiguen con guanacos una cicletada por el Apruebo en Avenida Central, en la comuna de Lo Espejo, no mediando que su acción temeraria y asesina es la que continúa engrosando las listas de los agredidos por el abuso de poder de las fuerzas militares del país.

Entonces, ¿cómo hacerle frente a un cuerpo estúpido que es entrenado para cuidar intereses económicos de los cuicos y moles a lumazos al obrero?; creo que no existe una formula efectiva para convencer a ese 27% de postulantes a la escuela de carabiwacala de que no lo hagan; sin embargo, es relevante apelar a la memoria, tanto personal como colectiva. El más grande problema de este país es tanto el negacionismo como la poca memoria de su historia; no reconocer que la lucha obreros versus pacos siempre ha existido, no porque el chileno sea un ser rebelde por naturaleza, sino porque al pueblo siempre se le ha oprimido desde sus inicios, cuando los terratenientes vinieron a usar estos territorios y pagaban a oriundos que cuidasen sus terrenos de los indígenas y cualquier roto que osara con intentar cruzar su camino. Los pacos siempre han sido esa clase social que no es posible situar, es como un ente que rodea todo y que intenta rectificar y mantener al rebaño en un solo camino, sin cuestionar el porqué.

Esta constante opresión ha llevado a que sea característico de la sociedad chilena ser considerada como gris, fome y depresiva; con orgullo nos llamaban los Europeos de Latinoamérica, y es tanto que ni Rubén Blades nos incluye en esas canciones donde nombra a todos los países de Latinoamérica, pues Chile es una cosa rara, ni chica ni limoná, nadie nos quiere, ni nosotros mismos. Esta relación tóxica se da netamente por el constante maltrato y opresión que subyace en el poder militar y paramilitar en el país, en ese sentido los pacos cumplen al función de mantener este estado de letargo constante, sin dar posibilidad a una sublevación, pues el uniforme paga la cocaína que jalan abiertamente.

Me vuelvo a preguntar cómo es posible que intentemos cambiar este estado de vivir en la real mierda montados en una bicicleta, es realmente utópico si lo pienso, pero es lo único que tenemos a mano, ir cada día, cada convocatoria, llenar la Alameda y tomar todas las calles posibles para que el mundo vea lo malditos que son quienes levantan sus armas contra el pueblo. ¿Qué se hace con tanta rabia acumulada por ser hijos de generaciones oprimidas? Cuando el arte y la política no son suficientes, estallan, se ponen en crisis todas las plataformas de exposición conocidas y el arte se convierte en motor y facilitador de la protesta, con rayados, la palabra, el color, forma e imagen para denunciar cada maldito abuso que se sucede en este tiempo de tregua pandémica, en donde hay personas que continúan sufriendo, que continúan siendo oprimidas, sólo a la espera que el demonio chilensis vuelva a despertar y a tomar las calles, para continuar infundiendo el miedo hacia los opresores, y que un día, ojalá pronto, las grandes alamedas se vuelvan a abrir, para que el ciclista, manifestante, capucha, feminista, y todo quien desee gritar pueda caminar libre.

Espero tener mi bicicleta inflada para cuando ello suceda.

Artista Visual chilena, 1989. Egresada de la Universidad de Chile, desarrolla su trabajo en el área de Instalación y Collage con el contexto de crítica de la vida periférica de la capital, con exposiciones sobre feminismo y memoria ha expuesto en FAE Chile, Matucana 100, Centro Cultural CHIMKOWE, así mismo como intervenciones de carácter público en Pudahuel, reivindicando el territorio precario como un espacio museográfico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *